Era una tarea urgente y había poco tiempo. Pablo Neruda, cónsul de Chile para la inmigración española, hacía gestiones para traer refugiados de la Guerra Civil. Las instrucciones del gobierno de Pedro Aguirre Cerda eran precisas: se aceptarán sólo aquellos que sean útiles para la industria, la minería y la agricultura. Pero el poeta acababa de escribir su Canto de amor a Stalingrado y tenía su propio filtro: ni trotskistas ni anarquistas.
El 3 de septiembre de 1939, el Winnipeg recaló en Valparaíso. Había salido de Francia el 4 de agosto, con dos mil refugiados españoles. "Eran pescadores, campesinos, obreros, intelectuales, una muestra de la fuerza, del heroísmo y del trabajo. Mi poesía en su lucha había logrado encontrarles patria. Y me sentí orgulloso", recordará en Confieso que he vivido.
Como en casi todos los episodios de su vida, el poeta convertirá la historia del Winnipeg en un mito. Un poema de heroísmo y libertad. "Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie", escribe. "Por primera y última vez debo haber parecido Júpiter a los emigrados. Yo decretaba el último SI o el último NO. Pero yo soy más SI que NO, de modo que siempre dije SI".
Es una leyenda encantadora, desde luego, pero una leyenda. En una carta de junio de 1939, el poeta informa a sus autoridades: "Por ejemplo, yo me he negado a la entrada de anarquistas, Méjico los recibía hasta hace poco y ahora no sabe qué hacer".
La empresa del Winnipeg, cuya importancia nadie desconoce, no estuvo libre de las divisiones que había generado la Guerra Civil. Así lo han establecido dos biógrafos del poeta, el alemán David Schidlowsky, autor de una investigación monumental, Las furias y las penas, y el británico Adam Feinstein (A passion for life), así como el escritor americano Stephen Schwartz. Este último es implacable: "Neruda jugó el papel de un Schindler al revés.
Usando su estatus de diplomático, se aseguró de que los pasaportes para abordar el Winnipeg fueran para refugiados que compartían sus políticas y sus creencias, que eran las de José Stalin. Los refugiados rechazados fueron condenados al encarcelamiento o la muerte en Francia, que dentro de un año cayó en las manos de los ejércitos de Hitler".
POLIZONTES
El líder anarquista Josep Peirats escapó de España con el triunfo de Franco. Fue a dar a campos de prisioneros y huyó. Consiguió subir al Winnipeg con un par de compañeros, pero los bajaron -dijo- por no ser estalinista. Según relató en La CNT en la Revolución española, los viajes los controlaban los comunistas y en el caso de Chile, Neruda "hizo la selección".
Sin embargo, en la tripulación del Winnipeg lograron colarse refugiados que no eran comunistas. Fue el caso de Fernando Solano Palacio, quien viajó de polizonte. "El señor Neruda apela por todos los medios, por innobles y desleales que estos sean, para rechazar el mayor número posible de anarquistas, embarcando comunistas en su lugar, sin que esto sea óbice para que, valiéndose de su cargo de agente consular, ponga sus actividades no al servicio de Chile, y sí al servicio del Partido Comunista y de sus amistades", narró en sus memorias El éxodo. Por un refugiado español.
Por lo menos Solano llegó a puerto. El pintor Eugenio Fernández Granell, en cambio, fue invitado a bajarse en el camino. Trotskista de toda la vida, se exilió en Santo Domingo. Según datos de David Schidlowsky, el 86% de las solicitudes de refugiados anarquistas fueron rechazadas: "El porcentaje de anarquistas que al final llega a Chile es de 0,9% del total, lo cual demuestra el éxito de las maniobras de los comunistas y Neruda". Es la otra historia del Winnipeg.
ACTIVIDADES POR EL ANIVERSARIO
Los 70 años de la llegada del Winnipeg serán celebrados con una serie de actividades que arrancan hoy. A las 19 horas, en la Biblioteca Nacional, Roser Bru, José Balmes y Víctor Pey (todos refugiados) animarán una mesa redonda. El acto central será mañana, a las 12 horas, en La Moneda, encabezado por la Presidenta Michelle Bachelet. El jueves habrá un homenaje a Neruda en su casa de Isla Negra y el viernes, en La Chascona, se presentará el poeta español Benjamín Prado, director de Cuadernos Hispanoamericanos. La Cineteca Nacional, en tanto, programó un ciclo de documentales sobre la Guerra Civil.
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