Hace veintiséis años que terminé Psicología, y desde entonces no he parado de trabajar un solo día en lo que para mí es la profesión más apasionante: el conocimiento de las personas, lo que determina nuestras emociones, las causas de nuestras conductas, el porqué de nuestros sentimientos, las razones que nos mueven, los impulsos que nos desbordan, los obstáculos que nos resultan infranqueables, los desencadenantes de nuestras inseguridades, los orígenes de nuestros miedos, los factores que nos ayudan o bloquean en nuestra búsqueda de la felicidad...; en definitiva, lo que hace que nos sintamos bien o mal, alegres o tristes, satisfechos o insatisfechos, seguros o inseguros, felices o desgraciados.
A lo largo de todos estos años he tenido la suerte de conocer, profundizar y aprender de las miles de personas que me han abierto sus corazones, y me han hecho partícipe de los secretos, las emociones y las experiencias más profundas que han vivido o deseado vivir.
A veces pienso: '¡Qué oportunidad la mía! ¡Cuántas opciones para aprender!', y me siento privilegiada por ello; pero inmediatamente siento una rebeldía enorme, ante los millones de personas que sin duda lo siguen pasando mal, que están pagando injustamente el que a ellos nadie les haya enseñado cómo vivir, cómo superar las emociones que hieren, los miedos, las inseguridades, las insatisfacciones más profundas...
¡Qué paradoja! Ya comentábamos en otro libro* que, aparentemente, nunca se ha dedicado tanto tiempo a la formación de las personas. En muchos casos el trabajo no llega hasta pasados los veintitantos años, cuando ya se supone que hemos aprendido lo esencial. Pero en todo ese periodo, ¿cuánto tiempo hemos dedicado a aprender los secretos del bienestar?, ¿los mecanismos que nos harán superar las dificultades?, ¿las enseñanzas que nos resultarán más útiles a la hora de relacionarnos con la gente que nos rodea, con las personas que vamos a encontrar en nuestra vida? ¿Alguna mente sabia se preocupó de dejar un espacio, en el atiborrado currículum escolar, para dedicarlo a lo más genuino del ser humano: aprender a ser feliz?
Resulta imperdonable esa «laguna» que, en muchas ocasiones, puede condicionar la vida de tantas personas.
Hace poco más de un año me propuse un objetivo muy ambicioso: determinar, con la máxima precisión, cuáles serían las enseñanzas claves, que nos permitieran afrontar con garantía de éxito ese difícil día a día en el que se ha convertido la vida de hoy.
Han sido muchas horas de trabajo, ¡pero ha merecido la pena! El resultado final es contundente:
El factor que determina que una persona pueda ser feliz es que domine los secretos de las relaciones humanas. Es decir, que sepa cómo comunicarse, cómo relacionarse en todo momento y ante cualquier situación; esté con quien esté, y por muy difíciles que sean las circunstancias que la acompañen.
Si lo pensamos despacio, las personas que más admiramos, casi con toda seguridad, tienen varios factores en común: su facilidad para relacionarse, para transmitir cercanía; su actitud comprensiva, empática; su seguridad para superar dificultades, para enfocar la vida de forma positiva; su dominio de las situaciones difíciles; su generosidad en los momentos delicados, su alegría y su sentido del humor.
Podemos pensar que son unos «dones» que se tienen o no se tienen, unas cualidades con las que algunos nacen. Y en gran medida tienen razón, hay personas que son así desde pequeñas; pero, afortunadamente, la psicología puede ayudarnos, puede desarrollar en nosotros cualidades que no teníamos, aspectos que estaban poco potenciados o habilidades que parecían bloqueadas.
La psicología, al igual que consigue infundir seguridad y autoestima en muchas personas, puede entrenarnos en los mecanismos básicos que nos permitirán gobernar nuestra vida. Los empresarios lo saben, y por eso constantemente impartimos cursos de formación donde enseñamos a desarrollar habilidades para comunicarnos mejor, para trabajar en equipo, para ser líderes, para potenciar la inteligencia emocional.
Sin embargo, este libro va dirigido a las personas que sienten que aún hay emociones que les hieren, situaciones que les desbordan, relaciones que les ahogan... Personas que luchan, pero que carecen de las herramientas que todos deberíamos conocer.
Ante estas circunstancias tenemos dos opciones: ir siempre por detrás de los acontecimientos, respondiendo como podemos a los distintos hechos y situaciones que nos ocurren constantemente, o aprender a ir «por delante» y dirigir nuestra vida.
Ésa es la gran diferencia: actuar o ser convidados de piedra, que contemplan con asombro, y a veces con miedo, las escenas que constituyen esa gran película que es su propia existencia.
¿Podemos dirigir nuestra propia vida?, ¿podemos controlar las emociones que nos hieren? SÍ, podemos y debemos hacerlo, pero antes tendremos que aprender el difícil pero maravilloso arte de vivir. En este libro vamos a tratar de exponer lo que nunca nos enseñaron: los secretos, las herramientas que nos permitirán controlarnos en los momentos difíciles, comunicarnos en la incomunicación, razonar dentro de la sinrazón, superar las dificultades, levantarnos en el dolor, sonreír cuando parezca no haber respuestas y mirar con ojos limpios, ojos transparentes, llenos de luz, cargados de convicción, de ilusiones, repletos de esperanza y de seguridad en nosotros mismos.
Los ejemplos que hemos seleccionado intentarán mostrarnos, de manera muy práctica, cómo podemos salir de esas situaciones que a veces parecen asfixiarnos.
A diferencia de anteriores publicaciones, algunos casos están expuestos de forma muy detallada. Con ello queremos atender las sugerencias de muchos lectores, que nos han pedido que pormenoricemos el trabajo realizado en algunas intervenciones, para que ellos puedan ver con más claridad los mecanismos, los puntos de inflexión..., lo que tienen que hacer 'en concreto', para que se produzcan esos cambios que buscan. En definitiva, para que de nuevo la ilusión, la alegría y la esperanza estén presentes en sus vidas.
Como es lógico, se han cambiado algunos datos de los protagonistas para que no puedan ser identificados.
El objetivo de este libro es intentar trasladar parte de esa experiencia que por mi profesión he aprendido. Estoy segura de que, en cuanto empecemos a quitar algunos obstáculos, los resultados serán asombrosos.
Vamos a adentrarnos en los secretos que convierten la vida en un arte: el arte de la comunicación, de las relaciones humanas; en definitiva, el arte de la vida.
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