domingo, 5 de junio de 2011

Miguel Ruiz: El Quinto Acuerdo

Miguel nació y se educó en México. Su madre doña Sara Macías Vázquez fue curandera y su abuelo chamán, descendiente de un largo linaje chamánico. Contra los deseos de su familia, Miguel Ruiz estudió medicina y ejerció profesionalmente como cirujano. A principios de los años setenta tuvo un accidente y esa experiencia, tan cercana a la muerte cambió su vida, decidió volver a sus orígenes y aprender la tradición tolteca. Fue a vivir en los Estados Unidos donde escribió Los cuatro acuerdos en 1997, que rápidamente fue un bestseller en ese país y ha permanecido en la lista de los más vendidos del New York Times por más de ocho años. Los libros de don Miguel (La maestría del amor, La voz del conocimiento y Oraciones) han sido traducidos a 36 idiomas, con millones de copias vendidas.

Los cuatro acuerdos han transformado la vida de muchos con un mensaje simple y profundo: 1) “Sé impecable con tus palabras”. 2) “No te tomes nada personalmente”. 3) “No hagas suposiciones”. 4) “Haz siempre lo máximo que puedas”. Ahora don Miguel ha colaborado con su hijo don José en el libro El quinto acuerdo.

Don Miguel se caracteriza por explicar temas muy profundos con una gran simplicidad. En este libro desarrolla y profundiza en los cuatro acuerdos y nos alienta a recobrar la fe y la autenticidad con un poderoso acuerdo: Sé escéptico, pero aprende a escuchar. El quinto acuerdo usa la duda como una herramienta para distinguir la verdad. Nos lleva más allá de las palabras que escuchamos, a la intención detrás de ellas. Al ser escépticos no creemos cada mensaje que escuchamos; dejamos de poner nuestra fe en mentiras y así podemos dejar atrás el drama emocional, la victimización y los sistemas de creencias limitantes que nuestra “domesticación” nos ha programado. Este libro nos prepara para revelar la sabiduría innata y vivir nuestras vidas de acuerdo con la verdad.

Fui a visitar a don Miguel y hablamos de su nuevo libro.

—FTV: Miguel, háblame de El quinto acuerdo.

—MR: Imagina que entras a una escuela iniciática, en cualquier parte para aprender los cuatro acuerdos y empiezas a practicarlos. Entras a lo que se puede llamar el mundo del guerrero. Los cuatro acuerdos son herramientas para ayudarte a vencer las mentiras que han estado controlándote durante toda tu vida. La gente cree que lo llamamos el mundo del guerrero, porque tiene una guerra interior entre el bien y el mal, pero no es cierto. El verdadero conflicto está en la verdad y las mentiras. Durante el tiempo de guerrero algunas veces gana la verdad, otras las mentiras. Al final de esa escuela iniciática, se introduce el quinto acuerdo. Una vez que lo practicas y lo dominas eres un maestro. El quinto acuerdo como ya has de saber es: “Sé escéptico, pero aprende a escuchar”.

Ser escéptico no es una posición social. No es tratar de ser muy inteligente. No tiene nada que ver con la importancia personal. Ser escéptico quiere decir: no me creas, no te creas a ti mismo y no le creas a nadie más, pero aprende a escuchar. Tú vives en tu propia creación. Todo lo que conoces, es una realidad virtual que es únicamente real para ti, para nadie más. Al mismo tiempo te das cuenta de que toda la gente que te rodea son iguales a ti. Ellos crearon una realidad virtual en la cual ellos viven. Cualquier cosa que ellos te digan, probablemente sea verdad en su realidad virtual, pero no necesariamente va a serlo en tu realidad. No les creas, pero escucha. Porque al escucharlos, entiendes esa realidad de la cual ellos vienen, el sueño en el cual ellos viven. Si aprendes a escucharlos, puedes hablar el mismo idioma que ellos. Y no me refiero a ingles, español o al chino, sino a eso que está detrás del conocimiento, lo que realmente quieren expresar.

Probablemente lo más importante es no creerse a sí mismo. Es decir, no te creas tus propias mentiras; en especial cuando dices que no eres lo suficientemente buena, lo suficientemente bella, que no eres lo suficientemente fuerte, porque son limitaciones que tú te creas y son únicamente verdad para ti. Si aprendes a escuchar la voz del conocimiento que existe en tu cabeza, entonces te vas a dar cuenta de que casi todo lo que dice son mentiras. Al aplicar el quinto acuerdo “Se escéptico pero aprende a escuchar” te darás cuenta de una realidad extraordinaria: todo lo que conocemos es únicamente verdad porque lo aprendimos.

Cuando nacimos no teníamos conocimiento, todo lo aprendimos. Decimos que es verdad porque todos nos pusimos de acuerdo en el significado de cada elemento, de cada palabra, de cada símbolo. Una vez que entendemos el significado, aprendemos a pensar y nos damos cuenta de que nosotros creamos el idioma que hablamos, el conocimiento que tenemos, y al hacer estos acuerdos invertimos algo que conocemos como fe; que es creer en algo cien por ciento, sin lugar a dudas. Pusimos nuestra fe en cada símbolo y al final nosotros nos quedamos sin ella. El conocimiento rige todas nuestras actividades, convirtiéndose en un gran tirano. Es por eso que tenemos esa vida de guerrero. Cuando finalmente aplicas el quinto acuerdo ya no hay guerra en la mente y encontramos algo que conocemos como paz mental. Esto es lo que podríamos llamar el sueño del maestro.

—FTV: ¿Cómo es el sueño del maestro?

—MR: Cuando se aplica el quinto acuerdo (“Sé escéptico, pero escucha”), finalmente el resultado va a ser el respeto. Aprendemos a respetar nuestra propia creación. Y cuando respetamos nuestra propia creación, tenemos paz y aprendemos a respetar la creación de las personas que nos rodean. En ese momento dejamos de juzgarlos, porque sabemos que cualquier cosa que digan es verdad para ellos, pero no necesariamente tiene que ser verdad para nosotros. Cuando respetamos, hay paz entre nosotros.

—FTV: ¿Por qué hay que aprender a escuchar?

—MR: Cualquier persona a la que escuches va a tratar de compartir su historia contigo, su punto de vista, lo que ellos creen que es verdad. Lógicamente, si tu tienes la verdad, entonces todos los demás no pueden tener la verdad. Entonces ¿cuál es la verdad? Podemos decir que la verdad es absoluta y única y que existe muchísimo antes de la creación de los seres humanos y va a seguir existiendo mucho después de su extinción. Sin embargo, hay otra verdad que podríamos llamar verdad relativa, que fue creada por los seres humanos. Al inventar el idioma, al inventar los símbolos, inventamos una copia de esa verdad absoluta. Pero al ser una copia es, por tanto, relativa. Conforme la sociedad va cambiando, los acuerdos van cambiando y esa verdad relativa también cambia. Hace 800 años la gente creía que el planeta era plano y era una verdad que todo mundo aceptaba. Después, se descubrió que es redonda y todo cambió. Los acuerdos cambiaron y de repente, esa verdad dejó de ser cierta.

Es lo mismo que decía Homero al hablar de los dioses. Decía la voz de Apolo que los dioses existen mientras los seres humanos crean en los dioses. El día que los seres humanos dejen de creer en ellos, los dioses dejan de existir. Hemos visto con el tiempo que es cierto. Sabemos que esas mitologías no son ciertas. Ya no creemos en Isis, ni Osiris ni Zeus. En la actualidad, lo que creemos que la verdad es: Cristo, Mahoma, Buda, etc. Mientras creamos en ellos, serán verdad. Hay muchos dioses actuales, que no los vemos como dioses, como la democracia, el socialismo, etc. Mientras sigamos creyendo, seguirán existiendo. Pero en cuanto dejemos de creer en ellos, dejarán de existir. Para cada ser humano tienen un significado totalmente distinto, por lo que creerán que están en lo cierto y tratarán de imponerlos. Al querer imponerlos, se pierde respeto. Esto crea conflictos. El querer imponer a nosotros mismos las creencias que heredamos de nuestros padres, nuestra religión y nuestra sociedad, limita la libertad de ser quienes realmente somos.

¿Cómo haces para convivir con tus opiniones y las de los demás? Pues no las creo, pero las escucho. Y tengo respeto a lo que ellos crean. Eso no quiere decir que estén o no en lo cierto. Pero no hay un juicio. No los enjuicio.

—FTV: ¿Cómo se aplicaría esto Miguel para sacar adelante a México?

—MR: Pues se inicia con uno mismo. Esto es importante. Siempre con uno mismo. No puedes dar lo que no tienes. Queremos justicia, pero hay que preguntarnos ¿hay justicia en nuestra mente? Podemos decir que el ser humano es el único animal que se castiga mil veces por el mismo error.

Y ¿a eso le llamamos justicia? Justicia sería castigarnos una vez por cada error. Si no hay justicia en nuestra propia mente, ¿cómo queremos encontrarla afuera?

—FTV: ¿Justicia sería también castigar nada más una vez a los demás por el mismo error?

—MR: Exactamente. Y ¿cuántas veces castigas a tu esposo, hijo o padres por el mismo error? Pero lo más importante, ¿cuántas veces te castigas a ti misma por el mismo error? Siempre se empieza por uno mismo. Siempre. Porque es la realidad que tú creaste. Al aplicar el quinto acuerdo ya no crees tus mentiras, porque ya no te crees a ti mismo, pero tampoco te juzgas por haberte mentido. Ya no hay ese juicio.

—FTV: Entonces el quinto acuerdo te lleva hacia la paz.

—MR: Esa paz interna y esa paz hacia afuera. Y esto es importante, hace más o menos siglo y medio Juárez, uno de los héroes mexicanos, dijo: “Entre los hombres, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz. Y es que el respeto es la única forma de llegar a la paz. El respeto a nosotros mismos trae la paz individual y el respeto hacia los demás trae paz social. Por eso es el respeto al derecho ajeno, porque ya nos metemos en el derecho: tú tienes el derecho a decir lo que tú crees y los demás también tienen derecho a decir lo que ellos creen. Y no tenemos que juzgarlos por ello. Simplemente, escuchamos. Si estamos de acuerdo, bueno; y si no, también. No hay razón para no tener paz.

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