domingo, 9 de octubre de 2011

Eduardo Punset: La felicidad como ausencia de Miedo

«Ausencia de miedo». Así describe Eduardo Punset la felicidad, mientras que Ingrid Bergman aportaba su propia dosis de hiperrealismo a la definición: «poca memoria y buena salud». Para Margarita Álvarez de Zabalza, directora de Marketing y Comunicación de Adecco, lo de menos son las palabras: «yo lo único que sé es que hace vivir más y mejor». Cuando esta mujer habla de felicidad lo hace desde una cátedra que se ha ganado a fuerza de trabajo duro. Fundadora del Instituto de la Felicidad, esta exdirectiva de Coca-Cola ha dedicado muchos y productivos años a estudiar un concepto apasionante que pocos hasta entonces se tomaban en serio. «Lo más curioso es que la felicidad siempre ha estado muy mal vista. Hace 50 años, un artista feliz difícilmente habría vendido un cuadro, un disco o un libro»... Hoy, en parte gracias al trabajo de esta mujer y del equipo de científicos y divulgadores de los que se rodeó, ya no se habla de un estado de ánimo, sino de un aspecto vital que tiene muchas e importantes implicaciones en todas las parcelas de nuestra vida, especialmente en el trabajo y la salud.
«El Instituto de la Felicidad surge a raíz de una encuesta en la que se analizaba qué compañías estaban más relacionadas con la felicidad». Su antigua casa se alza con el número uno y ella obtiene «permiso» para estudiar a fondo el tema. «Queríamos saber a qué se refería la gente cuando utilizaba este término, si podíamos explicar de forma científica cómo ser más felices...». Sus compañeros de viaje convirtieron el proyecto en algo mucho más profundo que una mera investigación. Eduardo Punset, el catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense, Carmelo Vázquez, el psicólogo y ex Defensor del Niño Javier Urra o Sonja Lyubomirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California, se embarcaron en una aventura que perseguía saber más sobre la felicidad, estudiando si los índices se podían subir y, en caso afirmativo, cómo.
La buena noticia es que sí, que uno puede empeñarse en ser feliz y lograrlo. Tal Ben Sahar, profesor en Harvard del curso 'Mayor felicidad', seminario que bate todas las marcas de asistencia y valoración de los alumnos, dice que este aspecto esencial de la vida se puede trabajar. Este referente de Psicología Positiva de Harvard profundizará el próximo 18 de octubre en cómo los líderes pueden convertir a sus empleados en personas felices en el Forum de Liderazgo y Gestión del Talento organizado por HSM, que tendrá lugar en Madrid. Para Ben Sahar, «la felicidad da lugar a más y mejores negocios, a mejor ánimo, mejores pensamientos, una mayor creatividad, mayor productividad y unos resultados más brillantes».
«No estamos hablando de una quimera -explica Margarita Álvarez de Zabalza-,los motivos están ahí, pero hay que poner el foco en las cosas positivas». ¿A pesar de los tiempos que corren? «A pesar de los tiempos que corren. No hay fórmulas mágicas. Hay caminos que recorrer y cada uno tiene que construir el suyo», explica la directora de Márketing de Adecco. Apoya su teoría el último estudio del Instituto Coca-Cola de la Felicidad, que afirma que «el 69% de los españoles se sigue considerando feliz pese a la crisis». Entre los factores que contribuyen de forma esencial a ese bienestar se encuentra el trabajo, para quienes lo tienen. «Llevarse bien con su jefe, tener buena sintonía con los subordinados y buena relación con los compañeros en general» es denominador común de los «ciudadanos felices», según este estudio. Ellos sienten «que sus jefes les consideran trabajadores valiosos» (74,2%) y, además, que «sus compañeros reconocen su trabajo» (81,4%). De los datos obtenidos también se desprenden datos más mundanos como que los más felices suelen ir andando a trabajar (30%) o usan el autobús (22%) y que si tardamos menos de quince minutos en llegar a nuestro puesto nos sentiremos mejor y, por tanto, seremos más productivos. Y aquí reside la clave. En la productividad. En ese incremento que convierte a una empresa corriente en una de las mejores, de las más creativas. «Los empleados no satisfechos, los infelices, llegan a lo que Lotfi El-Ghandouri bautizó como 'despido interior'», explica Margarita Álvarez de Zabalza. «Dejan de entregar lo mejor de sí mismos y se acaba la innovación, ese cuerpo de ventaja que separa a las mejores compañías de todas las demás».
Motivación y algo más
La directora de Márketing de Adecco anuncia que «buscar la felicidad en las empresas no es una moda sino algo que ha llegado para quedarse, como en su día lo hizo la Responsabilidad Social Corporativa. Es básico implementar las medidas necesarias para que la gente pueda ser feliz en su lugar de trabajo». «La motivación es esencial. Las personas tienen que venir motivadas de casa, pero, hombre, ¡que nadie las desmotive! También es importante el 'factor contagio': nada se pega más rápido que las emociones, positivas o negativas». Pasarlo bien es fundamental para esta directiva: «el éxito, la pasión y la diversión van unidos»; como también lo es el papel del líder: «mi equipo va a llegar, sin duda, a donde yo creo que va a llegar».
¿Y qué papel ocupan elementos de motivación clásicos como el sueldo? Según los expertos, poco. El artículo 'How not to buy hapiness', del profesor de Economía de la Universidad de Cornell Robert H. Frank, aporta datos relevantes sobre «el escaso efecto del dinero en la felicidad sostenida» y llega a una conclusión a la que ya llegaron muchas de nuestras madres y abuelas: «La diferencia no reside en tener más o menos dinero sino en cómo se gasta».
Las razones esenciales tenemos que buscarlas cerca, en nosotros mismos, según Sonja Lyubomirsky, creadora de una 'Escala de la felicidad' propia. Según esta profesora de la Universidad de California, «el 50% de nuestra felicidad se lo debemos a la genética, el 10% a las circunstancias personales y el 40% restante depende de cómo lo trabaje cada uno». Si nos parecen pocos argumentos, siempre nos quedará la palabra de Emilio Duró, economista y divulgador del 'Coeficiente de optimismo', quien afirma que, «a partir de los 12 años se nos mueren 12.000 neuronas diarias». Así, nos anima a ser felices hoy, ya, «porque mañana vamos a ser más viejos, más feos, más tontos...».

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