La mujer y el deseo, Polly Young-Eisendrath
La psicoanalista Young-Eisendrath, analiza en este libro, desde su óptica junguiana, qué desean las mujeres, para ello recurre a leyendas y relatos populares y extrae mensajes de ellos que representan a las mujeres como objeto de deseo más que como sujeto deseante y es que tanto la tradición literaria como la vida misma tienden casi siempre a excluir a las mujeres del lado activo del deseo. Este libro, no obstante, no se limita a hablarnos del deseo como sinónimo de ansia de satisfacción carnal, no, nos habla del deseo en sentido amplio y parte de la constatación de que lo que desean las mujeres, fundamentalmente, es ser deseadas, siendo que este deseo de ser deseadas se traduce en que, bien como mujer musa cuya belleza aturde y rinde al más racional de los hombres y cuya recompensa será vivir junto a él las mieles compartidas de cuanto él ha cosechado, bien como madre abnegada que encuentra en el sacrificio por el hijo la recompensa mórbida a su alienación como individuo; en todo caso la mujer siempre está supeditada a la imagen especular que los otros le devuelven, y esos "otros" son poco compasivos con aquellas que no responden a los roles tradicionales de esposa y madre ejemplares. Históricamente, quienes no han cumplido con el rol tradicional se han visto abocadas a desarrollar papeles marginales, de brujas o de cortesanas, y por ello destinadas a pagar un alto precio de soledad o enajenación.
El texto de Young-Eisendrath, nos conduce, mediante la reflexión, a planteamientos que nos encaminen a conocer cuáles son, verdaderamente, los propios deseos, pues es el paso previo para poder tomar decisiones frente a los desafíos, a las etiquetas negativas, al rechazo con el que nos tropezaremos en una sociedad que aún no ha asumido que la mujer tiene un nuevo rol que desempeñar y que ese nuevo rol no es simple, que al igual que la propia sociedad se vuelve compleja e inabarcable, también los individuos, hombres o mujeres, que la componen, ven trastocados sus esquemas vitales y por ello les urge una redefinición de los mismos a riesgo de no cosechar más que patologías esclavizantes conducentes a llenar una insatisfacción interior mediante compulsiones, ludopatías, cleptomanías, compras compulsivas, etc. que enferman con demasiada frecuencia a las mujeres de hoy en día.
Como psicoanalista, Young-Eisendrath se basa en experiencias constrastadas con la práctica clínica, pero no es este un libro de recetas fáciles sobre como sobrevivir a las angustias de nuestra era, es una crítica desde un feminismo que no se limita a culpar reiteradamente al patriarcado de todos los males que nos aquejan, sino que en muchas ocasiones se revuelve para analizar desde la autocrítica cómo nuestros arraigados prejuicios -en hombres y en mujeres- nos llevan a perpetuar comportamientos irrespetuosos con esos individuos del sexo femenino que están dejando de vivir subsidiadas para esforzarse en vivir plenamente autónomas. Esta autonomía no puede ser sólo económica, como alentaba el protofeminismo, pues la necesidad impone que sea una autonomía plena y consciente, que supone hacerse cargo de una misma en todas las facetas vitales, y por supuesto, también en el planteamiento del deseo, de cómo se vive el deseo desde la vertiente deseante y no como mero objeto. El camino se anticipa arduo, sin embargo, se están poniendo ya los primeros cimientos, aunque a contracorriente tengamos la educación dominante, los medios de comunicación y la propia sociedad de consumo que abogan a paletadas gigantes por perpetuar la imagen de una mujer preocupada constantemente por agradar a cuantos la rodean sin preguntarse cuáles son sus verdaderas metas o necesidades.
Parece tema anacrónico, cuando ya hace años que se viene hablando de la libertad sexual, de la liberación de la mujer que trajo consigo el control de la natalidad mediante métodos seguros, planteamientos acerca de si la mujer vive su sexualidad de forma satisfactoria o sigue supeditada a las preferencias masculinas. Si arañamos en la superficie, podemos concluir que dicha libertad no es más que "formal" pero en el fondo de sí mismas las mujeres de hoy en día saben que más de una vez, o muchas veces, se supeditan a las predilecciones masculinas, cuando no hacen responsables al hombre de la satisfacción femenina, vivir el deseo como deseante supone adoptar una actitud activa, responsable, en primer lugar para consigo mismas, las mujeres que se quejan de sus relaciones deficientes no toman las riendas de sí mismas empezando por la autonomía de la autoexploración, es como si temieran un poder sobre sí mismas que las podría conducir a la hoguera, aunque las que sí lo han experimentado saben que arder según en qué tipo de hogueras no siempre es un punto final sino un principio de autoaceptación y autoreconocimiento y es que hay fuegos que son catárticos, uno de los principales, se me ocurre, empiezan en la vivencia del deseo como deseante, en primera persona y a menudo en el modo reflexivo del verbo.
La mujer y el deseo, Polly Young-Eisendrath,Kairós, Barcelona
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