viernes, 24 de febrero de 2012

Un poco más de LEY

UN POQUITO MÁS DE LEY
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HERMANN TERTSCH Tiene guasa que la televisión pública sea el foco más activo de agitación y manipulación
contra el Gobierno

TENEMOS algunos gobernantes a los que pierde la cortesía. Uno de ellos es el ministro del Interior, Fernández Díaz, tan empeñado al parecer en contentar a todo el mundo que para cada acontecimiento tiene un par de versiones. A gusto del interlocutor. No hace falta ser Erasmo para comprender que así se acaba sin convencer a nadie y sembrando incertidumbre. También la delegada del Gobierno en Valencia, doña Paula Sánchez de León, parece de ese amplio equipo de incondicionales de la armonía. Tanto les horroriza el conflicto que acaban abrazándose siempre a lo peor. Como los frikis del amor. Así, le debió de parecer una gran conquista de la cultura del diálogo y la civilización invitar a su despacho al ya famosillo portavoz de la Federación Valenciana de Estudiantes, Alberto Ordoñez. Este nuevo caudillito popular con pañuelo palestino es un comunista miembro de la versión valenciana de IU. Parece que con dotes de mando y desde luego con mirada y actitud de talibán. Ordoñez pidió el otro día incendiar las calles y dijo que había que arrasar Valencia «a sangre y fuego» si el Estado no se plegaba a sus condiciones y amenazas. La delegada del Gobierno debía saber que a caudillos autoproclamados que incitan a la violencia no se les recibe hasta que se retractan. Porque si no se colabora en auparlo entre los suyos. Precisamente al peor, responsable primero de la violencia y los daños habidos. Que no son menores. Cada vez son más. Y ya incluyen agresiones contra periodistas más allá de la violencia «habitual». Son lógicos los ataques a la prensa que no colabora en la propagación de las ridículas consignas de los manifestantes. Hay que evitar que haya versiones distintas a la de RTVE, que actúa abiertamente como la «cadena amiga» de las manifestaciones ilegales. Ayuda a difundir y animar las convocatorias, es altavoz permanente de los insultos de los protagonistas al Gobierno y las autoridades y ha convertido el «sarao» izquierdista de Valencia en la noticia más destacada en todos sus informativos. Y ha tenido un considerable éxito, todo hay que decirlo. Que se debe a un esfuerzo ímprobo desde TVE y RNE de competir con la Cadena Ser en la perfecta payasada de querer presentar el Instituto Luis Vives como la plaza Tahrir. Y a toda una suerte de niñatos y agitadores de la ultraizquierda como «el pueblo». En este país estamos curados de espanto y todo es posible. Pero incluso aquí tiene guasa que la televisión pública sea el foco más activo y estridente de agitación, propaganda y manipulación contra el Gobierno, sus reformas y la política nacional.

No pasa nada por el hecho de que la izquierda de este país, especialmente el PSOE, esté tan confundido después de la derrota que esté a punto de perder hábitos y prudencia democrática. Y que en pleno trastorno, tras un congreso malogrado, busque compañía con lo peor de la marginalidad extremista. En la esperanza se supone de una alianza radical con los sindicatos para incendiar las calles de este país y lograr bajo amenazas que se paralice la sociedad española. ¿Están realmente tan convencidos de que no volverán al poder por las urnas en tantísimo tiempo como para cancelar su lealtad constitucional? Los que creemos que hay, pese a la peste del zapaterismo, una izquierda aun democrática, razonable y decente en este país, queremos creer también que el apoyo a la ocupación callejera y la violencia de personajes del fracaso como Alarte no son una declaración de intenciones del partido de Rubalcaba. Pero mientras se deciden, Rajoy, ministro, delegada, por favor, un poco más de firmeza, un poquito más de ley.

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