Confieso que he vivido
Publicadas en 1974, estas memorias del poeta chileno Pablo Neruda se dividen en doce cuadernos, cada uno de los cuales se refiere a importantes momentos de la vida del poeta. Toman la forma de un diario que, partiendo de las peregrinaciones de Neruda por todos los rincones de la tierra, describe su evolución poética y política. La obra trasciende las fronteras del memorialismo tradicional para constituir un gran fresco de la época contemporánea.
Aparecen, en el libro, los temas más queridos por el poeta: su país, su pueblo, la lucha por el socialismo, su vocación de intelectual acorde con la clase por la que lucha. Tienen enorme interés los numerosísimos retratos de poetas, literatos y artistas que Neruda conoció personalmente, de los cuales nos transmite imágenes a menudo inéditas; hombres como García Lorca y Hernández, Rafael Alberti y Siqueiros, Aragon y Eluard, Ehrenburg y Quasimodo, Fidel Castro y Che Guevara, para llegar al gallardo y trágico retrato del presidente Allende.
Pero el auténtico protagonista de este libro es Chile, la patria del poeta, el lugar de la infancia fabulosa en contacto con la naturaleza salvaje y helada del sur, de la difícil juventud en Santiago y Valparaíso, y de las desventuras de una peligrosa militancia política; el lugar de los primeros y difíciles éxitos literarios en un ambiente cultural todavía sometido al de las grandes capitales europeas.
Chile sigue siendo el centro de sus pensamientos cuando Neruda, empujado por la necesidad, es enviado en misión diplomática a países lejanos, desde Birmania a Ceilán, de Buenos Aires a Barcelona poco antes de la guerra civil española. España supuso una etapa fundamental en la vida del poeta, y el amor por aquella cultura que él sentía tan cercana a la suya, por aquel pueblo en lucha, por sus poetas, le inspiraría obras más maduras y comprometidas, inclinadas decididamente hacia la militancia política comunista.
Pero Chile sigue siendo la base de sus regresos y de sus partidas, de sus ascensos y de sus caídas. Pasan las imágenes de México y Perú, de aquella América única y total que sería objeto del Canto general, al tiempo que profundiza en su contenido político. Llegan las elecciones a senador, con los votos de los obreros y los campesinos; llegan las persecuciones, la clandestinidad y el exilio. Pero mientras tanto, la fama de Neruda ha superado las fronteras de su país y comienzan a llegarle reconocimientos internacionales, desde el premio Lenin de la paz hasta el premio Nobel de literatura.
Regresa definitivamente a su patria y se aísla voluntariamente en su casa de Isla Negra, antes de disponerse de nuevo a la batalla política. Candidato a la presidencia por su partido en 1970, se une a la alegría popular por la victoria de Salvador Allende y participa en la entusiasta experiencia de la Unidad Popular. Las últimas líneas del diario, escritas bajo la pesadilla de los trágicos acontecimientos de septiembre de 1973 (el golpe de Estado militar, el asesinato de Salvador Allende, el final de la libertad) están fechadas el 13 de septiembre de 1973, diez días antes de su muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario