domingo, 26 de junio de 2011

John C Maxwell: Pide lo que quieras y se te dara!!!!!!!

John C. Maxwell
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NUESTRA PROMESA
También tenemos potencial para ser fructíferos por la promesa que se nos da en el versículo 7: “Si permanecen en mí y mis
palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran,, y se les concederá”. Hay dos observaciones que quisiera realizar.
Primero, la promesa es condicional: “si” permanecemos en Él. Segundo, lo que pedimos debe estar de acuerdo con su Palabra.
Lo que Jesús está diciendo, en realidad, es que si permanecen en Él, nos deleitaremos en Él, tanto que solo pediremos cosas
que estén de acuerdo con su voluntad. Me recuerda al Salmo 37:4: “Deléitate en el SEÑOR, y él te concederá los deseos de tu
corazón”. El deleite viene antes que el deseo. Si me deleito en algo, ello determina lo que deseo. Si me deleito en Dios, mi
deseo será hacer las cosas según su voluntad, y pedir según su voluntad. Muchas veces tratamos de hacer que este principio
funcione al revés.
Cuando yo era estudiante de la secundaria, una de mis tareas era lavar los platos después de la cena. Yo odiaba lavar los
platos. En ese tiempo estaba saliendo con Margaret, y muchas veces la idea de verla por la noche era más importante que mi
sentido del deber en mi casa, así que me metía en el auto y salía rápidamente antes que nadie se diera cuenta. Cuando llegaba a
su casa, ¿se imagina qué estaba haciendo ella? Yo inmediatamente tomaba un repasador y comenzaba a secar platos... ¡ y me
encantaba hacerlo! La persona en quien yo me deleitaba lavaba los platos, y cuando uno realmente se deleita en alguien,
disfruta de hacer aun aquellas cosas que normalmente no le gustan. Muchas veces nos falta el deseo porque no nos deleitamos
lo suficiente. Dios promete que cuando no deleitemos en Él, desearemos lo que necesitamos, y Él nos lo dará.
EL PROPÓSITO DE NUESTRA VIDA
Nuestro potencial para ser fructífero es grande debido al propósito que tiene nuestra vida. Lo vemos en el versículo 8:“Mi
Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos”. En otras palabras, fuimos
creados para ser fructíferos. Ese es nuestro propósito. Mire el versículo 16: “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los
escogí a ustedes y los comisioné para...” ¿Para qué? “Para que vayan y den fruto”, es decir, para que tengamos actitudes
activas y positivas en nuestras vidas. Hemos sido elegidos, puestos por Dios para tener una vida fructífera. Esas actitudes
activas y positivas, como el amor, el gozo, la paz y la paciencia, deberían convertirse en parte de nuestras vidas. Cuando ellas
se convierten en parte de nuestra vida interior, entonces comenzamos a compartirlas con los demás.
El problema con nosotros los cristianos es, muchas veces, que no mostramos estas actitudes positivas que pueden hacer que
seamos sal y luz en el mundo. Se dice que cuando Berlín era dividida en Berlín Oriental, controlada por los comunistas, y
Berlín Occidental, parte del mundo libre, un grupo de berlineses orientales arrojaron un camión de basura en el lado oeste. Al
principio, los de Berlín Occidental pensaron en recoger toda la basura, ponerla en un camión, y arrojarla de vuelta en el lado
oriental, apilaron prolijamente la carga, y pusieron un cartel que decía: “Cada uno da lo que tiene para dar”. Creo que
realmente estaban predicando, ¿no le parece? Solo podemos dar fruto a los demás cuando vivimos una vida interior fructífera.
EL FRUTO DE OBEDIENCIA
Nuestro potencial para ser fructífero es formidable, debido a nuestra obediencia. Jesús dice en los versículos 7 y 10 que si
permanecemos en Él y guardamos sus mandamientos, seremos fructíferos. Creo que la palabra clave aquí es la pequeña “sí”.
En casa tengo una taza que dice: “Depende de mí que suceda”. Creo que es eso lo que Jesús dice. Dice que ser fructíferos
depende de nosotros. En Juan 15, Jesús da por descontado que Él tendrá una relación fructífera con nosotros. En el versículo 6,
dice: “El que no permanece en mí...” No dice: “Si yo no permanezco en alguno...” Él ya está ahí. Él tiene el poder. Tiene la
fuerza. Tiene sabiduría para darnos. Tiene todos los recursos que necesitamos, y está dispuesto a dárnoslos. Lo único que
necesitamos hacer es conectarnos con Él.
¿Por qué no siempre permanecemos en Él? Por pura desobediencia. Comenzamos a pensar que podemos hacer las cosas
por nuestra cuenta; comenzamos a tener una malsana confianza en nosotros mismos, en lugar de tener confianza en Cristo.
Cuando no tenemos actitudes activas y positivas, es porque no estamos conectados con la vid. Los cristianos no deberían tener
que “motivarse mentalmente” cada día, como hace el mundo, para tener actitudes activas y positivas. Cuando la relación con
Cristo es la correcta, eso se vuelve tan natural como respirar. Jesús nos dice que cuando la relación es la correcta, comenzamos
a vivir vidas fructíferas. Entonces comenzamos a ser realmente productivos.
Todos queremos ser productivos. Un psicólogo de la Universidad de Stanford intentó demostrar que vivimos para tener
resultados productivos, es decir, fruto. Este científico contrató a un hombre para su investigación. El hombre era leñador. El
psicólogo le dijo: “Le daré el doble de dinero que recibe en la empresa para la que trabaja, si golpea este tronco con el lado
romo del hacha, todo el día. No tendrá que cortar ni un solo trozo de madera. Solo golpéela con el lado que no tiene filo.
Golpéela con todas sus fuerzas, como si estuviera hachando”. El hombre trabajó durante medio día y renunció. Cuando el
psicólogo le preguntó: “¿Por qué renunció?”, el leñador contestó: “Porque cada vez que muevo un hacha, tengo que ver cómo
vuelan las astillas. Si no veo volar las astillas, no me interesa”. Estoy convencido de que muchos cristianos usan el lado romo
de sus hachas, y por eso no ven colar astillas. En otras palabras, no producen fruto, y su gozo ha desaparecido. El gozo ha sido
reemplazado por una sensación de futilidad, inutilidad, inmovilidad. A las personas productivas les gusta ver volar las astillas

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