domingo, 9 de octubre de 2011

Javier Barraycoa: Historias ocultadas del nacionalismo catalan

Hay libros que cambian vidas y otros, como éste, que pueden cambiar pasiones, incluso las más radicales. Lo más lógico es que, cuando un nacionalista catalán lea «Historias ocultadas del nacionalismo catalán» (Libros Libres), no quiera creerse lo que en él se dice. Aunque sí que habrá muchos que se planteen su ideología cuando descubran que algunos de los padres del catalanismo fueron españolistas o que catalán y castellano significan lo mismo. Incluso otros cambiarían de equipo de fútbol si descubren que el Barça era en sus orígenes un equipo de extranjeros, fundado por un extranjero, que prohibía jugar a catalanes, y que el Espanyol era el equipo de los catalanes. Javier Barraycoa, barcelonés, desmonta más de 200 historias, pero él lo tiene claro: «No es un texto contra nadie. Está motivado por el amor a una realidad y no por el odio a una idea».

«Mientras que el catalanismo prácticamente había sido siempre algo reducido en la propia historia de Cataluña, ahora ha conseguido una victoria culural, política y social sin precedentes. Una de las paradojas del catalanismo es que si Cataluña tiene una historia casi milenaria, en los últimos cien años lanza el mensaje de que han estado oprimidos, pero es un absurdo porque los catalanes nunca fuimos independientes», dice el autor, salvo una semana en 1640. Porque Barraycoa vive el presente y debate con sus amigos nacionalistas , aunque a sus argumentos históricos sólo encuentra rechazos. «Al final, te das cuenta de que sólo puedes amar una Cataluña, que es la Cataluña real, no la ideal, no la ideológica. Y la real es la histórica, con lo bueno y lo malo. Nunca ha habido resentimiento contra España; al contrario, es el origen del hispanismo. A veces en Madrid se escandalizan cuando lo digo, pero antes de existir Madrid, Cataluña era Hispania. En definitiva, que los catalanes somos el origen de la hispanidad».

Cataluña, sin alma
La consecuencia de las falsas verdades del nacionalismo, a su jucio, es que «Cataluña se ha quedado sin alma», o tiene otra impostada, «porque ha renegado de su propia tradición y ahora se está intentado buscar una identidad como sea. Por eso llega el absurdo de buscarla en un equipo de fútbol o en banderas que ni siquiera son la de la Cataluña tradicional. Porque toda ideología nacionalista pretende crear un imaginario de un país homogéneo. Y Cataluña nunca ha sido un país homogéneo». El libro pretende desvelar que ha habido muchos tipos de catalanes: los que apoyaron a Franco, conservadores, republicanos, católicos... «La historia del catalanismo es una historia de conversos y apóstatas, sobre todo al principio. De joven, Compays era un entusiasta españolista que se dedicaba a disolver sardanas. Y Macià era un militar español súper patriótico, monárquico cien por cien». Por no hablar de posiciones aisladas pero ilustrativas: «Siempre se ha ocultado el pensamiento racista catalán. Cataluña asimila muy rápido la doctrina pseudocientífica del racismo de Europa. Y sirve para alimentar el imaginario de que los catalanes descendemos de los arios, y que, al contrario, más alla del Ebro hay una raza que es la española, que es semítica, mora, musulmana». Barraycoa hace temblar con sus argumentos algunas construcciones teóricas, pero ¿no será capaz de atreverse con el Barça? Pues sí: Joan Gamper (en realidad, Hans Gamper) era un suizo protestante que «por resentimiento por no dejarle jugar en un equipo, funda el Barça para que sólo jueguen extranjeros. En sus orígenes estaba prohibido que jugaran catalanes, que jugaban en el Español». ¿Y los toros? «La tradición es infinitamente más antigua que los “castellers” o que la sardana. Hay registros desde 1409. Tenemos la segunda plaza más antigua de España, la de Olot, y buena parte de las normas actuales del toreo se realizan en Cataluña».

«Historias ocultadas del nacionalismo catalán»
Javier Barraycoa
libros libres
365 páginas. 22 euros.



¿Catalán es castellano?
Hay discusiones en torno al origen etimológico de la palabra catalán o Cataluña. Pero una de las más probables, que hasta Wikipedia recoge, es que su significado sea el de «habitante de castillos», es decir, castellano. «Por la influencia occitana y la lengua francesa, la palabra sería la derivación de ‘‘chatelain’’...», dice Barraycoa. «Es decir, que catalán y castellano serían, etimológicamente, lo mismo». «Esto es dinamitante –dice–. Aunque a lo mejor al que matan es a mí por decir esto...»

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