La maldad es inherente a la especie humana. Viene de nuestra capacidad de identificar cosas buenas y malas, es decir, de un criterio moral que depende de cierto grado de complejidad neuronal.
Un niño pequeño, un oligofrénico grave... no tienen maldad, porque no comprenden el valor ético o moral de sus actos.
Y otro problema es plantearse si la maldad puede definirse como algo inequívoco, o es inherente al criterio moral de cada persona, o de la sociedad en la que vive, o del contexto en que se encuentra.
Por ejemplo, un caso extremo: no hay dudas (en principio) que matar es malo. ¿Pero que pasa si yo mato a un delincuente drogado y fuera de sí que está por violar a mi hija? ¿Soy malo? ¿Es maldad?
No es un tema fácil.
Claro, siempre es más fácil asegurar que el mal viene del Diablo, de Satán, de Lucifer y qué se yo cuantos otros personajes imaginarios de libros de cuentos. Cuando la culpa está afuera siempre es más fácil ¿no?
No hay comentarios:
Publicar un comentario