viernes, 15 de julio de 2011

La falta de Verdad: Ian McEwan, escritor ('Expiación'), publica 'Solar' (Anagrama)

De paseo por la vida
"Encuentro la trascendencia caminando por espacios abiertos, en la amistad y en la literatura. Por eso me irrita que las religiones organizadas se apropien de ella y de la moral cuando, a menudo, predican odio y nos dividen: las personas son buenas o malas sin necesidad de religión. La capacidad de mejorar el mundo tampoco es exclusiva de la política. De hecho, las utopías partidistas y patrióticas nos condujeron a los genocidios del siglo XX. Quiero pensar que no fue en vano y que, gracias a ese escarmiento, mantenemos hoy una saludable distancia crítica respecto a los partidos políticos: de ellos sólo espero que no nos engañen del todo y, tal vez, unas mínimas mejoras graduales".
Por qué los tabloides británicos son una especie endémica?
Son peculiares: es verdad. Y más ahora que luchan por la supervivencia vendiendo escándalos a la desesperada, porque el pastel de la audiencia se hace cada día más pequeño. Por eso, hasta los diarios serios –excepto el Finantial Times– han aumentado su cobertura de familia real, famosos y deportes.

Puede hacerse con rigor y calidad.
Lo impide la influencia del modelo Daily Mail, que consiste en estar siempre cabreado. El Mail ha conseguido mantener constante ese nivel exacto de indignación que vende. Es la esencia de un género, el why, oh, why, muy grato a los malos columnistas: "¿Por qué los buses llegan tarde? ¿Por qué los guardias ya no saludan?"...

Periodisme emprenyat: un clásico.
Afortunadamente, la literatura no suele interesarles demasiado, pero, por si acaso, los escritores nos solemos avisar de si hay serpientes cuando vamos a una fiesta literaria.


¿Serpientes?
Así apodamos a los columnistas del cotilleo. Y más vale estar prevenido, porque, cuando por cualquier motivo estás en portada de los tabloides, es como un huracán que arrasa tu vida. Cuando ves a los cámaras apostados ante tu puerta... es como un torbellino, aunque luego se calma del mismo modo repentino y absurdo en que se desató.


¿Y usted cómo se lleva con la prensa?
Con suerte, llega un momento en la vida de un escritor en que ya eres más o menos conocido y tienes tus lectores.Y te preguntas si todas estas entrevistas tienen sentido.


...
¿Para qué quieres más? ¿Para qué perseguir más dinero, más fama, más lectores?

¿...?
Pero sigues dando entrevistas, porque te das cuenta de que comunicarte también es cuestión de educación y de ser amable.

Si sale más en los papeles, venderá más.
¿De verdad? Tras hacer una gira agotadora de promoción en EE.UU. dije ¡basta! Y dejé a mi editor aterrado, pero no concedí ni una entrevista más. ¡Y vendí más que nunca!


Me alegro.
Fue con Expiación. Pero, en general, vives encerrado escribiendo. Encerrado y feliz. Sólo cuando acabas una novela sales un poco de la cueva para actuar ante el público y volver enseguida al confort de las sombras. Por cierto, que esta es mi última entrevista para promocionar Solar. Después volveré a casa y no hablaré durante meses más que con la familia y los amigos.

¿Habrá un día en que los escritores sólo se comuniquen por Twitter?
Ese día dejarán de serlo. Por muchos medios que aparezcan, ninguno es capaz de reflejar la complejidad de las relaciones humanas como una buena novela.

¿Tampoco el cine?
Cuando dos personas se encuentran en una habitación, sólo una novela puede aproximarse a la densidad y delicada textura de las emociones que se despiertan entre ellos.


Pero también ha ido transformándose.
En lo esencial sigue siendo tan idéntica a sí misma como la naturaleza humana, y por ello tan universal y vigente hoy como en Homero. Seguimos sintiendo lo mismo ante la muerte o el amor que los personajes de Shakespeare o Dickens. Por eso los leemos.


¿Por qué se empeñó en escribir?
Fui lector entusiasta y a los 20 años ya sabía que sólo quería ser escritor. Aspiraba a participar en esa conversación que mantienen todos los escritores entre sí y con los lectores de todas las épocas, lenguas y culturas. Quería hablar con mi voz, pequeñita e ignorada al principio, y luego algo más confiada.

¿No le preocupaba pagar el alquiler?
Yo ya sabía que no quería un trabajo y que sería un desgraciado en una oficina. Incluso muy joven y sin un duro, jamás caí en la tentación de escribir algo que no quisiera.

Enhorabuena.
Soy un afortunado y cada vez más consciente al ver las renuncias en las vidas laborales de mis buenos amigos. Administrar mi tiempo a mi antojo ha sido un lujo enorme.


Otros dirían que está todo el día solo.
Lo disfruto. Esa es la parte externa del asunto. La interna es que cada día me ilusiono con lo que escribo. Entiendo la literatura como una indagación de todos: escritores y lectores en la naturaleza humana. Intento aprender observando y escuchando, y leyendo más sobre cómo somos. Y después trato de compartirlo.

¿En eso los suyos ayudan o estorban?
Me he casado dos veces: es suficiente para mí. Y mis hijos han sido esenciales: aún me enseñan amor y paciencia. Esas relaciones de larga duración con algunas personas son lo más importante de mi vida.

Además están sus personajes.
Me fascina la doble moral: que podamos ser infieles y celosos, como en Solar.

¿Cómo logra que fascine al lector?
Hay que coquetear con su curiosidad. Tienes que lograr atraparla y que le dure bastante para que quiera quedarse contigo las 24 horas que cuesta leer una novela.

¿Cómo?
Calor humano. Además debes conseguir que tu texto se lo brinde y le acompañe. Lo primero es que se crea la novela, y para eso tiene que creerse al autor, su voz, y reconocerle autoridad en humanidad.

¿Cuál es el secreto?
Chéjov con tres frases te hace saber que estás en manos de un maestro.

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