miércoles, 23 de enero de 2013

Contemporáneos: Plinio Apuleyo Mendoza - 28/03/08

viernes, 18 de enero de 2013

El Psicoanálisis

Reseña del libro de Jean-Claude Maleval, “El autista y su voz”


Reseña del libro de Jean-Claude Maleval, “El autista y su voz”*. Alejandro Velázquez Romo (Barcelona)

00:22:00 , por jalvarez Spanish (ES)
Celebramos con entusiasmo la edición en castellano del libro de Jean-Claude Maleval, El autista y su voz, traducido por Enric Berenguer, que pertenece a la Colección “Mente, salud y sociedad” de la Editorial Gredos-ELP dirigida por Vicente Palomera. Este libro hace serie con otros títulos de psicoanálisis de orientación lacaniana que se encuentran en las librerías de toda España debido al esfuerzo de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis por difundir el psicoanálisis en la civilización.
El autista y su voz de Jean-Claude Maleval es en principio un homenaje a Rosine y Roberto Lefort, fallecidos en 2007, por su dedicación y transmisión de la clínica como de la teoría de orientación lacaniana en el trabajo “con niños” psicóticos y autistas.
En este libro, Jean-Claude Maleval nos acerca a la profundidad del mundo autista introduciendo el objeto voz como un regulador fundamental en la vida de estos sujetos ya que pone en evidencia el horror que supone su encuentro.
Así, cuando el sujeto autista intenta comunicarse lo hace de manera que no pone en juego su goce vocal, su presencia y mucho menos sus afectos, ya que la dificultad del sujeto reside principalmente en adoptar una posición de enunciador protegiéndose de la emergencia angustiante del objeto voz por medio de la verborrea o el mutismo.
Ya en 1998, Jean-Claude Maleval con su artículo “Del autismo de Kanner al síndrome de Asperger”, proponía la tesis de la especificidad del autismo a partir de dos características principales: por un lado, el trastorno de la enunciación y, por otro, la defensa apoyada por un objeto fuera del cuerpo.
Tambien, el libro introduce muy acertadamente una indicación de Lacan de 1975 en la “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, donde señala que al niño autista “sin duda hay algo para decirle” y Jean-Claude Maleval señala que esto es posible siempre y cuando uno borre su propia enunciación al dirigirse a ellos, manteniendo permanentemente bajo control el objeto vocal.
De la misma manera, Jean-Claude Maleval invita a los psicoanalistas a prestar toda su atención a las autobiografías y textos escritos por autistas de alto nivel, ya que nos brindan testimonios excepcionales como es el caso de Temple Grandin, Donna Willams, Birger Sellin o Daniel Tammet.
Sin duda, es un libro que no puede dejar de leerse.

Jean-Claude Maleval, psicoanalista lacaniano; profesor de Psicopatología en Rennes


Usted es autor de textos científicos como Lógica del delirioLocuras histéricas o Necrofilia y perversión...
...

Habrá visto de todo... ¿Qué ha visto?
Mi primera impresión al contemplar mis treinta años como psicoanalista es que somos muy diferentes...

¿Y...?
... Pero, sobre todo, vivimos en mundos diferentes. Cada uno se construye el suyo. Y he visto que el mundo insólito del otro no tiene nada que ver con el tuyo. Por eso, comunicar nuestros mundos parece una ilusión.

De ella vivimos.
Y por eso la normalidad sólo es otra ilusión. Hay tantas normalidades como personas. Freud enseñó que la normalidad sólo es una manera más de vivir aprovechando mecanismos psicopatológicos. Cada uno construye su normalidad con sus esquemas enfermos.

¿Todos somos neuróticos?
O neuróticos o psicóticos en alguna medida.

¿La psicosis más grave duele más?
No existe proporción gravedad-dolor. Hay quien sufre muchísimo con una psicosis leve y quien no sufre nada con una gravísima.

¿El dolor psicológico sirve para algo?
A veces forma parte inevitable de la curación al empujar a la creatividad. Y es exactamente lo que persigue el psicoanálisis: estimular nuestra capacidad de autoterapia.

Autoterapia: al menos es barata.
Necesitas a otra persona para incentivar esa capacidad. El psicoanalista estimula al sujeto para que halle sus propias soluciones.

¿Y al psicoanalista quién lo estimula?
Los psicoanalistas nos psicoanalizamos. En cambio, los psicólogos cognitivo-conductuales no necesitan aplicarse su propia terapia, porque curan a partir del síntoma.

¿Y los psicoanalistas cómo curan?
Ayudamos al paciente a deconstruir y reconstruir su personalidad y su existencia.

Lo dice como si fuera sencillo.
En realidad, la estructura de las personas no es tan compleja: el reto es su diversidad, y por eso Lacan repetía que "el psicoanálisis hay que redescubrirlo en cada sujeto".

Pero, cuando la enfermedad es grave, ¿mejor ir al psiquiatra a que te medique?
Yo trato a pacientes con psicosis graves aunque ya estén en tratamiento psiquiátrico.

¿Por qué van a su consulta?
Porque sienten la inquietud de conocer sus estructuras profundas y así desvelar los mecanismos que causan sus conflictos.

¿Y si tus problemas no son tan graves?
También me piden ayuda quienes simplemente sufren disfunciones de pareja.

¿No es más efectivo tomar pastillas para curarse, por ejemplo, el insomnio?
Las pastillas sólo tratan el síntoma que es el insomnio, pero no le dirán por qué a usted le cuesta dormir ni le revelarán cuál es el conflicto profundo que le quita el sueño.

Otros ven el psicoanálisis como parloteo de gente rica, aburrida y narcisista.
Es una opinión. Muchos psicoanalistas cobran en proporción a la renta del sujeto y para otros el precio es parte de la terapia.

Explíqueme su último caso.
Un bisexual con problemas de adaptación.

¿Ser bisexual es un problema?
Es un problema sólo en la medida en que él lo vive como un problema.

¿Por qué lo vive como un problema?
Porque me explica que tiene relaciones hetero y homo, pero ninguna le satisface.

¿Y usted qué piensa?
Yo no juzgo. Escucho, espero y ayudo a que cada uno encuentre sus propias respuestas. Les estimulo y ayudo a autoexplorarse.

¿Cómo?
Más que de curar una enfermedad, se trata de aprender a vivir con una condición determinada: otro paciente homosexual quería ingresar en un monasterio, pero su homosexualidad le hacía dudar de su vocación.

¿Y...?
Acabó asumiendo plenamente su condición homosexual y entonces descubrió que en realidad no quería ingresar en el convento.

¿Se puede ser "un poco" homosexual?
Digamos que nadie es enteramente homosexual o heterosexual, sino que todos somos en cierto grado ambas cosas.

¿Cómo ayuda al sujeto a descubrirse?
Trato de ayudar a que aprenda a vivir con todo aquello que, aun estando en nosotros mismos, escapa a nuestro control.

¿Un tic, una fobia, una manía...?
Son síntomas que revelarían un conflicto que sólo quien lo sufre puede llegar a descubrir con nuestra ayuda. Más que curar, podríamos precisar que ayudamos al sujeto a explorarse, saberse, aceptarse.

¿Y así mejora su existencia?
En la medida en que de ese modo aprende a convivir con lo que no controla de sí mismo.

¿Puedes mejorar sin sufrir?
El sufrimiento sólo adquiere sentido cuando te obliga a actuar; si no, es absurdo. El sufrimiento sólo es útil cuando te lleva a la transformación creativa de tus conflictos.

¿Si dejas de sufrir, pierdes creatividad?
Eso preguntan quienes se plantean psicoanalizarse. Y yo les contesto que depende de cada uno. Conocerte también puede hacerte más creativo.


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miércoles, 16 de enero de 2013

Largo caballero:¿Estaba Cuerdo?


Largo Caballero, un rescate espinoso

Una monumental biografía reivindica al político como clave del socialismo español

Francisco Largo Caballero, durante un mitin en la plaza de Las Ventas el 5 de abril de 1936. / EFE
En él pudo más el tesón que la quimera, aunque ambas características han sido elegidas por el historiador Julio Aróstegui (Granada, 1939) para definir a vuelapluma, desde la portada de su último libro, a uno de los socialistas más influyentes del siglo XX. Largo Caballero(Debate), que se publica el próximo jueves 17, es sin duda la biografía más exhaustiva —ronda el millar de páginas— del personaje que pasó a la posteridad como el Lenin español, título que él desdeñaba como una “estupidez” y que su biógrafo desmonta: “Este apelativo apareció en 1933, no se sabe de dónde. Largo Caballero estaba convencido de que salió de filas comunistas o de representantes vinculados al comunismo de su propio partido. Siempre fue contrario a que le aclamasen así”.
Ese gran desconocido que es hoy Largo Caballero asistió en primera línea a los acontecimientos esenciales del siglo XX (dictadura de Primo de Rivera, caída de la monarquía, Segunda República, Guerra Civil y Segunda Guerra Mundial). Y no de cualquier manera: fue un preso en los campos nazis, un exiliado republicano en Francia, un presidente de Gobierno en un país en guerra, el primer socialista ministro de Trabajo, el líder de masas que mejor conectó con los sueños obreros, un sindicalista pragmático que a veces creyó en la revolución sin paliativos y a veces en el reformismo, un estuquista concienciado y sin instrucción... el único hijo de una criada y un carpintero que se divorciaron antes de que el bebé cumpliese dos años.
Para dibujar el poliédrico retrato, Aróstegui ha dispuesto por vez primera de la valiosa documentación del exilio acumulada por Rodolfo Llopis, amigo y correligionario, para escribir una biografía del sindicalista que nunca llegó a buen puerto. Gracias a las cartas y otros escritos, el historiador ha constatado la reconciliación —también ideológica— entre Indalecio Prieto y Largo Caballero en el exilio. “Una de las mayores satisfacciones de mi vida política”, escribió Prieto en mayo de 1946 sobre su otrora adversario, “la ha constituido mi absoluta coincidencia con él sobre el problema español, coincidencia que se operó sin haber cambiado entre nosotros media palabra, y que abarcó no solo lo fundamental sino detalles secundarios”.
“La Historia no ha sido complaciente ni justa con él”, afirma el autor
“La Historia no ha sido nunca complaciente con él. Pero es más notable aún, claro, que no ha sido nunca justa”, plantea Aróstegui, catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense. En su opinión, solo Juan Negrín le arrebata el triste título de dirigente republicano más vilipendiado.
Nació el 15 de octubre de 1869 en una humilde buhardilla de Chamberí, en Madrid, y murió, también rodeado de modestia, en un barrio de París en marzo de 1946. Nada, en su origen, invitaba a presagiar el protagonismo que alcanzaría en el sindicalismo, en la política y en las instituciones españolas. Nada, excepto los años que le tocaron, con su desmoronamiento de un viejo régimen y la llegada de uno nuevo por el que se abrían paso a codazos los menesterosos de antes. Un mundo distinto que fue un suspiro de la Historia y, en su caída, arrastró a Largo Caballero y a quienes como él habían encarnado el cambio. “Representó las grandezas y miserias de la época dorada del movimiento reivindicativo del proletariado que comenzó su historia en el siglo XIX”, señala su biógrafo.
Pese a sus cargos y avatares, mantuvo siempre el orgullo de su clase obrera
En la vorágine de acontecimientos, Largo Caballero estuvo al frente. No siempre opinando lo mismo. Defendió la colaboración con la dictadura de Primo de Rivera —se toleró al ugetismo y al socialismo, se perseguían cenetistas y comunistas— porque creyó que beneficiaría a su causa obrera, contra el criterio de Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos.
A partir de 1928 se alejó y, poco después, se sumó al comité revolucionario que propugnaba el derrocamiento de la monarquía, aunque con miramientos. “Largo Caballero se opuso a la violencia en cualquier forma al tomar el poder y cuando Prieto dijo de bombardear el Palacio Real se opuso, sobre todo si les pasaba algo ‘a las chicas’, las infantas”, escribe Aróstegui citando a Niceto Alcalá Zamora, futuro presidente de la República y miembro del comité.
Las divergencias por la relación con la dictadura de Primo causaron la primera brecha en el socialismo. El papel que debían jugar en la aventura republicana las agrandó, “trajo consigo como efecto directo y perverso la culminación de una honda ruptura”. Aunque lo peor estaba por llegar: “En 1935 se abriría la fosa insalvable entre Prieto y Caballero. Y ese sí que sería el principio del fin”.
Al comienzo de la República —cima de la historia del socialismo; luego vendrían Felipe González y el cambio de 1982—, Caballero era un líder carismático , enfrentado a un Julián Besteiro disidente, contrario a implicarse con los republicanos. El secretario general de UGT se convirtió en un hiperactivo ministro de Trabajo, que en dos años dictó normas que regulaban los contratos, la protección de la maternidad, los accidentes de trabajo, la jornada laboral —se limitó a ocho horas—, las cooperativas o el empleo agrario. Enfrente se situaron la patronal, los propietarios agrícolas, los anarquistas y la oposición parlamentaria, aunque él la reivindicaba como “la obra de un socialista, no la obra socialista”. A pesar de que no se cumplió o se derogó en buena parte, Aróstegui señala que su legislación “marcó el paso a la creación de un verdadero Derecho del Trabajo”.
Tras la salida socialista del Gobierno, radicalizó su discurso. “Hoy estoy convencido de que realizar obra socialista dentro de una democracia burguesa es imposible”, dirá en un acto en 1933. Es cuando se forja el apelativo de Lenin y su fama de variable. “Fue poliédrico, incluso contradictorio, pero no tuvo otro objetivo que la transformación de la clase obrera”, plantea su biógrafo. En esos días radicales abraza una de las dos quimeras que, según el historiador, persigue erróneamente en su larga vida pública: la insurrección de 1934. “La otra fue querer luchar contra los comunistas en la guerra”, afirma.
Con los sublevados soplando sobre Madrid, asumió la presidencia del Gobierno en septiembre de 1936. Tenía 66 años y, según Portela Valladares, “angosto e intolerable pensamiento”. Nombró un gabinete de concentración “con un objetivo: derrotar al fascismo”. Recobró parte del poder central perdido y reconstruyó el Ejército, pero le pasaron factura el abandono de Madrid por parte del Gobierno y la oposición a la intromisión soviética en las operaciones militares. Su proyecto, según Aróstegui, fue “una amalgama de certeras intuiciones y de errores en su realización”. En el exilio aún le aguardarían experiencias más crudas. Tras ser detenido en Francia, fue recluido en el campo alemán de Sachsenhausen, dos años. “Cuando volvió a París”, afirma su biógrafo, “era otro hombre, más comprensivo y tolerante”.

domingo, 13 de enero de 2013

Que opina Freud del matrimonio Homosexual


IN A country obsessed with psychoanalysis, it was only a matter of time before Sigmund Freud, its inventor, was dragged into France’s bitter debate about whether to allow gay marriage and adoption by same-sex parents.
Some believe the father of psychoanalysis would frown on gay marriage, but the historian Elisabeth Roudinesco has caused a stir among Freud’s disciples by claiming his daughter Anna was in a relationship with an American heiress for decades, helping her to raise her four children.
Roudinesco says Freud came to accept them as a “family like any other”. Far from frowning on his daughter’s homosexuality, Freud, she said, was “totally tolerant” and “supportive” of her life with Dorothy Burlingham, an heiress to Tiffany’s, the jeweller.

Entrevista con Eli Zaretsky

Entrevista con Eli Zaretsky



Áreas de Especialización
Europea Moderna e Historia Cultural EE.UU.
Historia de la Familia, EE.UU., Europa y Comparado
Historia de Estados Unidos, 1877-1919
Historia de la Sociología
Historia de la Psicología y Psicoanálisis
Teoría Social, Estudios Culturales y Interdisciplinario

Publicaciones: Secrets of the Soul: Una historia social y cultural del psicoanálisis (2004), El campesino polaco en Europa y América: Una obra clásica en la Historia Inmigración (editor, 1995), el capitalismo, la Familia y la Vida Personal (1986).


FH: - ¿Podría usted recordar cuando empecé a pensar en el psicoanálisis? El momento en que ...

Eli Zaretsky - Oh, yo era muy joven cuando empecé a pensar en el psicoanálisis, al igual que en mi adolescencia

FH: - ¿En qué tipo de ...

Eli Zaretsky - Cuando yo era niño, Freud era una figura poderosa, algo así como Dostoievski o Goethe o Leonardo. Realmente fue la más profunda filosofía de la época en cuanto a pensar acerca de cuestiones básicas para que cuando me convertí en un adolescente que era una cosa muy normal, que se podrían obtener interesado en el psicoanálisis y lo hice. Y entonces me interesé en él otra vez en la década de 1960, cuando fue vinculado por Marcuse y Norman Brian O 'y así sucesivamente lo relacionado con los movimientos estudiantiles. Esos fueron algunos de los primeros orígenes de mi interés por el psicoanálisis.

FH: La situación si tal vez recuerden la situación en la que comenzó a trabajar más en ...

Eli Zaretsky - En Freud? El Capitalismo? He trabajado en el capitalismo antes de trabajar en el psicoanálisis y escribí un libro llamado "El capitalismo y la Familia y vida personal", que es un análisis histórico del surgimiento de la división público-privado, y que me preparé para la industrialización y esto fue en el años 70 que es una especie de idea ahora lugar común, pero eso fue una idea original en ese punto.Yo estaba muy interesado y siguen siendo muy interesados ​​en la comprensión de las relaciones de familia y de la familia y las relaciones de género y las relaciones sexuales y así sucesivamente, en relación con el capitalismo. Cuando terminé el libro, sentí que la única cosa que no habían tenido en cuenta, no fue capaz de explicar, a través de un moralista cuenta marxista, histórico poco marxista no es realmente marxista muy influido por la aparición de la del movimiento de mujeres, pero todavía, todavía estaba muy influido por Marx. Sentí que todavía había problemas nuevos que el psicoanálisis criados que yo no había sido capaz de pensar históricamente.

Yo nunca había estudiado el psicoanálisis de manera sistemática y libro Juliet Mitchell "Psicoanálisis y feminismo" acaba de salir en alrededor de ese tiempo, 1974, y leí ese libro y decidió revisarlo, lo que hice, pero en el curso de la revisión que me di cuenta de que Tendría que aprender más sobre el psicoanálisis de revisarlo bien y me hirió hasta la lectura de la totalidad de Freud porque él es un escritor muy, muy maravilloso, muy atractivo, muy potente y empecé a leerlo en orden cronológico, ya que soy un historiador, comenzó al principio y así sucesivamente. Y al principio pensé - ¡Oh, esto realmente no tiene ningún sentido, y yo estaba argumentando en contra de ella y así sucesivamente, pero cuanto más leía, más me involucré profundamente con ella y la más interesante que he encontrado.

FH: - Tal vez usted podría decir algo cuando usted comenzó a leer a Freud y lo que era ...

Eli Zaretsky : Bueno, yo estaba leyendo en un hospital. Yo estaba leyendo en una biblioteca. Yo no era un académico en ese punto. Yo estaba editando una revista política. Así que yo no tenía una biblioteca universitaria y estaba leyendo la edición estándar en un hospital médico. Y me gustaría ir allí todos los días y me siento allí y leerlo y como digo, yo estaba buscando una explicación más social y lo que se lo lea estas cosas y las de Freud y me lo pensaría bien - ¿Dónde está la sociedad? ¿Dónde están las relaciones sociales? ¿Dónde está la cultura que nos rodea? y este tipo de cosas ... Pero cuanto más leía Freud, más me daba cuenta perfectamente que no es lo que se trata, sino que lo que se trata es de saber que lo que sucede en el propio individuo es ya social, el hecho de que lo que ocurre dentro de las personas, y la comprensión lo que sucede en el interior de las personas no puede ser en un sentido recuperado de nuevo en la sociedad y la cultura, no puede ser una especie de explicarse a través de lo que está pasando en la sociedad y la cultura en ese momento en relación con esa persona, aunque por supuesto hay todo tipo de conexiones y relaciones, etc, pero no se pueden asignar a un otro, que ese sí era un hecho social e histórico en que se produjo un hecho nuevo en la historia y que se convirtió en una especie de una de las ideas principales de mi libro.

FH: - ¿Y en qué punto se encuentra ahora en su trabajo?

Eli Zaretsky : - Bueno, yo escribí este libro llamado "Secretos del Alma: Una historia social y cultural del psicoanálisis", y es que sale en alemán en casi un año. Ha salido en Inglés y así sucesivamente. Todavía estoy trabajando en la cuestión del psicoanálisis y estoy escribiendo ahora cinco ensayos que son en su mayoría terminado. Uno tiene que ver con el psicoanálisis y el espíritu del capitalismo, y tres de ellos tienen que ver con el psicoanálisis y los diversos grupos de personas que los grupos son Judios, los afroamericanos y las mujeres. Cada uno tiene una historia muy particular en relación con el psicoanálisis. El lugar que ocupa el psicoanálisis en la historia de los Judios y los intentos judíos modernos para revelar lo que significa ser un Judio, etc y los afro-americanos, especialmente la obra de Richard Wright, que estaba muy influenciado por el psicoanálisis y muy importante en la historia afroamericana , especialmente en la legitimación de ciertas experiencias de la negatividad y la agresión y así sucesivamente, pero que en realidad no había sido realmente expresa plenamente en la cultura afro-americana antes y después las mujeres, por supuesto, creo que el psicoanálisis es una alternativa al feminismo en términos de su comprensión del género. El psicoanálisis, lo que el psicoanálisis hizo con el género iba a tener la explicación anterior, según "Esto es lo que un hombre es" y "Esto es lo que una mujer es". Rechazó eso y redefinió lo que las personas son básicamente en términos de elección de objeto. Se redefinió convertirse en un hombre en términos de hacer una elección de una mujer: la elaboración de la evolución de su sexualidad, que en la primera infancia es muy variada y diversa, y así sucesivamente, llega a organizarse en torno a la elección de objeto. Lo mismo para una mujer: su sexualidad, lo cual es muy variada y así sucesivamente, y usted no tiene realmente distinciones, trata de centrarse en hacer una elección normal de un hombre. Pero, obviamente, en ambos casos, hay otros tipos de elecciones de objeto y esto es lo que Freud entiende por bisexualidad. Nadie elige a un solo hombre como un objeto, una mujer como un objeto. Todo el mundo elige tanto y se identifica con ambos. Y esa fue una forma de entender el género. Creo que el feminismo tiene su propia manera de - o sus propias maneras de comprender el género, y lo criticaron, así que estoy escribiendo sobre eso. Y también estoy escribiendo un artículo acerca de la década de 1960, el papel del psicoanálisis en la década de 1960. Así que estos son los cinco ensayos que estoy trabajando ahora.

FH: Eso es genial. Muchas gracias.

 
 

P.J. Ramirez La Estirpe de Barrabas


La estirpe de Barrabás

El problema está en que en el PSOe no existe la vocación de servicio público, sólo la vocación de saquear los Presupuestos Generales del EstadoDesde que existe la exégesis del Nuevo Testamento el perdón de Barrabás es motivo de intenso debate entre los especialistas. ¿De qué delito estaba acusado el hombre cuya salvación selló la sentencia de muerte de Jesús? Como si se tratara de cuatro periódicos describiendo asuntos que les conciernen, cada Evangelio da una versión diferente de los mismos hechos. 

San Marcos (XV, 7) dice que Barrabás «estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato». Esto se ha interpretado como que era un revolucionario de la secta de los zelotes que luchaban contra Roma por la independencia de Judea. Podía ser un ideólogo o un activista. Sus manos no estaban manchadas de sangre, pero las de sus compañeros sí. 

San Lucas (XXIII, 19) sí que le atribuye en cambio una actividad criminal: «Había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato». Es decir que además de haber instado a la sublevación, habría practicado personalmente el terrorismo. 

San Juan (XVIII, 40) da sin embargo un giro copernicano: «Barrabás era un salteador». Es la versión que asumió Hollywood para presentarle como el jefe de una banda de ladrones de caravanas -interpretado por Anthony Quinn- cuya vida quedaría marcada por la muerte de Cristo. 

San Mateo (XXVII, 16) abre aún más el abanico, poniendo el acento en su notoriedad: «Tenían a la sazón un preso famoso llamado Barrabás». Era algo así como una celebrity entre rejas, aunque no se nos dice a qué debía esa fama. 

¿Cómo conciliar estas cuatro versiones que tienen el denominador común de que los sumos sacerdotes maniobraron en favor del acusado hasta conseguir su libertad sin cargos? El original teólogo argentino Ariel Álvarez Valdés intentó hacerlo, buscando concienzudamente pistas culturales o lingüísticas. Después de múltiples investigaciones, llegó a la asombrosa conclusión de que Barrabás era un auriga (por eso era famoso), que competía en las carreras de cuadrigas que se celebraban en Jerusalén durante la Pascua (en griego se usa la palabra stasi tanto para hablar de un motín como de un evento deportivo). El asesinato se habría producido cuando unos espectadores revoltosos empujaron a otro bajo las ruedas del carro de Barrabás, quien habría sido encarcelado por su implicación en los hechos hasta que con su habilidad y carisma logró robar la voluntad de la plebe (de ahí lo de «ladrón» en el sentido de la canción de Julio Iglesias: «Es un truhan, es un ladrón…») y obtener la libertad a costa de la de Jesucristo. 

Esta obsesión de Álvarez Valdés por solucionar enigmas bíblicos mediante explicaciones racionales no podía terminar bien y en 2009 renunció al sacerdocio después de que el Vaticano le prohibiera cuestionar en sus clases la virginidad de María durante el parto, la existencia del Diluvio o las propias apariciones marianas. Con la ventaja de no correr ese riesgo de ser suspendido en un magisterio que no ejerzo, creo tener una solución al misterio que tantos quebraderos de cabeza ocasionó al teólogo argentino, mucho más sencilla que la del auriga: Barrabás era un político español. 

Lo bueno de mi tesis es que sirve igual si estaba condenado por asesinato como Elorriaga y el general Galindo, por secuestro como Barrionuevo y Vera, por malversación como Munar, Nadal, Hormaechea o Matas o por financiación ilegal como los de los casos Filesa, Treball o Pallerols. Sirve igual si estaba imputado como Blanco, Blasco, Baltar, Fabra, Dany Fernández, el alcalde de Sabadell, los de los ERE, los de Brugal o los del Palau. Sirve igual si sobre él pesaban sospechas tan fundadas como las que pesan sobre las familias Chaves, Gil o Pujol. Barrabás era un político español porque estaba claro que, pasara lo que pasara, hubiera hecho lo que hubiera hecho, iba a irse de rositas. 

De hecho, la próxima vez que vea al ministro Gallardón pienso proponerle que en ese Código Procesal Penal tan chulo que prepara, se ahorre todos los líos que suponen regular los aforamientos, el cómputo de la prescripción, los requisitos para las sentencias de conformidad, los atenuantes por amenazas de revelar delitos o los trámites para las concesiones de indultos y subsuma todas esas vías de escape en una única Disposición Adicional que sirva de ómnibus para todos los supuestos. Le ofrezco incluso su escueta redacción: «Las causas por corrupción abiertas contra políticos españoles se dirimirán en todo caso durante la Semana Santa en el transcurso de la representación de la Pasión que tenga lugar en el partido judicial más cercano al lugar de la instrucción. En el momento teatral oportuno comparecerá el acusado y, en su presencia, el vecino que interprete el papel de Poncio Pilatos preguntará a los asistentes: '¿Perdonáis a Barrabás?'. A efectos de alcanzar un veredicto sólo se computarán los votos de los militantes del partido afectado, así como los de los contratados por la Administración en la que hubiera ocupado un cargo el acusado. La decisión no será recurrible en casación». 

Soy consciente de que en el trámite parlamentario, quizá en el último momento en el Senado, se presentarán enmiendas destinadas a extender este régimen especial a otros colectivos y, como más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo, anticipo que estaría dispuesto a admitir que se aplicara también a estos cuatro tipos de individuos: 1) Amigos del Rey cuyos nombres y apellidos empiecen por la letra A. 2) Familiares del Rey cuyos apellidos empiecen por la letra U. 3) Padres, madres, esposas e hijos de dirigentes nacionalistas catalanes con cuentas en Suiza. 4) Banqueros de postín y directivos de cajas de ahorros, siempre y cuando hayan sido nombrados o respaldados por la Comunidad Autónoma correspondiente. 

 Todos ellos se beneficiarían así, fuera cual fuera el estado de sus respectivos procesos, de una absolución automática que se escenificaría ritualmente una vez al año en los cuatro puntos cardinales de España, reforzando el atractivo turístico de nuestra tradicional Semana Santa. La ceremonia no se apartaría ni un ápice del espíritu cristiano que en definitiva conmemora el sacrificio de la verdad, la inocencia y la justicia, encarnadas por el Salvador, en el Gólgota de la corrupción humana. Este mecanismo tendría además la ventaja de resolver el overbooking de políticos incursos en procedimientos penales: si tenemos 300 imputados y, en vez de nuevos juzgados se promueven más representaciones de la Pasión hasta llegar al centenar, en tres años nos pondríamos al día. 

A cambio de la creación de esta nueva jurisdicción especial, sólo plantearía dos cláusulas de estilo que, una vez cercenada la otra, permitieran al menos preservar una cierta apariencia de justicia poética. En primer lugar, los que vayan a verse beneficiados deberán concurrir acompañados siempre del secretario general o presidente de su partido; y al público, con voz pero sin voto, se le permitirá introducir en el recinto huevos podridos, mondas de naranja, tomates maduros o cualquier otro proyectil fláccido y fungible. Sólo en el caso de que tras lanzar los susodichos objetos inocuos alguien tratara de recurrir a otros más consistentes o de asaltar el escenario, el centurión romano de servicio procedería a ordenar a sus legionarios la correspondiente carga y desalojo. 

En segundo lugar, y esto puede parecer muy delicado, en el momento en que entrara en vigor la nueva ley, la clase política en su conjunto dejaría de ser denominada mediante eufemismos cursis o neumáticos -la «casta», la «clase extractiva»…- y pasaría a ser oficialmente identificada como la estirpe de Barrabás, con el mismo ánimo peyorativo con que algunos antisemistas detestables emplearon la expresión contra el pueblo judío, sólo que en este caso con plena justificación y fundamento. Ya que hay uno o varios colectivos que en la práctica están inexorablemente por encima de la ley, hagámoslo normal en la calle -consumando así el viaje de regreso de aquellas ilusiones alentadas hace 37 años- y regulemos el ejercicio del derecho al pataleo que es el único que le queda ya a la ciudadanía. El Duran Lleida ese no dimitirá, pero anda que lo vamos a poner como a un ceomo… 

Comprendo que llegados a este punto argumental se levanten unas cuantas manos -la primera la de Mariano Rajoy- alegando que la mayoría de los políticos son personas honradas, responsables y dignas de respeto que dedican sus vidas al servicio público con gran empeño y escasa remuneración. Yo también conozco a muchos de esos y desde luego tranquiliza saber que sobre ninguno de los últimos tres jefes del Gobierno de España pesa sospecha de corrupción alguna. Pero no estamos hablando de los individuos sino del grupo: de uno en uno pueden resultar no sólo intachables sino hasta interesantes y divertidos pero, cuando actúan en manada, por donde pasan no crece la hierba. 
Desde que fundamos este periódico hace ya casi un cuarto de siglo no hemos dejado de repetir que los problemas de nuestra democracia proceden de unas deficientes reglas del juego y exigen reformas regeneradoras. Pocos fenómenos desmoralizan tanto a la opinión pública como la sistemática impunidad de esa minoría de políticos corruptos que, como demuestra inapelablemente la casuística, obtienen un trato privilegiado de los tribunales y resultan siempre protegidos por los suyos. 

Lo bueno de los ejemplos bíblicos es que emiten ese halo mágico que tiene la reiteración de lo inexorable. Tantas veces como Abraham levante el cuchillo sobre el torso desnudo de Isaac, otras tantas detendrá su brazo el ángel. Por eso he invocado el precedente de Barrabás y pido disculpas si algún lector piensa que trivializo lo sagrado. Si hubiera que ceñirse al repertorio de instrumentos legales ahora mismo en fase de estudio, además por supuesto de exigir al PP que cumpla su programa y devuelva a los jueces la potestad de nombrar a sus representantes en el CGPJ, yo les pediría a Luis de Guindos y al joven Legaz que, antes que a los arquitectos o las farmacéuticas, incluyan a los políticos en su atractivo proyecto de Liberalización de los Servicios Profesionales. Porque no hay en España una closed shop más hermética que la que se han montado sus congéneres, empezando por las listas cerradas y bloqueadas, siguiendo por la clamorosa ausencia de democracia interna en los partidos y terminando por un sistema de financiación pública que permite incluso devolver con cargo al erario lo robado impunemente. 

El Rey dijo dos grandes verdades durante el simulacro de entrevista que le hizo TVE con motivo de su 75 cumpleaños: que «nos falta la vertebración del Estado» y que «queda mucho camino por recorrer» hasta obtener «la igualdad entre los españoles». Siendo la igualdad un concepto discutido y discutible, que diría el otro, nadie pone en duda que el primer ámbito en el que tiene que regir es en el de la Justicia y que, como el propio Don Juan Carlos planteó oportunamente en la Nochebuena de 2011, en una sociedad abierta no hay mejor maestra que la «ejemplaridad». Así que ya dirá Vuess-tra… Majess-tadd por cuál barrabasada empezamos.