En los 70 presenta su tesis sobre los fundamentos del psicoanálisis y pone en duda el complejo de Edipo. La Sorbona y el establishment psicoanalítico la rechazan, así Balmary se libra del vasallaje incondicional a las enseñanzas de Jacques Lacan y contacta con su hermano, Marc Lacan, un monje benedictino (de sus conversaciones nace El monjo i la psicoanalista, Fragmenta Editorial). La joven psicoanalista no está de acuerdo con el Dios bíblico que dibuja Freud e intuye que ese texto fundacional de nuestra civilización encierra importantes claves. Desde entonces estudia la Biblia en hebreo y en griego y tiene un grupo de lectura e interpretación que relee cada fragmento, sin prisa, sin prejuicios.
Con qué idea sublevó a sus colegas?
En mi tesis quise revisar algunas de las ideas de Freud, como el complejo de Edipo.Cuando comenzó a tratar a mujeres que decían haber sufrido abusos sexuales por parte de su padre, hermano o familiar, Freud las creyó. Pero tras la muerte de su padre se desdijo.
Y para usted esos abusos no tenían nada de imaginarios.
Exacto. En la propia familia de Freud había una atmósfera de secreto. Su padre estuvo casado tres veces, una de sus mujeres desapareció misteriosamente y Freud no se enteró hasta la muerte de su padre. Fue entonces cuando concluyó que no podía haber tantos abusos por parte de los hombres, que se trataba de los deseos inconscientes de sus pacientes femeninas de tener relaciones sexuales con su padre.
Dicho así parece una simpleza.
No olvidemos que Freud vivió en la Viena victoriana. "¡Usted está destruyendo el psicoanálisis!",me dijo mi profesor de tesis, alumno de Lacan. Entonces Lacan me llamó, quería conocer mi investigación. Al final de la conversación me dijo que mi tesis era muy interesante y que pasara por caja. Quería que le pagara la consulta.
Y se fue a ver al hermano pequeño de Lacan, monje benedictino. ¿Por qué?
Buscaba hacer compatible la dimensión espiritual con la psicoanalítica, esa vía que había cerrado Freud. Los textos bíblicos son el fundamento de nuestra cultura, en ellos se define el yo, el tú. La lectura de la Biblia de aquel hombre feliz y sereno era muy abierta y jamás se servía de Dios contra el hombre.
Buen criterio.
Me dio la fuerza que necesitaba para excavar en los textos bíblicos donde se ve claramente que hay dos religiones según la manera como se traduzcan: una religión a la que hemos de servir y otra que nos sirve.
¿Cómo interpreta el pecado original?
Las palabras culpa y pecado no se citan en el relato del jardín del Edén, aparecen con Caín y como un peligro que le amenaza. Dios le dice: "La culpa está escondida ante tu puerta y tú tienes que dominarla".
¿Y eso qué significa?
La culpa no se presenta como algo moral, está narrando la dificultad de la relación entre hombre, mujer, padre, hijo, madre.
Una lectura psicoanalítica, sin duda.
En la Biblia encontramos la misma lectura simbólica que permite que la gente encuentre su lugar, y sin culpas ni sacrificios.
¿Sin culpas ni sacrificios?
Así es, no es un Dios que pide sacrificios, es el Dios de la palabra que apela al ser humano a liberarse y expresar un yo profundo capaz de formar parte de un nosotros significativo. Creo que incluso para los no creyentes es tranquilizador saber que Dios no pidió a Abraham que matara a su hijo.
¿Ah, no?
Le pide, en hebreo, que lo levante, que lo eleve. Pero Abraham no conoce otra manera, según las costumbres, que quemarlo. Y cuando se lo pide se nombra a sí mismo como Elohim, que significa "los dioses". Cuando le dice que no le haga daño al niño se nombra YHWH, como el yo personal, el Dios que le cura de la obediencia de matar.
Entonces es un texto lleno de matices.
Lo es, pero en la mayoría de las traducciones se pierden. En el pasaje del Génesis 17, 15, Dios le dice a Abraham que a su mujer, Sarai, que significa "mi princesa", la llame Sara, que significa "princesa", es decir, princesa para ella misma.
¿Qué otros puntos clave nos ayudan a cambiar esa visión de un Dios arbitrario?
Cuando Caín y Abel hacen sus ofrendas, Dios acepta la de Abel y rechaza la de Caín; me llevó 17 años entenderlo: Abel le ofrece ovejas de su rebaño y Caín le ofrece frutos de la tierra, como un dibujo sin firmar, y Dios no acepta que no esté presente en su ofrenda. Este Dios quiere que las personas sean ellas mismas. Otro ejemplo del nuevo testamento: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", ¿conoce las palabras precedentes?
No.
Viene a decir: no guardes rencor contra tu hermano, pero tendrás que reprocharle cosas para no cargar con su culpa; y así amaras a tú prójimo como a timismo. No es posible amar al otro como a timismo si no le has aclarado su falta contra ti.
Entonces, ¿no estamos malditos?
En el Génesis, Dios no maldice a Adán y Eva, maldice a la serpiente. Pero en nuestro espíritu tenemos un ogro, una voz que nos culpabiliza, que nos hace reproches más feroces que los que nos hicieron nuestros padres. A menudo leemos la Biblia desde esa voz y creemos que esa es la voz divina.
¿Qué corrompe nuestra mente y qué la sana?
Quizá la mentira sea lo más terrible y la verdad lo más sanador, porque cuando reconocemos un error, una maldad, el propio mal puede convertirse en bien, porque la verdad sobre el mal cambia el mal. Cuando uno reconoce ante otro que le ha hecho daño, nace una nueva relación.
A usted ¿qué verdad le ha servido?
Expulsar de mi cabeza esas otras voces que no eran mías, las que te dicen "¡Porque tú...!". Eliminar esa falsa conciencia te permite otro tipo de relaciones de mayor calidad, estar realmente presente. El filósofo André Chouraqui decía que la persona más útil es la que te salva de la vergüenza.
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