A Tomás Gómez, el candidato socialista a la Comunidad de Madrid en las elecciones del próximo domingo, le debió sentar como un tiro -o tal vez, quién sabe, le provocó una sonora carcajada- que un premio Nobel tan popular y mediático como Mario Vargas Llosa se refiriese ayer a su rival del PP, Esperanza Aguirre, como "la Juana de Arco española", una suerte de versión castiza de la santa y heroína francesa que durante su infancia, mucho antes de derrotar a los ingleses en 1429 al frente de un ejército de 5.000 hombres, confesó haber tenido visiones y escuchado voces que la empujaron a llevar una vida devota. Toda una traición a Rosa Díez y su Unión, Progreso y Democracia (UPyD), un partido al que el escritor hispano-peruano siempre se ha sentido cercano, y para el que ya pidió públicamente el voto en las generales de 2008.
Después de que Vargas Llosa respaldase el pasado lunes a Díez en la Casa de América de Madrid y elogiase a UPyD como una fuerza capaz de frenar el "chantaje" de los partidos nacionalistas, el autor de La fiesta del Chivo, miembro de la Real Academia y premio Príncipe de Asturias piropeó ayer a Aguirre, en presencia de José María Aznar, durante un acto presuntamente literario celebrado en el Círculo de Bellas Artes de la capital. Formalmente se trataba de la presentación en sociedad de un ensayo -prologado por la propia Aguirre- del historiador y escritor sueco de origen chileno Mauricio Rojas sobre la evolución política e ideológica de Vargas Llosa desde el marxismo de su juventud al liberalismo de su madurez; pero en realidad fue una muesca más en la frenética agenda electoral de la presidenta madrileña, que no se da un respiro pese a los más que favorables augurios de todos los sondeos.
"El mejor presidente de la democracia"
Aunque la presentadora del acto trató de disfrazarlo agradeciendo a Aguirre que hubiera hecho un "paréntesis en su agotadora agenda electoral" para acudir a la supuesta cita literaria, el hecho de que la obra sobre el pensamiento político de Vargas Llosa -Pasión por la libertad- haya sido editada por FAES, el think-tank del PP; que el autor del ensayo dirija ahora un organismo -la Escuela de Profesionales de Inmigración y Cooperación- dependiente de la Comunidad de Madrid; que Aznar, muy activo en la campaña de su partido, fuera la estrella invitada; que Aguirre se dirigiese a éste -arrancando los aplausos del público- como "el mejor presidente que ha tenido la democracia española"; o que, simplemente, el acto se celebrase a sólo 48 horas del cierre de la campaña, son pistas muy elocuentes del ambiente mucho más electoral que literario que se respiraba ayer en el Círculo de Bellas Artes.
A sólo 500 metros de este escenario, mientras Aguirre glosaba la "admirable trayectoria política de un intelectual tan químicamente puro como Vargas Llosa", defendía las bondades del liberalismo y condenaba a la hoguera a personajes como Fidel Castro o Ernesto Che Guevara, miles de indignados confluían en una Puerta del Sol estrechamente custodiada por la policía, empujados por las redes sociales, la crisis económica y el hartazgo hacia unos dirigentes políticos -como los que a esa hora se congregaban tres manzanas más allá, aunque desde luego no los únicos- con los que no se identifican.
La presidenta madrileña, ajena a ese heterogéneo movimiento ciudadano al que el pasado lunes etiquetó como "los antisistema", alertaba en ese preciso momento contra "todos los que creen que el colectivismo, el populismo, el estatalismo o la hipertrofia del Estado pueden ayudar al desarrollo y bienestar de las naciones". Y subrayaba el "fracaso económico, social y sobre todo moral de todos los colectivismos", en contraste con el "triunfo de los movimientos que defienden la propiedad, la libertad, el Estado de Derecho y la economía de mercado, que son fundamentales para el progreso".
"Hechos traumáticos"
Vargas Llosa habló luego de su entusiasta "inmersión en la ideología revolucionaria" que arraigó en América Latina durante su juventud y el profundo desencanto que precedió a su conversión al liberalismo, cuando se dio de bruces con "hechos tan traumáticos como el descubrimiento de que la revolución cubana no era esa revolución de libertad que habíamos creído al principio, sino que se iba alineando poco a poco con el modelo autoritario de la URSS, o que el socialismo real tenía muy poco que ver con el que habíamos soñado".
Aznar, que no intervino en el acto, siguió atentamente la intervención del premio Nobel de Literatura, con el que mantiene una buena relación personal y al que, durante su primera legislatura en La Moncloa, ofreció la dirección del Instituto Cervantes. El escritor y académico nunca ha ocultado sus simpatías por el PP, especialmente en materia económica, aunque también ha confesado públicamente que no comparte otras señas de identidad del partido ahora liderado por Mariano Rajoy, como su reticencia al laicismo o al matrimonio entre personas del mismo sexo.
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