Raimon Panikkar
Me referí a él en una semblanza que hice a Raimon Panikkar en La Vanguardia el día 29 de agosto con el título: Una filosofía renovadora (pág. 29), cuando afirmaba, sin ninguna voluntad de exagerar, que Panikkar es el pensador catalán más universal que han dado nuestras tierras desde Ramon Llull. Después de decir esto, siempre es bueno recordar que Ramon Llull vivió durante el siglo XIII y algo del XIV.
En estos días se han escrito gran variedad de elogios, semblanzas, resúmenes, síntesis de la filosofía cosmoteándrica de Panikkar. Se la ha cualificado erróneamente, de panteísta, también de sincrética. De hecho, los adjetivos le van mal a Panikkar, porque como dice uno de nuestros pensadores que mejor le conoce, Lluís Duch, “existen muchos Panikkars dentro de Panikkar”. Nadie se lo puede apropiar, ni se le puede hacer referente de una institución, de una iglesia o padre de un “ismo”. Su pensamiento es transversal, con voluntad de trascender culturas, pueblos, religiones y lenguas.
Ya hace tiempo que los especialistas discuten sobre el fondo y la forma de la obra panikkariana y, probablemente, será objeto de discusión, de lectura y de interpretación durante decenios. Esperamos que su huella haga mella y que no pase lo mismo que con otros hombres de nuestra tierra que, además de ser ignorados en vida lo son, también, después de su muerte. Espero que su destino sea distinto, y además le podremos disfrutar íntegramente en catalán en la editorial Fragmenta. Es un acierto que tengamos la ocasión de leer la obra completa, la opera Omnia de Panikkar en la pulcra edición de esta editorial.
Panikkar es un universo, un mundo que fascina, pero a la vez también inquieta, interroga e incluso, angustia. El suyo es un cosmos lleno de luz y de agujeros negros. Despierta filias y fobias, como todos los grandes pensadores, tiene devotos que están muy lejos del maestro, y a la vez detractores que lo critican sin tan sólo haber leído su obra.
Me quedo con el Panikkar que hace pensar, que interroga el sentido y el fondo de las creencias, que estimula a trascender los conceptos para captar lo que siempre resbala entre las palabras: el Misterio.
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