domingo, 1 de enero de 2012

Las claves personales de Rajoy ASÍ ES MARIANO

Las claves personales de Rajoy
ASÍ ES MARIANO

La biografía de Mariano Rajoy, aspirante del PP a ocupar La Moncloa en 2004, está cuajada de anécdotas con las que ha logrado ganarse las simpatías generales. Su fino sentido del humor y su aspecto socarrón siempre dentro de las formas correctas son un rara avis de la política española, un soplo de aire fresco que consigue animar los Consejos de Ministros y los debates parlamentarios con sus salidas de buen gallego; no se sabe si va o viene, pero lo que dice, lo dice con gracia. Por eso no es de extrañar que caiga bien dentro y fuera del partido. Por eso y porque escuchar a Mariano retransmitir una etapa ciclista mientras se fuma un puro habano, no tiene desperdicio.
Por Virginia Miranda

Mariano es de esa clase de tipos que caen bien. Es de esas personas capaces de formular las ocurrencias más divertidas sin llegar a resultar cargante y de ir solventando los problemas sin aparente esfuerzo, tal vez mientras se fuma uno de esos habanos que tanto le gustan, Montecristos del A, de a 20 euros la unidad.

Su salto de la carrera sucesoria a la carrera por la presidencia del Gobierno ha podido tener algo que ver precisamente con eso, con la facilidad con la que ha sabido congeniar con sus compañeros de partido y el presidente Aznar y con la eficacia con la que ha resuelto algunas de las papeletas más engorrosas del Ejecutivo.

Desde una perspectiva más humana, para conocer más a fondo al nuevo valor del PP hay que remontarse 48 años atrás, cuando recién inaugurada la primavera de 1955 Mariano Rajoy Brey vino al mundo en Santiago de Compostela el seno de una familia acomodada. Su padre era magistrado de la Audiencia Provincial de Pontevedra, aunque durante años trabajó en tribunales de distintas ciudades españolas y se vio obligado a viajar junto a su mujer Olga Brey y sus cuatro hijos. Así, Rajoy vivió hasta los tres años en el pueblo de Carballiño (Orense) y hasta los cinco en Oviedo. A esa edad se volvieron a trasladar, esta vez a León, donde residieron durante una década y donde, casualidades de la vida, el magistrado Rajoy trató estrechamente al padre de José Luis Rodríguez Zapatero, un respetado abogado de izquierdas de la ciudad castellano-leonesa. Fue por aquella época cuando el nuevo candidato del PP a la presidencia del Gobierno empezó a restarle tiempo a su tren eléctrico para interesarse por la que sería, incluso hoy en día, una de sus grandes pasiones. Mariano, ya adolescente, acudía a la carretera para ver pasar los pelotones ciclistas de competición. Ahora, 30 años después, les ve en primera línea (ver despiece Pasión por el deporte).

Pero a Mariano no sólo le interesaban de joven los deportes. También se aplicó, y mucho, en los estudios. Tras finalizar su educación secundaria con los jesuitas, se matriculó en la facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela. Allí, otra casualidad volvió a relacionarle con su actual oponente político. Se trata de José Manuel Otero Lastres; él fue quien impartió clases de Derecho Mercantil a Rajoy y a Rodríguez Zapatero (a uno le dio clases en la facultad gallega y al otro en la de León). En La Voz de Galicia, Otero recuerda a Mariano “como un gran alumno, uno de los mejores de su promoción, más centrado en el estudio del Derecho que preocupado por la política. Era uno de esos pocos alumnos que llegan a ser recordados como un estudiante brillante incluso por los de los otros cursos”. De hecho, el candidato del PP a la presidencia se licenció en Derecho con el mejor expediente de la época.

Tras licenciarse, Rajoy fue registrador de la propiedad, aunque por muy poco tiempo. Él mismo recuerda que fue a los 22 años, en 1977, cuando entró en la entonces Alianza Popular, y sólo cuatro años después ya era diputado autonómico en el Parlamento gallego. El origen de su vocación política no parece dejar lugar a dudas; el líder del Partido Popular es nieto de uno de los redactores del Estatuto de Autonomía de Galicia de 1932. A partir de 1981, fecha en la que ocupa su primer cargo público, el resto es historia: la llegada a Madrid como diputado, el regreso a Galicia para ser vicepresidente de la Xunta, la secretaría general de AP en la región, el ingreso en el Comité Ejecutivo Nacional del PP, la vicesecretaría general del partido, la dirección de las campañas electorales que han dado la victoria al Partido Popular y la asunción de cuatro carteras ministeriales a lo largo de dos legislaturas.

Mariano en la intimidad. Quienes conocen a Mariano Rajoy cuentan que es un hombre sencillo y tímido, pero también cercano, atento con quienes le rodean y fiel a sus amistades de toda la vida de Pontevedra. Con ellos viaja, visita aldeas perdidas y comparte sus momentos de ocio en el fútbol, los toros o montando en bici, ocasiones que aunque escasas, aprovecha al máximo. Dicen también que, en la intimidad, cuando se encuentra relajado y lejos de las formalidades propias de la profesión, es un tipo muy divertido. Siente pasión por las tertulias entre amigos, donde escucha más que habla. En una entrevista concedida poco después de la llegada del PP al Gobierno a Carmen Rigalt en el diario El Mundo, Rajoy desvela cuál es para él una de sus reuniones ideales. Asegura que jugar a las cartas “es un entretenimiento maravilloso. Algunos sábados y domingos, cuando puedo, voy a un pueblecito de Toledo a comer migas con huevos fritos y a jugar al tute cabrón. Es un plan estupendo que recomiendo a cualquiera: migas, café, copa, puro y partida de tute cabrón”.

Claro, el puro que no falte. El puro ya se ha convertido en un elemento indeleble en la fisonomía de Rajoy. No en vano, desde que acaba de desayunar y hasta que termina el día, el nuevo líder del PP se fuma entre diez y doce cohibas o montecristos. Y esto, no crean que no, acaba teniendo sus consecuencias. Por ejemplo, la prohibición de fumar en el Consejo de Ministros, que a Mariano sentó a cuerno quemado. Se lo contó a Rigalt en la entrevista: “algunos ministros salen a echar un cigarrillo, pero si yo salgo a fumar un puro me puedo tirar hora y media, y no procede. Esa cultura represiva que se ha puesto tan de moda me genera indignación, lo que sucede es que en lo sitios donde mando yo, establezco las reglas del juego y fumo todos los puros que me da la gana […]. Soy un fumador empedernido”. El propio Manuel Fraga también le aconsejó en un acto público que dejara de practicar un vicio tan poco saludable, pero debió ser consciente de que su consejo iba a caer en saco roto y acabó regalándole una caja de habanos. Por cierto, que en su despacho, bastante sencillo y sin elementos accesorios, tiene siempre a mano un buen puro, conservado en un humidor para mantener los cigarros en perfecto estado. La última persona que parece haber intentado reducir el nivel de malos humos de Rajoy ha sido su mujer, pero a la vista está que sin mucho éxito. Los únicos que parecen estar encantados con este vicio son los propios fumadores, que hace cinco años, concretamente los miembros de la Asociación de Habanos ‘Epicur’, entregaron al entonces ministro la “Chavita de Plata al fumador de Habanos 1998”.

Ya hemos mencionado a su mujer. Se trata de la pontevedresa Elvira Fernández Balboa, con la que contrajo matrimonio en 1996 en la capilla de Las Conchas de la isla de La Toja. Rajoy recuerda aquel día como “el problema más importante que he tenido desde que soy ministro. Quise evitar todo tipo de comentarios, averiguaciones, disquisiciones y preguntas, pero no lo conseguí. Había más de 100 periodistas a la puerta de la iglesia, y eso es muy fuerte. Yo prefiero celebrar los acontecimientos privados de otra manera”. A Mariano no le gusta que su actividad pública interfiera en su vida privada y a su mujer tampoco. Ambos son muy celosos de su intimidad y a ella le incomoda especialmente aparecer fotografiada en la prensa, de modo que evita acudir a cuantos actos sociales congreguen a reporteros gráficos. Cuando todavía era novia de Rajoy, ninguno de los dos asistieron a la boda de Francisco Álvarez-Cascos y Gema. Prefirieron pasar el fin de semana en el Parador de Alarcón, pero nadie les reprochó la falta, a pesar de que sí lo hicieron con otros ministros de entonces, Abel Matutes y Romay Becaría. Ni siquiera asistió la pasada semana al nombramiento de su marido como candidato del PP a la presidencia del Gobierno. Tanta discreción sólo nos permite saber de ella unos pocos datos. Su familia es de Sanjenjo “de las de toda la vida”. Allí conoció a Mariano, que desde joven veranea en esta localidad pontevedresa en la que posee casa propia. Los dos formaban parte de la misma pandilla hasta que un buen día, para sorpresa de sus propios amigos, anunciaron su boda. Mariano acababa de cumplir una de las dos recomendaciones de Fraga: casarse. La otra, la de aprender gallego, todavía está pendiente (aunque eso sí, lo habla con la suficiente soltura como para manejarse en su tierra). Después de la boda y durante un tiempo vivieron separados, una en Galicia y el otro en Madrid. Poco después, y ya juntos, nació el pequeño Mariano, que ahora apenas cuenta con cuatro años de edad. Dicen quienes conocen a la familia que Rajoy es un padrazo y que su hijo siente adoración por él. De hecho, durante las pasadas elecciones municipales el niño estuvo enfermo y el todavía ministro dejó de hacer campaña hasta que su hijo estuvo recuperado.

Aún es pronto para aventurar si el pequeño Mariano seguirá los pasos de su padre, pero una cosa está clara; con los idiomas lo va a tener mucho más fácil. El niño ya está estudiando en un colegio bilingüe de inglés-español y se va a ahorrar la papeleta de su padre, que a estas alturas ha tenido que contratar a un profesor de inglés porque su segundo idioma es el francés y con tan poco currículo en el apartado de idiomas lo iba a tener difícil en las reuniones internacionales de alto nivel. Tampoco sabemos si veremos crecer al pequeño Mariano en La Moncloa, como lo hemos hecho con José María Jr, convertido ya en todo un hombre; con Ana, a la que conocimos siendo una niña y a la que despedimos siendo señora de Agag; o con el pequeño Alonso, que comenzó jugando en los jardines del palacio con los gatos de la familia y los invitados de papá –llámense, por ejemplo, Bill Clinton–. Pero lo que es seguro es que nunca veremos en la portada del Hola a Elvira Fernández Balboa enseñando el retapizado de los sillones de La Moncloa y las cortinas a juego.

Lo que tal vez puedan seguir conservando los Rajoy-Fernández son las vacaciones en Sanjenjo. Eso sí, se lo van a poner difícil a los responsables de seguridad. En agosto de 2001, la Guardia Civil advirtió al entonces ministro de Interior que debía cambiar de lugar de veraneo, porque la ubicación del inmueble no reunía las condiciones adecuadas para la vigilancia. La intención de Rajoy de seguir fiel a Sanjenjo, donde acude desde hace más de 20 años para pasar sus vacaciones y huir de un tratamiento especial, chocaba con el despliegue de seguridad que exigía su cargo y que, en consecuencia, resulta molesto para los vecinos del actual candidato del PP, cuyo apartamento es uno más de un enorme bloque de pisos situado en primera línea de playa. En semejantes circunstancias, los escoltas de Rajoy tienen que ingeniárselas para poder identificar a su protegido en medio del ajetreo habitual de las zonas turísticas. A lo mejor, si le ponen muchas pegas, Mariano agarra el próximo año las maletas y la familia y se larga al Caribe, donde también ha veraneado durante 13 años y donde se puede poner de habanos hasta las cejas. Pues menudo es él para ahogarse en un vaso de agua.

Esta es la vida del candidato. La del presidente, si Zapatero no gana las elecciones, está aún por llegar. Sólo cabe esperar que, de llegar a La Moncloa, el poder no le agrie el carácter y siga siendo el mismo tipo simpático. Aunque cuidado, hay quien dice que es un lobo con piel de cordero y Juan Carlos Rodríguez Ibarra ya dijo la pasada semana en la Cadena Ser que cuando a Rajoy le tocan lo suyo, de sentido del humor nada. Quedan advertidos.

GALERÍA DE CARGOS
CARGOS PÚBLICOS
1981 Diputado del Parlamento de Galicia
1983 Concejal del Ayuntamiento de Pontevedra
1986 Presidente de la Diputación de Pontevedra
1986 Diputado del PP por Pontevedra (reelegido en todas las demás legislativas)
1986 Director General de Relaciones Institucionales de la Xunta de Galicia
1986 Vicepresidente de la Xunta de Galicia
1996 Ministro de Administraciones Públicas1999 Ministro de Educación y Cultura
2000 Vicepresidente primero y ministro de la Presidencia
2001 Ministro de Interior
2002 Vicepresidente primero, ministro de la Presidencia y Portavoz

CARGOS ORGÁNICOS EN EL PP
1987 Presidente Provincial del PP en Pontevedra
1988 Secretario general de AP-Galicia
1989 Miembro del Comité Ejecutivo Nacional del PP
1990 Vicesecretario general de Organización del PP
1991 Vicesecretario General del Partido Popular.
2003 Secretario general del PP


PASIÓN POR EL DEPORTE
Su pasión por la bicicleta la cultivó siendo un niño. Entonces, Mariano Rajoy se conformaba con acudir al paso de los pelotones de competición de la vuelta ciclista a España a su paso por León. Ahora, y gracias al discurrir de su vida profesional y política, ha tenido privilegiadas oportunidades, como la de conocer a su ídolo y mito del ciclismo español, Miguel Indurain, la de entregar el trofeo de la vuelta a España al líder de la general y la de colaborar con José María García como comentarista deportivo ocasional de la competición ciclista española y del Tour de Francia –“una experiencia apasionante”, según sus propias palabras–. Y por si fuera poco, su predicación con el mundo de la bici ha tenido su recompensa hace dos años, cuando recibió la Medalla de Oro del Consejo de Ciclismo Profesional por su incesante apoyo al ciclismo, en todas sus categorías, “además de ser un reconocido amante y seguidor de este deporte”.
Rajoy también es un forofo del fútbol. Está abonado al Real Madrid, es socio del Pontevedra, accionista del Celta de Vigo e hincha del Deportivo de La Coruña. Lo que en realidad quiere decir, tal y como manifestó la pasada semana en la entrevista concedida a Urdaci en Televisión Española, “la gente es de los equipos de su casa y del Barça o el Real Madrid”. Por cierto, que su hijo Mariano, de cuatro años, es socio del club azulgrana, pero como precisa su padre siempre que le preguntan, el niño “nació en Barcelona y hubo quien fue a llevarle flores y decidió hacerlo socio del Barça”. Sea como fuere, seguir a tantos equipos requiere mucha atención, que Mariano trata de concederles ajustando su agenda profesional para no perderse los partidos más interesantes. Porque eso sí, ser espectador se le da mejor que la práctica. De pequeño lo intentó; fue jugador de baloncesto hasta que en sexto de bachillerato fue eximido de la clase de gimnasia durante una larga temporada debido a una fiebre reumática y a una aguda apendicitis y resolvió matar aquel tiempo muerto jugando al ajedrez, afición que conserva hoy en día. Por lo demás, existen documentos gráficos que dan fe de sus incursiones en la práctica deportiva, ya sea un partidillo de fútbol benéfico o un paseo en bici acompañado de alguna de las promesas ciclistas del momento.



EL CAMEO TELEVISIVO
A Mariano hay pocas cosas que se le resistan. O tal vez son pocos los que se atreven a negarle un capricho. Dijeron que la idea la sugirió Javier Arenas, así que algo tuvo que ver el propio Rajoy para que la productora y Antonio del Real, director de la serie humorística Jacinto Durante, representante de TVE, decidieran incluirle como personaje invitado en uno de sus capítulos. El cameo de Mariano se hizo esperar. Las protestas de la oposición por el trato de favor que el ente público estaba dando al PP retrasaron su emisión, prevista para el 16 de febrero de 2000. Sin embargo, el 22 de marzo, llegó el momento. Su momento. Porque vale que su caso distaría mucho de ser el de un Ronald Reagan a la española, pero no me digan que no se lo debió pasar de lo lindo haciendo guasas junto a actores de verdad. El entonces titular de Educación y Cultura hacía de sí mismo, es decir, de ministro. Su aparición relámpago apenas tenía un minuto de duración y pasó por ser uno más de los guiños que Rajoy se permitía dar de vez en cuando. Pero ahora, resuelta ya la carrera de la sucesión a favor de Rajoy, ese breve instante haría extraordinarios picos de audiencia. Sin duda, una joya del anecdotario de la televisión como aquélla debe estar guardada a buen recaudo en algún archivo de TVE. ¿Por qué no se animan, señores directivos del ente público, y nos regalan nuevamente aquel minuto de gloria?

PASO FIRME EN LA NORIA DE LOS CANDIDATOS
La presencia de Rajoy en La Noria de los Candidatos, la sección que El Siglo ha dedicado a la presencia de los aspirantes a la sucesión de Aznar en los diarios El Mundo, ABC y La Razón, ha sido semejante a la que ha tenido en el Gobierno durante los últimos dos años y medio: se ha mantenido entre los primeros puestos sin sobresalir demasiado y apenas ha tenido manchas en su expediente.

Casi nunca ha bajado de los tres primeros puestos y en cinco ocasiones ha sido el líder del ránking, de un total de 29 meses. Al principio, pocos apostaban por él y algunos articulistas de opinión dudaban sobre su capacidad política y de liderazgo. Federico Jiménez Losantos decía en el diario El Mundo en febrero de 2001, tras su incorporación al Ministerio de Interior, que “habrá que verlo actuar para valorarlo con justicia”, y al mes siguiente, el mismo periódico afirmaba que “parece claro que alguien con interés verdadero y profundo por las cuestiones educativas y culturales no es la persona más adecuada para bregar con el orden público, y viceversa”.

Sin embargo, y a medida que avanzaba el año, el éxito de la lucha policial contra ETA fue incrementando la confianza de los medios afines al Ejecutivo en Rajoy, hasta el punto de convertirle en el candidato mejor valorado por estos diarios.

Ya en el mes de marzo de 2002, Rajoy ascendía al primer puesto. Entonces, La Razón aseguraba que “nuestro ministro diez, Mariano Rajoy”, “ha superado el examen de Barcelona con matrícula de honor”, y que “ ha sido el afortunado protagonista en la sombra”.

El mes de mayo, en el editorial Citius, Altius, Fortius de El Mundo, Pedro J. Ramírez aseguraba que el candidato Rajoy es el que “integralmente más se parece a Aznar” y que, como él, sería “mejor presidente que candidato: tendría que trabajar mucho para que Zapatero no le arrebatara el espacio electoral, pero que una vez revalidado el poder, la eficacia y equilibrio de una gestión de continuidad estarían plenamente garantizados”.

En agosto, el CIS publicaba su encuesta sobre intención de voto, donde Mariano Rajoy aparecía en primer lugar. Raúl del Pozo comentaba en El Mundo que, siendo el único miembro del Ejecutivo que supera el aprobado, “de ser el ungido, representaría la continuidad canovista […]. A mí me parece el gran centrista […]. Lleva el consenso en la sangre e idea como un empírico, sólo se cree lo que ve. Se defiende en la tribuna de las arengas e inspira confianza a Aznar”.

Al mes siguiente, Victoria Prego explicaba que, según sus fuentes, el actual líder del PP ”no se está moviendo en absoluto, pero es que los movimientos de los demás le ayudan. Es decir, Mariano, quedándose quieto, gana” […]. “Si viene Mariano, los militantes y sobre todo los cuadros, saben que no va a haber favoritismos”.

Ya en febrero de 2003, Rajoy vuelve a liderar el ránking. Victoria Prego advertía de nuevo sobre el candidato: “atentos a Mariano Rajoy que, en pleno fragor de todas las batallas, las más amargas que haya librado este Gobierno en sus casi siete años de historia, está ganando posiciones ante la opinión pública sin haber hecho un ruido en materia sucesoria y sin que se le conozca hasta el momento una sola declaración aclaratoria sobre los proyectos, suyos o de otro, en este sentido. A estas alturas seguimos sin saber si le gustaría, o no, aspirar a la Presidencia del Gobierno en las próximas generales […]. Pero el caso es que sí, que los ciudadanos empiezan a verle cada vez más no sólo como probable sucesor de Aznar, sino incluso como cada vez más deseable candidato […] A pesar de las amarguras padecidas y aún por padecer, a Rajoy se le está viendo con toda claridad la gran capacidad política que durante los últimos años sólo se le suponía”, preconizaba.

Finalmente en agosto, el último mes de incertidumbre, El Mundo fue el periódico que más afinó con el resultado de la carrera sucesoria. Justino Sinova aseguró que Rajoy “es hombre de la máxima confianza de Aznar, su mano derecha. Ha demostrado grandes virtudes parlamentarias y ha desmentido la impresión de que era un político para repartir el juego y no para resolverlo. Su gestión en graves problemas del PP [...] le ha confirmado como político muy hábil. Y su cartel en el partido ha crecido de manera notable”.

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