Punset pone fin a su viaje por las emociones con un libro sobre la mente
El director de Redes presentó ayer en Valladolid la última entrega de su trilogía
Ha colado un ensayo en el primer puesto de los libros más vendidos, imponiéndose a la ficción. El día de Sant Jordi los catalanes compraron más 'El viaje al poder de la mente', de Eduard Punset, que la última novela de Pérez-Reverte. Sea porque los lectores perciben la ciencia más ficticia que la propia ficción o porque la comprenden gracias a los esfuerzos de divulgadores como él, lo cierto es que el mercado ha acabado dando la razón a este economista, abogado, político y sobre todo profesor: cada vez vivimos más, nos hacemos más preguntas y dependemos más del pensamiento científico.
Eduard Punset presentó ayer en Valladolid el libro que cierra su trilogía sobre las emociones, 'El viaje al poder de la mente' (Destino). Primero fue la felicidad, «que bien puede definirse como la ausencia de miedo», luego fue un viaje al amor, «pero no el que nos cantaron los trovadores, de entrega y generosidad, sino el de las bacterias, la primera manifestación del instinto de fusión con otro organismo para sobrevivir», y ahora el de la mente.
«La trilogía partió de un sentimiento personal de disonancia, en un entorno en el que se condenaba el estudio de las emociones, se las apartaba, se intentaba que no prevalecieran sobre la razón», explicaba el director del programa televisivo Redes. «Por eso me propuse estudiar aquello con lo que viene uno al mundo, aquello universal y básico. Y me di cuenta que no sólo eran iguales en todas partes sino que también lo era su expresión, me refiero a la de la felicidad, la rabia, el odio, el desprecio...».
«Nos hemos dado cuenta por primera vez de que la intuición, el inconsciente, las emociones no son sólo menos deleznables e incompresibles de lo que creíamos sino que tienen un peso mucho mayor en nuestra vida que el pensamiento reflejo, el racional», decía ayer este bloguero que llama 'sugerencias' a sus pensamientos y que los expresa con la cadencia peripatética. «Hace 200 años tenías hijos y a los 30 años te comía un león. Ahora tenemos una vida redundante, en términos biológicos, como yo mismo. Vives 30 más 40 años, y la gente se pregunta cuestiones que anteriormente eran impensables». En la respuesta a esas preguntas intervienen el «pensamiento dogmático heredado y el pensamiento científico».
Modelo educativo obsoleto
Punset echa mano del anecdotario histórico y cuenta: «La teoría del equilibrio permanente de los cuerpos celestes de Laplace, nos enseñó en la escuela por qué no se chocan la Luna, el Sol y la Tierra, que a pesar del movimiento mantienen un equilibrio constante. Pues al conocerla Napoleón, llamó a Laplace, le dijo que le había gustado mucho y le preguntó si lo había consultado con Dios. Y Laplace dijo, 'eso no porque lo he comprobado yo mismo'». El divulgador ilustra así la convivencia de esos dos pensamientos y la interacción entre dogma y ciencia. Punset considera como logros importantes en los últimos años «que la propia comunidad científica se haya dado cuenta de la importancia de su investigación en la vida de la gente, que el pensamiento científico aporta modestia -esto es así hasta que se demuestre lo contrario, para Newton el tiempo es absoluto e igual para todos y llega Einstein y demuestra que es relativo, según la velocidad y la masa- y que la ciencia piensa y se construye a partir del pasado».
En el futuro se presenta un reto educativo. «El modelo educativo actual se basa en la Revolución Industrial, dirigido a conseguir trabajo. Ya conocemos las habilidades y competencias que debemos transmitir para el mundo de hoy y hay que llevarlo a la escuela».
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