Martha Heineman y William J. Pieper Adictos a la infelicidad SECCIÓN I Causas y consecuencias de la adicción a la infelicidad De muchas maneras la gente se pone impedimentos para poder ser la persona que querrían o para tener la vida que realmente desean. Si usted se reconoce a si mismo en una o más de las siguientes situaciones, entonces, en cierto grado, usted es un adicto a la infelicidad. Queremos subrayar que la adicción a la infelicidad afecta a distintas personas de distintas maneras. Sus consecuencias pueden ser relativamente menores o pueden ser importantes y limitadoras; pueden afectar a un solo aspecto de la vida o pueden estar presentes en todos los momentos del día a día de una persona. Situación: Soy incapaz de mantener una resolución, ya sea una determinación para perder peso, para controlar mi genio o para terminar mi trabajo a tiempo. Un ejecutivo de publicidad nos contaba: «Aunque mi médico me ha dicho que pierda peso porque tengo la tensión alta, no puedo hacerlo. Pierdo unos cuantos kilos y los recupero inmediatamente». Situación: Me siento desolado y me resulta difícil remontar cuando las cosas van mal. Una mujer nos confesó: «Cuando mi jefe me hizo una crítica un viernes sobre un informe que había preparado, no conseguí olvidarme de sus palabras. Me sentí machacada y avergonzada todo et fin de semana, y casi no pude ni hablar con otros miembros de mi familia. Sabía que era una reacción exagerada, pero no podía evitar et sufrimiento que sentía». Situación: Fracaso cuando todo indica que voy a vencer; justo cuando et éxito por et que he luchado sin descanso está a mi alcance, hago algo para dejarlo escapar. Un estudiante de universidad nos conté que había estado trabajando sin descanso para terminar un trabajo y, et día de entrega, se lo dejé olvidado en su habitación; como consecuencia, se le rebajó la calificación cuando hubiera podido obtener una calificación muy alta. Situación: Consigo éxito y luego lo pierdo. Un jugador de tenis profesional vino a vernos porque solo podía jugar bien hasta que conseguía una ventaja considerable sobre su oponente. Entonces cometía errores espontáneamente y perdía el partido o tenía que poner un esfuerzo tremendo para salir del agujero que había cavado para sí mismo. Situación: Consigo un objetivo por el que he trabajado muy duro, pero me doy cuenta de que no puedo disfrutar de ello. O bien no parece tan importante como antes cuando estaba intentando lograrlo, o me empiezo a centrar en algún otro deseo insatisfecho. Un abogado que conocemos disfrutaba trabajando las 70 horas a la semana que necesitaba para llegar a ser socio de la firma para la que trabajaba. Sin embargo, inmediatamente después de convertirse en socio, se empezó a sentir aburrido y ansioso al trabajar de abogado y empezó a pensar seriamente en cambiar de profesión. Situación: Me resulta difícil tener relaciones cercanas y significativas. Una mujer que conocimos siempre acababa teniendo relaciones con hombres que querían un compromiso menor que ella, con el resultado de que a menudo se sentía herida y rechazada. Un hombre que nos visitaba habitualmente elegía parejas y amigos que eran despectivos, adictos a distintas sustancias o que con seguridad le iban a hacerse sentir mal.
Situación: Cuando encuentro a alguien que se preocupa por mí tanto como yo me preocupo por él, tiendo a crear conflictos y acabo destruyendo la relación. Un contratista se pasó muchos años buscando a la mujer de sus sueños. Cuando finalmente la encontró, disfrutó de un breve periodo de relación verdadera. Luego empezó a discutir con ella sobre cosas insignificantes, como qué película ver o su manera de vestir. Vino a pedimos ayuda antes de echar a perder la relación totalmente. Situación. Nunca puedo hacer bien mi trabajo o terminarlo a tiempo: a menudo pospongo las cosas para más tarde; me resulta difícil concentrarme; me cuesta trabajo ser minucioso; me resulta embarazoso cumplir los plazos acordados. Situación. Trabajo demasiado y no me permito tener tiempo de ocio o pasar tiempo con mi familia. Un contable vino a pedirnos ayuda porque estaba llegando el momento de retirarse y se había dado cuenta de que estaba aterrorizado al pensar en todo el tiempo libre que tendría por delante. Casi no había disfrutado de ningún día descanso en su trabajo porque se sentía inquieto y ansioso cuando no estaba trabajando. Situación: Las actividades que más me gustan implican riesgo. Me preocupa tener un accidente, pero no puedo dejar el placer que obtengo con este tipo de actividades. Un ávido corredor de motos vino a vernos porque había estado cerca de la muerte varias veces; su mujer estaba a punto de dar a luz a su primer hijo y quería poder llegar a verlo. Aun así se encontraba atormentado porque estaba convencido de que no 9
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podría sentir de ningún otro modo la emoción que sentía cuando corría. Situación: Frecuentemente siento que me invade el desasosiego. Una mujer de negocios vino a vernos porque a menudo, sin ninguna razón aparente, se sentía ansiosa y deprimida. Situación: Nada me apasiona y me pregunto: «¿De qué trata todo esto?». Una mujer iba de trabajo en trabajo, de relación en relación, de actividad en actividad, buscando sentirse plena y con un objetivo en la vida. Cuando vio que seguía sintiéndose insatisfecha, vino a vernos. Situación: He sufrido importantes pérdidas personales de las que no me puedo recuperar. Una mujer, cuyo marido había muerto en un accidente de coche tres años antes, vino a vernos porque seguí deprimida y llorando diariamente. Situación: No puedo regular mis apetitos (por la comida, la bebida, el juego, el sexo, etc.). Un fotógrafo vino a nosotros a través de su mujer porque se pasaba la tarde bebiendo una cerveza tras otra. Nos dijo que era la única manera de relajarse después de un día de duro trabajo. Si usted se ha enfrentado con estas o similares dificultades, entonces ha experimentado de primera mano cómo funciona la adicción a la infelicidad. En las páginas siguientes le mostraremos primero con más detalle por qué y cómo la adicción a la infelicidad puede estar saboteando sus buenas intenciones, sus elecciones positivas y su equilibrio interior, y después describiremos las estrategias que harán que pueda superar esta adicción y elegir la felicidad de una vez y para siempre. Comprender los años de su infancia es la clave para poder hacer cambios en su vida actual Vamos a llevarlo en un breve viaje que tocará aspectos concretos de su infancia. Sabemos que al ser un adulto con problemas que lo presionan y queriendo mejorar su vida aquí y ahora, puede sentirse extrañado y quizá un poco frustrado ante la perspectiva de tener que mirar hacia atrás en el tiempo. La razón por la que nos detendremos en sus experiencias más tempranas es que siguen vivas e interfieren de manera encubierta con su capacidad para crearse la vida que usted quiere. Antes de que usted pueda mejorar su vida de forma duradera y significativa, tiene que reconocer y comprender los obstáculos que le impiden llegar a la felicidad para la que nació. En su camino se interponen conceptos negativos que usted ha asumido tanto sobre usted mismo como sobre los demás, conceptos que probablemente haya aprendido antes de aprender a hablar y, con seguridad, antes de que pudiera tener una mente como la que posee usted ahora. Estos conceptos asumidos pueden ser invisibles para usted, pero son tan reales como una gran roca y ejercen una tremenda influencia. La buena noticia es que al leer con cuidado las páginas siguientes puede destapar y disminuir estos conceptos negativos asumidos, dándole toda la energía para que pueda hacer realidad la vida que usted desea. Pensadores tan diferentes como Sócrates, San Agustín, Shakespeare o Freud han reconocido que nuestras experiencias de la infancia tienen un efecto profundo en nuestra vida de adultos. Sin embargo, debido a que las experiencias que más nos influenciaron tuvieron lugar antes de que pudiéramos organizarlas y recordarlas en el mismo lenguaje con el que hablamos hoy, la naturaleza exacta de la mente de un niño sigue siendo un misterio. Por primera vez veremos una ventana abierta a la experiencia de un niño, gracias a nuestro descubrimiento de que todos los recién nacidos llegan al mundo siendo optimistas: aman a sus padres y creen firmemente que sus padres son perfectos y que los aman con entrega. La consecuencia trascendental, al considerar la inmadurez de los recién nacidos bajo esta nueva perspectiva, es que a ellos les resulta imposible evaluar la calidad del cuidado que reciben de sus padres. Nuestro descubrimiento más importante es este: todos nacemos para amar el tipo de atención y de cuidado que recibirnos y para querer más. No es nuestra intención culpar a los padres o a otros adultos que fueron importantes para usted. Las personas que lo cuidaron lo hicieron lo mejor que pudieron y, con seguridad, solo querían lo mejor para usted. Examinamos las experiencias de su infancia porque la única manera de mejorar su vida permanentemente es comprender por qué y cómo los efectos de estas experiencias le están influenciando a usted hoy.
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