domingo, 10 de febrero de 2013

Jose Ignacio Gonzalez Faus: El Problema del sexo

P. José Ignacio González Faus. El problema del sexo.
El P. González Faus da por supuesta la validez moral de la sexualidad fuera del matrimonio. Critica duramente al Magisterio de la Iglesia y propone una reforma evangélica...
 
P. José Ignacio González Faus. El problema del sexo.
P. José Ignacio González Faus. El problema del sexo.

Sexualidad

El P. José Ignacio González Faus nació en Valencia el 27 de diciembre de 1933. Fue ordenado sacerdote el 28 julio de 1963 y pronunció el Cuarto Voto de fidelidad al Papa el 2 de febrero de 1968.

Uno de los últimos libros del padre jesuita González Faus es “Sexo, verdad y discurso eclesiástico”, Sal Terrae, Cantabria 1993, un librito de sólo 48 páginas donde lograr meter cientos de criterios muy suyos, y una crítica constante a la moral de la Iglesia porque, según él, no comunica ningún tipo de experiencia mística que, es lo único que pude capacitar al hombre para afrontar el problema del sexo. El Catecismo da toda una mística de la sexualidad en números dedicados a la moral sexual (nn. 2331-2350 y 2517-2599).

El lenguaje del P. Faus no es propio de un sacerdote, usa expresiones que sobrepasan lo pornográfico. No se habla del matrimonio como marco natural de la sexualidad. Aunque el catecismo dice que la sexualidad está ordenada al amor conyugal (No 2360), eso nunca lo dice el P. Faus, quien da por supuesta la validez moral de la sexualidad fuera del matrimonio. Critica duramente al Magisterio de la Iglesia y propone a Gandhi como opción creyente para la ética sexual porque, según el P. Faus, “desgraciadamente, la Iglesia ha hecho méritos sobrados para desacreditar su propio juicio moral” (pág. 20).


¿La Iglesia decadente?

Sorprende que un jesuita diga: "soy de tradición jesuítica y admiro muchísimas cosas de San Ignacio. Lo cual no impide que convenga recordar a Horacio cuando comentaba comprensivo que a veces hasta el buen Homero se dormía (…) (Horacio, poeta latino, admiraba profundamente a Homero, poeta griego autor de la Ilíada y la Odisea, pero reconocía que a veces fallaba). Y me temo que de una de las cabezadas más inoportunas de mi fundador (y que, curiosamente, es casi lo único que influyó en la decadente Iglesia del XIX y comienzos del XX) brotó la petición que pone antes de la meditación sobre el infierno:

“para que, si del amor del Señor eterno me olvidare por mis faltas, a lo menos por el temor de las penas me ayude para no venir en pecado” (EE., 65).

Seguramente, san Ignacio escribió esto cuando ya se hallaba muy lejos de sus antiguos devaneos sexuales, de los cuales no había salido precisamente por miedo al infierno. Y aquí le falló la psicología, que era precisamente su fuerte".
. (Pág. 26)

Para empezar, no creo que Faus se pueda considerar de tradición jesuítica porque su doctrina y su disciplina se alejan precisamente de la tradición jesuítica.

En segundo lugar, la Iglesia de los siglos XIX y comienzos del XX no fue decadente, pues llevó a cabo una amplísima tarea de evangelización en África y en Asia, reconstruyó la fe en Europa después de la acción anticatólica de los revolucionarios franceses.

Es la época de la Rerum Novarum, del Vaticano I y de los grandes Papas; época de la gran apertura cultural de la Iglesia, recuperando el humanismo del renacimiento, de la Radio Vaticana, de las grandes encíclicas sociales, de la actitud clara y definida contra Hitler y el fascismo descristianizado, la época de la actitud antimarxista a pesar de todas las fuerzas contrarias y, en este caso, la historia ha demostrado que la razón estaba una vez más del lado de la Iglesia; la época de la diplomacia vaticana que ha mediado en tatos conflictos internacionales, la época de la devoción al Sagrado Corazón y a la humanidad de Jesucristo, etc.

Pero además, es lamentable constatar que no entiende la finura de alma de Ignacio, que captó claramente lo que es la realidad del pecado, cosa que se le pasa al P. Faus (el mayor pecado de hoy, especialmente de los clérigos de la nueva ola, es haberse olvidado del pecado) y por eso le pide a Dios que sea como sea, por el amor, y si ello falla, aunque sea por el temor, no comenta la terrible afrenta de ofenderle con el pecado. San Ignacio está años luz de los nuevos jesuitas para los que el pecado no tiene importancia y para los que el amor se reduce a un sentimiento superficial. Y todo esto en un librito de 48 páginas.

En fin, todo el esfuerzo de Faus es criticar lo nuestro (Iglesia, Compañía) sin razones fundadas y justificar las ideas contrarias. Sólo así puedo explicar su “carta al hermano Juan Pablo” publicada en la revista Vida Nueva, Madrid, 5 al 12 de abril de este año, donde refleja que no se da cuenta de la realidad mundial de persecución ideológica en la que vive la Iglesia desde el siglo XVIII hasta nuestros días o simplemente se ha alineado con los que quieren desnaturalizar la Iglesia de Jesucristo haciendo a un lado sus realidades más profundas.

El P. José Ignacio González Faus que está pidiendo una "reforma evangélica" en la Iglesia. Por los contenidos se entiende que evangélicá no se refiere al Evangelio sino a la confesión protestante de los "evangélicos". Pide que el Papa no sea jefe del Estado Vaticano, que los nuncios no sean representantes del Papa, que los obispos se elijan democráticamente; que el Papa sea elegido por otras personas; que se elimine a los cardenales; acabar con la curia romana; que el sínodo de obispos sea deliberativo, etc. En pocas palabras pide que la Iglesia sea una democracia formal, sometida a los turbios juegos de poder de las corruptas democracias de nuestro tiempo.

Otros datos recogidos por Francisco José Fernández de la Cigoña:

González Faus teólogo liberal que niega varios dogmas de fe católicos (yo le vi negar la existencia del infierno en un programa de televisión) y que ha tenido constantes altercados con el magisterio.

El jesuita José Ignacio González Faus, es profesor de Cristología. Ya en 1971 se solidarizaba con su hermano de orden Leita, que había sido expulsado de la Compañía (Ya, 1-5-71; ¿Qué Pasa?, 19-6-71). Firma un escrito contra el Concordato (Ya, 12-6-71) y otro en favor de la Asamblea conjunta (Vida Nueva, 18-12-71). Después es también forzado a dejar la Compañía de Jesús, con Díez Alegría, con quien se solidariza (El Ciervo, l.ª quincena, abril, 75).

Será uno de los nueve que interrogan a los obispos con un artículo también citado ya varias veces: «Matrimonio indisoluble: ¿ley o ideal?» (Vida Nueva, 15-12-79) . Es evidente cual era la opinión de los firmantes.

Será vetado para enseñar en determinadas facultades católicas (El País, 28-2-81). La solidaridad con la guerrilla marxista salvadoreña era también obligada (El País, 15-12-81; 27-3-82), aunque los compañeros de viaje fueran Santiago Carrillo (máximo mandatario entocnes del Partido Comunista de España) y sus correligionarios.

Las tesis del jesuita dieron lugar a una polémica en la que el provincial de Cataluña y el obispo Iniesta se ponen de su lado (Ya, 21-12 82; 8-1-83; 12-1-83). En este caso fue el cardenal Ratzinger el origen de las censuras. Todo ello no fue obstáculo para que sus compañeros jesuitas le eligieran representante para la Congregación general que se iba a celebrar en Roma (Ya, 13-4-83).

Critica el documento vaticano sobre la Teología de la Liberación (El País, 9-9-84) y los nombramientos cardenalicios que hace el Papa Wojtyla (El País, 25-6-85), aunque según él, en realidad, «lo que habría que hacer es cuestionar el colegio cardenalicio».

También criticará a la jerarquía eclesiástica en el Octavo encuentro de cristianos de Base (El País, 31-10-88). Su modelo de obispo parece ser Casaldáliga, para el que también solicita el Premio Nobel de La Paz (El País, 4-3-89).

Con otros españoles acusa al Vaticano de actuaciones «autoritarias y excluyentes» (El País, 19-6-89) y pide el compromiso firme con los marginados (El País, 5-7-82), en una reunión en El Escorial para conmemorar el veinte aniversario del Congreso que dio a conocer en Europa la Teología de la Liberación. Los allí reunidos firman una carta de solidaridad con Boff, que acababa de dejar el sacerdocio. González Faus afirmó que «la teología de la liberación no sólo sigue viva sino que ha engendrado hermanos menores como la teología de la marginación».

Mientras tanto, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, con la firma del obispo Palenzuela, opone serios reparos doctrinales al libro de González Faus Hombres de la comunidad. Apuntes sobre el ministerio eclesial (ABC, 28-11-88; Iglesia-Mundo, 2.ª quincena febrero, 90). 

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