En Un método peligroso, Cronenberg revisa los primeros compases de la relación entre Sigmund Freud (Viggo Mortensen), padre del psicoanálisis, y el que fuera su discípulo predilecto durante mucho tiempo, un joven Carl Jung (Michael Fassbender). Entre medias de ambos la relación que el segundo tuvo con una paciente y a la postre amante y psicóloga llamada Sabina Spielrein (Keira Knightley). El sexo y la violencia, tan presentes en la filmografía de este director canadiense regresan a su obra. Freud tendría mucho que decir sobre esto. Ante la imposibilidad de un diagnóstico del padre del psicoanálisis, el propio Cronenberg desgrana sus inquietudes, intereses y métodos de trabajo mientras habla de Un método peligroso.
Los verdaderos intereses de Cronenberg
Aunque puede parecer que el director de La mosca se mueve por un interés personal hacia las historias oscuras -en cierta manera violentas y cargadas de profundidad-, no es así. Al menos no en un nivel consciente. “No tengo reglas cuando pienso qué clase de película me gustaría hacer. No tengo una lista de temas”, reconoce. Es más, cuando leyó por primera vez el guión de Christopher Hampton para Un método peligroso no estaba buscando material para una nueva película. Sin embargo, le gustó y se puso a ello. Una de las cosas que le llamó la atención fueron los personajes, de los que dice “fueron muy perturbadores dentro del mundo que vivían”.
El casting, una cuestión de instinto
Es uno de los aspectos más complicados porque “no hay reglas, nada escrito para ayudarte a elegir un actor. Incluso, puedes matar una película si metes al actor equivocado. Tienes que seguir tu propio instinto”. Eso sí, existen prácticas que pueden ayudar. Como revisar otros trabajos anteriores de actor en cuestión o ver sus entrevistas en Youtube. Pero al final se trata de confiar en el criterio de uno mismo y en que el resultado será el esperado. En el caso de Un método peligroso, Knightley y Fassbender no habían trabajado juntos nunca antes, así que no supo que había química hasta que “estuvieron juntos en el plató”.
Su relación con Viggo Mortensen
Esta es su tercera colaboración. Primero fue Una historia de violencia. Después, Promesas del este. Y ahora ha conseguido convertir al actor neoyorquino en Freud. Podría decirse que ambos se conocen al dedillo y que en su relación no hay sorpresas. Sin embargo, no es así. Aunque no es el actor el que sorprende al director, sino a la inversa, como ha reconocido Cronenberg. “Creo que soy yo el que sorprendió a Viggo porque no pensaba que iba a poder hacerlo”. Tuvieron que ponerle una nariz postiza y lentillas marrones para que tuviese el mismo color de ojos que Fraud. Por otro lado, destaca que también es importante la confianza depositada por el director en el actor. Y de eso, Cronenberg y Mortensen parece que van sobrados.
Esas difíciles escenas de sexo
El sexo es un tema que se repite en la obra de Cronenberg y en este trabajo, dados los protagonistas, está aún más presente si cabe. Para los actores, rodar estas escenas no es nada fácil, sobre todo aquellas que van acompañadas de violencia. “Hace mucho la confianza que tienen en el director”, explica Cronenberg, quien añade que, además, Fassbender contaba con la complicación de que sus escenas con Knightley eran momentos “inusuales y complejos” ya que su personaje “no disfruta, lo hace para ella”.
Los nada intencionados temas recurrentes
La familia, la locura, la violencia, el sexo, los traumas, las personalidades complejas… Todos ellos son temas que pueden verse una y otra vez en sus películas. Cronenberg dice que no piensa en ello antes de hacer una película. No se para a ver si eso ya lo trató antes. Es más, añade, todos estos temas “son muy comunes, los griegos ya los trataban”. Aunque lo cierto es que, como el mismo reconoce, su primer trabajo fue el corto Transfer, que giraba en torno a un médico y su paciente. Más o menos como Un método peligroso. Seguro que Freud tendría una teoría al respecto.
La influencia del estilo Cronenberg
No es raro leer en la crítica o el análisis de una película que pueden verse reminiscencias del estilo de Cronenberg, que el autor deja notar la influencia que el director de La mosca ha ejercido sobre él o cosas por el estilo. Sobre este punto, Cronenberg lo tiene claro “es muy halagador”. Aunque él no se refiere a las teorías de los críticos cinematográficos sobre hasta dónde llega o deja de llegar su influencia. A lo que este canadiense que ha sido capaz de demostrar que se puede hacer cine sin irse a Gran Bretaña o EEUU se refiere es al hecho de haber conocido varios cineastas que le han reconocido abiertamente sentirse influenciados por él. Como por ejemplo Atom Egoyan. O Darren Aronofsky, quien cuando le conoció le comentó “que La mosca le había inspirado para Cisne Negro”.
Cada película, una provocación
Es cierto que sus películas no son fáciles de ver. En cierta manera pueden provocar o incomodar al espectador obligándole a no quedarse ensimismado en su butaca sin más. Obligan a pensar, a reaccionar, a no quedarse en la superficie. Pero tampoco eso es algo que busque intencionadamente. Parece que con Cronenberg nada lo es. “Estoy interesado en el proceso de hacer una película y en los personajes, no en provocar al espectador”. Que lo haga una y otra vez es cosa de su estilo y forma de entender el cine.
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