Vuelve por sus fueros el infatigable José María Navia-Osorio después de unas (merecidas) vacaciones a media hora de su domicilio pero sin teléfono. No tiene acceso a la internet, "pero he leído los periódicos todos los días". Tiene dudas de si debería decir "leí", puesto que "la acción ya ha terminado". Entiendo que, para un asturiano de pro, lo de "leí" sea lo que procede, pero a mí (por castellano viejo) me suena mejor "he leído". No es cuestión de que el acto haya terminado o no, sino de que el "he leído" da un sentido de continuidad a esa acción. La continuidad se advierte con el añadido de "todos los días". Los catalanes dirían "cada día". Los distintos regionalismos en el habla española son una bendición; son los paisajes del idioma.
Se introduce de lleno don José María en la última garzonada, la de desenterrar simbólicamente los muertos de la guerra civil, los de un lado. Es decir, el de Oviedo entiende que, aun suponiendo que hubiera una causa penal para ello, todos los responsables habrían muerto. Y añade: "Entre las reacciones a la pretensión de Garzón me llamó la atención que Carrillo aplaudiera la medida. ¿Será que quiere purgar su responsabilidad en la matanza de Paracuellos?". Supongo que en ese caso tendría yo que alegrarme, pues uno de los asesinados en Paracuellos fue un primo mío, adolescente. Pero no me alegro. Es una conquista de la civilización el criterio de que todos los crímenes prescriben pasado un tiempo.
Don José María arremete contra la manía de la memoria histórica. Ahora le toca a Oviedo. Hay que eliminar del callejero los nombres de los militares que participaron en la defensa de la ciudad durante la guerra civil. Entre los purgados está el general Yagüe, quien liberó a Oviedo de los mineros revolucionarios en 1934 y, por tanto, actuó en defensa de la República. Entre otras barbaridades, los amotinados incendiaron la biblioteca de la Universidad, donde estaba el legado de los libros donados por Álvaro Navia-Osorio en el siglo XVIII, tercer marqués de Santacruz de Marcenado. Añado que lo de "memoria" histórica más bien tendría que ser "olvido" histórico de lo que interesa al Gobierno.
José Antonio Martínez Pons aporta el dato de que "en la culta Segunda República ardió la biblioteca del ICAI en Madrid, unos 10.000 volúmenes". Me pregunto si el incendio fue provocado. El escritor José Antonio Muñoz Rojas me contó hace años que, durante los primeros días de la guerra civil, los anarquistas quemaron el archivo de su familia con documentos de siglos. Fue una quema intencionada, para hacer daño a la cultura.
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