'Mein Kampf' y la obra de Alfred Rosenberg, 'El mito del siglo XX', encabezaban las listas de libros más vendidos en el Tercer Reich. En realidad, rara vez permitía la censura nazi publicaciones que excediesen la gama de novelas cursis domésticas, ciencia ficción y detectivescas, o libros de chistes o relacionados con los programas de radio más populares. Sin embargo, 'El hombre y el sol', libro de Hans Surén reeditado ahora por el historiador Christian Adam, aparece como una reveladora excepción en la que el culto al cuerpo característico de la ideología nazi, sirve de coartada perfecta a la fotografía erótica abiertamente homosexual. Y eso, a pesar de que el homoerotismo se consideraba oficialmente una práctica aberrante y prohibida del mundo editorial.
En 1933, los nazis comenzaron a deportar homosexuales a los campos de concentración y el 6 de mayo de ese mismo año, estudiantes dirigidos por las SA (Sturmabteilung) entraron en el Instituto para la Ciencia Sexual en Berlín y confiscaron la excepcional biblioteca. Cuatro días después, la mayor parte de esta colección de más de 12.000 libros y 35.000 imágenes irremplazables fue quemada, junto con miles de otras obras de literatura "degenerada" en el centro de Berlín. La destrucción del Instituto fue el primer paso hacia la erradicación de una cultura abiertamente homosexual. La policía cerró bares y clubes como el 'El dorado' y prohibió publicaciones como 'Die Freundschaft' ('La Amistad'). En 1934, la Gestapo instruyó a la policía local para que mantuviera listas de todos los hombres que tomaban parte en actividades homosexuales y el 28 de junio de 1935, el Ministerio de Justicia modificó el Párrafo 175 del código penal para extender la persecución de los homosexuales.
Paralelamente a estos hechos, 'El hombre y el sol', no solamente no fue un libro censurado, sino que recibió una elogiosa crítica en la revista de las SS 'Das Schwarze Korps' en la que los responsables de la línea editorial afirmaban: "Queremos una afirmación fuerte y alegre de las sensaciones del cuerpo, muy necesaria para la construcción de una sexualidad firme y confiada de nuestros jóvenes". Había sido publicado por primera vez en 1924 y no dejaron de salir nuevas ediciones hasta que la guerra impidió la actividad de las imprentas.
En el prólogo de uno de los ejemplares que se conservan, editado en 1936 y cuando ya se habían vendido más de 80.000 ejemplares en Alemania, queda constatado que era un libro recomendado por la Oficina para la Política Racial y sus fotografías de desnudos eran consideradas como un vehículo de comunicación de la salud de la raza. "Hoy en día, su contenido sería fácilmente clasificable como homosexual, pero entonces ese nivel de significación no afloraba a la superficie", aclara Adam, que recuerda que "sólo habíamos visto algo parecido en imágenes de Leni Riefenstahl, aquellos torsos de atletas desnudos y aquellas mujeres tirando con arcos que parecen preconizar las fotografías de Helmut Newton, pero el caso de Riefenstahl es muy particular, podía saltarse restricciones de contenidos por su estrecha relación con Goebbels. Este libro, mucho antes, había conseguido vender 100.000 copias".
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