0 “Estudiosa del alma”. Así le gusta presentarse a Rosa Puerto, nacida en Barcelona y terapeuta del sonido. Después de formarse durante más de 20 años por países como Estados Unidos, Inglaterra o Suecia ahora tiene su propio centro de terapias, talleres y meditaciones, Aggelosiris, en la capital catalana. Puerto también es autora del libro ‘Terapia de sonido’ donde hace un repaso a los conceptos y las diferentes aplicaciones de esta terapia.
-¿En qué consiste exactamente la terapia del sonido?
- Es una de las terapias vibracionales que hay en la actualidad. Es muy antigua porque nuestros ancestros ya trabajaban con el sonido. Puedes encontrar tratados griegos, egipcios o referencias en la Biblia. Ahora en la actualidad se trabaja desde el concepto de que el cuerpo es vibración. Cada órgano, cada hueso, cada parte de tu cuerpo tiene una frecuencia y en la terapia del sonido restableces la armonía que ha perdido.
- ¿Cómo se consigue esta armonía?
- A través de la voz, instrumentos o de otros tipos de aparatos electrónicos. Hay muchas vertientes pero pienso que el instrumento por excelencia que llevamos encima es la voz.
- ¿La voz es terapéutica?
- La voz es tu huella digital. Tú naces con una voz que va cambiando mientras vas creciendo y en esa voz puedo ver tus bloqueos. Uno mismo cuando está mejor siente que la voz le cambia. Seguro que si una persona recuerda cuando está enamorada o cuando está triste su voz denota angustia o expansión, sea lo que sea, tú voz es una huella digital.
-¿Cómo cura el sonido?
- La persona puede aprender a hacer ejercicios para mejorar el problema que tenga. Para aliviar el dolor también hay sonidos que ayudan a que las tensiones desaparezcan.
- ¿Y todo esto está científicamente estudiado?
- En la actualidad hay mucha investigación de cómo el sonido afecta a las células. Si hay una célula cancerígena y entra el sonido y es una vibración una octava más alta, esa célula que está enferma explota. Así, cuando hay un bloqueo y entra un armónico, sea de tu voz o de un instrumento, hace que el bloqueo se expanda y se rompa, y en ese momento deje de existir.
- ¿Cómo se forma una terapeuta sonido?
- En mi caso me he formado con muchas personas. Por ejemplo, con los cuencos de cuarzo me formé con Awahoshi Kavan, una mujer americana de origen Cherokee. También he estudiado con varios formadores de voz como Frankie Amstrong o Karina Schelde. Después estoy formada en otras técnicas, soy psicoterapeuta, arte terapeuta y maestra de Reiki.
-Así como en la musicoterapia hay una formación reglada, ¿en el caso de la terapia del sonido existe?
- Oficialmente en España no la hay. Existe mucha gente como yo que trabaja muy bien pero la universidad no ha dado ese espacio aunque a lo mejor dentro de unos años lo da. Precisamente aquí imparto una formación desde hace unos años. Para mí la persona tiene que estar versada en varias técnicas para trabajar como terapeuta de sonido no sólo a nivel musical sino a otros niveles.
- ¿Y en otros países como está el tema formativo?
- Por ejemplo, en Inglaterra existe la Universidad de la Sanación por el Sonido. Ahí está reglado. En los años 50 después de la Segunda Guerra Mundial la arteterapia y la musicoterapia empezaron a florecer debido a muchos traumas de la Guerra. En Estados Unidos y en Inglaterra fueron los países donde realmente se empezaron a utilizar y de ahí se expandió.
- ¿Para usted de todos los órganos el más importante es el oído?
- No sólo el oído, también el tacto. Una persona sorda también escucha y siente, y escucha por la piel. Es tan importante que escuches con tu oído como con tu cuerpo.
- ¿Usted concibe un mundo sin sonido?
- No. Imposible. Para mí es muy importante. ¿Tú te imaginas un mundo sin pájaros? Además la naturaleza sana a las personas. Cuando vas a un lugar vuelves con un estado de ánimo diferente por la brisa del mar, el ruido de las olas o el canto de los pájaros. La naturaleza es sonido. ¿Cómo podríamos prescindir de él? Es imposible.
- Barcelona, considerada una de las ciudades más ruidosas, ¿es un buen sitio para hacer terapia de sonido?
- ¡Gracias a dios estoy en un lugar en Barcelona donde no hay mucho ruido! Estoy en un lugar peatonal sin tráfico (sonríe). Sí que es importante que la persona desconecte de los ruidos que molestan al oído ya que el cerebro los absorbe como algo natural y evidentemente causan estrés. Muchas personas que viven en Barcelona ponen el automático para subsistir y aún tenemos la gran suerte de que queda el mar cerca y no está tan lejos la montaña. Dentro de lo que cabe no está tan mal Barcelona.
- Usted también es psicoterapeuta, ¿cree que en nuestra sociedad actual y con los tiempos que corren es necesario tener un terapeuta en nuestras vidas?
- Siempre ha sido bueno que una persona te ayude en el camino y no necesariamente una siempre, ya que hay muchos tipos de terapias. A veces es muy difícil hablar y hacer que los amigos, familiares o la pajera hagan de terapeuta. Nadie tendría que hacer de terapeuta con su pareja, es complicado y puede acabar rompiéndose una relación si uno va de salvador. Yo aconsejo encontrar a la persona adecuada que te pueda ayudar y dar confianza. Y hoy en día pesar de la crisis y de todo lo que se habla, a veces se han de derrumbar cosas para construirlas de nuevo, quizás por eso hay más necesidad de que haya gente terapéuticamente ayudando a los demás.
-En consecuencia, también hay más pacientes, ¿no?
- Sí, no me puedo quejar. Pienso que las personas están buscándose y tratando de encontrar salidas de vivir y sentirse mejor.
- ¿Cómo fue su descubrimiento con la terapia de sonido?
- La música siempre me ha apasionado desde pequeña. Empecé con danza clásica y luego trabajé como periodista musical a los 20 años. Me gustaba tocar instrumentos pero no me había decidido y en un momento, a los 31 años, tuve una gran necesidad interna de cantar y ahondar en la música que llevaba dentro. Fui a un curso y ahí tuve un descubrimiento. Empecé a cantar para otras personas y se movieron cosas para mis compañeros de curso y me dijeron si no me dedicaba a esto, que mi voz tenía una calidad sanadora muy grande y que la explorara. Y por ahí empecé.
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