domingo, 27 de noviembre de 2011

Mariano Rajoy y su familia 3 Registradores y su hermano notario

RAJOY EN FAMILIA
"De mi padre heredé el sentido de la justicia y del esfuerzo”
27 NOV 2011 | José María Olmo
El reverso íntimo del que será el sexto presidente del Gobierno de la democracia, a través de su trayectoria y su entorno familiar más cercano.
Mariano Rajoy había comentado durante la campaña electoral que, si finalmente lograba la victoria el 20-N, lo primero que haría sería llamar a su padre para compartir su triunfo con él. Y eso fue exactamente lo que hizo. La carrera política de Rajoy es larga y fructífera pero tiene una vertiente íntima que brota a través de su entorno más cercano, deliberadamente oculto. Un círculo ajeno a los focos de los medios de comunicación que le sirve de apoyo y referencia, en éxitos como los que el líder del Partido Popular vive en estos momentos pero también en los fracasos y momentos difíciles que ha tenido que encajar a lo largo de su trayectoria.
En la biografía de Mariano Rajoy hay, sin duda, un hueco especial reservado a su padre, Mariano Rajoy Sobredo, fiscal y magistrado, ya retirado, que llegó a ocupar la presidencia de la Audiencia Provincial de Pontevedra. En su libro de memorias, En confianza, publicado recientemente, Mariano Rajoy dedica unas líneas a su progenitor cuando recuerda sus comienzos: “Mi padre, por quien tengo una devoción especial y ha sido un ejemplo permanente en mi vida, ejercía de juez, y de él heredé un sentido muy marcado por el respeto a las reglas, el sentido de la justicia y el esfuerzo”.
Quienes conocen al padre de Mariano Rajoy coinciden en definirle como un caballero, en la amplitud máxima del término. Educado y afable en el trato, es fácil verle pasear por las calles de Pontevedra o las playas de Sanxenxo, aunque desde hace un tiempo pasa una parte del año en Tenerife, donde tiene un pequeño apartamento. En otro pasaje de sus memorias, el líder del Partido Popular vuelve a la figura de su padre: “Sigue viviendo, con sus ochenta y nueve años, una vida de hombre recto, comprensivo y tolerante. Y también con un gran sentido del humor en el ámbito familiar. [...] Mi padre hace mucho ejercicio, anda al menos todos los días dos horas y se baña en el mar, siempre que el clima se lo permite. Creo que su sentido del equilibrio y su honradez han sido muy importantes en mi vida, como referencia. [...] Yo creo que me parezco mucho a mi padre. Él es perfeccionista y algo introvertido, muy prudente”.
Pese a la fama de su hijo mayor, Mariano Rajoy padre siempre se ha mantenido en un segundo plano, igual que el resto de la familia, obsesionados todos ellos con mantener la normalidad y la discreción, dos cualidades en las que el líder de los populares se ha entrenado hasta el infinito a lo largo de su prolija carrera. “Mi filosofía personal se resume en tener sensatez, razonar, pensar las cosas con calma e intentar entender al otro, hablarle de lo que nos une más que de lo que nos separa”, escribe Rajoy, que también ha confesado alguna vez que no soporta la arrogancia. Las reflexiones podrían hacerse perfectamente extensibles a toda su familia.
Lo que no cuenta el que será el sexto presidente de la democracia es que se metió en política contra el criterio de su padre. El periodista Graciano Palomo lo cuenta en la biografía no autorizada El hombre impasible. “Esta no es vida para ti... Llena de cuchilladas, navajazos, sinsabores, traiciones... No, Mariano, no, ésa no es vida... Tú eres registrador y tienes un magnífico futuro profesional y económico”, fue lo que Mariano Rajoy padre le recomendó a Mariano Rajoy hijo ante los primeros pasos de su intenso viaje por la política.
El fallecimiento de la madre
La familia siempre estuvo muy unida, pero la temprana muerte de la madre, Olga Brey López, en julio de 1993, a los 61 años de edad, contribuyó a reforzar aún más los vínculos del clan. Cuentan que a Rajoy le habría hecho ilusión que su madre le hubiera visto ocupando el cargo de ministro, la mayor aspiración que tenía cuando dio el salto a la gestión de lo público. Su madre se emocionaba cuando le veía apoyado en el atril de un mitin. Pero Rajoy no pudo compartir con ella su aterrizaje en el Gobierno. La muerte de su progenitora, cuenta Graciano Palomo, fue un duro golpe para él.
Sí ha podido compartir los sobresaltos de su trayectoria con su padre y con sus tres hermanos. Su padre, por ejemplo, sufrió especialmente la derrota de 2004: “Fue una gran decepción que él y yo compartimos”, ha contado luego su progenitor. El pasado domingo se evaporaron todos aquellos sinsabores.
Mariano, el primogénito, tiene una especial relación con Mercedes, registradora de la propiedad como él. Su vínculo es tan estrecho que ambos viven, pared con pared, en la localidad madrileña de Aravaca. No está claro quién es el referente de quién. Mercedes está casada, además, con uno de los mejores amigos de Rajoy, Francisco José Millán Mon, un pontevedrés de su misma generación con quien hizo el servicio militar en Valencia. Millán dio el salto a la política y ha hecho carrera dentro del PP bajo el paraguas de su cuñado. En 2008 entró en el Comité Ejecutivo Nacional de los populares, cargo que compagina con el de parlamentario europeo.
El siguiente hermano por edad es Luis, también funcionario público, aunque en su caso, notario. Luis, casado y sin hijos, también lleva un vida ajena a la fama de su hermano. Quienes tratan habitualmente con él subrayan su normalidad y discreción y, también, que se trata de un hombre de costumbres, a quien en verano le gusta ir a la playa de A Lanzada para nadar y quedar con sus amigos de siempre en el Club Náutico de Sanxenxo o en los bares del centro de esta localidad. Más de una vez ha aparecido en las crónicas veraniegas de El Correo Gallego. No es extraño ver a Luis compartiendo conversación en las calles de Sanxenxo con Alberto Núñez Feijóo, el presidente de la Xunta de Galicia, con quien mantiene una estrechísima amistad. La buena relación política y personal de Rajoy con Feijóo es de sobra conocida.
El hermano pequeño del dirigente popular es Enrique, casado y padre de una niña. Como sus otros tres hermanos, empezó su carrera laboral con unas oposiciones, las de registrador de la propiedad, igual que Mariano y Mercedes.
Opositores por tradición
En sus memorias, Rajoy recuerda que en aquella Galicia de los setenta y ochenta, opositar era a veces la mejor salida posible. “En mi juventud, cuando alguien acababa sus estudios y volvía a su ciudad, las opciones profesionales eran bastante limitadas. Una de ellas eran las oposiciones del Estado. Afortunadamente las oportunidades para los jóvenes que terminan sus estudios han sido, hasta la crisis actual, mucho mayores de lo que eran entonces”. Quizá estas líneas expliquen que los cuatro hijos de Mariano y Olga decidieran hacer carrera en la función pública, aunque es cierto que el servicio en la Administración tiene numerosos antecedentes en el árbol genealógico del clan. Un primo de Rajoy, Enrique Santiago Rajoy Feijóo también es notario en La Coruña. El propio Rajoy aún conserva su plaza en el Registro de la Propiedad de Santa Pola (Alicante).
Enrique frecuenta los mismos sitios que el resto del clan. Adora Pontevedra y Sanxenxo. Estudió Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela y obtuvo plaza de registrador con sólo 24 años (su hermano mayor la logró con 23). Es autor de numerosos textos legales. En la actualidad, ocupa el Registro de la Propiedad número 4 de Alcalá de Henares. En 2008, fue sancionado con 12.000 euros por el Ministerio de Justicia por negarse a inscribir la compraventa de una vivienda, dentro del conflicto que los registradores de la propiedad mantienen con los notarios, pero finalmente, el pasado mes de enero, varias sentencias dieron la razón a Enrique y se anularon todas la medidas que se habían acordado contra él.
En los círculos más próximos al futuro presidente del Gobierno es ampliamente conocida la influencia y el valor que Rajoy concede a su familia. En raras ocasiones se han dejado ver juntos en público. Una de esas pocas veces tuvo lugar en 2009, cuando la Diputación de Pontevedra rindió un homenaje al abuelo de líder del PP, Enrique Rajoy Leloup, jurista y profesor universitario, conservador pero autonomista de convicción, autor, junto a Alexandre Bóveda, del primer Estatuto de Autonomía de Galicia, que nunca llegó a aplicarse porque sólo unos días después de ser presentado oficialmente en Madrid estalló la Guerra Civil. La familia acudió al completo al homenaje al abuelo.
El abuelo de Rajoy no es el único ancestro del clan con una biografía apasionante. María Brey Mariño, hermana de su abuelo materno, fue la primera mujer en conseguir una plaza de bibliotecaria en España. El logro le sirvió para convertirse en la secretaria privada de Manuel Azaña. Suya es la edición de El libro del bueno amor, del Arcipreste de Hita, que se sigue estudiando en los colegios. Con el comienzo de la Guerra Civil, María y su marido, el extremeño Antonio Rodríguez-Moñino, se vieron obligados a escapar a Alicante. Al morir, el matrimonio donó a la Real Academia Española un valioso fondo bibliográfico formado por 18.000 volúmenes, el mayor recibido por la institución en toda su historia.
Desde 1992, Rajoy tiene además otro espejo en el que mirarse, Elvira Fernández Balboa, su mujer y madre de sus dos hijos. Desde que la conoció una noche de Semana Santa en el ya desaparecido bar La Luna de Sanxenxo, Viri es la mitad de Rajoy cuando rebasa la frontera de lo público. “Nos presentó mi hermano Luis y desde el primer momento”, cuenta el propio Rajoy, “sentí que aquella mujer, tan guapa y con una personalidad tan marcada, a la vez que discreta e inteligente, no me iba a dejar indiferente de por vida”.
En la salud y en la enfermedad
Los cercanos a la pareja subrayan la serenidad con la que Viri, nacida en Pontevedra en 1965 y licenciada en Empresariales, soporta las obligaciones que lleva su marido en el cargo. También, que es reservada, inteligente, simpática y con un ácido sentido del humor que comparte con su esposo. Se subió al balcón de Génova el pasado domingo para celebrar el triunfo con él, pero también le acompañó en 2008, en su primera gran aparición en público, cuando Rajoy sufrió una dolorosa derrota electoral que cuestionó su liderazgo al frente del PP.
Sobre Viri, Rajoy cuenta en sus memorias: “Ella tiene una gran comprensión por el tipo de vida que llevo, con horarios y exigencias que no siempre son fáciles de compaginar con la familia. Me conoció ya como político y me ha apoyado siempre en mi tarea, aunque no creo que sea la actividad profesional que a ella, por temperamento, le resulte más atractiva”.
En 1996, cuando el líder de los populares ya era ministro de Administraciones Públicas, se casaron en la Capilla de las Conchas de La Toja. El enlace tuvo más repercusión de la que hubiera deseado la pareja pero, para entonces, Rajoy ya era un político conocido y sus continuos ascensos dentro de los Gobiernos de José María Aznar, hasta llegar a la misma cúspide, multiplicaron sus apariciones en los medios. Rajoy confiesa que la noticia de su designación para suceder a Aznar no agradó excesivamente a Viri por las renuncias que conllevaba el compromiso. Pero le apoyó, como también lo hizo durante el largo paréntesis abierto por la derrota de 2004, un periodo de traiciones y conjuras y con casos como el Gürtel de por medio, que puso a prueba la fortaleza del presidente de los populares. Sobre la pareja, Graciano Palomo asegura en su libro que “al fin y a la postre [Viri] se ha convertido en su principal consejera política y persona extraordinariamente influyente a la hora de las decisiones en lo que respecta a la elección de personas que trabajan al lado de su marido”. “¡Qué gran sentido común tiene mi mujer!”, exclamó más de una vez Rajoy en esa larga travesía por el desierto de la oposición.
El último gran capítulo en la biografía íntima de Rajoy son sus dos hijos, Mariano y Juan, de 12 y 6 años, respectivamente. Con ellos comparte carácter y afición por los deportes, pero menos tiempo del que le gustaría.
Aunque como cuenta en sus memorias, su obsesión es que sus “hijos no estén expuestos a los focos públicos”, en alguna ocasión se le ha podido ver paseando con ellos. La otra gran obsesión de Rajoy, en lo que a los pequeños respecta, es robarle horas a la agenda para compartir con ellos algún día del fin de semana. A partir de ahora le será más difícil pero la familia tiene la costumbre, por el momento, de desayunar junta a las 08.30, antes de que Mariano y Juan se vayan al colegio y el cabeza de familia parta hacia Génova. En alguna ocasión, cuenta Graciano Palomo, Rajoy ha reconocido que educar a sus hijos le parece “algo mucho más complicado y exigente que la política”.
Sobre las costumbres familiares se ciernen a partir de ahora varias incógnitas. El futuro presidente del Gobierno ya insinuó durante la campaña que no tenía ninguna intención de mudarse al palacio de La Moncloa, cuyas estancias conoce perfectamente tras su paso por los Gobiernos de Aznar. También conoce las malas experiencias con las que, hasta la fecha, han regresado a sus hogares todos los anterior inquilinos del palacio. “Si tengo que ir [a La Moncloa], pues iré”, admitió Rajoy en una entrevista. Pero aún hay margen para la duda.
El propio Rajoy se negó en 2001 a mudarse a la residencia oficial del Ministerio del Interior cuando fue nombrado responsable de esta cartera. “Un ministro del Interior puede vivir fuera del edificio del ministerio y estar también seguro”, ha opinado luego el propio Rajoy. “Yo quería seguir en mi casa de los alrededores de Madrid por razones familiares más que justificadas”. Esas razones siguen existiendo, aunque el cargo del presidente del Gobierno conlleva más simbolismo y más representación. En esta caso, Moncloa parece inevitable.
Pase lo que pase, la familia, el clan seguirá sujetando el reverso del Rajoy presidente. Al líder del PP le alegran inmensamente sus logros, pero más aún el efecto que producen en quienes tanto han esperado para poder felicitarle. También sabe que estarán ahí si las cosas se tuercen.

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