De Jorge Dulitzky para Pilar Rahola sobre el Papa
Querida Pilar,
Ante todo, gracias por mencionar mi nombre en uno de tus últimos artículos.
Quiero darte mi opinión sobre el tema de la muerte del Papa, pues tengo un enfoque alternativo al tuyo, que leí en el Diario El País hace pocos días.
Aquí va:
Creo que el planeta, salvo raras excepciones, vive un exceso de religiosidad.
No existe ninguna religión que sea mejor que otra, pero la gran pelea está en las religiones llamadas 'monoteístas', la primera creada por el poco recordado Akenatón, en Egipto, cuya idea la llevó quienquiera que haya sido Moisés a Canáan, que luego de varias herejías - la primera de Pablo de Tarso - se instaló como heredera del Imperio Romano en Roma y luego aparecieron los musulmanes, invocando al mismo Abraham que resulta patriarca de todos los monoteísmos vigentes.
Las sucesivas religiones se impusieron por las armas, y pese a decir que invocan al mismo Dios, mataron para demostrar que su versión es mejor que la del vecino.
La religión, que surgió en el rincón de los tiempos como un homenaje a la misteriosa capacidad femenina de traer gente al mundo y por la cual dominaron las diosas durante 25 mil años, pasó a manos de los hombre, que supieron aprovechar el miedo humano a los cataclismos y a la muerte. Zeus, dios del trueno, destronó a Hera, diosa del amor. Así las cosas, las religiones se apoyaron en 'proteger' a sus fieles contra esos miedos, y luego del advenimiento del capitalismo, a la seguridad que en el 'más allá' nos espera una vida mejor, ya que en el 'más acá' las cosas son duras.
La religión, tal como la predicaba Jesús, era algo íntimo, que cada quien resolvía orando en casa, sin necesidad de iglesias y boato. Pero esa clase de prédica sólo sirve para la gente que tiene mucha capacidad de conocerse y auto-gestionarse. El sociólogo americano Reissman creó la terminología 'inner directed men' y 'outer directed men', estos últimos sujetos, presas de Hitler y cuanto tirano existió en este pobre planeta.
Freud, definió a la religión practicada en público como una neurosis colectiva.
Por lo tanto, una enfermedad (de difícil curación).
Estoy convencido que nuestro mundo, luego del siglo XX caracterizado por guerras de un grado de crueldad inusitado, con industrias de la muerte, con un despliegue de riquezas irritante que coexisten con paises enteros que se mueren de hambre, está entrando en un fanatismo religioso casi medioeval, que permitió que Bush gane las últimas elecciones, pues el electorado piensa que es el único capaz de detener el ataque del otro fanatismo religioso que viene de Oriente. El mundo está envuelto en una guerra religiosa que, detrás del deseo de dominio, el petróleo, el agua, y la mano de obra barata, voy a imponer a mi Dios que es mejor que el tuyo.
Así llegamos a este fenómeno por el que cuatro millones de personas acuden para ver a pocos metros el cuerpo muerto de Juan Pablo II, quien, críticas aparte, pienso que fue un gran hombre, muy coherente con su pensamiento, y que dirigió la iglesia en momentos difíciles. Juan Pablo no puede percibir el homenaje, salvo para los que crean muy seriamente que él observa desde el cielo. (Aristóteles decía que la gente prefiere creer a saber).
Los grandes noticieros de todo el mundo se dedicaron a cubrir este evento hasta el hartazgo, dejando de lado otras noticias. El manipuleo mediático es tan grosero, que pareciera que se terminó la guerra en Irak, en Oriente Medio y ni siquiera supimos de un atentado en Cairo.
No cabe duda, tal como decís. que el Vaticano está haciendo una fastuosa campaña de marketing con este 'parque de atracciones' creado alrededor de la muerte del Papa. Pero ellos piensan que hay que volver a traer a casa a los millones de fieles que se fueron pasando a las veinte mil variantes del cristianismo, buscando una religión más realista y coincidente con la forma de pensar de la gente de esta época.
Los fieles deberían preguntarse qué opinaría Jesús de este despliegue, de esas riquezas acumuladas, de los curas gordos y de los que hacen votos de castidad y se entretienen con los creyentes más jóvenes. Dostoievsky lo intentó en los Hermanos Karamazov y Jesús apenas se salvó de la Inquisición...
El problema es que nuestros mensajes sólo circulan entre la gente que piensa de determinada forma, pero no entre los que necesitarían leerlos.
Te envío un cariñoso saludo
Jorge Dulitzky
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