Así como Freud pudo describir la histeria a partir de una serie de pacientes características, Elisabeth Roudinesco realiza el análisis de la perversión a partir de los personajes que la han representado a lo largo de la historia. Este análisis, ecléctico en su espíritu, ya que excede el mero estudio de la misma como estructura psíquica, comienza en la edad media, donde repasa algunas vicisitudes religiosas implicadas en el tema, para continuar con la letra sadiana, y finalizar en la legalización del mundo perverso, en el contexto de los excesos de Auschwitz. En este caso, no ahorra en mencionar particularidades, puntualizando y personalizando, una vez más, en los personajes que hicieron posible el acto perverso. Es que es esto lo que quizás redunda en todo el texto, no hay perversión posible, sin perverso que la efectivice. La organización del libro, además, sigue cierta cronología y no es casual, ya que le permite historizar los cambios en las formas sociales y clínicas de las perversiones, expresadas de acuerdo a las características de la época. Y a partir de esta cuestión epocal es que se pregunta, en el contexto actual de una sociedad globalizada y posmoderna, donde predomina a través del discurso científico y el ecológico cierta negación del concepto de perversión; ¿Quiénes encarnan hoy a los personajes que podían delinearse con mayor claridad en otras épocas? ¿Quiénes representan hoy a la perversidad? ¿Los que transgreden la norma, o quiénes censuran estas transgresiones?
En palabras de la autora: “Si la sociedad industrial y tecnológica de hoy tiende a devenir perversa unas veces por la fetichización pornográfica de los cuerpos, otras a través del discurso médico puritano que anula la noción de perversión, y otras, en fin, por la elaboración de tesis insensatas sobre la relación del hombre con el animal, queda por identificar quiénes son ahora los perversos, dónde comienza la perversión y cuáles son los grandes componentes del discurso perverso actual”
“…parecería que en la actualidad el discurso perverso procede no de rebeldes surgidos de la raza maldita y capaces de desafiar la ley, sino de quienes quieren prohibir a los antiguos invertidos el acceso a un nuevo status legal”
Finalmente, en las últimas páginas, Roudinesco aprovecha este análisis psicosocial para transparentar la idea que nos desea transmitir, cuanto más intensa la anulación de la noción de perversión, cuando menos capaces seamos de nombrarla, mayor será la medida en que nos encontremos con nuestro lado oscuro.
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