Salvador Espriu solía afirmar que no tenía biografía, una excusa con la que el autor de «La pell de brau» intentaba espantar el interés de posibles estudiosos de su vida. Sin embargo, Agustí Pons, que ya ha publicado biografías de autores como Pere Calders, Néstor Luján o Maria Aurèlia Capmany, ha tratado de desentrañar el enigma del poeta en «Espriu, transparent» (Proa), una obra que aparece con motivo del centenario del nacimiento del escritor.
Tras tres años de trabajo, en los que ha podido entrevistar a numerosos testigos y consultar los papeles personales de Espriu, Pons trata de despojar a su biografiado de los mitos que lo han perseguido. Según explicó ayer durante la presentación de la obra, «Espriu era un personaje muy contradictorio y complicado. Lo que cuenta es la altísima exigencia que tenía. Vivía las 24 horas del día solo para su obra. Es la Cataluña anti "Polònia"». Pons aseguró que su intención ha sido mostrar «al personaje que había detrás de la rigidez del Espriu de carne y huesos. Es un libro que quiere situarle como uno de los grandes catalanes de todos los tiempos».
Desmontar mitos
Pons apuesta por desmontar algunos de los mitos que han perseguido al poeta en los últimos tiempos. Uno de los más repetidos en los últimos tiempos es la posibilidad de una relación entre Espriu y el que fuera su gran amigo de juventud Bartomeu Rosselló-Pòrcel, muerto prematuramente. «Lo descarto porque no tuvieron tiempo y no era fácil en aquel tiempo. En esos años, antes de la Guerra Civil, primero se tenía que asumir la propia homosexualidad, buscar con quién practicarla y después practicarla. La admiración que Espriu y Rosselló-Porcel se sentían era muy fuerte, pero también le atraían las chicas», aseguró.
Otro mito es la hipotética aproximación del autor de «Ronda de mort a Sinera» con el régimen franquista en 1939. Sobre este punto, Pons declaró que queda desmontado porque «consideraba a los dos bandos enfrentados como una salvajada. Cuando escribe "Antígona" en 1939 lo hace como una llamada a la reconciliación. Posteriormente dijo que en ese año se sentía como un perro. Cuando Franco prohibe el catalán, se queda sin trabajo, sin nada, aunque uno de sus hermanos se hizo franquista».
El libro tampoco descarta algunas polémicas estéticas e ideológicas vividas con otros escritores, especialmente con Carles Riba, Joan Ferraté o Josep Pla. En el caso de este último, el biógrafo reconoce que el responsable de «El quadern gris» recriminaba que «Espriu no hiciera una literatura al alcance de todos y no escribiera la gran novela que se esperaba. Con la democracia, Espriu queda con las fuerzas progresistas de izquierda, algo que le recriminaba Pla porque era tan conservador como él. En relación, lo que sucede es que Pla acaba descolocado».
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