La voz de los adolescentes, de Javier Elzo
En ocasiones resulta difícil comprender a los adolescentes y su visión del mundo. Sus opiniones sobre la familia, los estudios, el sexo o los valores con los que se sienten identificados, preocupan mucho a padres y educadores. Además, es necesario reflexionar sobre si nuestros jóvenes son realmente felices o por el contrario, tienen serios problemas de autoestima.
La consideración de la adolescencia y la juventud como etapas distintas de la infancia y la edad adulta, es un fenómeno relativamente reciente. Con la erradicación, en buena parte del mundo, del trabajo infantil, se comenzó a estudiar y a tener en cuenta los cambios físicos y metales tan importantes que niños y niñas experimentaban al llegar a la pubertad.
No podemos dejar de lado que jóvenes y adolescentes son como son por el ambiente en el que han crecido y muchas veces, cuando los adultos hacemos comparaciones, olvidamos que nuestra sociedad era muy distinta apenas hace unas décadas. Los adolescentes de hoy, de estos últimos diez años, si no menos, presentan algunos rasgos diferenciales que permiten pensar y afirmar que estamos ante «nuevos adolescentes».
Este libro pretende avanzar en la reflexión con el objeto de aportar algunas claves que ayuden a entender mejor al adolescente de hoy.
Javier Elzo es catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto, presidente del Forum Deusto y principal investigador para España del «European Values Study». Asimismo es investigador social en las áreas de «Sistemas de valores y de la religión», «Sociología de la juventud, de la violencia juvenil y de la drogadicción» y, recientemente, también de «Sociología de la familia».
Ha dirigido cerca de cincuenta estudios sociológicos de carácter empírico, de los que más de la mitad se han publicado en libros, y ha participado como coautor en otros veinticinco. Colabora habitualmente con la Fundación SM en sus estudios e informes sobre la juventud española desde al año 1989. Conferenciante habitual en universidades y congresos científicos, busca compaginarlo, como contraste con los protagonistas en los temas que aborda, con otros ámbitos no académicos. Es natural de Beasain. Está casado y es padre de un hijo y una hija.
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2 comentarios
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2 Respuestas a La voz de los adolescentes, de Javier Elzo
anónimo
marzo 4, 2010 a las 6:45 pm
Soy un estudiante de bachillerato, tengo 18 años y estoy de acuerdo con Javier en mucho de lo que he podido leer. Sin embargo, hay una cosa en la que no estoy de acuerdo, y es que no todos los jóvenes adolescentes somos iguales, los adolescentes no son como antes, muy bien, pero no todos. Hay adolescentes que salen de marcha, se emborrachan, “disfrutan” (o eso dicen), hacen tonterias, destrozan los lugares públicos… y hay quienes salen de marcha, se lo pasan muy bien, y no cometen esas locuras para, simplemente, ser el más “way” de los colegas. Hay quienes disfrutan y quienes dicen disfrutar. Y es que son más felices, mayormente, los jóvenes que no se meten en problemas, que se preocupan por sus amigos, que no ofenden, que les importa el trabajo/estudio,… (que son responsables) que los que dicen que no les importa nada más que salir de marcha, quemar papeleras, creerse el mejor, porque no es más que una creencia propia de un ser irracional. En resumen, hay adolescentes que somos felices y no causamos problemas a la sociedad ni a los bienes públicos, que nos interesamos simplemente por ser como realmente somos y no como quieren que seamos.
Un saludo.
sábado, 25 de febrero de 2012
Javier Elzo: La Voz de los Adolescentes
El adolescente en la sociedad actual: una visión sociológica.
Materiales para la intervención de Javier Elzo en la Jornada del 26 de octubre de 2.000 organizado por la Sección de Pediatría Extrahospitalaria de Gipuzkoa.
Dos grandes apartados van a conformar mi intervención en esta Jornada. En un primer momento abordaré cuales son los valores dominantes en los adolescentes de hoy, forma indirecta de constatar donde se sitúan sus preocupaciones, anhelos, preferencias etc. En un segundo momento, dada la gran importancia que los adolescentes conceden a la familia como factor de socialización, me detendré en el nivel de comunicación existente en el seno de las familias.
1.Los valores dominantes en los adolescentes de hoy
Una de las tesis centrales de nuestro libro "Jóvenes Españoles 99" dice que los jóvenes y adolescentes de hoy no conforman un grupo aparte en la sociedad. La hipótesis de partida, que la recojo de Mannheim, dice que es "la vivencia de experiencias compartidas lo que puede originar situaciones generacionales". Solamente a partir de ahí es posible hablar de adolescentes y jóvenes de tal momento histórico o de tal enclave geográfico. Esto es, el ser joven se construye en razón del contexto histórico que le ha tocado vivir, del modelo o modelos de sociedad propuestos en el que se está haciendo, de las estructuras sociodemográficas de la sociedad en la que vive, de los grupos sociales que la componen, de los valores dominantes en ascenso y descenso, de los pesos de los diferentes agentes de socialización etc., etc. No puedo detenerme aquí en este punto pero si quiero señalar que concluimos nuestro trabajo diciendo que no hay una subcultura juvenil sino que los adolescentes y jóvenes participan, a su modo ciertamente, de los valores dominantes de la sociedad en la que viven.
Para ilustrar la afirmación anterior, y antes de entrar con más detalle en los valores más específicos de los adolescentes, voy a trasladar aquí una tabla resumen de lo que entiendo que conforman los valores dominantes de la sociedad española de hoy y como se distribuyen en razón de la edad. Creo que la mera lectura de la tabla es suficientemente ilustrativa y no necesita de mayores comentarios.
Valores dominantes en la sociedad actual, acentuando las diferencias según la edad
Ranking
Valores
Jóvenes
Adultos
Mayores
Todos
1º
Importancia de la familia/o pareja
X
2º
Búsqueda del bienestar, del bien vivir
X
3º
Individualismo
X
4º
El trabajo como valor utilitario
+++
+++
+
5º
Tolerancia o Indiferencia (según)
++
-
-
6º
La vida como espectáculo
++
+
+++
7º
Buscar seguridad (familiar, laboral...)
-
++
+++
8º
Culto y cultivo del cuerpo
++
++
-
9º
No-asunción de responsabilidades
+++
+
+++
10º
Cuidado del cuerpo
-
+
+++
11º
Vivir en y para el presente
+++
+
-
12º
La juventud (ser joven)
X
13º
Ser competitivo funcional
+
+++
-
14º
Más localista, menos universal
X
15º
Humanitarismo indoloro y lejano
++
-
+
16º
Demanda soterrada de fidelidad
+
-
+++
J.Elzo. Octubre 2000. Elaboración subjetiva sobre la base de datos objetivos. Tabla inédita en esta formulación.
Como vemos, muchos de los valores que hemos señalado referidos a los adultos podemos suscribirlos como conformando el universo nómico de los adolescentes y jóvenes. Entre nosotros no hay, todavía, estudios en los que se comparen los sistemas de valores de los adolescentes con los de sus padres, adoptando como unidad de estudio la propia familia. Mi hipótesis, en este campo, sería la de decir que en el ámbito normativo hay menos diferencias, notoriamente menos diferencias incluso, entre los adolescentes y jóvenes por un lado y sus padres por el otro, que las diferencias que resultan de las tipologías que se pueden realizar entre los propios jóvenes, edad y genero controlados, sobre la base de variables opiniáticas tales como las opciones políticas y la dimensión institucional de lo religioso, así como las variables comportamentales como las que controlan los usos diferenciales del tiempo libre en general y el tiempo de ocio en particular.
Pero, incluso, en los análisis que realizamos, en base a análisis sincrónicos en momentos concretos y determinados distinguiendo franjas de edades, y en base a declaraciones de los propios jóvenes y adolescentes de sus consensos y disensos normativos con sus padres se constata que las diferencias, aún existentes, son sorprendentemente menores de las que cabría pensar a primera vista. No que el factor edad no sea un factor importante pero parece jugar más en la graduación de las diferencias que en el orden de las mismas. . Exagerando y, sobretodo, generalizando un tanto diríamos, en el viejo lenguaje escolástico, que hay una diferencia de grado y no de naturaleza. De hecho siempre he sido reacio a hablar de una subcultura juvenil, inclinándome más a hablar de "subculturas juveniles" no totalmente independientes de las adultas.
En cualquier caso es legítimo hablar de los valores dominantes de los jóvenes de hoy. He reflexionado sobre este punto en diferentes lugares. Señalaría, en el marco de este Encuentro de San Sebastián sobre la adolescencia en el año 2.000, organizado por la Sección de Pediatría Extrahospitalaria de Gipuzkoa, los siguientes:
El individualismo teñido de búsqueda de autonomía como valor fundante de lo bueno y lo malo, de lo útil e inútil, de lo que sirve y lo que no sirve, todo ello braseado, preferentemente, en el grupo de pares, de amigos o, al menos compañeros, entre los que destaca muy frecuentemente un líder, conformando así, de alguna manera, sus grupos de referencia (pues pueden ser más de uno).
La aceptación del pluralismo y la actitud básicamente tolerante ante el diferente aunque en este punto haya de hacerse dos matizaciones importantes. Por un lado la dificultad de separar en muchos momentos la tolerancia en lo que supone de respeto al "otro", en tanto que "otro", de la indiferencia por el distinto con tal de que no me moleste. Junto a ello está muy extendido el principio,(el valor justamente), de que todo es opinable, de que todas las ideas se valen con tal de expresarse y defenderse sin violencias. Esto es reflejo de la confusión existente entre el relativismo del "todo vale" y la relatividad que se opone a la pretensión de la verdad única, de la verdad absoluta. La segunda matización importante a señalar aquí es que en algunos segmentos estadísticamente importantes de los adolescentes y jóvenes españoles ( y más entre los primeros), en consonancia con sus coetáneos europeos, está emergiendo una actitud autoritaria que no dudo en calificar de racista. Volveré a este punto más abajo.
El presentismo, la dificultad de proyectarse en el futuro así como la necesidad de vivir el presente a tope, sin diferir el gozo de lo deseado en cada momento. La única planificación posible es la semanal. El horizonte es semanal. Muchas veces he repetido que una de las notas de la sociedad actual es la acentuación de las diferencias entre el tiempo de trabajo/estudio y el tiempo de ocio: un tiempo , el del trabajo, normativizado, en el que es preciso mantenerse en forma, estar ágil, presto, "performativo", con la vista puesta en el fin de semana que, por contra, es percibido como el tiempo libre o para ser más exacto, un tiempo que se pretende libre, ausente de normas, pero que, como ilustra muy bien el modo de diversión de muchos jóvenes, el exceso puede convertirse en la norma y hacer aparecer como "outsiders" que diría Becker, como extraños, a los que se salen de la norma del exceso. Pero no se piense que esto es privativo de los adolescentes y jóvenes aunque por la fuerza de la edad en ellos tenga unas manifestaciones más llamativas (y más trágicas en muchos casos) sino también en muchas personas adultas que vagan los fines de semana, puentes, acueductos y vacaciones, a veces buscando un descanso imposible, a veces maldiciendo internamente un tiempo de ocio del que no saben qué hacer y para el que, por contra, están trabajando denodadamente durante el resto de la semana y a lo largo de todo el año. Esta compartimentalización del tiempo cronológico, unido a la diferente valoración del tiempo de trabajo como un tiempo penoso e irritante frente al pretendido tiempo libre, el tiempo festivo, que es percibido, más verbal que realmente, como el tiempo feliz me parece, lo repito, dentro de su aparente banalidad, una de las grandes trampas en la que estamos enfrascados en estos tiempos. Basta pensar, por dar un solo detalle, en los enormes embotellamientos en los que millones de ciudadanos consienten en atraparse los fines de semana y más aún los puentes y acueductos bajo el disfraz de escaparse del "rutinario trabajo" y disfrutar de la "libertad" del fin de semana.
Una actitud básicamente pacifista con un antimilitarismo incrustado en lo más profundo de ellos mismos. Más allá de contextualizaciones histórico políticas que cabria hacer (un Ejercito que en los últimos cien años no tiene de que gloriarse, un Ejército del que una parte se rebeló contra el poder legítimamente constituido y avaló y sostuvo durante 40 años una dictadura, un servicio militar que ni mirando con lupa encuentra un defensor, etc.etc.) es evidente que la juventud española es pionera en este campo. Decir que junto a posturas antimilitaristas y pacifistas podemos encontrar, en algunos jóvenes, actitudes de pura conveniencia personal no invalidan en absoluto la afirmación anterior pues aplicando ese principio no encontraríamos nunca actitudes puras, angélicas más que en... los ángeles precisamente.
Una gran inseguridad muy en consonancia con su presentismo y ante un futuro que lo perciben como negro. Las personas adultas no somos plenamente conscientes de lo que supone para muchos adolescentes la constatación de que viven en un mundo competitivo, feroz, en el que los niveles de paro son escalofriantes. En clara correlación con ello, aunque las explicaciones hay que buscarlas también en otras latitudes, me parece llamativa la preocupación de muchos adolescentes por el dinero, el amor al dinero, la rentabilidad financiera y pecuniaria de todo esfuerzo solicitado que siempre es medido por el tiempo exigido (fuera del mundo de ciertas ONG´s, organizaciones de iglesia, sindicales, políticas etc.
En el ámbito institucional es cada día mayor la aceptación de la familia de origen, no solamente como "fonda gratuita" sino también como espacio de convivialidad buscada y, en gran medida, correspondida. En el futuro también se proyectan en un ámbito familiar y si no se liberan antes de la "fonda" es por tres razones: por la percepción de la precariedad del empleo, por la carestía de las viviendas y, especialmente, los que provienen de las clases sociales medias y altas, por que difícilmente podrían empezar su vida emancipada en el mismo o similar nivel de vida de su familia de origen.
Una adolescencia abierta a toda suerte de sensaciones sensitivas, emocionales, con aceptación del "riesgo festivo" y con una gran dificultad para admitir cualquier tipo de límite. La ausencia de límites está muy relacionada con la ausencia de normas, y la ausencia de normas no es sino la consecuencia, a su vez, de la inexistencia de referentes firmes y de esquemas de legitimación que hayan propiciado una socialización sólida.
Para un gran número de jóvenes los únicos límites plausibles, durante el tiempo libre, son los que provienen de su cuerpo y de su (pretendido) libre albedrío. El cuerpo, esto es, lo que aguante su cuerpo, por un lado y las ganas, la apetencia o inapetencia del momento, su estado anímico, "me gusta o no me gusta", por el otro, son los únicos criterios por los que el límite puede ser pensable. Fuera de estos dos factores todo limite es entendido como una imposición arbitraria ordenada por el mundo de los mayores. De forma telegráfica señalaría tres niveles de explicación.
El primer nivel, el más general pero no por ello menos importante, nos lo ofrece una sociedad en la que determinados valores han estado relegados en detrimento de otros. Frente a los valores de permisividad, hedonismo, delegación de responsabilidad en los demás, particularmente en la Administración y, en general, exigencia de todo tipo de derechos sin el correspondiente correlato de los deberes, valores todos ellos que han sido propugnados y alzados al primer plano, otros valores como el de la autoridad, el esfuerzo, la abnegación, la fraternidad cotidiana y, sobre todo, la propia responsabilidad han quedado postergados a un segundo plano.
El segundo nivel explicativo está, a mi juicio, en la gran falla que han dejado las instancias tradicionales como la Iglesia, los partidos políticos, sindicatos, las familias, la misma escuela etc.). que orientaban y ofrecían los esquemas legitimadores de valores, normas, actitudes y comportamientos a favor de los propios grupos de pares, por un lado, y de los medios de comunicación social, la televisión preferentemente, por el otro
El tercer nivel es, evidentemente, el de la familia. La familia es una institución muy valorada por los adolescentes y jóvenes y esta valoración positiva va en aumento. Pero al mismo tiempo la familia difícilmente puede cumplir su función educadora. Se esgrimen muchas razones. Hablaremos más delante de la falla de la comunicación entre los padres y los hijos. Quiero, no sea más que de refilón decir aquí que puede estar emergiendo en algunos adolescentes una actitud autoritaria. Martín Serrano y Velarde Hermida se hacen eco de este fenómeno y emiten una hipótesis que comparto plenamente. Citando a la Escuela de Frankfurt con su tesis de la personalidad autoritaria que podría provenir de una educación familiar rígida y de dureza emotiva por parte de los padres, añaden que " en nuestra época la matriz del autoritarismo estaría en la impotencia más que en la prepotencia de los padres. Impotencia que se manifiesta cuando en el hogar familiar domina la anomía. Entendiendo por tal la dificultad de proporcionar a los hijos- sobre todo durante la adolescencia- criterios normativos seguros y estables. Es decir, unos valores sociales, que al tiempo sean abiertos y eficaces para desenvolverse en las condiciones reales de existencia.". José Jiménez Blanco y yo mismo, en el estudio sobre los jóvenes vascos de 1.986, en otro contexto distinto, habíamos introducido una variante al concepto de anomía (en el sentido mertoniano del termino) con el término de antinomia expresando así que en algunos jóvenes no había reacciones violentos en razón de no disponer de conceptos claros y vivir en anomía sino porque habían construido un universo antinómico de valores en referencia a los valores dominantes. El País Vasco es un ejemplo de esto. En fin, otro registro, en este orden de cosas, la actitud autoritaria de algunos jóvenes puede explicarse, también, como reacción ante un mundo que lo perciben como flojo, "femenino", permisivo con el "extraño", con el diferente. A veces estoy tentado de decir que es un "revival" de un machismo que creíamos superado y olvidado.
Una concepción utilitarista del trabajo. que se les aparece, casi exclusivamente, como un medio de inserción en la sociedad y no como medio de realización personal. En efecto, el trabajo es percibido como mero valor utilitarista que tiene como único objetivo la adquisición de medios (ganar dinero dicho lisa y llanamente) con el objetivo de poder disfrutar la fiesta. El trabajo no es elemento de realización personal sino simple exigencia de integración social, condición "sine qua non" de seguridad vital. Empieza a no ser plausible, esto es del orden de lo socialmente pensable, proyectarse en el trabajo como modo de realización personal habiendo desplazado al tiempo libre, al ocio, esa facultad de realización personal, con lo que hemos evacuado al ocio de lo que tenía de más espontaneo, más libre, más poético, haciéndolo prosaico y banal. El ocio, particularmente en las personas adultas, es ya mero consumo, un producto más de consumo, incluso, en las sociedades más avanzadas "el" consumo por excelencia. El trabajo es percibido como un bien, escaso por añadidura, que hay que proteger pero del que no se piensa extraer ningún tipo de recompensa más allá de la meramente económica. El trabajo se convierte así en una maldición, pero en una maldición terrena luego con la de ser absolutamente imprescindible. No extrañará, en consecuencia, que para los que no tengan trabajo a la hora de buscarlo lo más importante sea encontrar un "trabajo seguro que no comporte riesgos de cierre o de desempleo" bien por delante de "hacer un trabajo importante que le haga sentirse realizado".
Una adolescencia reacia al discurso racionalizado, construido intelectualmente y con cierto grado de conceptualización. Es claramente la supervaloración de la emoción sobre la mera razón, la percepción sobre la racionalización a diferencia de las generaciones precedentes que han infravalorado lo sensitivo y emocional a favor y en aras de la mera racionalidad e, incluso, de la racionalidad científico-técnica en la reciente modernidad secularizante. Hoy necesitamos, más que nunca dada la globalización en la que nos encontramos, una formación que ayude a construir una "inteligencia sentiente". Los adolescentes deben estar intelectual y emocionalmente armados para situarse en la complejidad de la vida contemporánea. He dicho intelectual y emocionalmente armados porque una de las fallas de la formación es que se ha dado demasiada importancia a un tipo de razonamiento científico-técnico tenido como el único válido al par que hemos minusvalorado, cuando no despreciado, la dimensión sensitiva y emocional de la persona que es también parte fundamental para el conocimiento integral de las cosas. De ahí la necesidad de la "inteligencia sentiente", una inteligencia integradora de la razón abstracta y de los sentidos y sentimientos que conforman la riqueza de la persona humana. Así los adolescentes podrán dar cuenta razonada de sus actos, sentimientos de pertenencia, fidelidades etc. y sentirse emocional y sensitivamente integrados en la parcela geográfica, histórica, cultural etc. en la que les ha tocado hacer y construir su historia, sin temor al diferente, más bien sabiendo que con su contacto se van a enriquecer mutuamente.
De todo esto concluiría con una especie de tesis de fondo: en muchos adolescentes de la España actual hay un hiato, una disonancia entre los valores finalistas y los valores instrumentales que con graduaciones muy diversas lo haría extensivo, al modo idealtipico weberiano, al conjunto. Los adolescentes españoles de finales de los 90 invierten afectiva y racionalmente en los valores finalistas, (pacifismo, tolerancia, ecología, etc) al par que presentan, sin embargo, grandes fallas en los valores instrumentales sin los cuales todo lo anterior corre el gran riesgo de quedarse en un discurso bonito. Me refiero a los déficits que presentan en valores tales como el esfuerzo, la autoresponsabilidad, la abnegación (que ni saben lo que es), el trabajo bien hecho etc. No quisiera que se diera de esta hipótesis una lectura moralizante, menos aún culpabilizante de los adolescentes, pues no pretende ser otra cosa que descriptiva y, en todo caso, meramente analítica. Mi hipótesis apunta al hecho de que habiendo crecido en una sociedad en la que hay una cierta unanimidad en la formulación temática de algunos valores universales de rango finalista, sin embargo, el traslado de los valores instrumentales se hace de forma más dispersa produciendo así dislocaciones importantes en la formación integral de los adolescentes (eso que he denominado la inteligencia sentiente) dando origen en más casos de los deseables a adolescentes que se desenganchan de la carrera de la vida, vagando aquí y allá en búsqueda de un horizonte vital que ni siquiera lo pueden vislumbrar.
2. El silencio de los adolescentes. La comunicación en el seno de las familias.
Este verano de 2.000 he estado trabajando en un libro sobre lo que se guardan para sí los adolescentes, particularmente, en las relaciones que mantienen con sus padres. El libro acaba de salir a la luz pública y no me resisto a la tentación de trasladar aquí, de forma convenientemente adaptada, algunas de las conclusiones y reflexiones finales. Lo hago en la esperanza de que la altura intelectual del Foro que me escucha me ayudará a superar posibles errores en los que haya podido incurrir.
Los temas que en mayor medida ocultan los hijos a sus padres están relacionados con las cuestiones referidas a su vida sexual, al consumo de alcohol y drogas y a lo que hacen las noches de los fines de semana y de fiesta. También son avaros a la hora de contar sus pequeños hurtos, sus problemas en los centros escolares, sea las calificaciones escolares (lo que no les resulta siempre fácil de ocultar), sea problemas disciplinares. También sus peleas con otros jóvenes, incidentes nocturnos...y poco más.
¿Poco más?. Quizás, pero me he preguntado muchas veces a lo largo de este tiempo de reflexión y redacción si, a la postre, no ocultan lo esencial. Me refiero a lo que cabe vislumbrar a través de algunas expresiones de los adolescentes. Así cuando, en reiteradas ocasiones hablan de que se encierran en sí mismos (o, a veces, lo señalan a sus amigos más íntimos, pero no a sus padres) cuando sufren "sus depresiones", "cuando no me siento a gusto", "cuando estoy triste", "cuando no sé a quién hablar, con quién hablar"...En filigrana, en una adolescencia que se dice feliz, atisbo una adolescencia que se siente sola, no físicamente sola (les resulta imposible soportar la soledad física) sino anímicamente sola. He denominado esta situación, no recuerdo donde, reconozco que un tanto pedantemente, como una situación de "solipsismo grupal": son adolescentes que están solos en medio de un grupo de amigos, así llamados impropiamente pues, en realidad no pasan de ser, en al gran mayoría de los casos, meros compañeros. Sospecho que los adolescentes de hoy se comunican relativamente poco entre ellos. La situación puede resultar más que paradójica. Veámoslo.
Se dice que los jóvenes hoy hablan menos que antaño con sus padres. Se "culpa" de esta situación a la televisión y al hecho de que están mucho tiempo fuera de casa, con los amigos. Especialmente las noches de los fines de semana y durante todo tipo de fiestas, de tal suerte que se comunicarían, en nuestros días, más entre ellos que con sus progenitores. Se insiste también que los padres (especialmente las madres) ya no están en casa como hace unos años. Sin embargo creo que algunas de estas apreciaciones son relativamente infundadas. No es cierto que hoy los jóvenes hablen menos que en épocas anteriores con sus padres. Tampoco que la televisión, necesariamente, impida la conversación familiar. En fin, no estoy nada convencido, bien al contrario, de que los jóvenes entre sí se comuniquen, más que de forma epidérmica y superficial, en los lugares donde transcurren sus largas horas de correrías nocturnas.
Piénsese en lo que sucedía en las familias españoles hace cuarenta años, por poner una fecha. La situación económica era notoriamente peor que la de ahora. Los niños y los adolescentes vivíamos en la calle. Jugando los niños y de bares, de txiquiteo, de vinos, los adolescentes y jóvenes. En casa no había apenas sitio para todos y además éramos muchos. El padre rara vez estaba en casa, excepto a la hora de comer. La madre no daba abasto con las labores domésticas y con la cocina, pues entonces se cocinaba diariamente. Era ama de casa, categoría social en extinción en las nuevas generaciones. No había televisión pero, en muchas casas se comía con la radio puesta. Oyendo "el parte", no pocas veces. ¿Se hablaba tanto en la familia?. ¿No estaba más bien la madre sirviendo la comida y recogiendo los cacharros mientras el padre y los hijos simplemente comían, cuando no oía el padre la radio o leía el periódico?. Si es que no comía aparte...y los hijos lo hacían con la inevitable tía y con los abuelos.
Hoy en día muchos padres están agobiados por el trabajo, especialmente cuando trabajan ambos, el padre y la madre. Vivimos en una sociedad excesivamente acelerada, en la queremos hacer demasiadas cosas y todas deprisa y corriendo. Aquí y ahora. Hasta las vacaciones son ya una de las fuentes primeras de estrés. "Necesitamos vacaciones", decimos pero, a su término, necesitamos un periodo de adaptación postvacacional que, en muchos casos, no es sino un descanso del ajetreo de las vacaciones. Lo mismo sucede con el ritmo del fin de semana. Los lunes son los días de descanso del estrés del fin de semana. Los profesores que tenemos clases los lunes lo sabemos muy bien.
Por otra parte la bienvenida y todavía incompleta, al par que parcial, inserción social de la mujer ha supuesto, de toda evidencia, una menor presencia de la madre en el hogar familiar. Además, cuando está en casa tiene que sumar al trabajo laboral el doméstico, pues si bien la mujer ha salido de casa el hombre sigue fuera de ella, aunque en notoria menor proporción que el padre de antes. Vivimos, aquí también, un periodo no solo de transición sino de auténtica mutación histórica. Estamos creando nuevos modos de familia, sin que nos sirvan de mucho, se diga lo que se diga, los modelos que vemos en otros países, los de cultura no mediterránea y de mayoría protestante particularmente. Lógicamente esto supone no pocos desajustes que tienen su inevitable incidencia en las relaciones con los hijos y en la comunicación de los padres con sus hijos. La madre está menos tiempo que antes en casa. El padre algo más pero sin que llegue "a compensar", en absoluto, el "vacío" que deja la madre.
Ahora bien los padres de hoy estamos en casa de forma distinta. En conjunto menos tiempo que los padres de antaño pero con otra visión de las cosas, con otras exigencias. En efecto, los padres están viviendo los últimos veinte o treinta años un apremio incesante, una fortísima demanda social en orden a la educación y cuidado de los hijos. En el imaginario colectivo, en la literatura, científica y no científica publicada, en la vasta proliferación de cursos y cursillos de todo pelaje es innumerable la presencia de temas acerca de la adolescencia, de los cuidados a prodigar a los adolescentes y jóvenes (antes vivieron esa presión cuando sus hijos eran niños) y de los riesgos a sortear. Nunca adolescencia alguna ha sido objeto de tantas atenciones como la actual. Nunca los padres, el padre y la madre, han sido requeridos, solicitados y hasta culpabilizados (cuando las cosas supuestamente no han ido como debían) en la medida en que lo son en los momentos actuales en todo lo referente a la educación de sus hijos. Los padres perciben hoy, en orden a la atención que deben prestar a sus hijos, una presión externa, una continua demanda social, por ejemplo a través de los medios de comunicación social, que no sintieron sobre sus espaldas los padres de antes. Hasta el punto, me lo he preguntado más de una vez, si no hay que buscar, aquí también, una de las causas del descenso de natalidad, así como, por paradójico que parezca, el repliegue hacia la pareja dejando en un segundo plano la labor, pertinentemente familiar, de la educación de los hijos.
Los hijos han crecido en un marco de meros sujetos de derechos. Los padres, en tanto que padres, se ven como meros sujetos de deberes para con sus hijos. Los hijos, de tanto ser mirados, estudiados, analizados y protegidos han acabado situándose en el pedestal en el que nosotros, los adultos, les hemos erigido. Un pedestal de base estrecha, poco sólida, pedestal alto, muy alto desde el que miran, más hacia abajo que hacia el horizonte, viendo a sus padres temerosos, haciéndoles preguntas, dándoles recomendaciones para que no se caigan, desplegando redes protectoras por doquier, por si, a pesar de todo, se caen...
De la lectura detenida de las conversaciones que hemos mantenido con los adolescentes para la fuente cualitativa del libro creo que podemos extraer otra conclusión importante. Ya sabemos de qué cosas no hablan con sus hijos, o hablan a medias. Pero tan importante como eso es la calidad y profundidad de la propia conversación. El ejemplo del pedestal me sirve para explicarme. Cuando no hay una comunicación sostenida y cotidiana el nivel de la misma se caracteriza por los extremos. Esto es, o bien es muy superficial o bien es casi agónica, en momentos límites, o tenido como tales por los padres.
Empecemos por este segundo supuesto. Normalmente es consecuencia de la "sorpresa" de los padres cuando descubren que su hijo o su hija han hecho tal cosa que, según ellos, solamente hacen los hijos de los demás. La primera borrachera, un gran bajón en las notas, la primera noche entera fuera de casa, esos ojos saltarines de quien ha tomado más de un porro...A veces la cosa puede tener consecuencias mayores: un embarazo de noche de juerga, muchas veces fruto de una relación sexual, más que deseada impulsada por el ambiente reinante y estimulada por la desinhibición del alcohol ingerido, provocando abortos (primera causa de aborto de adolescentes); un accidente de tráfico las noches de fiesta (primera causa de mortalidad juvenil); una expulsión temporal del centro docente; una llamada de la policía porque su hijo se he peleado con otros adolescentes, o le han pillado, manos en la masa, hurtando en un gran almacén, en la tienducha de la esquina o rompiendo unas farolas con más de una copa de más...Afortunadamente estas cosas no ocurren a todos los padres aunque ocurren todos los fines de semana. Más en unas familias que en otras pero también "en las buenas familias". Nadie está libre de "un susto".
Pienso que en esas circunstancias excepcionales (unas más trascendentes que otras ciertamente, pero todas relativamente puntuales) requieren de la sabiduría del ser padre y madre. Eso que he denominado en el libro bajo la fórmula de ser "padre-padre" y "madre-madre". Pueden ser momentos extremadamente importantes para el adolescente en su vida personal así como en las relaciones con sus padres. No tengo recetas, claro está, pero sí parece razonable decir que las reacciones demasiado acaloradas en el mismo momento de tener conocimiento de un suceso penoso e inesperado son, habitualmente, contraproducentes y utilizo una expresión suave. No se trata de no decir nada. Menos aún de no hacer nada. Pero unos padres nerviosos, confundidos, sorprendidos e irritados no están en el mejor momento para encontrar las palabras adecuadas y para adoptar las decisiones más justas. Un "ya hablaremos" dicho con firmeza pero sin carga amenazadora o irónica es normalmente suficiente. Tras reflexión y descanso puede, y debe, producirse un diálogo que no tiene porqué tener la forma de un tribunal inquisidor. En los testimonios del este libro hemos encontrado más de un caso de este modo de proceder con consecuencias favorables. Entre otras cosas para profundizar en la comunicación intrafamiliar. En algún caso ha podido ser incluso el inicio o el afianzamiento de una comunicación mayor, de menos ocultaciones.
Ahora bien, en la mayoría de los casos la conversación de los hijos con sus padres es bastante banal. No pasa de la pregunta del padre (más frecuentemente de la madre) "donde has estado", respondido con un "por ahí", que si la pregunta es insistente recibirá la respuesta de "con los amigos", o "donde siempre, pues..por ahí" y poco más. Lo mismo sucederá cuando se le pregunte cómo ha ido el día escolar a lo que responderá que "como siempre" o "esperando que llegue el viernes". No digo que todas las conversaciones sean así, pero sí las habituales, las cotidianas. ¿Puedo añadir que si como padre puede resultar un tanto frustrante, como investigador me parezca que es, digámoslo así, "normal"?. Además del pedestal en que los padres les hemos colocado, ahí arriba, lejos, lo que hace las conversaciones difíciles, no hay olvidar el hecho básico de que la adolescencia es el inicio de la autonomización del hijo y de la hija, de su emancipación intelectual, afectiva ...aunque no económica en España. Y esa emancipación deben realizarla, fundamentalmente de sus padres. De ahí que oculten lo que es nuevo para ellos, lo que experimentan, por primera vez, en el periodo de la adolescencia: el nuevo cuerpo, la llamada de la sexualidad, los primeros botellones, ¡la droga!, las noches mágicas en las que ellos están solos, solos entre si, entre los coetáneos, sin control, sin límite...¡Cómo van contar eso a sus padres!. Además con pelos y señales como nos gustaría saber a los padres: con quién han estado, qué han hecho, si "ya han tenido rollo" (las hijas sobretodo), a qué hora han vuelto, si han bebido, si han fumado, droga sobretodo...Digámoslo de otra forma: si "normal" es que los padres pregunten no menos "normal" es que los hijos callen. Otra cosa es que sea lo más deseable aunque, a decir verdad, no me resulta fácil establecer la línea divisoria de lo "correcto", del nivel correcto de comunicación que, por un lado, permita la imprescindible autonomización de los hijos y, por el otro, la no menos imprescindible tutela de los padres. ¡Ay!..es el arte de ser padre lo que pido!. Pero siempre he dicho que es más fácil ser un buen profesor que ser un buen padre, como más fácil es, mucho más fácil, dar una buena conferencia, escribir un buen artículo, hasta un buen libro, que ser un buen padre.
Al final del libro he llegado a la conclusión de que lo ocultan los hijos de hoy a sus padres no dista mucho de lo que nosotros ocultábamos a los nuestros. Incluso, me pregunto, si en más de un caso y en determinados temas, no hay en la actualidad mayor comunicación que en las generaciones precedentes, ya lo he insinuado más arriba. Pienso en el tema de la sexualidad, por ejemplo, donde en más de una ocasión casi tan violentado como el hijo o la hija a la hora de abordar este tema, pueden estarlo sus padres, padres que en gran número no han hablado nunca de este tema con sus propios padres. No tienen memoria histórica. No tienen modelo. No tienen recuerdo alguno de haber conversado en familia sobre sexualidad. Leían revistas, diccionarios, algunos hablaban con el cura...De ahí, en parte, su incomodidad.. Muchos testimonios de los chavales así lo atestiguan. "Mi padre( o mi madre) me dio la consabida charla de la sexualidad", "me han soltado el discurso de las precauciones"...Sin embargo la conversación que en la actualidad mantienen los padres con sus hijos tampoco parece que profundice demasiado en las cosas. En efecto, todo hace pensar que los hijos perciben la comunicación familiar exclusivamente como preventora de embarazos. No se atisba en las entrevistas una conversación sobre la sexualidad desligada de la genitalidad y de "sus riesgos". Lo que hace pensar que, a la postre, la información y formación que tienen los adolescentes de hoy sobre este tema es bastante pobre y superficial. Si además leen lo que leen...
En definitiva, las conversaciones de los padres con sus hijos se mueven entre la excepcionalidad y la banalidad. Falta, sospecho que en muchas familias, la comunicación prolongada de cierta profundidad y sosiego, la que denominaré como la conversación de sobremesa. Esas sobremesas largas de fines de semana en las que, de una u otra manera, sale todo. Quizás lo que falta en nuestros días es la comunicación fluida sobre lo que sucede en su circulo de amigos, (tema clave, insisto), acerca de una película que todos han visto, un comentario sobre tal suceso de actualidad que la televisión ha transmitido, la declaración de un político, de un artista, un profesor..., la inmigración, las violencias urbanas, los dineros del fútbol etc...Hay que hablar, repetidas veces, muchas veces, sobre algunas dudas, incertidumbres y hasta angustias que sienten nuestros hijos ante el futuro, un futuro que lo perciben demasiado abierto, con dificultades de decidir qué es lo quieren, de verdad, hacer con sus vidas. Creo que se habla poco de la forma de negociar una frustración amorosa, un encuentro sexual fracasado, acerca de las preguntas sobre el origen y el fin de la vida, la razón de ser de nuestra existencia, eso que se ha dado en llamar las primeras y últimas preguntas, el sentido de la vida y, ¿porqué no? hasta el resplandor o llamada de una "vocación" religiosa o laica. Este es el nivel de conversación que creo que falta en las relaciones de los padres con sus hijos. Esto es lo que es realmente importante, no tanto "lo ocultan los hijos a sus padres" sino lo que "no se habla" en la intimidad del circulo familiar.
En efecto estas son las cosas que no solo no cuentan a sus padres sino que no sale en las conversaciones que tienen con sus padres. Y no necesariamente porque los adolescentes no quieran hablar de ello. Puede ser que no encuentren el modo y manera de hacerlo. Pero puede ser también que sean los padres los que no encuentren ese momento así como la forma de abordarlo. Quizás porque ellos mismos no tienen las ideas claras, lo que a la postre no es lo definitivo, sino porque tienen miedo de aparecer ante sus hijos como no teniendo las ideas medianamente claras. Padres que pueden estar abrumados por la desafiante exigencia de ser padres, padres que están manifiestamente superados ante la vertiginosa velocidad de los cambios culturales, padres que no entienden las nuevas maneras de disfrute del tiempo libre en los jóvenes de hoy, padres que están cansados de tanto correr a izquierda y derecha para mejorar su nivel de vida y el de su familia pero que ven descender la calidad de vida de todos, padres que acaban tirando la toalla con la que no saben hacer otra cosa que trasladarla a la escuela, a los responsables de grupos juveniles o a quien sea. El nivel de la conversación de los hijos con sus padres es como es, en muchas ocasiones, no solo ni principalmente, por el modo de ser de los hijos sino también fruto y consecuencia de las propias limitaciones de los padres, de nuestras limitaciones.
He dicho más arriba que en esas sobremesas familiares suele salir todo. Pero obviamente exageraba. Todo no sale, claro. Ni debe salir. Hay reductos de intimidad que no veo porqué deban ser expuestos ni en la mesa familiar ni en la confidencia más próxima de los hijos con su padre o con su madre, al menos en situaciones normales. Quiero decir en situaciones en las que los hijos vayan asumiendo que son como son y que deben saber gestionar, ellos solos, sus fobias y sus filias, sus impulsos más secretos, sus querencias, sus gustos, sus manías y hasta lo que pueden percibir como sus desviaciones...Hay zonas de intimidad, esferas y recovecos de los sueños y fantasmas personales, que conforman nuestro yo mas profundo, y que son intransferibles.
La socialización se hace hoy más por actitudes vitales que por discursos ideológicos. Quizás en gran parte siempre ha sido así. No lo sé pero en todo caso hoy ciertamente así es. No que el discurso, el razonamiento lógico y discursivo no deba darse pero es preciso saber que, cada día más, la forma de aprehender la realidad por parte de nuestros adolescentes es más visual y testimonial que razonada y leída. Más por flashes, fichas, resúmenes, eslóganes, transparencias, videos, imágenes que por la lectura sosegada o por la discusión organizada. Es fundamental tener esto presente. Por ejemplo, solamente la lectura de un texto permite, por un lado un discurso con un mínimo de matices y, lo que es aún más importante, adaptar la asimilación al ritmo de cada uno, al proceso fundamental de la duda de lo que está recibiendo, única forma de hacer la idea propiamente suya, porque ha pasado por el cedazo, por el tamiz, de la propia elaboración personal.
Es esta ausencia de práctica reflexiva la que dificulta también la transmisión de valores en el seno de la familia. La que explica el hiato entre la fácil asunción de los valores finalistas y la dificultad de transformarlos en comportamientos durables como he señalado más arriba.
Es tal la capacidad de penetración de los medios audiovisuales que no partir de esa realidad es darse de bruces contra un muro. No es este el lugar para establecer estrategias. Tampoco me considero particularmente habilitado para ello pero me parece clave, al menos, hacer un diagnóstico correcto de la realidad. Por eso mi insistencia a referirme a los amigos y al uso del tiempo libre, para poder entender el modo particular como nuestros adolescentes se van haciendo mayores, van construyendo su particular cosmovisión, su forma de ver la realidad. A tanteos. Mediante eslóganes. Con imágenes y sonidos. Sin discernimiento. Con angustia. Sintiéndose solos y queriendo salir del atolladero solos. Al menos sin que les empujen demasiado.
Vivimos una situación compleja ciertamente. Estamos de lleno en un periodo de mutación histórica, luego periodo cargado de incertidumbre. Los antiguos, los que eran optimistas y con una visión positiva de la vida decían aquello de "in medio virtus". Por el contrario los agoreros y profetas de calamidades apuntaban, como poco, que "in medio mediocritas" y apostillan que "a grandes males grandes remedios". Les invito a situarse entre los primeros. No tenemos, ni de lejos, la juventud más problemática de Europa, créanme. Aunque no falten entre nosotros, también, adolescentes con problemas serios. Ciertamente el nivel de comunicación en nuestras familias es deficiente. Puede y debe mejorar, pero huyamos de los extremos. Ni alarmismos exagerados que nos lleven a perseguir con preguntas incesantes a nuestros hijos, ni nos refugiemos en la indiferencia y en el liberalismo del "laissez faire" (primo hermano de la indiferencia). Entre la libertad y el desinterés hay una diferencia que los hijos distinguen perfectamente. Es la distinción entre la discreta disposición a la escucha y el atosigamiento permanente. Es el arte de sugerir caminos, de saber preguntar sabiendo cuando hay que preguntar, decir no cuando hay que decir no(sin dudas ni remilgos), enmendando reales o potenciales yerros, es el arte de apoyar, animar, empujar, realzar y valorar sus iniciativas cuando sea menester, es el arte de aprender a esperar en la discreta presencia, en definitiva, es el arte de ser padre y ser madre.
Donostia-San Sebastian Octubre de 2.000
Javier Elzo
Catedrático de Sociología
Universidad de Deusto
Materiales para la intervención de Javier Elzo en la Jornada del 26 de octubre de 2.000 organizado por la Sección de Pediatría Extrahospitalaria de Gipuzkoa.
Dos grandes apartados van a conformar mi intervención en esta Jornada. En un primer momento abordaré cuales son los valores dominantes en los adolescentes de hoy, forma indirecta de constatar donde se sitúan sus preocupaciones, anhelos, preferencias etc. En un segundo momento, dada la gran importancia que los adolescentes conceden a la familia como factor de socialización, me detendré en el nivel de comunicación existente en el seno de las familias.
1.Los valores dominantes en los adolescentes de hoy
Una de las tesis centrales de nuestro libro "Jóvenes Españoles 99" dice que los jóvenes y adolescentes de hoy no conforman un grupo aparte en la sociedad. La hipótesis de partida, que la recojo de Mannheim, dice que es "la vivencia de experiencias compartidas lo que puede originar situaciones generacionales". Solamente a partir de ahí es posible hablar de adolescentes y jóvenes de tal momento histórico o de tal enclave geográfico. Esto es, el ser joven se construye en razón del contexto histórico que le ha tocado vivir, del modelo o modelos de sociedad propuestos en el que se está haciendo, de las estructuras sociodemográficas de la sociedad en la que vive, de los grupos sociales que la componen, de los valores dominantes en ascenso y descenso, de los pesos de los diferentes agentes de socialización etc., etc. No puedo detenerme aquí en este punto pero si quiero señalar que concluimos nuestro trabajo diciendo que no hay una subcultura juvenil sino que los adolescentes y jóvenes participan, a su modo ciertamente, de los valores dominantes de la sociedad en la que viven.
Para ilustrar la afirmación anterior, y antes de entrar con más detalle en los valores más específicos de los adolescentes, voy a trasladar aquí una tabla resumen de lo que entiendo que conforman los valores dominantes de la sociedad española de hoy y como se distribuyen en razón de la edad. Creo que la mera lectura de la tabla es suficientemente ilustrativa y no necesita de mayores comentarios.
Valores dominantes en la sociedad actual, acentuando las diferencias según la edad
Ranking
Valores
Jóvenes
Adultos
Mayores
Todos
1º
Importancia de la familia/o pareja
X
2º
Búsqueda del bienestar, del bien vivir
X
3º
Individualismo
X
4º
El trabajo como valor utilitario
+++
+++
+
5º
Tolerancia o Indiferencia (según)
++
-
-
6º
La vida como espectáculo
++
+
+++
7º
Buscar seguridad (familiar, laboral...)
-
++
+++
8º
Culto y cultivo del cuerpo
++
++
-
9º
No-asunción de responsabilidades
+++
+
+++
10º
Cuidado del cuerpo
-
+
+++
11º
Vivir en y para el presente
+++
+
-
12º
La juventud (ser joven)
X
13º
Ser competitivo funcional
+
+++
-
14º
Más localista, menos universal
X
15º
Humanitarismo indoloro y lejano
++
-
+
16º
Demanda soterrada de fidelidad
+
-
+++
J.Elzo. Octubre 2000. Elaboración subjetiva sobre la base de datos objetivos. Tabla inédita en esta formulación.
Como vemos, muchos de los valores que hemos señalado referidos a los adultos podemos suscribirlos como conformando el universo nómico de los adolescentes y jóvenes. Entre nosotros no hay, todavía, estudios en los que se comparen los sistemas de valores de los adolescentes con los de sus padres, adoptando como unidad de estudio la propia familia. Mi hipótesis, en este campo, sería la de decir que en el ámbito normativo hay menos diferencias, notoriamente menos diferencias incluso, entre los adolescentes y jóvenes por un lado y sus padres por el otro, que las diferencias que resultan de las tipologías que se pueden realizar entre los propios jóvenes, edad y genero controlados, sobre la base de variables opiniáticas tales como las opciones políticas y la dimensión institucional de lo religioso, así como las variables comportamentales como las que controlan los usos diferenciales del tiempo libre en general y el tiempo de ocio en particular.
Pero, incluso, en los análisis que realizamos, en base a análisis sincrónicos en momentos concretos y determinados distinguiendo franjas de edades, y en base a declaraciones de los propios jóvenes y adolescentes de sus consensos y disensos normativos con sus padres se constata que las diferencias, aún existentes, son sorprendentemente menores de las que cabría pensar a primera vista. No que el factor edad no sea un factor importante pero parece jugar más en la graduación de las diferencias que en el orden de las mismas. . Exagerando y, sobretodo, generalizando un tanto diríamos, en el viejo lenguaje escolástico, que hay una diferencia de grado y no de naturaleza. De hecho siempre he sido reacio a hablar de una subcultura juvenil, inclinándome más a hablar de "subculturas juveniles" no totalmente independientes de las adultas.
En cualquier caso es legítimo hablar de los valores dominantes de los jóvenes de hoy. He reflexionado sobre este punto en diferentes lugares. Señalaría, en el marco de este Encuentro de San Sebastián sobre la adolescencia en el año 2.000, organizado por la Sección de Pediatría Extrahospitalaria de Gipuzkoa, los siguientes:
El individualismo teñido de búsqueda de autonomía como valor fundante de lo bueno y lo malo, de lo útil e inútil, de lo que sirve y lo que no sirve, todo ello braseado, preferentemente, en el grupo de pares, de amigos o, al menos compañeros, entre los que destaca muy frecuentemente un líder, conformando así, de alguna manera, sus grupos de referencia (pues pueden ser más de uno).
La aceptación del pluralismo y la actitud básicamente tolerante ante el diferente aunque en este punto haya de hacerse dos matizaciones importantes. Por un lado la dificultad de separar en muchos momentos la tolerancia en lo que supone de respeto al "otro", en tanto que "otro", de la indiferencia por el distinto con tal de que no me moleste. Junto a ello está muy extendido el principio,(el valor justamente), de que todo es opinable, de que todas las ideas se valen con tal de expresarse y defenderse sin violencias. Esto es reflejo de la confusión existente entre el relativismo del "todo vale" y la relatividad que se opone a la pretensión de la verdad única, de la verdad absoluta. La segunda matización importante a señalar aquí es que en algunos segmentos estadísticamente importantes de los adolescentes y jóvenes españoles ( y más entre los primeros), en consonancia con sus coetáneos europeos, está emergiendo una actitud autoritaria que no dudo en calificar de racista. Volveré a este punto más abajo.
El presentismo, la dificultad de proyectarse en el futuro así como la necesidad de vivir el presente a tope, sin diferir el gozo de lo deseado en cada momento. La única planificación posible es la semanal. El horizonte es semanal. Muchas veces he repetido que una de las notas de la sociedad actual es la acentuación de las diferencias entre el tiempo de trabajo/estudio y el tiempo de ocio: un tiempo , el del trabajo, normativizado, en el que es preciso mantenerse en forma, estar ágil, presto, "performativo", con la vista puesta en el fin de semana que, por contra, es percibido como el tiempo libre o para ser más exacto, un tiempo que se pretende libre, ausente de normas, pero que, como ilustra muy bien el modo de diversión de muchos jóvenes, el exceso puede convertirse en la norma y hacer aparecer como "outsiders" que diría Becker, como extraños, a los que se salen de la norma del exceso. Pero no se piense que esto es privativo de los adolescentes y jóvenes aunque por la fuerza de la edad en ellos tenga unas manifestaciones más llamativas (y más trágicas en muchos casos) sino también en muchas personas adultas que vagan los fines de semana, puentes, acueductos y vacaciones, a veces buscando un descanso imposible, a veces maldiciendo internamente un tiempo de ocio del que no saben qué hacer y para el que, por contra, están trabajando denodadamente durante el resto de la semana y a lo largo de todo el año. Esta compartimentalización del tiempo cronológico, unido a la diferente valoración del tiempo de trabajo como un tiempo penoso e irritante frente al pretendido tiempo libre, el tiempo festivo, que es percibido, más verbal que realmente, como el tiempo feliz me parece, lo repito, dentro de su aparente banalidad, una de las grandes trampas en la que estamos enfrascados en estos tiempos. Basta pensar, por dar un solo detalle, en los enormes embotellamientos en los que millones de ciudadanos consienten en atraparse los fines de semana y más aún los puentes y acueductos bajo el disfraz de escaparse del "rutinario trabajo" y disfrutar de la "libertad" del fin de semana.
Una actitud básicamente pacifista con un antimilitarismo incrustado en lo más profundo de ellos mismos. Más allá de contextualizaciones histórico políticas que cabria hacer (un Ejercito que en los últimos cien años no tiene de que gloriarse, un Ejército del que una parte se rebeló contra el poder legítimamente constituido y avaló y sostuvo durante 40 años una dictadura, un servicio militar que ni mirando con lupa encuentra un defensor, etc.etc.) es evidente que la juventud española es pionera en este campo. Decir que junto a posturas antimilitaristas y pacifistas podemos encontrar, en algunos jóvenes, actitudes de pura conveniencia personal no invalidan en absoluto la afirmación anterior pues aplicando ese principio no encontraríamos nunca actitudes puras, angélicas más que en... los ángeles precisamente.
Una gran inseguridad muy en consonancia con su presentismo y ante un futuro que lo perciben como negro. Las personas adultas no somos plenamente conscientes de lo que supone para muchos adolescentes la constatación de que viven en un mundo competitivo, feroz, en el que los niveles de paro son escalofriantes. En clara correlación con ello, aunque las explicaciones hay que buscarlas también en otras latitudes, me parece llamativa la preocupación de muchos adolescentes por el dinero, el amor al dinero, la rentabilidad financiera y pecuniaria de todo esfuerzo solicitado que siempre es medido por el tiempo exigido (fuera del mundo de ciertas ONG´s, organizaciones de iglesia, sindicales, políticas etc.
En el ámbito institucional es cada día mayor la aceptación de la familia de origen, no solamente como "fonda gratuita" sino también como espacio de convivialidad buscada y, en gran medida, correspondida. En el futuro también se proyectan en un ámbito familiar y si no se liberan antes de la "fonda" es por tres razones: por la percepción de la precariedad del empleo, por la carestía de las viviendas y, especialmente, los que provienen de las clases sociales medias y altas, por que difícilmente podrían empezar su vida emancipada en el mismo o similar nivel de vida de su familia de origen.
Una adolescencia abierta a toda suerte de sensaciones sensitivas, emocionales, con aceptación del "riesgo festivo" y con una gran dificultad para admitir cualquier tipo de límite. La ausencia de límites está muy relacionada con la ausencia de normas, y la ausencia de normas no es sino la consecuencia, a su vez, de la inexistencia de referentes firmes y de esquemas de legitimación que hayan propiciado una socialización sólida.
Para un gran número de jóvenes los únicos límites plausibles, durante el tiempo libre, son los que provienen de su cuerpo y de su (pretendido) libre albedrío. El cuerpo, esto es, lo que aguante su cuerpo, por un lado y las ganas, la apetencia o inapetencia del momento, su estado anímico, "me gusta o no me gusta", por el otro, son los únicos criterios por los que el límite puede ser pensable. Fuera de estos dos factores todo limite es entendido como una imposición arbitraria ordenada por el mundo de los mayores. De forma telegráfica señalaría tres niveles de explicación.
El primer nivel, el más general pero no por ello menos importante, nos lo ofrece una sociedad en la que determinados valores han estado relegados en detrimento de otros. Frente a los valores de permisividad, hedonismo, delegación de responsabilidad en los demás, particularmente en la Administración y, en general, exigencia de todo tipo de derechos sin el correspondiente correlato de los deberes, valores todos ellos que han sido propugnados y alzados al primer plano, otros valores como el de la autoridad, el esfuerzo, la abnegación, la fraternidad cotidiana y, sobre todo, la propia responsabilidad han quedado postergados a un segundo plano.
El segundo nivel explicativo está, a mi juicio, en la gran falla que han dejado las instancias tradicionales como la Iglesia, los partidos políticos, sindicatos, las familias, la misma escuela etc.). que orientaban y ofrecían los esquemas legitimadores de valores, normas, actitudes y comportamientos a favor de los propios grupos de pares, por un lado, y de los medios de comunicación social, la televisión preferentemente, por el otro
El tercer nivel es, evidentemente, el de la familia. La familia es una institución muy valorada por los adolescentes y jóvenes y esta valoración positiva va en aumento. Pero al mismo tiempo la familia difícilmente puede cumplir su función educadora. Se esgrimen muchas razones. Hablaremos más delante de la falla de la comunicación entre los padres y los hijos. Quiero, no sea más que de refilón decir aquí que puede estar emergiendo en algunos adolescentes una actitud autoritaria. Martín Serrano y Velarde Hermida se hacen eco de este fenómeno y emiten una hipótesis que comparto plenamente. Citando a la Escuela de Frankfurt con su tesis de la personalidad autoritaria que podría provenir de una educación familiar rígida y de dureza emotiva por parte de los padres, añaden que " en nuestra época la matriz del autoritarismo estaría en la impotencia más que en la prepotencia de los padres. Impotencia que se manifiesta cuando en el hogar familiar domina la anomía. Entendiendo por tal la dificultad de proporcionar a los hijos- sobre todo durante la adolescencia- criterios normativos seguros y estables. Es decir, unos valores sociales, que al tiempo sean abiertos y eficaces para desenvolverse en las condiciones reales de existencia.". José Jiménez Blanco y yo mismo, en el estudio sobre los jóvenes vascos de 1.986, en otro contexto distinto, habíamos introducido una variante al concepto de anomía (en el sentido mertoniano del termino) con el término de antinomia expresando así que en algunos jóvenes no había reacciones violentos en razón de no disponer de conceptos claros y vivir en anomía sino porque habían construido un universo antinómico de valores en referencia a los valores dominantes. El País Vasco es un ejemplo de esto. En fin, otro registro, en este orden de cosas, la actitud autoritaria de algunos jóvenes puede explicarse, también, como reacción ante un mundo que lo perciben como flojo, "femenino", permisivo con el "extraño", con el diferente. A veces estoy tentado de decir que es un "revival" de un machismo que creíamos superado y olvidado.
Una concepción utilitarista del trabajo. que se les aparece, casi exclusivamente, como un medio de inserción en la sociedad y no como medio de realización personal. En efecto, el trabajo es percibido como mero valor utilitarista que tiene como único objetivo la adquisición de medios (ganar dinero dicho lisa y llanamente) con el objetivo de poder disfrutar la fiesta. El trabajo no es elemento de realización personal sino simple exigencia de integración social, condición "sine qua non" de seguridad vital. Empieza a no ser plausible, esto es del orden de lo socialmente pensable, proyectarse en el trabajo como modo de realización personal habiendo desplazado al tiempo libre, al ocio, esa facultad de realización personal, con lo que hemos evacuado al ocio de lo que tenía de más espontaneo, más libre, más poético, haciéndolo prosaico y banal. El ocio, particularmente en las personas adultas, es ya mero consumo, un producto más de consumo, incluso, en las sociedades más avanzadas "el" consumo por excelencia. El trabajo es percibido como un bien, escaso por añadidura, que hay que proteger pero del que no se piensa extraer ningún tipo de recompensa más allá de la meramente económica. El trabajo se convierte así en una maldición, pero en una maldición terrena luego con la de ser absolutamente imprescindible. No extrañará, en consecuencia, que para los que no tengan trabajo a la hora de buscarlo lo más importante sea encontrar un "trabajo seguro que no comporte riesgos de cierre o de desempleo" bien por delante de "hacer un trabajo importante que le haga sentirse realizado".
Una adolescencia reacia al discurso racionalizado, construido intelectualmente y con cierto grado de conceptualización. Es claramente la supervaloración de la emoción sobre la mera razón, la percepción sobre la racionalización a diferencia de las generaciones precedentes que han infravalorado lo sensitivo y emocional a favor y en aras de la mera racionalidad e, incluso, de la racionalidad científico-técnica en la reciente modernidad secularizante. Hoy necesitamos, más que nunca dada la globalización en la que nos encontramos, una formación que ayude a construir una "inteligencia sentiente". Los adolescentes deben estar intelectual y emocionalmente armados para situarse en la complejidad de la vida contemporánea. He dicho intelectual y emocionalmente armados porque una de las fallas de la formación es que se ha dado demasiada importancia a un tipo de razonamiento científico-técnico tenido como el único válido al par que hemos minusvalorado, cuando no despreciado, la dimensión sensitiva y emocional de la persona que es también parte fundamental para el conocimiento integral de las cosas. De ahí la necesidad de la "inteligencia sentiente", una inteligencia integradora de la razón abstracta y de los sentidos y sentimientos que conforman la riqueza de la persona humana. Así los adolescentes podrán dar cuenta razonada de sus actos, sentimientos de pertenencia, fidelidades etc. y sentirse emocional y sensitivamente integrados en la parcela geográfica, histórica, cultural etc. en la que les ha tocado hacer y construir su historia, sin temor al diferente, más bien sabiendo que con su contacto se van a enriquecer mutuamente.
De todo esto concluiría con una especie de tesis de fondo: en muchos adolescentes de la España actual hay un hiato, una disonancia entre los valores finalistas y los valores instrumentales que con graduaciones muy diversas lo haría extensivo, al modo idealtipico weberiano, al conjunto. Los adolescentes españoles de finales de los 90 invierten afectiva y racionalmente en los valores finalistas, (pacifismo, tolerancia, ecología, etc) al par que presentan, sin embargo, grandes fallas en los valores instrumentales sin los cuales todo lo anterior corre el gran riesgo de quedarse en un discurso bonito. Me refiero a los déficits que presentan en valores tales como el esfuerzo, la autoresponsabilidad, la abnegación (que ni saben lo que es), el trabajo bien hecho etc. No quisiera que se diera de esta hipótesis una lectura moralizante, menos aún culpabilizante de los adolescentes, pues no pretende ser otra cosa que descriptiva y, en todo caso, meramente analítica. Mi hipótesis apunta al hecho de que habiendo crecido en una sociedad en la que hay una cierta unanimidad en la formulación temática de algunos valores universales de rango finalista, sin embargo, el traslado de los valores instrumentales se hace de forma más dispersa produciendo así dislocaciones importantes en la formación integral de los adolescentes (eso que he denominado la inteligencia sentiente) dando origen en más casos de los deseables a adolescentes que se desenganchan de la carrera de la vida, vagando aquí y allá en búsqueda de un horizonte vital que ni siquiera lo pueden vislumbrar.
2. El silencio de los adolescentes. La comunicación en el seno de las familias.
Este verano de 2.000 he estado trabajando en un libro sobre lo que se guardan para sí los adolescentes, particularmente, en las relaciones que mantienen con sus padres. El libro acaba de salir a la luz pública y no me resisto a la tentación de trasladar aquí, de forma convenientemente adaptada, algunas de las conclusiones y reflexiones finales. Lo hago en la esperanza de que la altura intelectual del Foro que me escucha me ayudará a superar posibles errores en los que haya podido incurrir.
Los temas que en mayor medida ocultan los hijos a sus padres están relacionados con las cuestiones referidas a su vida sexual, al consumo de alcohol y drogas y a lo que hacen las noches de los fines de semana y de fiesta. También son avaros a la hora de contar sus pequeños hurtos, sus problemas en los centros escolares, sea las calificaciones escolares (lo que no les resulta siempre fácil de ocultar), sea problemas disciplinares. También sus peleas con otros jóvenes, incidentes nocturnos...y poco más.
¿Poco más?. Quizás, pero me he preguntado muchas veces a lo largo de este tiempo de reflexión y redacción si, a la postre, no ocultan lo esencial. Me refiero a lo que cabe vislumbrar a través de algunas expresiones de los adolescentes. Así cuando, en reiteradas ocasiones hablan de que se encierran en sí mismos (o, a veces, lo señalan a sus amigos más íntimos, pero no a sus padres) cuando sufren "sus depresiones", "cuando no me siento a gusto", "cuando estoy triste", "cuando no sé a quién hablar, con quién hablar"...En filigrana, en una adolescencia que se dice feliz, atisbo una adolescencia que se siente sola, no físicamente sola (les resulta imposible soportar la soledad física) sino anímicamente sola. He denominado esta situación, no recuerdo donde, reconozco que un tanto pedantemente, como una situación de "solipsismo grupal": son adolescentes que están solos en medio de un grupo de amigos, así llamados impropiamente pues, en realidad no pasan de ser, en al gran mayoría de los casos, meros compañeros. Sospecho que los adolescentes de hoy se comunican relativamente poco entre ellos. La situación puede resultar más que paradójica. Veámoslo.
Se dice que los jóvenes hoy hablan menos que antaño con sus padres. Se "culpa" de esta situación a la televisión y al hecho de que están mucho tiempo fuera de casa, con los amigos. Especialmente las noches de los fines de semana y durante todo tipo de fiestas, de tal suerte que se comunicarían, en nuestros días, más entre ellos que con sus progenitores. Se insiste también que los padres (especialmente las madres) ya no están en casa como hace unos años. Sin embargo creo que algunas de estas apreciaciones son relativamente infundadas. No es cierto que hoy los jóvenes hablen menos que en épocas anteriores con sus padres. Tampoco que la televisión, necesariamente, impida la conversación familiar. En fin, no estoy nada convencido, bien al contrario, de que los jóvenes entre sí se comuniquen, más que de forma epidérmica y superficial, en los lugares donde transcurren sus largas horas de correrías nocturnas.
Piénsese en lo que sucedía en las familias españoles hace cuarenta años, por poner una fecha. La situación económica era notoriamente peor que la de ahora. Los niños y los adolescentes vivíamos en la calle. Jugando los niños y de bares, de txiquiteo, de vinos, los adolescentes y jóvenes. En casa no había apenas sitio para todos y además éramos muchos. El padre rara vez estaba en casa, excepto a la hora de comer. La madre no daba abasto con las labores domésticas y con la cocina, pues entonces se cocinaba diariamente. Era ama de casa, categoría social en extinción en las nuevas generaciones. No había televisión pero, en muchas casas se comía con la radio puesta. Oyendo "el parte", no pocas veces. ¿Se hablaba tanto en la familia?. ¿No estaba más bien la madre sirviendo la comida y recogiendo los cacharros mientras el padre y los hijos simplemente comían, cuando no oía el padre la radio o leía el periódico?. Si es que no comía aparte...y los hijos lo hacían con la inevitable tía y con los abuelos.
Hoy en día muchos padres están agobiados por el trabajo, especialmente cuando trabajan ambos, el padre y la madre. Vivimos en una sociedad excesivamente acelerada, en la queremos hacer demasiadas cosas y todas deprisa y corriendo. Aquí y ahora. Hasta las vacaciones son ya una de las fuentes primeras de estrés. "Necesitamos vacaciones", decimos pero, a su término, necesitamos un periodo de adaptación postvacacional que, en muchos casos, no es sino un descanso del ajetreo de las vacaciones. Lo mismo sucede con el ritmo del fin de semana. Los lunes son los días de descanso del estrés del fin de semana. Los profesores que tenemos clases los lunes lo sabemos muy bien.
Por otra parte la bienvenida y todavía incompleta, al par que parcial, inserción social de la mujer ha supuesto, de toda evidencia, una menor presencia de la madre en el hogar familiar. Además, cuando está en casa tiene que sumar al trabajo laboral el doméstico, pues si bien la mujer ha salido de casa el hombre sigue fuera de ella, aunque en notoria menor proporción que el padre de antes. Vivimos, aquí también, un periodo no solo de transición sino de auténtica mutación histórica. Estamos creando nuevos modos de familia, sin que nos sirvan de mucho, se diga lo que se diga, los modelos que vemos en otros países, los de cultura no mediterránea y de mayoría protestante particularmente. Lógicamente esto supone no pocos desajustes que tienen su inevitable incidencia en las relaciones con los hijos y en la comunicación de los padres con sus hijos. La madre está menos tiempo que antes en casa. El padre algo más pero sin que llegue "a compensar", en absoluto, el "vacío" que deja la madre.
Ahora bien los padres de hoy estamos en casa de forma distinta. En conjunto menos tiempo que los padres de antaño pero con otra visión de las cosas, con otras exigencias. En efecto, los padres están viviendo los últimos veinte o treinta años un apremio incesante, una fortísima demanda social en orden a la educación y cuidado de los hijos. En el imaginario colectivo, en la literatura, científica y no científica publicada, en la vasta proliferación de cursos y cursillos de todo pelaje es innumerable la presencia de temas acerca de la adolescencia, de los cuidados a prodigar a los adolescentes y jóvenes (antes vivieron esa presión cuando sus hijos eran niños) y de los riesgos a sortear. Nunca adolescencia alguna ha sido objeto de tantas atenciones como la actual. Nunca los padres, el padre y la madre, han sido requeridos, solicitados y hasta culpabilizados (cuando las cosas supuestamente no han ido como debían) en la medida en que lo son en los momentos actuales en todo lo referente a la educación de sus hijos. Los padres perciben hoy, en orden a la atención que deben prestar a sus hijos, una presión externa, una continua demanda social, por ejemplo a través de los medios de comunicación social, que no sintieron sobre sus espaldas los padres de antes. Hasta el punto, me lo he preguntado más de una vez, si no hay que buscar, aquí también, una de las causas del descenso de natalidad, así como, por paradójico que parezca, el repliegue hacia la pareja dejando en un segundo plano la labor, pertinentemente familiar, de la educación de los hijos.
Los hijos han crecido en un marco de meros sujetos de derechos. Los padres, en tanto que padres, se ven como meros sujetos de deberes para con sus hijos. Los hijos, de tanto ser mirados, estudiados, analizados y protegidos han acabado situándose en el pedestal en el que nosotros, los adultos, les hemos erigido. Un pedestal de base estrecha, poco sólida, pedestal alto, muy alto desde el que miran, más hacia abajo que hacia el horizonte, viendo a sus padres temerosos, haciéndoles preguntas, dándoles recomendaciones para que no se caigan, desplegando redes protectoras por doquier, por si, a pesar de todo, se caen...
De la lectura detenida de las conversaciones que hemos mantenido con los adolescentes para la fuente cualitativa del libro creo que podemos extraer otra conclusión importante. Ya sabemos de qué cosas no hablan con sus hijos, o hablan a medias. Pero tan importante como eso es la calidad y profundidad de la propia conversación. El ejemplo del pedestal me sirve para explicarme. Cuando no hay una comunicación sostenida y cotidiana el nivel de la misma se caracteriza por los extremos. Esto es, o bien es muy superficial o bien es casi agónica, en momentos límites, o tenido como tales por los padres.
Empecemos por este segundo supuesto. Normalmente es consecuencia de la "sorpresa" de los padres cuando descubren que su hijo o su hija han hecho tal cosa que, según ellos, solamente hacen los hijos de los demás. La primera borrachera, un gran bajón en las notas, la primera noche entera fuera de casa, esos ojos saltarines de quien ha tomado más de un porro...A veces la cosa puede tener consecuencias mayores: un embarazo de noche de juerga, muchas veces fruto de una relación sexual, más que deseada impulsada por el ambiente reinante y estimulada por la desinhibición del alcohol ingerido, provocando abortos (primera causa de aborto de adolescentes); un accidente de tráfico las noches de fiesta (primera causa de mortalidad juvenil); una expulsión temporal del centro docente; una llamada de la policía porque su hijo se he peleado con otros adolescentes, o le han pillado, manos en la masa, hurtando en un gran almacén, en la tienducha de la esquina o rompiendo unas farolas con más de una copa de más...Afortunadamente estas cosas no ocurren a todos los padres aunque ocurren todos los fines de semana. Más en unas familias que en otras pero también "en las buenas familias". Nadie está libre de "un susto".
Pienso que en esas circunstancias excepcionales (unas más trascendentes que otras ciertamente, pero todas relativamente puntuales) requieren de la sabiduría del ser padre y madre. Eso que he denominado en el libro bajo la fórmula de ser "padre-padre" y "madre-madre". Pueden ser momentos extremadamente importantes para el adolescente en su vida personal así como en las relaciones con sus padres. No tengo recetas, claro está, pero sí parece razonable decir que las reacciones demasiado acaloradas en el mismo momento de tener conocimiento de un suceso penoso e inesperado son, habitualmente, contraproducentes y utilizo una expresión suave. No se trata de no decir nada. Menos aún de no hacer nada. Pero unos padres nerviosos, confundidos, sorprendidos e irritados no están en el mejor momento para encontrar las palabras adecuadas y para adoptar las decisiones más justas. Un "ya hablaremos" dicho con firmeza pero sin carga amenazadora o irónica es normalmente suficiente. Tras reflexión y descanso puede, y debe, producirse un diálogo que no tiene porqué tener la forma de un tribunal inquisidor. En los testimonios del este libro hemos encontrado más de un caso de este modo de proceder con consecuencias favorables. Entre otras cosas para profundizar en la comunicación intrafamiliar. En algún caso ha podido ser incluso el inicio o el afianzamiento de una comunicación mayor, de menos ocultaciones.
Ahora bien, en la mayoría de los casos la conversación de los hijos con sus padres es bastante banal. No pasa de la pregunta del padre (más frecuentemente de la madre) "donde has estado", respondido con un "por ahí", que si la pregunta es insistente recibirá la respuesta de "con los amigos", o "donde siempre, pues..por ahí" y poco más. Lo mismo sucederá cuando se le pregunte cómo ha ido el día escolar a lo que responderá que "como siempre" o "esperando que llegue el viernes". No digo que todas las conversaciones sean así, pero sí las habituales, las cotidianas. ¿Puedo añadir que si como padre puede resultar un tanto frustrante, como investigador me parezca que es, digámoslo así, "normal"?. Además del pedestal en que los padres les hemos colocado, ahí arriba, lejos, lo que hace las conversaciones difíciles, no hay olvidar el hecho básico de que la adolescencia es el inicio de la autonomización del hijo y de la hija, de su emancipación intelectual, afectiva ...aunque no económica en España. Y esa emancipación deben realizarla, fundamentalmente de sus padres. De ahí que oculten lo que es nuevo para ellos, lo que experimentan, por primera vez, en el periodo de la adolescencia: el nuevo cuerpo, la llamada de la sexualidad, los primeros botellones, ¡la droga!, las noches mágicas en las que ellos están solos, solos entre si, entre los coetáneos, sin control, sin límite...¡Cómo van contar eso a sus padres!. Además con pelos y señales como nos gustaría saber a los padres: con quién han estado, qué han hecho, si "ya han tenido rollo" (las hijas sobretodo), a qué hora han vuelto, si han bebido, si han fumado, droga sobretodo...Digámoslo de otra forma: si "normal" es que los padres pregunten no menos "normal" es que los hijos callen. Otra cosa es que sea lo más deseable aunque, a decir verdad, no me resulta fácil establecer la línea divisoria de lo "correcto", del nivel correcto de comunicación que, por un lado, permita la imprescindible autonomización de los hijos y, por el otro, la no menos imprescindible tutela de los padres. ¡Ay!..es el arte de ser padre lo que pido!. Pero siempre he dicho que es más fácil ser un buen profesor que ser un buen padre, como más fácil es, mucho más fácil, dar una buena conferencia, escribir un buen artículo, hasta un buen libro, que ser un buen padre.
Al final del libro he llegado a la conclusión de que lo ocultan los hijos de hoy a sus padres no dista mucho de lo que nosotros ocultábamos a los nuestros. Incluso, me pregunto, si en más de un caso y en determinados temas, no hay en la actualidad mayor comunicación que en las generaciones precedentes, ya lo he insinuado más arriba. Pienso en el tema de la sexualidad, por ejemplo, donde en más de una ocasión casi tan violentado como el hijo o la hija a la hora de abordar este tema, pueden estarlo sus padres, padres que en gran número no han hablado nunca de este tema con sus propios padres. No tienen memoria histórica. No tienen modelo. No tienen recuerdo alguno de haber conversado en familia sobre sexualidad. Leían revistas, diccionarios, algunos hablaban con el cura...De ahí, en parte, su incomodidad.. Muchos testimonios de los chavales así lo atestiguan. "Mi padre( o mi madre) me dio la consabida charla de la sexualidad", "me han soltado el discurso de las precauciones"...Sin embargo la conversación que en la actualidad mantienen los padres con sus hijos tampoco parece que profundice demasiado en las cosas. En efecto, todo hace pensar que los hijos perciben la comunicación familiar exclusivamente como preventora de embarazos. No se atisba en las entrevistas una conversación sobre la sexualidad desligada de la genitalidad y de "sus riesgos". Lo que hace pensar que, a la postre, la información y formación que tienen los adolescentes de hoy sobre este tema es bastante pobre y superficial. Si además leen lo que leen...
En definitiva, las conversaciones de los padres con sus hijos se mueven entre la excepcionalidad y la banalidad. Falta, sospecho que en muchas familias, la comunicación prolongada de cierta profundidad y sosiego, la que denominaré como la conversación de sobremesa. Esas sobremesas largas de fines de semana en las que, de una u otra manera, sale todo. Quizás lo que falta en nuestros días es la comunicación fluida sobre lo que sucede en su circulo de amigos, (tema clave, insisto), acerca de una película que todos han visto, un comentario sobre tal suceso de actualidad que la televisión ha transmitido, la declaración de un político, de un artista, un profesor..., la inmigración, las violencias urbanas, los dineros del fútbol etc...Hay que hablar, repetidas veces, muchas veces, sobre algunas dudas, incertidumbres y hasta angustias que sienten nuestros hijos ante el futuro, un futuro que lo perciben demasiado abierto, con dificultades de decidir qué es lo quieren, de verdad, hacer con sus vidas. Creo que se habla poco de la forma de negociar una frustración amorosa, un encuentro sexual fracasado, acerca de las preguntas sobre el origen y el fin de la vida, la razón de ser de nuestra existencia, eso que se ha dado en llamar las primeras y últimas preguntas, el sentido de la vida y, ¿porqué no? hasta el resplandor o llamada de una "vocación" religiosa o laica. Este es el nivel de conversación que creo que falta en las relaciones de los padres con sus hijos. Esto es lo que es realmente importante, no tanto "lo ocultan los hijos a sus padres" sino lo que "no se habla" en la intimidad del circulo familiar.
En efecto estas son las cosas que no solo no cuentan a sus padres sino que no sale en las conversaciones que tienen con sus padres. Y no necesariamente porque los adolescentes no quieran hablar de ello. Puede ser que no encuentren el modo y manera de hacerlo. Pero puede ser también que sean los padres los que no encuentren ese momento así como la forma de abordarlo. Quizás porque ellos mismos no tienen las ideas claras, lo que a la postre no es lo definitivo, sino porque tienen miedo de aparecer ante sus hijos como no teniendo las ideas medianamente claras. Padres que pueden estar abrumados por la desafiante exigencia de ser padres, padres que están manifiestamente superados ante la vertiginosa velocidad de los cambios culturales, padres que no entienden las nuevas maneras de disfrute del tiempo libre en los jóvenes de hoy, padres que están cansados de tanto correr a izquierda y derecha para mejorar su nivel de vida y el de su familia pero que ven descender la calidad de vida de todos, padres que acaban tirando la toalla con la que no saben hacer otra cosa que trasladarla a la escuela, a los responsables de grupos juveniles o a quien sea. El nivel de la conversación de los hijos con sus padres es como es, en muchas ocasiones, no solo ni principalmente, por el modo de ser de los hijos sino también fruto y consecuencia de las propias limitaciones de los padres, de nuestras limitaciones.
He dicho más arriba que en esas sobremesas familiares suele salir todo. Pero obviamente exageraba. Todo no sale, claro. Ni debe salir. Hay reductos de intimidad que no veo porqué deban ser expuestos ni en la mesa familiar ni en la confidencia más próxima de los hijos con su padre o con su madre, al menos en situaciones normales. Quiero decir en situaciones en las que los hijos vayan asumiendo que son como son y que deben saber gestionar, ellos solos, sus fobias y sus filias, sus impulsos más secretos, sus querencias, sus gustos, sus manías y hasta lo que pueden percibir como sus desviaciones...Hay zonas de intimidad, esferas y recovecos de los sueños y fantasmas personales, que conforman nuestro yo mas profundo, y que son intransferibles.
La socialización se hace hoy más por actitudes vitales que por discursos ideológicos. Quizás en gran parte siempre ha sido así. No lo sé pero en todo caso hoy ciertamente así es. No que el discurso, el razonamiento lógico y discursivo no deba darse pero es preciso saber que, cada día más, la forma de aprehender la realidad por parte de nuestros adolescentes es más visual y testimonial que razonada y leída. Más por flashes, fichas, resúmenes, eslóganes, transparencias, videos, imágenes que por la lectura sosegada o por la discusión organizada. Es fundamental tener esto presente. Por ejemplo, solamente la lectura de un texto permite, por un lado un discurso con un mínimo de matices y, lo que es aún más importante, adaptar la asimilación al ritmo de cada uno, al proceso fundamental de la duda de lo que está recibiendo, única forma de hacer la idea propiamente suya, porque ha pasado por el cedazo, por el tamiz, de la propia elaboración personal.
Es esta ausencia de práctica reflexiva la que dificulta también la transmisión de valores en el seno de la familia. La que explica el hiato entre la fácil asunción de los valores finalistas y la dificultad de transformarlos en comportamientos durables como he señalado más arriba.
Es tal la capacidad de penetración de los medios audiovisuales que no partir de esa realidad es darse de bruces contra un muro. No es este el lugar para establecer estrategias. Tampoco me considero particularmente habilitado para ello pero me parece clave, al menos, hacer un diagnóstico correcto de la realidad. Por eso mi insistencia a referirme a los amigos y al uso del tiempo libre, para poder entender el modo particular como nuestros adolescentes se van haciendo mayores, van construyendo su particular cosmovisión, su forma de ver la realidad. A tanteos. Mediante eslóganes. Con imágenes y sonidos. Sin discernimiento. Con angustia. Sintiéndose solos y queriendo salir del atolladero solos. Al menos sin que les empujen demasiado.
Vivimos una situación compleja ciertamente. Estamos de lleno en un periodo de mutación histórica, luego periodo cargado de incertidumbre. Los antiguos, los que eran optimistas y con una visión positiva de la vida decían aquello de "in medio virtus". Por el contrario los agoreros y profetas de calamidades apuntaban, como poco, que "in medio mediocritas" y apostillan que "a grandes males grandes remedios". Les invito a situarse entre los primeros. No tenemos, ni de lejos, la juventud más problemática de Europa, créanme. Aunque no falten entre nosotros, también, adolescentes con problemas serios. Ciertamente el nivel de comunicación en nuestras familias es deficiente. Puede y debe mejorar, pero huyamos de los extremos. Ni alarmismos exagerados que nos lleven a perseguir con preguntas incesantes a nuestros hijos, ni nos refugiemos en la indiferencia y en el liberalismo del "laissez faire" (primo hermano de la indiferencia). Entre la libertad y el desinterés hay una diferencia que los hijos distinguen perfectamente. Es la distinción entre la discreta disposición a la escucha y el atosigamiento permanente. Es el arte de sugerir caminos, de saber preguntar sabiendo cuando hay que preguntar, decir no cuando hay que decir no(sin dudas ni remilgos), enmendando reales o potenciales yerros, es el arte de apoyar, animar, empujar, realzar y valorar sus iniciativas cuando sea menester, es el arte de aprender a esperar en la discreta presencia, en definitiva, es el arte de ser padre y ser madre.
Donostia-San Sebastian Octubre de 2.000
Javier Elzo
Catedrático de Sociología
Universidad de Deusto
"Gran parte del secreto del éxito es la actitud” Toni Nadal
"Gran parte del secreto del éxito es la actitud”
Toni Nadal
Hoy me acerco a vosotros para presentar mi nuevo libro:
¡ATRÉVETE!
Estará en las librerías a partir del próximo 2 de Febrero.
Se trata de una nueva edición revisada de Basicoterapia;
un libro que yo mismo edité en el 2009 y al que muy pocas personas tuvieron acceso.
Esta nueva edición ha sido prologada por Toni Nadal,
el entrenador y tío del tenista Rafael Nadal.
Todo un lujo poder contar con Toni en esta nueva edición.
También ha hecho un precioso epílogo mi amigo, mi mago de cabecera y compañero de la FUERZA DE LA ILUSIÓN, Jorge Blass.
¡Otro auténtico lujo mágico!
Gracias amigos.
¡Atrévete! quiere ser un compendio de ideas, pensamientos y experiencias sencillas para todos aquellos que de verdad quieran recuperar el timón de su vida y se quieran atrever con todo lo que les queda por hacer y ya lo han soñado; para llegar a ser quienes realmente desean.
Pretende ser un viaje imprescindible, el que nos lleva a convertir en realidad nuestros sueños, aportándonos los elementos básicos para lograrlo: capacidad de elección, energía positiva, creatividad, perseverancia, serenidad, aceptación, acción y amor, ...entre otros.
Es un libro con el que he pretendido desafiarte.
Por eso Te planteo estás preguntas básicas:
¿A qué estás esperando?
¿No crees que ya has dejado pasar suficiente tiempo?
¿Cuánto más necesitas?
Y sobre todo, ¿cuánto más estás dispuesto a esperar para ver tus sueños y deseos convertidos en realidad?
¿Realmente crees que es sólo cuestión de tiempo?
Este libro será también una conferencia que espero compartir pronto
en la cercanía del directo con todos vosotros.
Os iremos informando en www.thinkandaction.es
Te dejo una pequeña sinopsis:
Vivimos cegados por las aspiraciones materiales, por la urgencia y por un exceso de responsabilidades.
Hemos construido a nuestro alrededor un mundo artificial que, lejos de conducirnos hacia la felicidad, nos guía por la insatisfacción permanente y la angustia.
Probablemente la felicidad no tenga nada que ver con lo complejo.
¡Atrévete! nos enseña que el verdadero poder generador de bienestar reside en las cosas más sencillas y cotidianas, en lo que tenemos cerca pero que se ha convertido en invisible a nuestros ojos.
Vivir en el camino de la felicidad dependerá de la capacidad que tengamos para colocar estos principios básicos en nuestra vida. Te dejo un compendio de ideas, pensamientos, reflexiones y experiencias sencillas, en una época de incertidumbre, que te ayudará a dar el paso para afrontar sin miedos el cambio. Para emprender.
Algunos amigos han dejado estos testimoniales que están recogidos en la
contra-portada del libro:
¡Los grandes personajes a los que admiro desde siempre tienen algo en común con Fernando: su capacidad de atreverse. No es una cuestión de saltar al vacío pero sí de tener el coraje de ser fieles y honestos con sus creencias, de tener la capacidad de escribir el guión de sus vidas.
Jorge Blass, ilusionista
Es altamente recomendable afrontar la vida con actitud emprendedora. Emprender trata de intentar convertir sueños en realidades superando los obstáculos que aparecen en el camino. Y suele ser en la superación de estos obstáculos donde se encuentra la felicidad. Todo sale mejor cuando te gusta lo que haces, cuando te apasiona tu proyecto. Este libro es el resultado extraordinario de la pasión que Fernando siente por su trabajo. La misma pasión con la que nos recomienda afrontar la vida. Gracias, Fernando, por compartir tu pasión .
Xavi Verdaguer, CEO de Innovalley
Fernando nos reta en su libro a intentar llevar el timón de nuestra vida bajo el prisma de la perspectiva positiva, a través de principios vitales como la importancia de tener sueños y objetivos en la vida; la toma de decisiones, el sacrificio y el riesgo. Un gran libro.
Pilar Jericó, autora de NoMiedo (Alienta) y de Héroes Cotidianos (Planeta)
Muchas gracias a todos los que habéis hecho posible
Gracias a Verónica, Roger, Paula, Jorge, Xavi, Toni, Daniel, Pilar, Rita.
Gracias también a todos vosotros: los lectores de este blog, porque me inspiráis.
Si os apetece leerlo será un placer recibir vuestras ideas, comentarios, ...
Os dejo con...
Toni Nadal
Hoy me acerco a vosotros para presentar mi nuevo libro:
¡ATRÉVETE!
Estará en las librerías a partir del próximo 2 de Febrero.
Se trata de una nueva edición revisada de Basicoterapia;
un libro que yo mismo edité en el 2009 y al que muy pocas personas tuvieron acceso.
Esta nueva edición ha sido prologada por Toni Nadal,
el entrenador y tío del tenista Rafael Nadal.
Todo un lujo poder contar con Toni en esta nueva edición.
También ha hecho un precioso epílogo mi amigo, mi mago de cabecera y compañero de la FUERZA DE LA ILUSIÓN, Jorge Blass.
¡Otro auténtico lujo mágico!
Gracias amigos.
¡Atrévete! quiere ser un compendio de ideas, pensamientos y experiencias sencillas para todos aquellos que de verdad quieran recuperar el timón de su vida y se quieran atrever con todo lo que les queda por hacer y ya lo han soñado; para llegar a ser quienes realmente desean.
Pretende ser un viaje imprescindible, el que nos lleva a convertir en realidad nuestros sueños, aportándonos los elementos básicos para lograrlo: capacidad de elección, energía positiva, creatividad, perseverancia, serenidad, aceptación, acción y amor, ...entre otros.
Es un libro con el que he pretendido desafiarte.
Por eso Te planteo estás preguntas básicas:
¿A qué estás esperando?
¿No crees que ya has dejado pasar suficiente tiempo?
¿Cuánto más necesitas?
Y sobre todo, ¿cuánto más estás dispuesto a esperar para ver tus sueños y deseos convertidos en realidad?
¿Realmente crees que es sólo cuestión de tiempo?
Este libro será también una conferencia que espero compartir pronto
en la cercanía del directo con todos vosotros.
Os iremos informando en www.thinkandaction.es
Te dejo una pequeña sinopsis:
Vivimos cegados por las aspiraciones materiales, por la urgencia y por un exceso de responsabilidades.
Hemos construido a nuestro alrededor un mundo artificial que, lejos de conducirnos hacia la felicidad, nos guía por la insatisfacción permanente y la angustia.
Probablemente la felicidad no tenga nada que ver con lo complejo.
¡Atrévete! nos enseña que el verdadero poder generador de bienestar reside en las cosas más sencillas y cotidianas, en lo que tenemos cerca pero que se ha convertido en invisible a nuestros ojos.
Vivir en el camino de la felicidad dependerá de la capacidad que tengamos para colocar estos principios básicos en nuestra vida. Te dejo un compendio de ideas, pensamientos, reflexiones y experiencias sencillas, en una época de incertidumbre, que te ayudará a dar el paso para afrontar sin miedos el cambio. Para emprender.
Algunos amigos han dejado estos testimoniales que están recogidos en la
contra-portada del libro:
¡Los grandes personajes a los que admiro desde siempre tienen algo en común con Fernando: su capacidad de atreverse. No es una cuestión de saltar al vacío pero sí de tener el coraje de ser fieles y honestos con sus creencias, de tener la capacidad de escribir el guión de sus vidas.
Jorge Blass, ilusionista
Es altamente recomendable afrontar la vida con actitud emprendedora. Emprender trata de intentar convertir sueños en realidades superando los obstáculos que aparecen en el camino. Y suele ser en la superación de estos obstáculos donde se encuentra la felicidad. Todo sale mejor cuando te gusta lo que haces, cuando te apasiona tu proyecto. Este libro es el resultado extraordinario de la pasión que Fernando siente por su trabajo. La misma pasión con la que nos recomienda afrontar la vida. Gracias, Fernando, por compartir tu pasión .
Xavi Verdaguer, CEO de Innovalley
Fernando nos reta en su libro a intentar llevar el timón de nuestra vida bajo el prisma de la perspectiva positiva, a través de principios vitales como la importancia de tener sueños y objetivos en la vida; la toma de decisiones, el sacrificio y el riesgo. Un gran libro.
Pilar Jericó, autora de NoMiedo (Alienta) y de Héroes Cotidianos (Planeta)
Muchas gracias a todos los que habéis hecho posible
Gracias a Verónica, Roger, Paula, Jorge, Xavi, Toni, Daniel, Pilar, Rita.
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viernes, 24 de febrero de 2012
Un poco más de LEY
UN POQUITO MÁS DE LEY
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HERMANN TERTSCH Tiene guasa que la televisión pública sea el foco más activo de agitación y manipulación
contra el Gobierno
TENEMOS algunos gobernantes a los que pierde la cortesía. Uno de ellos es el ministro del Interior, Fernández Díaz, tan empeñado al parecer en contentar a todo el mundo que para cada acontecimiento tiene un par de versiones. A gusto del interlocutor. No hace falta ser Erasmo para comprender que así se acaba sin convencer a nadie y sembrando incertidumbre. También la delegada del Gobierno en Valencia, doña Paula Sánchez de León, parece de ese amplio equipo de incondicionales de la armonía. Tanto les horroriza el conflicto que acaban abrazándose siempre a lo peor. Como los frikis del amor. Así, le debió de parecer una gran conquista de la cultura del diálogo y la civilización invitar a su despacho al ya famosillo portavoz de la Federación Valenciana de Estudiantes, Alberto Ordoñez. Este nuevo caudillito popular con pañuelo palestino es un comunista miembro de la versión valenciana de IU. Parece que con dotes de mando y desde luego con mirada y actitud de talibán. Ordoñez pidió el otro día incendiar las calles y dijo que había que arrasar Valencia «a sangre y fuego» si el Estado no se plegaba a sus condiciones y amenazas. La delegada del Gobierno debía saber que a caudillos autoproclamados que incitan a la violencia no se les recibe hasta que se retractan. Porque si no se colabora en auparlo entre los suyos. Precisamente al peor, responsable primero de la violencia y los daños habidos. Que no son menores. Cada vez son más. Y ya incluyen agresiones contra periodistas más allá de la violencia «habitual». Son lógicos los ataques a la prensa que no colabora en la propagación de las ridículas consignas de los manifestantes. Hay que evitar que haya versiones distintas a la de RTVE, que actúa abiertamente como la «cadena amiga» de las manifestaciones ilegales. Ayuda a difundir y animar las convocatorias, es altavoz permanente de los insultos de los protagonistas al Gobierno y las autoridades y ha convertido el «sarao» izquierdista de Valencia en la noticia más destacada en todos sus informativos. Y ha tenido un considerable éxito, todo hay que decirlo. Que se debe a un esfuerzo ímprobo desde TVE y RNE de competir con la Cadena Ser en la perfecta payasada de querer presentar el Instituto Luis Vives como la plaza Tahrir. Y a toda una suerte de niñatos y agitadores de la ultraizquierda como «el pueblo». En este país estamos curados de espanto y todo es posible. Pero incluso aquí tiene guasa que la televisión pública sea el foco más activo y estridente de agitación, propaganda y manipulación contra el Gobierno, sus reformas y la política nacional.
No pasa nada por el hecho de que la izquierda de este país, especialmente el PSOE, esté tan confundido después de la derrota que esté a punto de perder hábitos y prudencia democrática. Y que en pleno trastorno, tras un congreso malogrado, busque compañía con lo peor de la marginalidad extremista. En la esperanza se supone de una alianza radical con los sindicatos para incendiar las calles de este país y lograr bajo amenazas que se paralice la sociedad española. ¿Están realmente tan convencidos de que no volverán al poder por las urnas en tantísimo tiempo como para cancelar su lealtad constitucional? Los que creemos que hay, pese a la peste del zapaterismo, una izquierda aun democrática, razonable y decente en este país, queremos creer también que el apoyo a la ocupación callejera y la violencia de personajes del fracaso como Alarte no son una declaración de intenciones del partido de Rubalcaba. Pero mientras se deciden, Rajoy, ministro, delegada, por favor, un poco más de firmeza, un poquito más de ley.
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HERMANN TERTSCH Tiene guasa que la televisión pública sea el foco más activo de agitación y manipulación
contra el Gobierno
TENEMOS algunos gobernantes a los que pierde la cortesía. Uno de ellos es el ministro del Interior, Fernández Díaz, tan empeñado al parecer en contentar a todo el mundo que para cada acontecimiento tiene un par de versiones. A gusto del interlocutor. No hace falta ser Erasmo para comprender que así se acaba sin convencer a nadie y sembrando incertidumbre. También la delegada del Gobierno en Valencia, doña Paula Sánchez de León, parece de ese amplio equipo de incondicionales de la armonía. Tanto les horroriza el conflicto que acaban abrazándose siempre a lo peor. Como los frikis del amor. Así, le debió de parecer una gran conquista de la cultura del diálogo y la civilización invitar a su despacho al ya famosillo portavoz de la Federación Valenciana de Estudiantes, Alberto Ordoñez. Este nuevo caudillito popular con pañuelo palestino es un comunista miembro de la versión valenciana de IU. Parece que con dotes de mando y desde luego con mirada y actitud de talibán. Ordoñez pidió el otro día incendiar las calles y dijo que había que arrasar Valencia «a sangre y fuego» si el Estado no se plegaba a sus condiciones y amenazas. La delegada del Gobierno debía saber que a caudillos autoproclamados que incitan a la violencia no se les recibe hasta que se retractan. Porque si no se colabora en auparlo entre los suyos. Precisamente al peor, responsable primero de la violencia y los daños habidos. Que no son menores. Cada vez son más. Y ya incluyen agresiones contra periodistas más allá de la violencia «habitual». Son lógicos los ataques a la prensa que no colabora en la propagación de las ridículas consignas de los manifestantes. Hay que evitar que haya versiones distintas a la de RTVE, que actúa abiertamente como la «cadena amiga» de las manifestaciones ilegales. Ayuda a difundir y animar las convocatorias, es altavoz permanente de los insultos de los protagonistas al Gobierno y las autoridades y ha convertido el «sarao» izquierdista de Valencia en la noticia más destacada en todos sus informativos. Y ha tenido un considerable éxito, todo hay que decirlo. Que se debe a un esfuerzo ímprobo desde TVE y RNE de competir con la Cadena Ser en la perfecta payasada de querer presentar el Instituto Luis Vives como la plaza Tahrir. Y a toda una suerte de niñatos y agitadores de la ultraizquierda como «el pueblo». En este país estamos curados de espanto y todo es posible. Pero incluso aquí tiene guasa que la televisión pública sea el foco más activo y estridente de agitación, propaganda y manipulación contra el Gobierno, sus reformas y la política nacional.
No pasa nada por el hecho de que la izquierda de este país, especialmente el PSOE, esté tan confundido después de la derrota que esté a punto de perder hábitos y prudencia democrática. Y que en pleno trastorno, tras un congreso malogrado, busque compañía con lo peor de la marginalidad extremista. En la esperanza se supone de una alianza radical con los sindicatos para incendiar las calles de este país y lograr bajo amenazas que se paralice la sociedad española. ¿Están realmente tan convencidos de que no volverán al poder por las urnas en tantísimo tiempo como para cancelar su lealtad constitucional? Los que creemos que hay, pese a la peste del zapaterismo, una izquierda aun democrática, razonable y decente en este país, queremos creer también que el apoyo a la ocupación callejera y la violencia de personajes del fracaso como Alarte no son una declaración de intenciones del partido de Rubalcaba. Pero mientras se deciden, Rajoy, ministro, delegada, por favor, un poco más de firmeza, un poquito más de ley.
Libelo Contra la secta: Hermann Tertsch Del Valle-Lersundi
CUANDO se termina de escribir un libro, al menos a mí me pasa, está uno tan aburrido y harto del libro como de sí mismo. Y sin embargo es cuando se espera que uno empiece a hablar de él. Lo haré hoy y prometo dejarles después en paz aunque vaya por delante que se trata de un compendio de reflexiones que tiene mucho que ver con «Montecassino», ese refugio o bastión de papel desde el que escribo para los lectores de ABC. Mi columna no se llama así por casualidad. En Montecassino, al sur de Roma, estableció Benito de Nursia su primer monasterio en el año 529. Aunque muchos no estemos hoy muy de acuerdo con el arrebato inicial de San Benito de hacer pedazos una estatua de Apolo en el templo a ese dios que se alzaba en la cumbre que eligió para asentarse y fundar su primer monasterio, entendemos que entonces venía a cuento. Y su afán destructor de aquel momento fue compensado infinitamente con la fundación allí de la orden benedictina y la redacción de la Regla de San Benito que se convirtió en el principio fundador de la práctica monástica en Occidente. Desde el siglo VI a nuestros días pasaron allí muchas cosas, interesantes y magníficas. Allí se atesoraron joyas pictóricas y libros que contenían gran parte de la sabiduría de Occidente y desde allí se difundieron en siglos de asaltos, acosos y persecución. La identidad europea tiene una raíz profunda en aquel monte sagrado. Quince siglos después de su fundación volvió a convertirse en símbolo del drama continuo de la historia de Europa. Allí se libró una terrible batalla en el año 1944 que fue fundamental para la liberación semanas más tarde de la ciudad de Roma. Entre los capítulos más gloriosos de la gesta de la toma de Montecassino, una fortaleza del ejército nazi que se antojaba inexpugnable, está sin duda el asalto de las unidades de voluntarios polacos que, con infinitas bajas, protagonizaron un avance insólito bajo el fuego alemán por las empinadas faldas del monte. Los polacos, tras los judíos las
principales víctimas de la brutalidad nazi, despojados de su patria una vez más bajo Hitler y Stalin, se erigieron en los héroes y vengadores de sus desdichas nacionales, firmes en su fe, en su patriotismo y su anhelo de libertad. La columna «Montecassino» pretende por ello ser un homenaje continuo a los valores de Occidente, al pensamiento y la libertad.
Y el libro «Libelo contra la secta» no pretende otra cosa. Tras su título guasón, que reivindica el libelo como escrito de combate o condena de lo intolerable, se encuentra un esfuerzo por explicar parte de los avatares de la sociedad española en estos últimos años y las numerosas tropelías de sus gobernantes actuales. No es un libro periodístico, sino un escrito tan reflexivo como airado que busca explicaciones y denuncia las amenazas a la libertad de pensamiento, las mentiras como instrumento principal de Gobierno, la mediocridad prepotente, la falsificación de la historia, la vocación intimidatoria y los intentos de convertir la sumisión en virtud y la cobardía en prudencia. Es un intento modesto pero abiertamente indignado de poner pie en pared ante tanto desmán. Y de recordar que para recuperar los valores de Occidente, el primero a recuperar es el valor en sí mismo. No ya el coraje heroico de los benedictinos y de los soldados polacos, ni más ni menos que el valor justo para hacer frente a la mentira, al matonismo y a la vileza.
principales víctimas de la brutalidad nazi, despojados de su patria una vez más bajo Hitler y Stalin, se erigieron en los héroes y vengadores de sus desdichas nacionales, firmes en su fe, en su patriotismo y su anhelo de libertad. La columna «Montecassino» pretende por ello ser un homenaje continuo a los valores de Occidente, al pensamiento y la libertad.
Y el libro «Libelo contra la secta» no pretende otra cosa. Tras su título guasón, que reivindica el libelo como escrito de combate o condena de lo intolerable, se encuentra un esfuerzo por explicar parte de los avatares de la sociedad española en estos últimos años y las numerosas tropelías de sus gobernantes actuales. No es un libro periodístico, sino un escrito tan reflexivo como airado que busca explicaciones y denuncia las amenazas a la libertad de pensamiento, las mentiras como instrumento principal de Gobierno, la mediocridad prepotente, la falsificación de la historia, la vocación intimidatoria y los intentos de convertir la sumisión en virtud y la cobardía en prudencia. Es un intento modesto pero abiertamente indignado de poner pie en pared ante tanto desmán. Y de recordar que para recuperar los valores de Occidente, el primero a recuperar es el valor en sí mismo. No ya el coraje heroico de los benedictinos y de los soldados polacos, ni más ni menos que el valor justo para hacer frente a la mentira, al matonismo y a la vileza.
Steve JOBS: 20 claves de la Felicidad
18 lecciones de la mano de Steve Jobs
Publicado el octubre 6, 2011 ¬ 11:17 AMh.Javier Hernandez18 comentarios »
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Hoy es un dia triste, ayer el mundo perdio uno de los innovadores mas importantes de nuestra historia moderna, Steve Jobs. Creo que su legado va mucho mas alla de la tecnologia al demostrar que el diseño, la elegancia y el arte son todavia importantes en nuestra vida agitada.
Quiero compartir con ustedes como un pequeño homenaje varias lecciones que me impactaron y seguro van a lograr un efecto transformador:
VIDA
“Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición.”
RESPONSABILIDAD
“Nuestro ADN es de una empresa de consumo, estamos hechos para un cliente que sabe diferenciar lo bueno de lo malo. Creo que nuestro trabajo es ser responsables por la totalidad de la experiencia del usuario. Y si no cumple sus expectativas, es totalmente nuestra culpa, así de simple.”
INNOVACION
“Cuesta demasiado diseñar productos a partir de grupos cerrados. La mayoría de las veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas.”
DISEÑO
“La mayoría de la gente piensa que el diseño es una chapa, es una simple decoración. Para mí, nada es más importante en el futuro que el diseño. El diseño es el alma de todo lo creado por el hombre.”
ERRORES
“Cuando se innova, se corre el riesgo de cometer errores. Es mejor admitirlo rápidamente y continuar con otra innovación.”
DINERO
“Tenía más de un millón de dólares cuando tenía 23 años y más de diez millones cuando tenía 24 años y más de cien millones de dólares cuando tenía 25 años, y nunca fue importante porque nunca lo hice por dinero.”
VISION
“Muchas compañías han decidido reducir su tamaño, y tal vez eso era lo mejor para ellos. Nosotros hemos elegido un camino diferente. Nuestra creencia es que si seguimos poniendo grandes productos frente a los clientes, estos seguirán a abriendo sus billeteras.”
REVOLUCION
“De vez en cuando aparece un producto revolucionario que lo cambia todo. Uno es muy afortunado si puede trabajar en sólo uno de estos en su carrera. Apple ha sido muy afortunada al ser capaz de introducir algunos de estos en el mundo en varias ocasiones”
PROPOSITO DE VIDA
“Ser el mas rico del cementerio no es lo que más me importa… Acostarme por la noche y pensar que he hecho algo genial. Eso es lo que mas me importa.”
CALIDAD
“Tenga un criterio de calidad. Algunas personas no están acostumbradas a un entorno en el que se espera la excelencia”
TECNOLOGIA
“¿Qué es un ordenador? Es el instrumento más notable. Es el equivalente a una bicicleta para nuestras mentes.”
INSPIRACION
“La innovación no tiene nada que ver con cuantos dólares has invertido en I+D. Cuando Apple apareció con el Mac, Ibm gastaba al menos 100 veces más en I+D. No es un tema de cantidades, sino de la gente que posees, cómo les guías y cuánto obtienes.”
FOCO
“Hay que decir no a mil cosas para estar seguro de que no te estás equivocando o que intentas abarcar demasiado.”
CIELO
“Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar ahí.”
VIDA
“Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy? Y si la respuesta era no durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo.”
EMPRENDER
“Estoy convencido que la mitad de lo que separa a los emprendedores con éxito y los que no tienen éxito es la pura perseverancia. Es tan difícil, pones tanto de tu vida en esto, hay momentos tan duros en que la mayoría se da por vencida, no los culpo, es muy difícil y consume gran parte de tu vida. (…) A menos que tengas mucha pasión en lo que haces no vas a sobrevivir, vas a darte por vencido”
TRABAJO
“Tu trabajo va a llenar gran parte de tu vida, y la única forma de estar realmente satisfecho con él es hacer lo que creas que es un gran trabajo. Y la única manera de hacer un trabajo genial es amar lo que haces. Si no lo has encontrado, sigue buscando. No te detengas. Al igual que con todos los asuntos del corazón, lo sabrás cuando lo encuentres. Y, como cualquier gran relación, sólo se pondrá mejor y mejor, conforme los años pasen. Así que sigue buscando hasta que lo encuentres. No te detengas.”
LEGADO
“Si vives cada día de tu vida como si fuera el último, algún día realmente tendrás razón.”
Publicado el octubre 6, 2011 ¬ 11:17 AMh.Javier Hernandez18 comentarios »
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Hoy es un dia triste, ayer el mundo perdio uno de los innovadores mas importantes de nuestra historia moderna, Steve Jobs. Creo que su legado va mucho mas alla de la tecnologia al demostrar que el diseño, la elegancia y el arte son todavia importantes en nuestra vida agitada.
Quiero compartir con ustedes como un pequeño homenaje varias lecciones que me impactaron y seguro van a lograr un efecto transformador:
VIDA
“Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición.”
RESPONSABILIDAD
“Nuestro ADN es de una empresa de consumo, estamos hechos para un cliente que sabe diferenciar lo bueno de lo malo. Creo que nuestro trabajo es ser responsables por la totalidad de la experiencia del usuario. Y si no cumple sus expectativas, es totalmente nuestra culpa, así de simple.”
INNOVACION
“Cuesta demasiado diseñar productos a partir de grupos cerrados. La mayoría de las veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas.”
DISEÑO
“La mayoría de la gente piensa que el diseño es una chapa, es una simple decoración. Para mí, nada es más importante en el futuro que el diseño. El diseño es el alma de todo lo creado por el hombre.”
ERRORES
“Cuando se innova, se corre el riesgo de cometer errores. Es mejor admitirlo rápidamente y continuar con otra innovación.”
DINERO
“Tenía más de un millón de dólares cuando tenía 23 años y más de diez millones cuando tenía 24 años y más de cien millones de dólares cuando tenía 25 años, y nunca fue importante porque nunca lo hice por dinero.”
VISION
“Muchas compañías han decidido reducir su tamaño, y tal vez eso era lo mejor para ellos. Nosotros hemos elegido un camino diferente. Nuestra creencia es que si seguimos poniendo grandes productos frente a los clientes, estos seguirán a abriendo sus billeteras.”
REVOLUCION
“De vez en cuando aparece un producto revolucionario que lo cambia todo. Uno es muy afortunado si puede trabajar en sólo uno de estos en su carrera. Apple ha sido muy afortunada al ser capaz de introducir algunos de estos en el mundo en varias ocasiones”
PROPOSITO DE VIDA
“Ser el mas rico del cementerio no es lo que más me importa… Acostarme por la noche y pensar que he hecho algo genial. Eso es lo que mas me importa.”
CALIDAD
“Tenga un criterio de calidad. Algunas personas no están acostumbradas a un entorno en el que se espera la excelencia”
TECNOLOGIA
“¿Qué es un ordenador? Es el instrumento más notable. Es el equivalente a una bicicleta para nuestras mentes.”
INSPIRACION
“La innovación no tiene nada que ver con cuantos dólares has invertido en I+D. Cuando Apple apareció con el Mac, Ibm gastaba al menos 100 veces más en I+D. No es un tema de cantidades, sino de la gente que posees, cómo les guías y cuánto obtienes.”
FOCO
“Hay que decir no a mil cosas para estar seguro de que no te estás equivocando o que intentas abarcar demasiado.”
CIELO
“Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar ahí.”
VIDA
“Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy? Y si la respuesta era no durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo.”
EMPRENDER
“Estoy convencido que la mitad de lo que separa a los emprendedores con éxito y los que no tienen éxito es la pura perseverancia. Es tan difícil, pones tanto de tu vida en esto, hay momentos tan duros en que la mayoría se da por vencida, no los culpo, es muy difícil y consume gran parte de tu vida. (…) A menos que tengas mucha pasión en lo que haces no vas a sobrevivir, vas a darte por vencido”
TRABAJO
“Tu trabajo va a llenar gran parte de tu vida, y la única forma de estar realmente satisfecho con él es hacer lo que creas que es un gran trabajo. Y la única manera de hacer un trabajo genial es amar lo que haces. Si no lo has encontrado, sigue buscando. No te detengas. Al igual que con todos los asuntos del corazón, lo sabrás cuando lo encuentres. Y, como cualquier gran relación, sólo se pondrá mejor y mejor, conforme los años pasen. Así que sigue buscando hasta que lo encuentres. No te detengas.”
LEGADO
“Si vives cada día de tu vida como si fuera el último, algún día realmente tendrás razón.”
martes, 21 de febrero de 2012
Helena Cornelius:yo gano y tus ganas
¿Te has marchado alguna vez dando un portazo? ¿Te has sentido ofendido por algo que alguien ha dicho? ¿Has discutido con tu pareja, un familiar o un amigo? ¿Te has enfadado porque te han negado un aumento del sueldo?...
Si es así y deseas resolver de forma fluida y creativa cualquier situación conflictiva en tu vida, esta obra amena e innovadora te enseñará a:
- Reconocer y evitar los modelos negativos de comportamiento que se dan durante un conflicto.
- Entender la dinámica de poder de cualquier relación.
- Optimizar tu comunicación al comprender más profundamente a las personas con quienes tienes el problema, y a su vez ayudarlas a que sea algo recíproco.
- Llegar a una solución satisfactoria para todas las partes.
Con sus lúcidos consejos, expresivas ilustraciones y didácticas técnicas ya comprobadas, Tú ganas/Yo gano es una fuente de inspiración para todos aquellos que, a pesar de las diferencias, deseen lo mejor para ellos mismos y también para los demás.
Si es así y deseas resolver de forma fluida y creativa cualquier situación conflictiva en tu vida, esta obra amena e innovadora te enseñará a:
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- Entender la dinámica de poder de cualquier relación.
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Aristoteles Ética para Nicómaco
Ética nicomáquea
Pintura que representa a Aristóteles. Se le suele representar con un libro debido a que siempre habla de la felicidad como la contemplación intelectiva.
Ética nicomáquea o Ética a Nicómaco (griego Ἠθικὰ Νικομάχεια, transliterado Ethika Nikomacheia; gen.: Ἠθικῶν Νικομαχείων, Ethikōn Nikomacheiōn; latín Ethica Nicomachea) es una obra de Aristóteles escrita en el siglo IV a. C. se trata de uno de los primeros tratados conservados sobre ética y moral de la filosofía occidental y sin duda el más completo de la ética aristotélica. Está compuesto por diez libros que se consideran basados en notas sobre sus ponencias magistrales en el Liceo. La obra abarca un análisis de la relación del carácter y la inteligencia con la felicidad. Junto con el mensaje bíblico judeocristiano, constituye uno de los pilares fundamentales sobre los que posteriormente se erigió la ética occidental.
Contenido [ocultar]
1 Antecedentes y colocación de la obra
2 Sobre el título de la obra
3 Contenidos
3.1 Libro I: Sobre la felicidad
3.2 Libro II: Naturaleza de la virtud ética
3.3 Libro III: Acciones voluntarias e involuntarias
3.3.1 La voluntariedad
3.3.2 La fortaleza
3.3.3 Templanza
3.4 Libro IV: Examen de las virtudes éticas
3.5 Libro V: Examen de las virtudes éticas (cont.). La justicia
3.6 Libro VI: Examen de las virtudes intelectuales
3.7 Libro VII: Apéndice sobre las virtudes éticas: continencia e incontinencia
3.8 Libro VIII: Sobre la amistad
3.9 Libro IX: Sobre la amistad (cont.). La amistad relativa a sus causas y a la felicidad
3.10 Libro X: Naturaleza del placer y de la felicidad
4 Recepción
5 Notas
6 Bibliografía
7 Enlaces externos
[editar]Antecedentes y colocación de la obra
La Ética nicomáquea (conocida también como Ética a Nicómaco) es el primer tratado sistemático sobre la ética. Platón había escrito el Protágoras, un diálogo sobre la virtud, y otras obras suyas también tratan sobre la felicidad y la ética, pero ninguna sistemáticamente. Otros filósofos contemporáneos a Aristóteles se mencionan en la presente obra, como por ejemplo Espeusipo y Eudoxio, de quien Aristóteles toma su definición de bien.
Como Platón y Sócrates, Aristóteles sostiene que la virtud nos ayuda a buscar la felicidad y esa es la base de la ética. A diferencia de Platón y Sócrates, Aristóteles enseña que la virtud no viene directamente del conocimiento, sino que requiere el hábito, que la felicidad no es un estado sino una actividad, y que el placer no es la felicidad sino una consecuencia de la virtud, y especialmente que el hombre tiene un fin en sí que no es absorbido totalmente por los fines del Estado. Aquí está la clave de lectura de la ética de Aristóteles: la finalidad del acto humano. Todo acto tiene un fin, que es la felicidad, pero se puede buscar este fin en diversas cosas. Aristóteles muestra que el fin ha de ser específico del hombre, y esto es la contemplación, a la cual ayuda la virtud necesariamente, pues la virtud busca el medio que le da la recta razón del individuo. La contemplación es el acto más autosuficiente y estable y para la plena felicidad requiere también el placer.1 Un aspecto que entra en juego y que no se resuelve del todo directamente en el capítulo 7 del libro X es la inmortalidad, a la que Aristóteles alude varias veces en otras partes también.2
El método de Aristóteles también difiere del de Platón, pues define claramente desde el inicio qué quiere hacer, propone argumentos en contra, muestra algunas dificultades y luego las resuelve. Es importante recordar que las obras de Aristóteles no eran libros destinados a la publicación sino más bien manuales, apuntes destinados a la enseñanza, o recordatorios para la enseñanza en el Liceo.
Dentro de las obras de Aristóteles, la Ética nicomáquea es de las últimas. Como Platón, había escrito en su juventud muchos diálogos y todos se han perdido. Ciertamente viene después de los tratados de lógica, pues menciona los Analíticos en VI, 3. Asimismo, Sobre el alma muestra un pensamiento menos preciso del alma que la presente obra, por lo que se cree que había sido elaborada con anterioridad. La Política viene después, pues X,9 la prepara directamente, en base VIII-IX, que versan sobre la amistad. Hay otra obra espuria sobre la ética, la Magna Moralia y una obra semejante pero probablemente previa, la Ética eudemia.
[editar]Sobre el título de la obra
Queda desfasada la consideración de que fuera el mismo Aristóteles quien diera nombre a sus obras. Nótese que Aristóteles se refiere a la temática de la que está tratando como Política y el estudio de la misma, nunca de Ética. Por lo que se refiere al nombre a Nicómaco, durante mucho tiempo ha sido interpretado como posesivo, indicando ya sea el destinatario, ya sea el autor o el editor. Hoy en día estas hipótesis están completamente descartadas y en lo que respecta a Nicómaco es impensable hoy por hoy que Nicómaco sea el hijo de Aristóteles, siquiera un supuesto destinatario o conocido al que dedicar la obra. Actualmente, la apuesta más destacada es la que nos indica que tanto el nombre de Ética como los adjetivos se dieron gracias a un tercero, probablemente Andrónico de Rodas o quizás alguien posterior, en todo caso es probable que no tenga más valor que el de meras etiquetas cuya finalidad no parece que fuera otra que distinguir escritos pertenecientes a épocas y concepciones diferentes.
[editar]Contenidos
Aristóteles pintado por Rafael. Nótese que en la mano lleva el libro de la Ética.
Aristóteles empieza su obra definiendo lo esencial de la ética: el bien. Con su habitual método inductivo, hace acopio de las opiniones hasta entonces dichas, que lo relacionan con la felicidad, pues tal cosa es "lo que todos buscan". En un paralelismo con las artes y los conocimientos prácticos, Aristóteles dirá que el bien para el hombre, la felicidad, consiste en el ejercicio de su función como hombre. Así, basándose en las tres disposiciones del alma aristotélica, establece que dicha función tendrá que estar relacionada con el alma racional, en tanto que es la que caracteriza al hombre. Para ello introducirá el concepto de virtud, que será identificado con la costumbre del buen obrar. El estagirita establece que las virtudes han de ser de dos clases: las virtudes llamadas éticas, morales o de carácter; especialmente la justicia, que vienen del alma desiderativa en tanto que esta obedece a la razón; y las virtudes denominadas dianoéticas, intelectuales o racionales, que son las que permiten alcanzar la felicidad y vienen del alma racional misma. Después muestra cómo el placer tiene que ver también con la felicidad, y por lo mismo con la ética. Como el hombre es social, necesita amigos para alcanzar la felicidad completa. Esto le lleva a una descripción final de la felicidad que será la que se alcance por una actividad acorde con la virtud más excelsa.
[editar]Libro I: Sobre la felicidad
(Este Libro comprende trece capítulos) Al inicio Aristóteles se pregunta ¿Qué bien es el objeto de todos los fines? Toda actividad apunta hacia un bien, entonces la felicidad debe de ser también un bien. No sólo debe ser un bien, sino el bien al cual todos los demás bienes se dirigen. Se puede buscar este bien en diversas cosas, pero al final la verdad es el único bien delante del cual los demás bienes parecen incompletos.
Si no hay un bien final y alcanzable, entonces es irracional la naturaleza del hombre, que busca por naturaleza un bien. El no tener un bien final que se llama felicidad negaría la naturaleza, llevando al absurdo. Ahora bien, esta felicidad se compone de la vivencia de las virtudes y de una vida completa; la felicidad es una actividad del alma de acuerdo con la virtud ("excelencia") completa.3
El filósofo termina el primer libro hablando de la virtud a partir de las partes del alma, preparando así el segundo libro. Este pasaje es relevante, pues da la estructura para el resto de la obra. Como la virtud está en la parte racional del alma y también en la parte no racional que obedece a la racional, las virtudes se dividen en dos grandes tipos a partir de su fuente: las intelectuales (dianoéticas) y las morales (éticas). Pero como las más conocidas al hombre son las virtudes morales, las estudia antes.
Declara en él cómo la conservación de las amistades consiste en entender cada uno lo que está obligado y debe hacer en ley de aquella amistad que trata y ponerlo tal por obra, y que el dejarlo de hacer es deshacer la amistad, y que finalmente la disolución de la amistad sucede cuando en ella no se alcanza lo que se pretendia, y esto en cualquier diferencia de amistad.
[editar]Libro II: Naturaleza de la virtud ética
(Este libro comprende nueve capítulos) En este segundo libro el autor se propone abordar la definición de la virtud. Aristóteles afirma que la virtud no nace en la naturaleza del individuo, aunque reconoce que es natural la capacidad de entender estas virtudes y perfeccionarlas con la costumbre. Es por ello que la virtud es el hábito por el que el hombre se hace bueno y realiza bien la obra que le es confiada».4 Aventura tres posibilidades al respecto: «actuar en sometimiento a [la razón]», «cualidad de obrar de la mejor manera en relación con el placer y el dolor» y, finalmente, «la disposición o hábito de elegir el medio relativo a nosotros en acciones y emociones, determinado por la razón y tal como lo determinaría un hombre prudente».5 Aristóteles distingue entre la virtud moral (ethos), o de carácter, y la virtud intelectual (que se desdobla en Sabiduría en la teoría y en Prudencia en la práctica). En tanto que busca un medio entre vicios y una clase de estado para realizar las mejores acciones que mantenga la relación con el placer y el dolor, la virtud moral hace bueno al ser humano. El arte sólo requiere conocimiento, pero la virtud requiere elección racional y ejercicio constante de la misma. Es difícil ser bueno porque es difícil encontrar el medio y la función de la educación es precisamente ayudar a alcanzarlo. Entre el exceso y el defecto el punto medio es la virtud o magnificencia y Aristóteles llama a los dos extremos más distantes como contrarios.
[editar]Libro III: Acciones voluntarias e involuntarias
Este libro se divide en tres partes, la primera (capítulos 1-5) trata de la voluntariedad, la segunda (capítulos 6-9) sobre la fortaleza, y la tercera (capítulos 10-12) sobre la templanza.
[editar]La voluntariedad
Aristóteles divide los actos del hombre en voluntarios e involuntarios. El acto involuntario se debe a un primer principio extrínseco al hombre, como la fuerza o la ignorancia. El acto no voluntario es un acto involuntario que no se lamenta. El acto involuntario surge cuando el individuo obra en estado de ignorancia y en estos casos se puede hacer una excepción para recurrir a la compasión e indulgencia sobre las consecuencias de estos actos. El acto voluntario se hace por el deseo. Ahora bien, la elección racional es más restringida que el acto voluntario, en el sentido que el acto está dentro de nuestro poder y no necesariamente según el apetito, sino que es fruto de una deliberación. Se delibera algo que se puede hacer, no sobre verdades ni sobre las acciones de otros; además, se deliberan los medios y no el fin, pues el fin no se escoge como fin sino que es natural y es el bien deseado según lo que se conoce (lo que el entendimiento presenta a la voluntad). Entendido así el acto voluntario, la virtud se aplica a cuanto conduce al fin e implica la responsabilidad del sujeto.
[editar]La fortaleza
La fortaleza es el medio entre el temor y la confianza respecto a la muerte. La persona valiente actúa a pesar del temor pero no sin temor. El exceso de temor se llama cobardía, Y actúa con confianza pero sin exceso de confianza, que se llama precipitación. Sin embargo, la fortaleza se aplica más al temor que a la confianza, por ser este último más difícil de controlar, y busca el bien honesto cuando es difícil ver este bien superior. La característica fundamental de la verdadera fortaleza es que se basa en el carácter y no en el cálculo o en la preparación.
[editar]Templanza
La templanza es el medio respecto a los placeres, especialmente los del tacto, la comida y el sexo, que tenemos en común con los animales no racionales. Hay placeres naturales y placeres del individuo: por ello, errar en los placeres naturales es siempre un exceso, mientras que errar en los placeres individuales no siempre es excesivo. El dolor viene cuando el que no tiene esta virtud tampoco obtiene sus placeres. La intemperancia es más voluntaria que la cobardía, pues siempre viene con una elección positiva, haciéndola más censurable. El apetito debe siempre seguir lo que es noble como propuesto por la razón.
[editar]Libro IV: Examen de las virtudes éticas
(Este libro comprende nueve capítulos) El tema que afronta en este libro es el de las demás virtudes menos universales que la fortaleza y la templanza y muestra diversas situaciones en las que se puede encontrar un hombre. Entre estas virtudes están la generosidad y la magnificencia (que es la generosidad en niveles superiores por parte de quien la actúa, de las circunstancias y del objeto), la magnanimidad y la virtud que aplica la magnanimidad para con los inferiores, la ecuanimidad. También habla de algunas virtudes sobre la vida: el decir la verdad, el humor. Al final menciona la vergüenza, un sentimiento virtuoso que ayuda a los jóvenes a encontrar el medio en sus sentimientos.
[editar]Libro V: Examen de las virtudes éticas (cont.). La justicia
(Este libro comprende once capítulos) Aristóteles dedica este libro a analizar la virtud de la justicia. Empieza induciendo la definición justicia a partir de la definición nominal y de cuanto se piensa cuando se oye la expresión "justicia". Afirma que la justicia es la virtud completa por cuanto refiere a otras personas, pues es más difícil ejercer la virtud con los demás que solamente consigo mismo. Así la virtud en general es justicia vista en relación con los demás.
Esta justicia es la justicia general. Existe también la justicia particular, que se divide asimismo en distributiva y transaccional, la distributiva que aplica una proporción geométrica entre varias cosas o personas; la transaccional que aplica una proporción aritmética. Luego, Aristóteles aplica esta distinción a la economía, y dice que la justicia es el medio entre cometer injusticia y sufrirla y consiste en la reciprocidad. Sin embargo, descubre que en este caso su fórmula de encontrar el medio no funciona igual que en las pasiones: el medio es la igualdad de la proporción.
Trata luego de la relación entre la justicia y la ley, una relación necesaria para que el bien del otro se consiga, pues el hombre por sí mismo siempre busca el propio bien. Por ello, se necesita una ley. Aquí entra la política, pues existe una justicia natural que nadie puede transgredir y otra legal, que depende de las reglas adoptadas. La justicia legal se debe seguir una vez que se han aprobado las leyes. Esta justicia legal es variable porque los casos particulares se relacionan con las normas universales de manera distinta en cada ocasión.
Aristóteles explica a continuación los diversos agravios en relación con la justicia, y luego afirma que quien sufre alguna injusticia no lo puede hacer de modo voluntario. Asimismo, nadie puede hacer injusticia a sí mismo, por ejemplo, por medio del suicidio. La equidad supera la justicia en el sentido de corregir la ley en ciertos casos particulares, pues la regla universal no contempla cada situación particular.
[editar]Libro VI: Examen de las virtudes intelectuales
El libro sexto es quizás el más importante para entender la ética de Aristóteles, porque, como él mismo dijo al inicio de la obra, la verdad es el bien superior, y este capítulo trata de la facultad del hombre que consigue este bien, el entendimiento. Además, es el intelecto el que nos dice dónde está el medio debido para realizar los actos virtuosos.
La primera cosa que hace es parafrasear lo que había dicho en I, 13: hay dos partes del alma. Y distingue esta vez las sub-partes de la razón, que serían el intelecto especulativo y el intelecto práctico, a los cuales corresponden la sabiduría y la sabiduría práctica (llamada prudencia) respectivamente. Tres cosas controlan el acto y la verdad en el alma: la percepción, el intelecto y el deseo. Pero los animales no racionales tienen percepción, así que no es el primer principio en el hombre. El intelecto práctico afirma y niega para que el deseo busque el bien y huya del mal. El bien del intelecto especulativo es la verdad. El bien del intelecto práctico es la verdad de acuerdo con el deseo recto. Así el primer principio de la acción como causa eficiente es la elección racional, es decir, de acuerdo con el fin; el principio de esto es el deseo, y así la elección racional requiere carácter. En otras palabras, el intelecto y el deseo se influyen mutuamente en el campo práctico, y la virtud depende del pensar y del carácter.
En el intelecto hay cinco virtudes: el arte, el conocimiento científico, la prudencia, la sabiduría, y el entendimiento. Ahora bien, el entendimiento, el conocimiento científico y la sabiduría se refieren a lo necesario, no a lo contingente, ni a lo que puede hacer el hombre. Por otro lado, el arte y la prudencia se refieren a lo que hace el hombre.
La prudencia es una virtud que permite descubrir el bien presente en una acción a realizar. Es la virtud intelectual del obrar humano, no solo en el sentido de obrar bien, sino de llegar a ser bueno por medio del obrar, pues ayudará a encontrar los mejores bienes humanos en relación con la acción. Las virtudes inferiores a la prudencia son: el deliberar bien, el juzgar bien, y el discernimiento.
Como la sabiduría concierne cosas más elevadas y universales, mientras que la prudencia concierne la verdad en relación a los actos humanos, la sabiduría está por encima de la prudencia, pues su objeto pertenece exclusivamente a la parte superior del alma.
[editar]Libro VII: Apéndice sobre las virtudes éticas: continencia e incontinencia
En este libro Aristóteles va un paso más adelante de Sócrates al distinguir entre, por un lado, el saber qué sería bueno hacer y, por otro, el estar dispuesta a hacerlo. La persona prudente no solamente sabe qué sería bueno hacer, sino que también está dispuesto, mientras que la persona incontinente sabe qué sería bueno hacer, pero no lo logra por indisposición. Así la incontinencia no es un vicio (ni tampoco la continencia una virtud), pues el incontinente se da cuenta de su condición como tal y quiere cambiar. En cambio, quien padece un vicio no se da cuenta de él.
Esta falta de continencia se relaciona con el placer. El hombre busca el placer necesario y el placer que es fin en sí. La incontinencia se refiere más a la falta de control en los placeres necesarios, como la comida y el sexo. La continencia se guía por la elección racional del placer, mientras que la incontinencia piensa lo opuesto y sin embargo, hace lo mismo que haría quien no tiene templanza.
A continuación, Aristóteles analiza la definición que otros autores han dado del placer. Algunos, como Espeusipo, mantenían que no era un bien, mientras que muchos han dicho que sí es un bien, y Eudoxo llegó a decir que era el bien supremo. Aristóteles muestra varios ejemplos para probar que el placer tiene que ser bueno y a la vez que puede conducir al vicio. Esto se debe a que el hombre no tiene una naturaleza simple, sino compleja. Por esto hay varias dificultades, pero al final se puede decir con Espeusipo que el placer no es el bien supremo, y con Eudoxo que sí es un bien.
[editar]Libro VIII: Sobre la amistad
El libro VIII está dedicado al tema de la amistad que define como un fenómeno universal y necesario a todo humano. Es más excelsa que la justicia porque puede existir sin ella. Pero no todos están de acuerdo sobre su naturaleza. Según Aristóteles, la amistad es virtud o algo acompañada de virtud. Su principio consiste en una benevolencia recíproca. Se ama algo porque es bueno en sí, bueno para mí, o agradable y lo respete tal y como es,lo acompaña en las buenas y en las malas. La amistad requiere ser el uno para el otro, requiere reciprocidad. Por tanto, el amor de amistad necesita que el amigo quiera al otro. Sin embargo, resultar agradable o ser útil son situaciones más pasajeras que el ser honesto. La verdadera amistad -de la cual los otros dos tipos participan analógicamente es la amistad honesta, que busca al otro por lo que el otro es y no porque sea bueno para mí o porque me dé algún placer. Esta amistad es un estado superior a una actividad o a una emoción, pues perdura en el tiempo entre dos personas con la elección racional de ambas.
Después de considerar la amistad en general, Aristóteles explica diversos tipos de amistad a partir de la igualdad y de la reciprocidad que son sus elementos propios.
[editar]Libro IX: Sobre la amistad (cont.). La amistad relativa a sus causas y a la felicidad
Tras analizar la definición de la amistad, Aristóteles quiere mostrar sus características y el modo en que se relaciona con la ética. La amistad es recíproca, y lo que uno da el otro lo debe de pagar de alguna manera. La desigualdad y la decepción rompen las amistades y este efecto sirve para mostrar la raíz de la amistad.
El fundamento de la amistad es el amor verdadero a sí mismo. Cada hombre bueno es amigo de sí porque disfruta de su pasado y de su futuro, mientras que el malvado está en guerra constante dentro de sí, y entonces la amistad es difícil. Si alguien se ama a sí mismo, sabrá amar a los demás, y por eso puede comenzar una amistad. El primer principio es la buena voluntad, pero no es suficiente, ya que requiere también el afecto y la intimidad. Otro principio es el sufrimiento, ligado al afecto, y estriba en que uno ama más lo que más le ha costado, de tal manera que en una relación de bienhechor con beneficiado, es el bienhechor quien ama más, pues ha empleado lo que le pertenecía para el bien del otro.
Este amor a sí mismo tiene que ser verdadero. El falso amor de sí se llama egoísmo. El amor verdadero se encuentra en buscar el fin verdadero para el hombre, que es el intelecto, lo noble. Así se podrá sacrificar por sus amigos. Pero como busca el verdadero fin, también sus amigos buscarán el mismo fin, pues el hombre busca lo que le asemeja, y si tuvieran diversos fines, la convivencia no sería posible.
Los amigos virtuosos son necesarios para la felicidad, pues el hombre es un "animal social", necesitado de otros seres humanos de quienes depende y con quienes puede compartir. Los amigos son el bien externo más grande para el hombre.
[editar]Libro X: Naturaleza del placer y de la felicidad
Aristóteles comienza el último libro retomando el tema del placer del libro siete, debido a la importancia que esta tiene en relación con la felicidad y su correcta definición. El placer es lo que completa una actividad como consecuencia, y no como si la actividad fuera el placer. Para obrar éticamente, para llegar a la verdadera felicidad, el placer tiene que regirse por la actividad característica del ser humano. Así, el hombre perverso encontrará placer en lo que no es un bien, mientras que el hombre bueno lo encontrará en el bien.
Entonces, la felicidad es una actividad que tiene fin en sí y no en otra actividad, y además es autosuficiente y se actúa de acuerdo con la virtud. La felicidad no es la actividad en consonancia con cualquier virtud, sino con la más excelsa virtud, y ésta dependerá de la facultad más excelsa: en el caso del hombre el intelecto. Por tanto, la felicidad es la vida de acuerdo con el intelecto, o la contemplación acompañada por los demás aspectos propiamente humanos (amistad, bienestar, etc.).
Pero Aristóteles había dicho que se requiere la virtud, y no deja de lado este aspecto esencial, sino que muestra que la felicidad misma se encuentra también, pero de modo análogo, en la virtud del carácter, de modo que los hábitos de virtud que se han logrado conllevan el placer. Además, la contemplación se logra en esta vida solamente con las virtudes.
Para llegar a formar el hábito necesario a esta felicidad, se necesita la educación, y esto requiere una legislación. Pero para formular leyes buenas, se requiere la experiencia. Por ello, hace falta estudiar la política y con esta invitación, Aristóteles concluye su obra.
[editar]Recepción
Tomás de Aquino es uno de los más importantes comentadores de la Ética a Nicómaco.
La filosofía ética surgida de estos tratados de Aristóteles es conocida como eudemonismo debido al lugar que ocupa la noción de felicidad como finalidad del acto moral. Sin embargo, hay que aclarar que la felicidad de la que se habla aquí es la contemplación, una virtud sólo parcial, porque en sí no comporta el ser bueno, sino el actuar bien con el intelecto. Por otro lado y a modo de complemento está la necesidad de llegar a la virtud de carácter, que implica vivir la prudencia y la justicia.
Para los filósofos posteriores, la Ética a Nicómaco ha sido siempre una obra fundamental, estén o no de acuerdo con sus postulados. La ética de Aristóteles ha llevado a diversas conclusiones. Al inicio llevó a sus seguidores al materialismo. Los filósofos árabes Avicena y Averroes la usaron y por medio de ellos llegó al escolasticismo del siglo XIII con autores como Alberto Magno y Tomás de Aquino, quienes la transformaron en uno de los fundamentos naturales de la ética. Otros han rechazado esta ética explícitamente, como los estoicos y los epicúreos.
Su éxito se puede ejemplificar con la sentencia tan repetida: "en el medio está la virtud" y la concepción de la felicidad como fin y consecuencia de virtud. También se expone la idea de placer y felicidad que van ligados.
Pintura que representa a Aristóteles. Se le suele representar con un libro debido a que siempre habla de la felicidad como la contemplación intelectiva.
Ética nicomáquea o Ética a Nicómaco (griego Ἠθικὰ Νικομάχεια, transliterado Ethika Nikomacheia; gen.: Ἠθικῶν Νικομαχείων, Ethikōn Nikomacheiōn; latín Ethica Nicomachea) es una obra de Aristóteles escrita en el siglo IV a. C. se trata de uno de los primeros tratados conservados sobre ética y moral de la filosofía occidental y sin duda el más completo de la ética aristotélica. Está compuesto por diez libros que se consideran basados en notas sobre sus ponencias magistrales en el Liceo. La obra abarca un análisis de la relación del carácter y la inteligencia con la felicidad. Junto con el mensaje bíblico judeocristiano, constituye uno de los pilares fundamentales sobre los que posteriormente se erigió la ética occidental.
Contenido [ocultar]
1 Antecedentes y colocación de la obra
2 Sobre el título de la obra
3 Contenidos
3.1 Libro I: Sobre la felicidad
3.2 Libro II: Naturaleza de la virtud ética
3.3 Libro III: Acciones voluntarias e involuntarias
3.3.1 La voluntariedad
3.3.2 La fortaleza
3.3.3 Templanza
3.4 Libro IV: Examen de las virtudes éticas
3.5 Libro V: Examen de las virtudes éticas (cont.). La justicia
3.6 Libro VI: Examen de las virtudes intelectuales
3.7 Libro VII: Apéndice sobre las virtudes éticas: continencia e incontinencia
3.8 Libro VIII: Sobre la amistad
3.9 Libro IX: Sobre la amistad (cont.). La amistad relativa a sus causas y a la felicidad
3.10 Libro X: Naturaleza del placer y de la felicidad
4 Recepción
5 Notas
6 Bibliografía
7 Enlaces externos
[editar]Antecedentes y colocación de la obra
La Ética nicomáquea (conocida también como Ética a Nicómaco) es el primer tratado sistemático sobre la ética. Platón había escrito el Protágoras, un diálogo sobre la virtud, y otras obras suyas también tratan sobre la felicidad y la ética, pero ninguna sistemáticamente. Otros filósofos contemporáneos a Aristóteles se mencionan en la presente obra, como por ejemplo Espeusipo y Eudoxio, de quien Aristóteles toma su definición de bien.
Como Platón y Sócrates, Aristóteles sostiene que la virtud nos ayuda a buscar la felicidad y esa es la base de la ética. A diferencia de Platón y Sócrates, Aristóteles enseña que la virtud no viene directamente del conocimiento, sino que requiere el hábito, que la felicidad no es un estado sino una actividad, y que el placer no es la felicidad sino una consecuencia de la virtud, y especialmente que el hombre tiene un fin en sí que no es absorbido totalmente por los fines del Estado. Aquí está la clave de lectura de la ética de Aristóteles: la finalidad del acto humano. Todo acto tiene un fin, que es la felicidad, pero se puede buscar este fin en diversas cosas. Aristóteles muestra que el fin ha de ser específico del hombre, y esto es la contemplación, a la cual ayuda la virtud necesariamente, pues la virtud busca el medio que le da la recta razón del individuo. La contemplación es el acto más autosuficiente y estable y para la plena felicidad requiere también el placer.1 Un aspecto que entra en juego y que no se resuelve del todo directamente en el capítulo 7 del libro X es la inmortalidad, a la que Aristóteles alude varias veces en otras partes también.2
El método de Aristóteles también difiere del de Platón, pues define claramente desde el inicio qué quiere hacer, propone argumentos en contra, muestra algunas dificultades y luego las resuelve. Es importante recordar que las obras de Aristóteles no eran libros destinados a la publicación sino más bien manuales, apuntes destinados a la enseñanza, o recordatorios para la enseñanza en el Liceo.
Dentro de las obras de Aristóteles, la Ética nicomáquea es de las últimas. Como Platón, había escrito en su juventud muchos diálogos y todos se han perdido. Ciertamente viene después de los tratados de lógica, pues menciona los Analíticos en VI, 3. Asimismo, Sobre el alma muestra un pensamiento menos preciso del alma que la presente obra, por lo que se cree que había sido elaborada con anterioridad. La Política viene después, pues X,9 la prepara directamente, en base VIII-IX, que versan sobre la amistad. Hay otra obra espuria sobre la ética, la Magna Moralia y una obra semejante pero probablemente previa, la Ética eudemia.
[editar]Sobre el título de la obra
Queda desfasada la consideración de que fuera el mismo Aristóteles quien diera nombre a sus obras. Nótese que Aristóteles se refiere a la temática de la que está tratando como Política y el estudio de la misma, nunca de Ética. Por lo que se refiere al nombre a Nicómaco, durante mucho tiempo ha sido interpretado como posesivo, indicando ya sea el destinatario, ya sea el autor o el editor. Hoy en día estas hipótesis están completamente descartadas y en lo que respecta a Nicómaco es impensable hoy por hoy que Nicómaco sea el hijo de Aristóteles, siquiera un supuesto destinatario o conocido al que dedicar la obra. Actualmente, la apuesta más destacada es la que nos indica que tanto el nombre de Ética como los adjetivos se dieron gracias a un tercero, probablemente Andrónico de Rodas o quizás alguien posterior, en todo caso es probable que no tenga más valor que el de meras etiquetas cuya finalidad no parece que fuera otra que distinguir escritos pertenecientes a épocas y concepciones diferentes.
[editar]Contenidos
Aristóteles pintado por Rafael. Nótese que en la mano lleva el libro de la Ética.
Aristóteles empieza su obra definiendo lo esencial de la ética: el bien. Con su habitual método inductivo, hace acopio de las opiniones hasta entonces dichas, que lo relacionan con la felicidad, pues tal cosa es "lo que todos buscan". En un paralelismo con las artes y los conocimientos prácticos, Aristóteles dirá que el bien para el hombre, la felicidad, consiste en el ejercicio de su función como hombre. Así, basándose en las tres disposiciones del alma aristotélica, establece que dicha función tendrá que estar relacionada con el alma racional, en tanto que es la que caracteriza al hombre. Para ello introducirá el concepto de virtud, que será identificado con la costumbre del buen obrar. El estagirita establece que las virtudes han de ser de dos clases: las virtudes llamadas éticas, morales o de carácter; especialmente la justicia, que vienen del alma desiderativa en tanto que esta obedece a la razón; y las virtudes denominadas dianoéticas, intelectuales o racionales, que son las que permiten alcanzar la felicidad y vienen del alma racional misma. Después muestra cómo el placer tiene que ver también con la felicidad, y por lo mismo con la ética. Como el hombre es social, necesita amigos para alcanzar la felicidad completa. Esto le lleva a una descripción final de la felicidad que será la que se alcance por una actividad acorde con la virtud más excelsa.
[editar]Libro I: Sobre la felicidad
(Este Libro comprende trece capítulos) Al inicio Aristóteles se pregunta ¿Qué bien es el objeto de todos los fines? Toda actividad apunta hacia un bien, entonces la felicidad debe de ser también un bien. No sólo debe ser un bien, sino el bien al cual todos los demás bienes se dirigen. Se puede buscar este bien en diversas cosas, pero al final la verdad es el único bien delante del cual los demás bienes parecen incompletos.
Si no hay un bien final y alcanzable, entonces es irracional la naturaleza del hombre, que busca por naturaleza un bien. El no tener un bien final que se llama felicidad negaría la naturaleza, llevando al absurdo. Ahora bien, esta felicidad se compone de la vivencia de las virtudes y de una vida completa; la felicidad es una actividad del alma de acuerdo con la virtud ("excelencia") completa.3
El filósofo termina el primer libro hablando de la virtud a partir de las partes del alma, preparando así el segundo libro. Este pasaje es relevante, pues da la estructura para el resto de la obra. Como la virtud está en la parte racional del alma y también en la parte no racional que obedece a la racional, las virtudes se dividen en dos grandes tipos a partir de su fuente: las intelectuales (dianoéticas) y las morales (éticas). Pero como las más conocidas al hombre son las virtudes morales, las estudia antes.
Declara en él cómo la conservación de las amistades consiste en entender cada uno lo que está obligado y debe hacer en ley de aquella amistad que trata y ponerlo tal por obra, y que el dejarlo de hacer es deshacer la amistad, y que finalmente la disolución de la amistad sucede cuando en ella no se alcanza lo que se pretendia, y esto en cualquier diferencia de amistad.
[editar]Libro II: Naturaleza de la virtud ética
(Este libro comprende nueve capítulos) En este segundo libro el autor se propone abordar la definición de la virtud. Aristóteles afirma que la virtud no nace en la naturaleza del individuo, aunque reconoce que es natural la capacidad de entender estas virtudes y perfeccionarlas con la costumbre. Es por ello que la virtud es el hábito por el que el hombre se hace bueno y realiza bien la obra que le es confiada».4 Aventura tres posibilidades al respecto: «actuar en sometimiento a [la razón]», «cualidad de obrar de la mejor manera en relación con el placer y el dolor» y, finalmente, «la disposición o hábito de elegir el medio relativo a nosotros en acciones y emociones, determinado por la razón y tal como lo determinaría un hombre prudente».5 Aristóteles distingue entre la virtud moral (ethos), o de carácter, y la virtud intelectual (que se desdobla en Sabiduría en la teoría y en Prudencia en la práctica). En tanto que busca un medio entre vicios y una clase de estado para realizar las mejores acciones que mantenga la relación con el placer y el dolor, la virtud moral hace bueno al ser humano. El arte sólo requiere conocimiento, pero la virtud requiere elección racional y ejercicio constante de la misma. Es difícil ser bueno porque es difícil encontrar el medio y la función de la educación es precisamente ayudar a alcanzarlo. Entre el exceso y el defecto el punto medio es la virtud o magnificencia y Aristóteles llama a los dos extremos más distantes como contrarios.
[editar]Libro III: Acciones voluntarias e involuntarias
Este libro se divide en tres partes, la primera (capítulos 1-5) trata de la voluntariedad, la segunda (capítulos 6-9) sobre la fortaleza, y la tercera (capítulos 10-12) sobre la templanza.
[editar]La voluntariedad
Aristóteles divide los actos del hombre en voluntarios e involuntarios. El acto involuntario se debe a un primer principio extrínseco al hombre, como la fuerza o la ignorancia. El acto no voluntario es un acto involuntario que no se lamenta. El acto involuntario surge cuando el individuo obra en estado de ignorancia y en estos casos se puede hacer una excepción para recurrir a la compasión e indulgencia sobre las consecuencias de estos actos. El acto voluntario se hace por el deseo. Ahora bien, la elección racional es más restringida que el acto voluntario, en el sentido que el acto está dentro de nuestro poder y no necesariamente según el apetito, sino que es fruto de una deliberación. Se delibera algo que se puede hacer, no sobre verdades ni sobre las acciones de otros; además, se deliberan los medios y no el fin, pues el fin no se escoge como fin sino que es natural y es el bien deseado según lo que se conoce (lo que el entendimiento presenta a la voluntad). Entendido así el acto voluntario, la virtud se aplica a cuanto conduce al fin e implica la responsabilidad del sujeto.
[editar]La fortaleza
La fortaleza es el medio entre el temor y la confianza respecto a la muerte. La persona valiente actúa a pesar del temor pero no sin temor. El exceso de temor se llama cobardía, Y actúa con confianza pero sin exceso de confianza, que se llama precipitación. Sin embargo, la fortaleza se aplica más al temor que a la confianza, por ser este último más difícil de controlar, y busca el bien honesto cuando es difícil ver este bien superior. La característica fundamental de la verdadera fortaleza es que se basa en el carácter y no en el cálculo o en la preparación.
[editar]Templanza
La templanza es el medio respecto a los placeres, especialmente los del tacto, la comida y el sexo, que tenemos en común con los animales no racionales. Hay placeres naturales y placeres del individuo: por ello, errar en los placeres naturales es siempre un exceso, mientras que errar en los placeres individuales no siempre es excesivo. El dolor viene cuando el que no tiene esta virtud tampoco obtiene sus placeres. La intemperancia es más voluntaria que la cobardía, pues siempre viene con una elección positiva, haciéndola más censurable. El apetito debe siempre seguir lo que es noble como propuesto por la razón.
[editar]Libro IV: Examen de las virtudes éticas
(Este libro comprende nueve capítulos) El tema que afronta en este libro es el de las demás virtudes menos universales que la fortaleza y la templanza y muestra diversas situaciones en las que se puede encontrar un hombre. Entre estas virtudes están la generosidad y la magnificencia (que es la generosidad en niveles superiores por parte de quien la actúa, de las circunstancias y del objeto), la magnanimidad y la virtud que aplica la magnanimidad para con los inferiores, la ecuanimidad. También habla de algunas virtudes sobre la vida: el decir la verdad, el humor. Al final menciona la vergüenza, un sentimiento virtuoso que ayuda a los jóvenes a encontrar el medio en sus sentimientos.
[editar]Libro V: Examen de las virtudes éticas (cont.). La justicia
(Este libro comprende once capítulos) Aristóteles dedica este libro a analizar la virtud de la justicia. Empieza induciendo la definición justicia a partir de la definición nominal y de cuanto se piensa cuando se oye la expresión "justicia". Afirma que la justicia es la virtud completa por cuanto refiere a otras personas, pues es más difícil ejercer la virtud con los demás que solamente consigo mismo. Así la virtud en general es justicia vista en relación con los demás.
Esta justicia es la justicia general. Existe también la justicia particular, que se divide asimismo en distributiva y transaccional, la distributiva que aplica una proporción geométrica entre varias cosas o personas; la transaccional que aplica una proporción aritmética. Luego, Aristóteles aplica esta distinción a la economía, y dice que la justicia es el medio entre cometer injusticia y sufrirla y consiste en la reciprocidad. Sin embargo, descubre que en este caso su fórmula de encontrar el medio no funciona igual que en las pasiones: el medio es la igualdad de la proporción.
Trata luego de la relación entre la justicia y la ley, una relación necesaria para que el bien del otro se consiga, pues el hombre por sí mismo siempre busca el propio bien. Por ello, se necesita una ley. Aquí entra la política, pues existe una justicia natural que nadie puede transgredir y otra legal, que depende de las reglas adoptadas. La justicia legal se debe seguir una vez que se han aprobado las leyes. Esta justicia legal es variable porque los casos particulares se relacionan con las normas universales de manera distinta en cada ocasión.
Aristóteles explica a continuación los diversos agravios en relación con la justicia, y luego afirma que quien sufre alguna injusticia no lo puede hacer de modo voluntario. Asimismo, nadie puede hacer injusticia a sí mismo, por ejemplo, por medio del suicidio. La equidad supera la justicia en el sentido de corregir la ley en ciertos casos particulares, pues la regla universal no contempla cada situación particular.
[editar]Libro VI: Examen de las virtudes intelectuales
El libro sexto es quizás el más importante para entender la ética de Aristóteles, porque, como él mismo dijo al inicio de la obra, la verdad es el bien superior, y este capítulo trata de la facultad del hombre que consigue este bien, el entendimiento. Además, es el intelecto el que nos dice dónde está el medio debido para realizar los actos virtuosos.
La primera cosa que hace es parafrasear lo que había dicho en I, 13: hay dos partes del alma. Y distingue esta vez las sub-partes de la razón, que serían el intelecto especulativo y el intelecto práctico, a los cuales corresponden la sabiduría y la sabiduría práctica (llamada prudencia) respectivamente. Tres cosas controlan el acto y la verdad en el alma: la percepción, el intelecto y el deseo. Pero los animales no racionales tienen percepción, así que no es el primer principio en el hombre. El intelecto práctico afirma y niega para que el deseo busque el bien y huya del mal. El bien del intelecto especulativo es la verdad. El bien del intelecto práctico es la verdad de acuerdo con el deseo recto. Así el primer principio de la acción como causa eficiente es la elección racional, es decir, de acuerdo con el fin; el principio de esto es el deseo, y así la elección racional requiere carácter. En otras palabras, el intelecto y el deseo se influyen mutuamente en el campo práctico, y la virtud depende del pensar y del carácter.
En el intelecto hay cinco virtudes: el arte, el conocimiento científico, la prudencia, la sabiduría, y el entendimiento. Ahora bien, el entendimiento, el conocimiento científico y la sabiduría se refieren a lo necesario, no a lo contingente, ni a lo que puede hacer el hombre. Por otro lado, el arte y la prudencia se refieren a lo que hace el hombre.
La prudencia es una virtud que permite descubrir el bien presente en una acción a realizar. Es la virtud intelectual del obrar humano, no solo en el sentido de obrar bien, sino de llegar a ser bueno por medio del obrar, pues ayudará a encontrar los mejores bienes humanos en relación con la acción. Las virtudes inferiores a la prudencia son: el deliberar bien, el juzgar bien, y el discernimiento.
Como la sabiduría concierne cosas más elevadas y universales, mientras que la prudencia concierne la verdad en relación a los actos humanos, la sabiduría está por encima de la prudencia, pues su objeto pertenece exclusivamente a la parte superior del alma.
[editar]Libro VII: Apéndice sobre las virtudes éticas: continencia e incontinencia
En este libro Aristóteles va un paso más adelante de Sócrates al distinguir entre, por un lado, el saber qué sería bueno hacer y, por otro, el estar dispuesta a hacerlo. La persona prudente no solamente sabe qué sería bueno hacer, sino que también está dispuesto, mientras que la persona incontinente sabe qué sería bueno hacer, pero no lo logra por indisposición. Así la incontinencia no es un vicio (ni tampoco la continencia una virtud), pues el incontinente se da cuenta de su condición como tal y quiere cambiar. En cambio, quien padece un vicio no se da cuenta de él.
Esta falta de continencia se relaciona con el placer. El hombre busca el placer necesario y el placer que es fin en sí. La incontinencia se refiere más a la falta de control en los placeres necesarios, como la comida y el sexo. La continencia se guía por la elección racional del placer, mientras que la incontinencia piensa lo opuesto y sin embargo, hace lo mismo que haría quien no tiene templanza.
A continuación, Aristóteles analiza la definición que otros autores han dado del placer. Algunos, como Espeusipo, mantenían que no era un bien, mientras que muchos han dicho que sí es un bien, y Eudoxo llegó a decir que era el bien supremo. Aristóteles muestra varios ejemplos para probar que el placer tiene que ser bueno y a la vez que puede conducir al vicio. Esto se debe a que el hombre no tiene una naturaleza simple, sino compleja. Por esto hay varias dificultades, pero al final se puede decir con Espeusipo que el placer no es el bien supremo, y con Eudoxo que sí es un bien.
[editar]Libro VIII: Sobre la amistad
El libro VIII está dedicado al tema de la amistad que define como un fenómeno universal y necesario a todo humano. Es más excelsa que la justicia porque puede existir sin ella. Pero no todos están de acuerdo sobre su naturaleza. Según Aristóteles, la amistad es virtud o algo acompañada de virtud. Su principio consiste en una benevolencia recíproca. Se ama algo porque es bueno en sí, bueno para mí, o agradable y lo respete tal y como es,lo acompaña en las buenas y en las malas. La amistad requiere ser el uno para el otro, requiere reciprocidad. Por tanto, el amor de amistad necesita que el amigo quiera al otro. Sin embargo, resultar agradable o ser útil son situaciones más pasajeras que el ser honesto. La verdadera amistad -de la cual los otros dos tipos participan analógicamente es la amistad honesta, que busca al otro por lo que el otro es y no porque sea bueno para mí o porque me dé algún placer. Esta amistad es un estado superior a una actividad o a una emoción, pues perdura en el tiempo entre dos personas con la elección racional de ambas.
Después de considerar la amistad en general, Aristóteles explica diversos tipos de amistad a partir de la igualdad y de la reciprocidad que son sus elementos propios.
[editar]Libro IX: Sobre la amistad (cont.). La amistad relativa a sus causas y a la felicidad
Tras analizar la definición de la amistad, Aristóteles quiere mostrar sus características y el modo en que se relaciona con la ética. La amistad es recíproca, y lo que uno da el otro lo debe de pagar de alguna manera. La desigualdad y la decepción rompen las amistades y este efecto sirve para mostrar la raíz de la amistad.
El fundamento de la amistad es el amor verdadero a sí mismo. Cada hombre bueno es amigo de sí porque disfruta de su pasado y de su futuro, mientras que el malvado está en guerra constante dentro de sí, y entonces la amistad es difícil. Si alguien se ama a sí mismo, sabrá amar a los demás, y por eso puede comenzar una amistad. El primer principio es la buena voluntad, pero no es suficiente, ya que requiere también el afecto y la intimidad. Otro principio es el sufrimiento, ligado al afecto, y estriba en que uno ama más lo que más le ha costado, de tal manera que en una relación de bienhechor con beneficiado, es el bienhechor quien ama más, pues ha empleado lo que le pertenecía para el bien del otro.
Este amor a sí mismo tiene que ser verdadero. El falso amor de sí se llama egoísmo. El amor verdadero se encuentra en buscar el fin verdadero para el hombre, que es el intelecto, lo noble. Así se podrá sacrificar por sus amigos. Pero como busca el verdadero fin, también sus amigos buscarán el mismo fin, pues el hombre busca lo que le asemeja, y si tuvieran diversos fines, la convivencia no sería posible.
Los amigos virtuosos son necesarios para la felicidad, pues el hombre es un "animal social", necesitado de otros seres humanos de quienes depende y con quienes puede compartir. Los amigos son el bien externo más grande para el hombre.
[editar]Libro X: Naturaleza del placer y de la felicidad
Aristóteles comienza el último libro retomando el tema del placer del libro siete, debido a la importancia que esta tiene en relación con la felicidad y su correcta definición. El placer es lo que completa una actividad como consecuencia, y no como si la actividad fuera el placer. Para obrar éticamente, para llegar a la verdadera felicidad, el placer tiene que regirse por la actividad característica del ser humano. Así, el hombre perverso encontrará placer en lo que no es un bien, mientras que el hombre bueno lo encontrará en el bien.
Entonces, la felicidad es una actividad que tiene fin en sí y no en otra actividad, y además es autosuficiente y se actúa de acuerdo con la virtud. La felicidad no es la actividad en consonancia con cualquier virtud, sino con la más excelsa virtud, y ésta dependerá de la facultad más excelsa: en el caso del hombre el intelecto. Por tanto, la felicidad es la vida de acuerdo con el intelecto, o la contemplación acompañada por los demás aspectos propiamente humanos (amistad, bienestar, etc.).
Pero Aristóteles había dicho que se requiere la virtud, y no deja de lado este aspecto esencial, sino que muestra que la felicidad misma se encuentra también, pero de modo análogo, en la virtud del carácter, de modo que los hábitos de virtud que se han logrado conllevan el placer. Además, la contemplación se logra en esta vida solamente con las virtudes.
Para llegar a formar el hábito necesario a esta felicidad, se necesita la educación, y esto requiere una legislación. Pero para formular leyes buenas, se requiere la experiencia. Por ello, hace falta estudiar la política y con esta invitación, Aristóteles concluye su obra.
[editar]Recepción
Tomás de Aquino es uno de los más importantes comentadores de la Ética a Nicómaco.
La filosofía ética surgida de estos tratados de Aristóteles es conocida como eudemonismo debido al lugar que ocupa la noción de felicidad como finalidad del acto moral. Sin embargo, hay que aclarar que la felicidad de la que se habla aquí es la contemplación, una virtud sólo parcial, porque en sí no comporta el ser bueno, sino el actuar bien con el intelecto. Por otro lado y a modo de complemento está la necesidad de llegar a la virtud de carácter, que implica vivir la prudencia y la justicia.
Para los filósofos posteriores, la Ética a Nicómaco ha sido siempre una obra fundamental, estén o no de acuerdo con sus postulados. La ética de Aristóteles ha llevado a diversas conclusiones. Al inicio llevó a sus seguidores al materialismo. Los filósofos árabes Avicena y Averroes la usaron y por medio de ellos llegó al escolasticismo del siglo XIII con autores como Alberto Magno y Tomás de Aquino, quienes la transformaron en uno de los fundamentos naturales de la ética. Otros han rechazado esta ética explícitamente, como los estoicos y los epicúreos.
Su éxito se puede ejemplificar con la sentencia tan repetida: "en el medio está la virtud" y la concepción de la felicidad como fin y consecuencia de virtud. También se expone la idea de placer y felicidad que van ligados.
lunes, 20 de febrero de 2012
Aprende del Fracaso y de La Dificultad: Jesús Marmol
Esta obra es para Ti, tanto si te sientes fracasad@, como si sientes que tu vida no te llena -ya seas una persona de la calle, un educador, un emprendedor, un directivo o un empresario que debe hacer frente a los retos de la vida.
Si te encuentras perdid@, pero no puedes volverte hacia atrás, y al mirar hacia los lados y hacia delante sientes vértigo, no eres un fracasado ni estás enferm@, es tan solo que te encuentras en medio del puente de tu transición. Detrás de ti dejaste la naturaleza que ya no eres, y frente a ti, una vez que atravieses el puente, se encuentra tu nueva naturaleza. Tal vez te sientas perdid@, porque aún estás en un punto indefinido del puente. Quizá te sientas inquiet@ y con ciertos temores, porque ese puente es colgante.
Este libro no quiere solo alumbrar la naturaleza de tus experiencias, sino que te da pautas para atravesar exitosamente tu transformación personal y te muestra ciertos secretos del universo con el fin de que puedas alcanzar tus sueños, reencontrarte con tu poder interior y generar tu propia realidad.
Jesús A. Mármol (Tarragona, 1971) es autor del método "El Poder Transformador del Fracaso". Escritor, training coaching seminars, consultor en comunicación y marketing, ex directivo empresarial y ex redactor y director de diversos periódicos económicos.
Autor de diversos libros. De ensayo filosófico: Introducción a Nietzsche. Período Romántico (1993) y La velocidad, señora del espacio-tiempo (1988). De poesía: Asceta Urbà (1995) y Ya te dije que estaba enfermo -con Nani Blasco- (1996). De novela: La reliquia musulmana del Císter (2011). El Poder Transformador del Fracaso (Silva Editorial, 2011) es su primera obra de autoayuda.
El Poder Transformador del Fracaso Jesús A. Mármol
Silva Editorial, 2011
Si te encuentras perdid@, pero no puedes volverte hacia atrás, y al mirar hacia los lados y hacia delante sientes vértigo, no eres un fracasado ni estás enferm@, es tan solo que te encuentras en medio del puente de tu transición. Detrás de ti dejaste la naturaleza que ya no eres, y frente a ti, una vez que atravieses el puente, se encuentra tu nueva naturaleza. Tal vez te sientas perdid@, porque aún estás en un punto indefinido del puente. Quizá te sientas inquiet@ y con ciertos temores, porque ese puente es colgante.
Este libro no quiere solo alumbrar la naturaleza de tus experiencias, sino que te da pautas para atravesar exitosamente tu transformación personal y te muestra ciertos secretos del universo con el fin de que puedas alcanzar tus sueños, reencontrarte con tu poder interior y generar tu propia realidad.
Jesús A. Mármol (Tarragona, 1971) es autor del método "El Poder Transformador del Fracaso". Escritor, training coaching seminars, consultor en comunicación y marketing, ex directivo empresarial y ex redactor y director de diversos periódicos económicos.
Autor de diversos libros. De ensayo filosófico: Introducción a Nietzsche. Período Romántico (1993) y La velocidad, señora del espacio-tiempo (1988). De poesía: Asceta Urbà (1995) y Ya te dije que estaba enfermo -con Nani Blasco- (1996). De novela: La reliquia musulmana del Císter (2011). El Poder Transformador del Fracaso (Silva Editorial, 2011) es su primera obra de autoayuda.
El Poder Transformador del Fracaso Jesús A. Mármol
Silva Editorial, 2011
Arturo Eduardo Agüero: Las Emociones que nos enferman
TÍTULO: LA EMOCIONES QUE ENFERMAN
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AUTOR: EDUARDO AGUERO, ARTURO
ISBN/EAN: 9788492981335
PRECIO: 16,00 € - 5% = 15,20 € (TODOS NUESTROS PRECIOS INCLUYEN EL IVA)
(Los precios son orientativos. Pueden ser cambiados sin previo aviso por los fabricantes, importadores o editores.)
(No todos los libros y productos están disponibles en la librería. Antes de venir, confirme su existencia previamente por teléfono -91 578 4433- o por correo electrónico )
Trastornos psicosomáticos y autodestrucción
¿Por qué sufrimos?
¿Qué males provoca el estrés?
¿Cómo decodificar el lenguaje del cuerpo?
¿Cuáles son las emociones que nos enferman?
La ira, el odio, la sobreadaptación y el conflicto son factores de producción de muchas dolencias.
Las enfermedades autoinmunes como el cancer y el Alzheimer también manifiestan en su historial previo una gran carga emocional.
El Dr. Agüero explica, en un lenguaje simple y preciso, cómo se gestan las enfermedades psicosomáticas, describe sus componentes emocionales y define estrategias eficaces para prevenirlas y tratarlas.
El libro incluye una lista de síntomas psicosomáticos y otra de enfermedades por autodestrucción.
Dr. Arturo Eduardo Agüero
Médico egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Egresado de la Residencia para Médicos Psiquiatras del Instituto Nacional de Salud Mental. Especialista en Psiquiatría, título otorgado por el Ministerio de Salud Pública en 1983. Docente de la Cátedra de Psicopatología, Facultad de Psicología, U.B.A. Médico de la Sala de Admisión y Consultorios Externos del Hospital Nacional José T. Borda. Director del Hospital
Nacional Neuropsiquiátrico Diego Alcorta en Santiago del Estero. Jefe de Equipo de Psicopatología del Centro Integral de Nefrología y Trasplantes (CINT DAOMI). Como investigador presentó numerosos estudios dentro del campo de la Psiquiatría General y de la Psicosomática, de esos trabajos surge su primer libro.
***
Escala
Escalera
Escuela
Esqueleto
Escala y escalera, para el aprendizaje.
Escuela de una implacable sabiduría.
O tan sólo estructura y soporte de un brevísimo tiempo de vida.
A través de estos cuatro tiempos, el hombre advierte que lo que no pueda resolver desde la autoconciencia, el cuerpo lo hablará primero con síntomas que son gestos y luego con enfermedades.
La enfermedad es un profundo, enorme discurso de nuestro cuerpo, que -entre el silencio de la concepción y el silencio de la muerte- no cesa de hablar incansablemente buscando el equilibrio.
La palabra, que es sonido, que es sistema, que es signo, es también información acústica que nos trae con ella el desde dónde nace y el qué la hace nacer.
Las palabras traen remanencias de los sentimientos que las han engendrado y siempre revelan, nos revelan. Y a veces se rebelan contra nosotros que las pronunciamos.
Sin la palabra no hay fundación del ser.
Al llegar a la vida, al mundo, está el grito-palabra. Y al morir, la muerte es lo que es porque, al robarnos de pronto todas las palabras, nos torna invisibles.
Rocío DOMÍNGUEZ MORILLO
PALABRAS INICIALES
Hace unos cuantos años, con un amigo y compañero de guardias al que apodábamos humorísticamente «el Cura», recorríamos los viejos pabellones de un hospital psiquiátrico con una consigna un tanto singular: encontrar, en las historias clínicas de los pacientes interna-dos, el cáncer. Al menos algún cáncer.
Ahora que vuelvo mi mirada hacia esos años, nos veo como no-veles detectives que buscaban la pista para descifrar un enigma. In-tentábamos confirmar una premisa un tanto desafiante que el propio «Cura», una lluviosa tarde de mayo, me había revelado: «El cáncer es un suicidio a nivel celular». «¿Y eso? -le pregunté-. ¿Qué quieres decir con eso?» «Muy simple. Aquí los enfermos, en cierto modo, están suicidados mentalmente... entonces en ellos no existe el cáncer.»
De golpe me vi asediado por esta frase, que todavía tengo frente a mí. Después, nuestros caminos se separaron y seguí solo con la ta-rea y la inquietud que en un comienzo compartimos.
Empecé por enfocar las enfermedades mentales más serias -esquizofrenia, demencia, psicosis maníaco-depresiva, trastornos bipolares- y comprobé que, en su mayoría, quienes las sufrían no padecían cáncer ni otras enfermedades orgánicas graves; cuando lo hacían era porque habían mejorado notablemente de su enfermedad mental. Más tarde entendí que esto no es una regla fija y terminante. Es sólo una tendencia que tienen los enfermos mentales a no padecer cáncer. Una llamativa y persistente tendencia.
Después pasé de aquellas enfermedades psicológicamente destructivas a las más leves, como las neurosis, que son las que en una u otra medida aquejan a casi todos los seres «normales». Enseguida me topé con las enfermedades que la medicina llama psicosomáticas y con otras que deja fuera de ese rótulo porque no las considera de origen psíquico, sino puramente orgánicas: la diabetes, la hipertensión, la artritis reumatoidea y el propio cáncer, por nombrar sólo algunas.
En las salas de varios hospitales y del antiguo sanatorio Güemes mantuve contacto con pacientes afectados por enfermedades clínicas (no mentales) de todo tipo. Les hice preguntas sobre su enferme-dad orgánica y me interesé por su vida, sus proyectos, sus esperan-zas, sus sueños... Así fui construyendo y recopilando historias.
Además, leí con cierta avidez lo que reconocidos investigadores en esta rama de la medicina y de la psiquiatría han publicado sobre las enfermedades psicosomáticas. Procuré -como seguramente antes lo hicieron ellos- desmenuzar sus teorías, comprobarlas y dar, con este libro, un paso más allá.
SUICIDIO Y AUTODESTRUCCIÓN
Mientras transitaba por ese paisaje hospitalario-sanatorial poblado de enfermedades y de enfermos -y de muertos por esas enfermedades-, siempre tuve presentes las palabras de mi amigo «el Cura». Y, al estudiar los caminos que llevan a la muerte física y a la parálisis y destrucción de órganos y procesos vitales, estudié, asimismo, las similitudes y diferencias entre el suicidio y la autodestrucción.
Si con el propósito de distinguirlos hubiese que poner de relieve una sola particularidad de cada uno, habría que ubicar el suicidio -el hecho de darse muerte por mano propia- en el campo de una modalidad predominantemente consciente. Esto no significa dejar de lado el gran componente de lo inconsciente que subyace en todoactuar consciente. Pero sí que en el suicidio «típico» prevalece la ver-tiente consciente.
De la autodestrucción, en cambio, podríamos decir que es un proceso que se desarrolla en la vertiente inconsciente y que, además, afecta al cuerpo humano de diversas formas, desde alteraciones leves en la piel y algunos tejidos, hasta tumores graves en ciertos órganos.
Esta cuestión de lo inconsciente como causa llevó a que se diera la denominación de «psicosomáticas» a aquellas enfermedades del cuerpo en que se presumía que lo psíquico contribuía principalmente a su producción. Por las razones antedichas y por otras que ex-pondré más adelante, sostengo que es más acertado llamarlas enfermedades «por autodestrucción».
Esas afecciones se han conocido desde sus comienzos como psicosomáticas. No pretendo cambiar ahora ese nombre por este nuevo de enfermedades por autodestrucción. Esto será, sin duda, motivo de un largo debate en el tiempo, y está lejos de mi intención abrir desde estas páginas una polémica en torno a estos conceptos. Ya lo he he-cho en otro contexto. Aquí tan sólo quiero presentar lo que he explorado desde aquella tarde otoñal. No obstante, señalo que el clásico nombre de «psicosomáticas» lleva a pensar que la enfermedad se inicia en lo psíquico y luego se traslada a lo somático, lo que no es exacto, ya que el organismo humano es esencialmente uno; algo que, aunque parezca obvio, no está de más reiterar.
Para mayor claridad diré que el término «autodestrucción» define la tendencia de un proceso -pocas veces claro y casi siempre inconsciente- general de todo el organismo, que produce en células, tejidos, órganos y cuerpo un cambio por el que se va destruyen-do su propia organización.
No sé si alguien podría suscribir hoy lo que declaraba mi amigo «el Cura»: «El cáncer es un suicidio a nivel celular». No estoy afirmando que el cáncer tenga un origen determinado y que este origen sea necesariamente psicológico o anímico. El cáncer es una reacción celular y orgánica frente a diversos factores. Y un grupo de esos fac-
tores tiene que ver con el tema de este libro. Las historias de pacientes que han padecido esa pesada y seria enfermedad me han inclina-do a pensar que, en un buen número de casos, detrás de ella se esconde un grueso componente psicológico.
El mismo componente se encuentra en enfermedades crónicas como la artritis reumatoidea, la tiroiditis, el lupus eritematoso, algunas diabetes mellitus y otras afecciones tanto inflamatorias como degenerativas. A éstas la medicina les ha puesto el nombre de enfermedades por autoinmunidad. Cada vez hay más enfermedades por autoinmunidad, y cada vez estoy más convencido de que esta auto-inmunidad tiene un alto ingrediente psicológico o emocional.
MOSTRAR EL CAMINO
Desde mi ventana me parece ver la misma lluvia de ese otoño. Sólo que antes esa lluvia me traía, junto con aquella frase sobre el cáncer, un raudal de preguntas. Hoy me acerca algunas respuestas que son las que quiero expresar, y no a los entendidos, porque los entendidos no entienden.
Hay enfermedades distintas, diferentes. Están en los hospitales, en los sanatorios y, también, en muchos hogares. Este libro es un intento de explicar, de un modo comprensible incluso para los que no poseen conocimientos específicos, cómo se produce una enfermedad orgánica.
No es un tema fácil de exponer. Sin embargo, trataré de hacerlo porque existe en mí una honda convicción, casi una certeza: la enfermedad enturbia y apaga la vida de los seres humanos; la salud nos aproxima a la luz. La enfermedad es un camino perdido, desviado... Entonces, este libro aspira a mostrar el camino hacia el manantial dorado de la salud.
Desde allí, otro camino conduce a la profundidad del ser, a la íntima morada del hombre. Es más recóndito, más dificil de descubrir. Corresponde a un sonido nuevo, a una «música» que el ser humano no ha desarrollado del todo y que todavía no ha podido escuchar con claridad: la música del habla, la residencia de nuestro ser.
¿Podremos llegar a escuchar esa música? Mi esperanza es que alguien pueda hacerlo. Oírla.
Ahora debo concluir estas líneas porque, desde mi ventana, la lluvia me trae el eco de unas palabras: «El cáncer es un suicidio a nivel celular».
ARTURO EDUARDO AGÜERO
Buenos Aires, noviembre de 2009
ÍNDICE
Agradecimientos 13
Palabras iniciales 17
CAPÍTULO 1
El campo psicosomático 23
CAPÍTULO 2
Las características del enfermar 33
CAPÍTULO 3
El factor psíquico 47
CAPÍTULO 4
El factor genético 61
CAPÍTULO 5
Las enfermedades autoinmunes 73
CAPÍTULO 6
El potencial enfermante del estrés 81
CAPÍTULO 7
Los agentes productores 101
CAPÍTULO 8
El lenguaje de los órganos 133
CAPÍTULO 9
Tratamiento de las enfermedades psicosomáticas 153
ANEXO
Listado de síntomas y enfermedades por autodestrucción .. 161
BIBLIOGRAFÍA 191
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AUTOR: EDUARDO AGUERO, ARTURO
ISBN/EAN: 9788492981335
PRECIO: 16,00 € - 5% = 15,20 € (TODOS NUESTROS PRECIOS INCLUYEN EL IVA)
(Los precios son orientativos. Pueden ser cambiados sin previo aviso por los fabricantes, importadores o editores.)
(No todos los libros y productos están disponibles en la librería. Antes de venir, confirme su existencia previamente por teléfono -91 578 4433- o por correo electrónico )
Trastornos psicosomáticos y autodestrucción
¿Por qué sufrimos?
¿Qué males provoca el estrés?
¿Cómo decodificar el lenguaje del cuerpo?
¿Cuáles son las emociones que nos enferman?
La ira, el odio, la sobreadaptación y el conflicto son factores de producción de muchas dolencias.
Las enfermedades autoinmunes como el cancer y el Alzheimer también manifiestan en su historial previo una gran carga emocional.
El Dr. Agüero explica, en un lenguaje simple y preciso, cómo se gestan las enfermedades psicosomáticas, describe sus componentes emocionales y define estrategias eficaces para prevenirlas y tratarlas.
El libro incluye una lista de síntomas psicosomáticos y otra de enfermedades por autodestrucción.
Dr. Arturo Eduardo Agüero
Médico egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Egresado de la Residencia para Médicos Psiquiatras del Instituto Nacional de Salud Mental. Especialista en Psiquiatría, título otorgado por el Ministerio de Salud Pública en 1983. Docente de la Cátedra de Psicopatología, Facultad de Psicología, U.B.A. Médico de la Sala de Admisión y Consultorios Externos del Hospital Nacional José T. Borda. Director del Hospital
Nacional Neuropsiquiátrico Diego Alcorta en Santiago del Estero. Jefe de Equipo de Psicopatología del Centro Integral de Nefrología y Trasplantes (CINT DAOMI). Como investigador presentó numerosos estudios dentro del campo de la Psiquiatría General y de la Psicosomática, de esos trabajos surge su primer libro.
***
Escala
Escalera
Escuela
Esqueleto
Escala y escalera, para el aprendizaje.
Escuela de una implacable sabiduría.
O tan sólo estructura y soporte de un brevísimo tiempo de vida.
A través de estos cuatro tiempos, el hombre advierte que lo que no pueda resolver desde la autoconciencia, el cuerpo lo hablará primero con síntomas que son gestos y luego con enfermedades.
La enfermedad es un profundo, enorme discurso de nuestro cuerpo, que -entre el silencio de la concepción y el silencio de la muerte- no cesa de hablar incansablemente buscando el equilibrio.
La palabra, que es sonido, que es sistema, que es signo, es también información acústica que nos trae con ella el desde dónde nace y el qué la hace nacer.
Las palabras traen remanencias de los sentimientos que las han engendrado y siempre revelan, nos revelan. Y a veces se rebelan contra nosotros que las pronunciamos.
Sin la palabra no hay fundación del ser.
Al llegar a la vida, al mundo, está el grito-palabra. Y al morir, la muerte es lo que es porque, al robarnos de pronto todas las palabras, nos torna invisibles.
Rocío DOMÍNGUEZ MORILLO
PALABRAS INICIALES
Hace unos cuantos años, con un amigo y compañero de guardias al que apodábamos humorísticamente «el Cura», recorríamos los viejos pabellones de un hospital psiquiátrico con una consigna un tanto singular: encontrar, en las historias clínicas de los pacientes interna-dos, el cáncer. Al menos algún cáncer.
Ahora que vuelvo mi mirada hacia esos años, nos veo como no-veles detectives que buscaban la pista para descifrar un enigma. In-tentábamos confirmar una premisa un tanto desafiante que el propio «Cura», una lluviosa tarde de mayo, me había revelado: «El cáncer es un suicidio a nivel celular». «¿Y eso? -le pregunté-. ¿Qué quieres decir con eso?» «Muy simple. Aquí los enfermos, en cierto modo, están suicidados mentalmente... entonces en ellos no existe el cáncer.»
De golpe me vi asediado por esta frase, que todavía tengo frente a mí. Después, nuestros caminos se separaron y seguí solo con la ta-rea y la inquietud que en un comienzo compartimos.
Empecé por enfocar las enfermedades mentales más serias -esquizofrenia, demencia, psicosis maníaco-depresiva, trastornos bipolares- y comprobé que, en su mayoría, quienes las sufrían no padecían cáncer ni otras enfermedades orgánicas graves; cuando lo hacían era porque habían mejorado notablemente de su enfermedad mental. Más tarde entendí que esto no es una regla fija y terminante. Es sólo una tendencia que tienen los enfermos mentales a no padecer cáncer. Una llamativa y persistente tendencia.
Después pasé de aquellas enfermedades psicológicamente destructivas a las más leves, como las neurosis, que son las que en una u otra medida aquejan a casi todos los seres «normales». Enseguida me topé con las enfermedades que la medicina llama psicosomáticas y con otras que deja fuera de ese rótulo porque no las considera de origen psíquico, sino puramente orgánicas: la diabetes, la hipertensión, la artritis reumatoidea y el propio cáncer, por nombrar sólo algunas.
En las salas de varios hospitales y del antiguo sanatorio Güemes mantuve contacto con pacientes afectados por enfermedades clínicas (no mentales) de todo tipo. Les hice preguntas sobre su enferme-dad orgánica y me interesé por su vida, sus proyectos, sus esperan-zas, sus sueños... Así fui construyendo y recopilando historias.
Además, leí con cierta avidez lo que reconocidos investigadores en esta rama de la medicina y de la psiquiatría han publicado sobre las enfermedades psicosomáticas. Procuré -como seguramente antes lo hicieron ellos- desmenuzar sus teorías, comprobarlas y dar, con este libro, un paso más allá.
SUICIDIO Y AUTODESTRUCCIÓN
Mientras transitaba por ese paisaje hospitalario-sanatorial poblado de enfermedades y de enfermos -y de muertos por esas enfermedades-, siempre tuve presentes las palabras de mi amigo «el Cura». Y, al estudiar los caminos que llevan a la muerte física y a la parálisis y destrucción de órganos y procesos vitales, estudié, asimismo, las similitudes y diferencias entre el suicidio y la autodestrucción.
Si con el propósito de distinguirlos hubiese que poner de relieve una sola particularidad de cada uno, habría que ubicar el suicidio -el hecho de darse muerte por mano propia- en el campo de una modalidad predominantemente consciente. Esto no significa dejar de lado el gran componente de lo inconsciente que subyace en todoactuar consciente. Pero sí que en el suicidio «típico» prevalece la ver-tiente consciente.
De la autodestrucción, en cambio, podríamos decir que es un proceso que se desarrolla en la vertiente inconsciente y que, además, afecta al cuerpo humano de diversas formas, desde alteraciones leves en la piel y algunos tejidos, hasta tumores graves en ciertos órganos.
Esta cuestión de lo inconsciente como causa llevó a que se diera la denominación de «psicosomáticas» a aquellas enfermedades del cuerpo en que se presumía que lo psíquico contribuía principalmente a su producción. Por las razones antedichas y por otras que ex-pondré más adelante, sostengo que es más acertado llamarlas enfermedades «por autodestrucción».
Esas afecciones se han conocido desde sus comienzos como psicosomáticas. No pretendo cambiar ahora ese nombre por este nuevo de enfermedades por autodestrucción. Esto será, sin duda, motivo de un largo debate en el tiempo, y está lejos de mi intención abrir desde estas páginas una polémica en torno a estos conceptos. Ya lo he he-cho en otro contexto. Aquí tan sólo quiero presentar lo que he explorado desde aquella tarde otoñal. No obstante, señalo que el clásico nombre de «psicosomáticas» lleva a pensar que la enfermedad se inicia en lo psíquico y luego se traslada a lo somático, lo que no es exacto, ya que el organismo humano es esencialmente uno; algo que, aunque parezca obvio, no está de más reiterar.
Para mayor claridad diré que el término «autodestrucción» define la tendencia de un proceso -pocas veces claro y casi siempre inconsciente- general de todo el organismo, que produce en células, tejidos, órganos y cuerpo un cambio por el que se va destruyen-do su propia organización.
No sé si alguien podría suscribir hoy lo que declaraba mi amigo «el Cura»: «El cáncer es un suicidio a nivel celular». No estoy afirmando que el cáncer tenga un origen determinado y que este origen sea necesariamente psicológico o anímico. El cáncer es una reacción celular y orgánica frente a diversos factores. Y un grupo de esos fac-
tores tiene que ver con el tema de este libro. Las historias de pacientes que han padecido esa pesada y seria enfermedad me han inclina-do a pensar que, en un buen número de casos, detrás de ella se esconde un grueso componente psicológico.
El mismo componente se encuentra en enfermedades crónicas como la artritis reumatoidea, la tiroiditis, el lupus eritematoso, algunas diabetes mellitus y otras afecciones tanto inflamatorias como degenerativas. A éstas la medicina les ha puesto el nombre de enfermedades por autoinmunidad. Cada vez hay más enfermedades por autoinmunidad, y cada vez estoy más convencido de que esta auto-inmunidad tiene un alto ingrediente psicológico o emocional.
MOSTRAR EL CAMINO
Desde mi ventana me parece ver la misma lluvia de ese otoño. Sólo que antes esa lluvia me traía, junto con aquella frase sobre el cáncer, un raudal de preguntas. Hoy me acerca algunas respuestas que son las que quiero expresar, y no a los entendidos, porque los entendidos no entienden.
Hay enfermedades distintas, diferentes. Están en los hospitales, en los sanatorios y, también, en muchos hogares. Este libro es un intento de explicar, de un modo comprensible incluso para los que no poseen conocimientos específicos, cómo se produce una enfermedad orgánica.
No es un tema fácil de exponer. Sin embargo, trataré de hacerlo porque existe en mí una honda convicción, casi una certeza: la enfermedad enturbia y apaga la vida de los seres humanos; la salud nos aproxima a la luz. La enfermedad es un camino perdido, desviado... Entonces, este libro aspira a mostrar el camino hacia el manantial dorado de la salud.
Desde allí, otro camino conduce a la profundidad del ser, a la íntima morada del hombre. Es más recóndito, más dificil de descubrir. Corresponde a un sonido nuevo, a una «música» que el ser humano no ha desarrollado del todo y que todavía no ha podido escuchar con claridad: la música del habla, la residencia de nuestro ser.
¿Podremos llegar a escuchar esa música? Mi esperanza es que alguien pueda hacerlo. Oírla.
Ahora debo concluir estas líneas porque, desde mi ventana, la lluvia me trae el eco de unas palabras: «El cáncer es un suicidio a nivel celular».
ARTURO EDUARDO AGÜERO
Buenos Aires, noviembre de 2009
ÍNDICE
Agradecimientos 13
Palabras iniciales 17
CAPÍTULO 1
El campo psicosomático 23
CAPÍTULO 2
Las características del enfermar 33
CAPÍTULO 3
El factor psíquico 47
CAPÍTULO 4
El factor genético 61
CAPÍTULO 5
Las enfermedades autoinmunes 73
CAPÍTULO 6
El potencial enfermante del estrés 81
CAPÍTULO 7
Los agentes productores 101
CAPÍTULO 8
El lenguaje de los órganos 133
CAPÍTULO 9
Tratamiento de las enfermedades psicosomáticas 153
ANEXO
Listado de síntomas y enfermedades por autodestrucción .. 161
BIBLIOGRAFÍA 191
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