sábado, 16 de febrero de 2013

Las Guardianas Nazis: Sadomasoquismo


Guardianas nazis
De izquierda a derecha: Charlotte Pliquet, Ruth Astrosini, Juana Bormann, Gertrude Feist, Gertrude Sauer y Ida Förster, después del arresto el 2 de mayo de 1945.
POR JUANCA ROMERO HASMEN
El nazismo postuló que todos aquellos que no fueran arios no eran humanos y por tanto serían tratados como animales. Si era ético experimentar con perros, gatos y ratones, ¿qué problema habría en hacerlo con judíos, polacos, gitanos u homosexuales? La respuesta la encontramos en los campos de concentración nazis donde cientos de fieles guardianas, con la sangre limpia, y libres de intoxicaciones, se convirtieron en las torturadoras y asesinas más despiadadas de la Segunda Guerra Mundial. No son tan famosas como los Hitler, Himmler, Goebbels o Mengele pero la Historia más siniestra de la Humanidad tiene su hueco para estas auténticas arpías, las caras inhumanas que tantas víctimas dejaron tras de sí. Como el caso de Hermine Braunsteiner, La Yegua de Majdanek, que disfrutaba propinando severas coces en el estómago de sus confinadas. O Irma Grese, el Ángel de Auschwitz, cuyo pasatiempo favorito era echar a sus perros para que devoraran a las prisioneras (texto incluido en la introducción del libro que tratamos). Esta semana he tenido la oportunidad de conversar con Mónica González Álvarez, periodista y escritora, autora de Guardianas Nazis, el lado femenino del mal -Editorial Edaf-, quién me atrevería a decir que de forma magistral, nos acerca con su último libro hasta la más dura realidad, que envolvió a las mujeres de la esvástica y especialmente a los millones de personas que se convirtieron en sus víctimas.
Libro 'Guardianas nazis', de Mónica González Álvarez
Portada de 'Guardianas nazis', de Mónica González Álvarez.
¿Es cierto que el 75% de los judíos exterminados en el holocausto lo hicieron de mano de mujeres del ejército nazi?
Aunque parezca increíble así es. La gran parte de los crímenes, vejaciones, maltratos y muertes ocurridos en los campos de concentración fueron perpetrados por las mujeres que los custodiaban. Ellas fueron el brazo ejecutor del nazismo, las principales responsables de la mayor barbarie que ha dado la humanidad.
¿Cuántas personas pudieron morir en manos de estas carniceras? Estas criminales se cargaron a más de cuatro millones de personas, sobre todo mujeres y niños, judíos o gitanos, homosexuales, y todo aquel que se atreviese a contravenir las normas del campamento. Reglas tan absurdas como meterse las manos en los bolsillos, fumar, robar un trozo de pan duro que hubiese caído de la cesta, vestirse con ropa de abrigo, etc. El castigo más leve, 25 latigazos; el más grave, la cámara de gas.
Entonces, ¿podemos considerar a las guardianas nazis como el brazo ejecutor de la gran barbarie? Completamente. Estas mujeres fueron las grandes arpías de Hitler sin las cuales el dictador no hubiera podido llevar a cabo su doctrina aria. Él era su dios y, sus preceptos, mandatos divinos que tenían que acatar. Sin embargo, a pesar de poder haber elegido otro camino, el de la no violencia, no lo hicieron y prefirieron sucumbir y seguir la estela de los secuaces del Tercer Reich.
¿Al finalizar su jornada laboral estas mujeres hacían una vida normal -ir de compras, estaban casadas, tenían hijos-, etc.? Eran personas normales como cualquiera de nosotros. Antes de entrar en el campo de instrucción, Ravesbrück, provenían de familias corrientes. Ellas eran mujeres mediocres, sin estudios, analfabetas, que vieron en el Partido Nazi una carrera prometedora. A partir de ahí sus familiares ya no eran sus hijos o sus maridos, sino Hitler y las SS. Aquellas que destacaron por su sadismo fueron Ilse Koch, quien a pesar de tener tres hijos, golpeaba con más fiereza a criaturas judías. O Gerda Steihoff quien abandonó a su marido y su pequeño para iniciar su carrera como asesina en serie. Una vez que pasaban el umbral de Auschwitz, Bergen-Belsen o Stutthof, no había más vida que el dolor, la desolación y el maltrato. En tu libro centras la atención -por su crueldad- en 19 mujeres nazis, ¿Cuál o cuáles destacarías por su grado de salvajismo? Las que más me sobrecogieron cuando comencé la documentación de Guardianas Nazis fueron: La Bestia de Auschwitz torturó y mató a más de 500.000 mascotas judías. Así denominaba a sus víctimas. La Yegua de Majdanek disfrutaba propinando coces en el estómago de las reas. Otra de ellas, La Binz, mataba a hachazos a mujeres embarazadas. Juana Bormann, antigua misionera, lanzaba perros para que devorasen a las internas. O la popularZorra de Buchenwald que ordenaba extirpar piel humana tatuada para fabricar lámparas de decoración. La misión de todas ellas no solo era la selección de reos (niños, mujeres o ancianos), sino minarles la moral mediante el maltrato, la vejación, el fustigamiento y el sadismo.
¿Estas mujeres eligieron libremente participar en la guerra o fueron reclutadas bajo el sello de la obligatoriedad? Por mucho que ellas dijesen lo contrario durante sus juicios, lo cierto es que nadie las obligó. Ellas entraron por su propio pie, primero en la Liga Alemana de Mujeres y después en Ravensbrück, y a partir de ahí, decidieron convertirse en criminales, en mentes depravadas con sed de sangre judía. Sabían lo que hacían, perfectamente.
Eran conscientes y para nada estaban locas como se ha llegado a decir. De hecho, algunos escritores apuntan a que la única explicación posible al Holocausto Judío es la demonología…
Guardianas nazis - Liga alemana BDM
Adolf Hitler dando la bienvenida a las jóvenes doncellas de la Liga alemana BDM.
¿Fueron todas ellas, enjuiciadas o hubo alguna que logró escapar? La mayoría murió en la horca como Irma Grese, María Mandel o Dorothea Binz. Ilse Koch acabó suicidándose en su celda. Y otras como Herta Bothe la Sádica de Stutthof o Hermine Braunsteiner la Yegua de Majdanek, quedaron en libertad y nada se sabe de ellas. De Bothe, por ejemplo, existen unas declaraciones suyas para un documental alemán emitido en el año 2000 y titulado Holokaust.
A lo largo de su testimonio niega que fuese responsable de lo acaecido en los campos de concentración. Su cara lo dice todo. Y en el caso de Brausteiner, fue extraditada de EE.UU. a Alemania y aunque la condenaron a dos penas de 15 años, salió al poco tiempo y desapareció. Es como sí la hubiese tragado la tierra.
Después de realizar un trabajo tan intenso para la preparación de este libro, ¿concluyes que la maldad femenina es mucho más cruel que la del hombre? Ambas maldades son iguales y equiparables. Lo que ocurre es que estas guardianas nazis optaron por el camino de la violencia para obtener el reconocimiento de sus superiores -hombres de las SS- y matar fue la única forma que encontraron de infundir respeto.
Cuando alguna de estas 19 mujeres se paseaba por los campamentos mencionados, se hacía el silencio. Muchos prisioneros preferían morir en la cámara de gas que aguantar las cientos de palizas que propinaban día tras día. Agradecerte que hayas dispuesto parte de tu tiempo para atender esta entrevista para los lectores de DIARIO DE AVISOS.
Ha sido todo un placer poder charlar sobre un tema, que aunque durísimo, porque en ocasiones me ha hecho tambalear emocionalmente, lo cierto es que era imprescindible escribirlo para que el mundo no olvidara lo sucedido años atrás.
Este es el mejor homenaje que se puede hacer a todas las víctimas que cayeron en pos de la libertad.

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