sábado, 9 de julio de 2011

Eduardo SUGER

La entrevista con Suger es la primera de una serie con los presidenciables que serán publicadas cada sábado, ya que fue el primero que respondió al llamado para conversar con esta sección. El objetivo es que conozcas algo de sus planes de gobierno, su partido y su lado humano. Así, de manera muy amena y con un Suger que vestía un traje impecable, la charla comenzó:

¿Qué le dice al joven que está descontento y que se queja de que todos los políticos son iguales?

La única forma de orientar a la población y que el joven esté tranquilo es que conozca la hoja de vida detallada y comprobable de los que van a participar en esta campaña. ¿Cuál ha sido su vida? ¿Dónde trabajó? ¿Cuál ha sido su sueldo? ¿Cómo se preparó para estar en ese cargo?

¿Qué opina del papel de la juventud en las redes sociales?

Vienen a cambiar muchísimas cosas en el mundo. Están trastornando el viejo mundo, donde se movía el manejo tradicional de las campañas políticas. Por eso dicen que son el futuro.

¿Cómo está vinculada la filosofía de su proyecto con los problemas del país?

Hay que partir de que todo está amarrado. No podemos decir que educación y seguridad no tienen nada que ver entre sí. Y el origen de los males es la falta de un adecuado crecimiento económico. La pobreza extrema creció alarmantemente en Guatemala y es un componente importante en el problema de inseguridad. Se puede hablar de valores o “no hagan esto”, pero un papá con un hijo muriéndose hará cualquier cosa por salvarlo y puede ser presa de esos grupos que se organizan para delinquir o del narcotráfico, que es la industria que más dinero genera en el mundo.

En cuanto al narcotráfico, se mostró a favor de la legalización de las drogas.

No a favor de la legalización. Llamémoslo despenalización. Y yo lo expliqué. Tristemente no me entendieron. Yo digo: despenalicémosla, porque en Guatemala se venden drogas legales, las de las farmacias. ¿Cómo se vendería? Que entre por aduanas, que pague impuesto y que se pida una receta médica. No hablé de no controlar las drogas. Al contrario, pero que ya no tengan que entrar de contrabando.

¿Cómo lidia con los rumores, con el qué dirán?

Mire, lo único que le queda a uno para no enfermarse es “echar cuero”. En mi primera campaña, cuando estaba en la radio y me llamaban para soltarme un cachimbazo, me ponía bravo. En la segunda y ahorita, ya no... Ya eché suficiente cuero y digo: es normal que le tiren a uno. En Guatemala está el dicho “a un palo que no da frutos no le tiran piedras”. Nuestra seña para saber si vamos subiendo no son las encuestas; es cuando nos tiran un cachimbazo, que decimos: “ah, vamos subiendo”.

¿Cuál es el último libro que leyó?

Se llama Teoría del Caos, del grupo Santa Cruz, de California. Y también leo libros relacionados con la sociedad contemporánea. Por ejemplo, leo mucho de Manuel Castells.

¿Ha visto alguna película reciente de Guatemala?

No, sólo los anuncios en la prensa. Hace poco vi uno y dije: esa la tengo que ir a ver.

Me acuerdo que la primera película que vi de patojo fue El Sombrerón, de Luis Rivera.

¿Ya ha pensado que al ser presidente harán chistes de usted?

Sí, seguro —ríe—. No me molesta porque también en la Usac lo hacían. Di clases por 17 años, y con mucho humor. Los que llevan veneno son los que hay que analizar, porque puede ser que estén descontentos con la forma en que uno gobierna.

¿Se anima a contarnos uno?

¡Uy! Uno de los que se recuerda son los rojos —risas—... “Llega alguien y le dice a Óscar Berger: ‘Mirá, vos, ¿Quién es el hijo de tu mamá que no sos vos?’. La otra persona le responde: ‘Es tu hermano’. Entonces llega Berger a su casa y le dice a su mujer: ‘¿Quién es el hijo de tu mamá que no es tu hermano?’. No le responde, y él dice: ‘Es mi hermano’”.

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