lunes, 1 de agosto de 2011

Pandora Rebato y La libertad Sexual

“¿Has leído ‘La cama de Pandora‘?” Me preguntó un amigo bloguero recordando mi post Morbosas, en el que criticaba que las mujeres seguimos sin poder hablar en público sobre sexo de forma normalizada. Ayer me pasé por ese blog que se publica en El Mundo cuya autora (firma como Pandora Rebato) escribe con desparpajo sobre su copiosa vida sexual. Cuenta por ejemplo que en una feria del libro conoció a un poeta atormentado, se enrollaron, y en una edición posterior de la cita literaria, le hizo una mamada debajo de la caseta mientras él firmaba dedicatorias. Últimamente ha hablado de su escarceo lésbico en el Orgullo LGTB, frustrado porque tenía la regla; de una boda griega en la que folló con un invitado, el condón se rompió y tuvo que comprar la píldora del día después en el aeropuerto… Entretenido, vaya.

Me acordé de este blog tras descubrir otro de tono y contenidos similares, El sexo de Lucía, en la que su protagonista nos habla de la rabia que da escuchar a los vecinos follar (cuando tú no tienes plan), cuenta batallitas de sus amigas, y entre post y post nos vamos enterando de que ella (y en este caso firma con nombre y apellido) es mutiorgásmica, sólo hace mamadas a gente muy allegada, y le ponen un montón los pasamontañas. No seré yo la que critique a dos mujeres que hablan de sexo sin tapujos en sus blogs. De hecho, admiro su capacidad de lidiar con babosos. Lucía Martín transmite reiteradamente que sus lectores le piden que sea más explícita y escribe sobre e-mails que ha recibido para tomar un café o incluso para una sesión de comerse los morros (le indignó). Pandora tiene deshabilitada la opción de dejar comentarios (imaginaos el aluvión de burradas que habría) pero a cambio invita a la gente que le escriba e-mails.

Lo dicho, super a favor de que haya blogs en los que se hable de aventurillas sexuales en primera persona. Pero veo dos problemas. En primer lugar, ambos blogs están situados en comunidades (El Mundo y FronteraD) muy masculinizadas. Los tíos hablan de un montón de temas; las tías tienen un blog sobre sexo que en buena parte viene a satisfacer el morbo del público masculino (también del femenino, claro). El segundo problema que le veo es el tono: ambos blogs nos hablan de mujeres con una rica vida sexual, con pocos complejos, que se sienten en posición de aconsejar sobre cómo hacer una buena mamada, que alertan sobre los errores que deserotizan en la cama (dejarse puestos los calcetines, y demás), y que meten mucha caña a los hombres (Martín lo reconoce en alguno de sus posts).

Sigo siendo una firme defensora de ‘Sexo en Nueva York’ porque, como conté en su día, de adolescente aprendí un montón de cosas y fue un pretexto para hablar mucho de sexo con las amigas. Por tanto, tuvo el importante papel de romper con el tabú de la sexualidad femenina. Pero creo que tenemos que dar un paso más. Me preocupa que ese estilo ‘Sexo en Nueva York’ nos desempodere más que otra cosa. Me explico: yo veo o leo las variopintas aventuras de esas mujeres, lo liberadas que se declaran, la asertividad que tienen para expresar lo que quieren, lo bien que se manejan con la seducción… Y mi autoestima no sale muy bien parada. Mujeres que se consideran expertas en las artes amatorias, que hacen gala de estar casi siempre lubricadas, que tienen una imaginación desbordante y cuentan al mundo sus fantasías más locas. Me alegro por ellas y me apetecerá leerlas, pero echo de menos encontrar relatos en los que haya espacio para nuestras inseguridades, los cortocircuitos que se dan con las otras personas, los obstáculos que introduce el sexismo, los líos en los que se mete una cuando le da por tener ‘follamigos’. Igual no es tan excitante y trepidante, pero creo que muchas lo agradeceríamos.

Tengo en mente a una amiga que no es precisamente una femme fatal, pero que sin embargo en menos de un año ha tenido varios arrebatos que me dejaron boquiabierta. El mejor, dejarle una nota a una desconocida en la que ponía “Eres preciosa”. Fin de la historia. Le intentó seguir la pista, pero no se decidió a hablarle. Pandora, en cambio, hubiera logrado llevársela al baño. Yo, que probablemente no me hubiera atrevido ni a escribirle la nota, me identificaría más con la historia de mi amiga.

Por cierto, respecto a lo de meter caña a los hombres, creo que es algo efectista, que a la gente siempre le va mucho el rollo “guerra de sexos”, pero que hace estragos en nuestra propia sexualidad. Estoy convencida de que cuando una es muy crítica con los demás, en primer lugar lo es consigo misma. La otra cara de la moneda de “me viene un tío con camiseta interior blanca y le echo a patadas” es el mandamiento de que una mujer siempre tiene que ir bien depilada y con la ropa interior conjuntada. No sé si conté que la revista Cosmopolitan traía un día en portada el titular “Desnuda, sin complejos”. Me imaginaba que el artículo animaría a aceptarnos como somos. Pues no: recomendaba hacer abdominales antes de follar para tener el vientre firme, echarnos un potingue que promete hacer las veces de sujetador invisible y un maquillaje corporal para estar bronceadas… Podemos creer que exigir a los hombres que también estén perfectos es una forma de democratizar esta dictadura de la estética. Pero me parece una trampa: si nos parece imperdonable que un hombre huela a sudor, no nos los perdonaremos cuando seamos nosotras a las que abandone el desodorante.

Volviendo a internet, Blogueros que me encantan (como Escéptico Confuso) y que me encantarán (Manuel Jabois, al que me han recomendado mucho últimamente) hablan de un montón de temas. Entre ellos, de sexo. En diversos tonos: hay relatos satíricos, burros, surrealistas, eróticos. Pueden excitarnos o no, pero dudo que esa sea su intención. Con las blogueras veo cierta dicotomía: o nos cuesta mucho hablar de sexo, o nos metemos en el personaje y nos las damos de gurús. También veo la dicotomía respecto al pudor y el exhibicionismo: encuentro tías que nunca pondrían una foto suya ni dicen nada de su vida, a otras que cuentan sus polvos con todo lujo de detalles y publican fotos postorgásmicas memorables (como mi querida Itziar Ziga, que nos deleita con su plácida sonrisa después de correrse en los campos arados de Teruel). También hay blogueras que no se dejan condicionar, y escriben lo que les sale de donde les salga en cada momento. Me alegro por ellas.

Yo no tengo la receta; si no, me la aplicaría. Me muevo en la esquizofrenia: de reprimirme entradas (llevo tiempo cortándome con una sobre prostitución) a contar intimidades con las que ahora me sonrojo. Espero que poco a poco se vaya normalizando todo. Si alguien conoce algún blog que integre el erotismo o la sexualidad de una forma apetecible, sencilla y menos agresiva, estaría muy bien que lo recomendarais. Y más aún, ofrezco este humilde blog a quien quiera publicar (de forma anónima o no) alguna historia de las que decía, real, humana, con pudores, complejos, meteduras de pata, desencuentros, erecciones decepcionantes y lubricación sintética, calcetines blancos y bragas de Hello Kity. ¿Os animáis?

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