sábado, 23 de febrero de 2013

Eduardo Martin de Pozuelo


NOTAS DE LECTURA: FRANCO Y LOS JUDÍOS: LA GRAN IMPOSTURA*

octubre 24, 2012


Franco y Hitler en su entrevista Hendaya en octubre de 1940.
“ESPAÑA IMBUIDA DE SU ESPÍRITU CRISTIANO  y universal de amor a todas las razas de la tierra contribuyó al rescate de judíos y procedió más por intereses espirituales que por razones políticas o simplemente jurídicas”, afirmó el representante de Franco en la ONU en 1949. Sin embargo, su declaración era un cúmulo de falsedades.
De hecho, si miles de fugitivos del nazismo se salvaron bajo pabellón español durante la contienda (podrían haber sido 35.000), ello obedeció a presiones internacionales que recibió el dictador y a las iniciativas de un puñado de sus diplomáticos que actuaron por su cuenta y riesgo en varios países europeos, amparando a los perseguidos. En realidad Franco quiso una España judenrein o “purificada de judíos”, por lo que permitió su aniquilación. Derrotado el Eje, para legitimarse ante los Aliados el autócrata no dudó en presentar como propia la labor hecha por sus abnegados representantes. Ahora el reputado periodista de investigación Eduardo Martín de Pozuelo (La Jonquera, 1952) describe los detalles de esta cínica actuación en El franquismo, cómplice del Holocausto, recurriendo a documentos desclasificados en archivos estadounidenses, holandeses y británicos.
La conexión Franco-Hitler
La política judía de Franco conoció un giro. En noviembre de 1940 su gobierno se interesó por la suerte de los sefarditas de Francia, lo que hizo pensar a los nazis que “los españoles tienen un gran interés en proteger a los judíos de nacionalidad española”. Sin embargo, ello constituyó un espejismo, pues el régimen pronto devino antisemita y su proceder confundió a los propios alemanes. Y es que cuando España medió posteriormente por algunos judíos lo hizo “tarde, mal, en voz baja y sin usar los recursos diplomáticos disponibles”. Además, Madrid “reclamó a Berlín los bienes materiales de los deportados a los que negó el pan y la sal”, lo que convertía a la dictadura en cómplice del genocidio.

Portada de E. Martín de Pozuelo, El franquismo, cómplice del Holocausto (Libros de Vanguardia, Barcelona, 2012, 264 pp.,  22 euros).
¿Por qué Franco se condujo de ese modo? Posiblemente por dos razones, apunta el autor. Por una parte, por su creencia de que los judíos que acogiera serían aliadófilos y alimentarían su oposición interna y, por otra, por el estrecho alineamiento del régimen con Alemania. En este sentido, Martín de Pozuelo plantea de modo plausible que el golpe de Estado de 1936 se gestó cuatro años antes estimulado por nazis de Heinrich Himmler.
Así, Barcelona habría sido el “centro de agitación a favor del nazismo más importante de España” y los agentes hitlerianos habrían contactado aquí con el capitán Luis López Varela, entonces hombre de confianza del general Emilio Mola y uno de los militares alzados en 1936. Para el autor, las relaciones entre activistas germanos y oficiales españoles previas a la sublevación explicarían el hecho de que cuando ésta se inició, Franco recibió una generosa ayuda bélica alemana con sorprendente rapidez. Con la colaboración hitleriana previa al golpe “los lazos hispano nazis se tornaron indisolubles”, creándose las bases de una complicidad genocida.
Mirando bajo la alfombra
La obra recorre asimismo otros aspectos del franquismo y de la Transición, como el esfuerzo del Rey por calmar a militares inquietos por los cambios, su disgusto al conocer que Adolfo Suárez sería candidato en 1977 (al temer que su fracaso electoral comprometiera a la Corona) o la definición que hizo Manuel Fraga del futuro monarca: “un boy scout pero sincero e inteligente”.
El resultado es un ensayo ágil y sólido, que combina con acierto divulgación e investigación. Impacta al desmitificar la impostura de Franco sobre los judíos y es sugerente al plantear un influjo nazi en la rebelión de 1936. Y a la vez que muestra la miseria que el franquismo guardó debajo de la alfombra, hace aflorar la grandeza de sus diplomáticos que, desafiando a Madrid y Berlín, salvaron a miles de judíos. En definitiva, es una lectura más que recomendable.
(*) Reseña publicada en ”La gran impostura”, suplemento Cultura/s deLa Vanguardia (10/X/2012), p. 11

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