viernes, 8 de enero de 2016

Etica de Compasión de Joan Carles Melich

En una entrevista con Efe, Joan Carles Mèlich (Barcelona, 1961), dijo que Auschwitz, como símbolo del horror más allá del acontecimiento histórico, marca “la necesidad de pensar la ética de otra manera, de abandonar la idea de que hay deberes universales válidos para cualquier tiempo y espacio”.
“¿Cómo relacionarnos con el que hemos excluido en nuestra definición de ‘humano’ o ‘digno’?”, plantea el autor. Es la pregunta ética a la que no es posible responder “a priori”, sino sólo “en situación”.
“No es cómo te comportas con los que son como tú -puntualiza el autor-, sino con los que no lo son, ni nunca lo podrán ser; también los nazis se portaban bien con los que eran como ellos”.
Frente al concepto del “Bien”, Mèlich propone una ética de la experiencia del mal -pensar desde las enseñanzas de los infiernos vividos en el siglo XX-; frente al “Deber”, aboga por una ética de “la respuesta adecuada que nunca lo es del todo”, y frente a la “Dignidad”, plantea una ética “de la sensibilidad hacia los excluidos de esa dignidad”.
“Lo que nos hace ‘humanos’ -declara- no es la obediencia a un orden moral, a un código universal, sino el reconocimiento de nuestra condición de vulnerabilidad”.
“Ser ético es responder en una situación única que el otro te plantea y ante la cual la moral hace crisis, porque no hay regulación posible, la decisión es sólo tuya y no puedes apelar a principios, derechos o deberes universales”.
Es “La decisión de Sophie” (“Sophie’s choice”), aquella polaca deportada (Meryl Streep en la película de Alan J.Pakula, de 1982) forzada por un médico de las SS a elegir cuál de sus dos hijos irá a la cámara de gas. “Ninguna moral sirve en esa situación, ¿qué respuesta ‘a priori’ hay para esa madre?”.
En ética “nunca hay respuestas correctas”. “Ser ético es saber que uno nunca es lo bastante bueno”. “No es actuar según tu conciencia, educada moralmente como ha de ser y es necesario que lo sea -recalca Mèlich-, sino que a veces ser ético es ir contra tu propia conciencia moral”.
Por más códigos deontológicos y normativas que proclamemos “nada sustituye a la ética”, sostiene este autor que reivindica la ética de Schopenhauer, y a otros filósofos postestructuralistas (Foucault, Levinás, Derrida) o la estadounidense Judith Butler que le ayudó a desmontar la idea de dignidad.
Mèlich es profesor de Filosofía de la Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona, noreste de España, y piensa “contra dogmatismos y totalitarismos, cuyo drama -dice- es que sólo tienen moral y no permiten la respuesta ética”.
“El fanático de Al Qaeda tiene tanta moral que obedecer que es incapaz de ser sensible al sufrimiento del niño que está delante suyo cuando va a explotar su cinturón”.
Y es que “la vida humana implica una tensión irresoluble entre ética y moral”, sentencia, y constata que “vivimos tiempos de auge de la moral y declive de lo ético”.
“Los nazis se comportaron ‘dignamente’ con quienes juzgaron dignos -explica el autor-, pero veían indignos a los judíos, a los deficientes mentales, homosexuales o gitanos”.
“¿Qué significa tener dignidad?, ¿dónde empieza y acaba ese concepto?, ¿es digno el feto?, ¿y un anciano desprovisto de sus facultades?, ahora se habla de la ‘dignidad’ del toro… se mezclan los términos generando confusión”, dice Mèlich que opta por descartar la palabra “dignidad” por difícil de delimitar.
El autor considera que la piedad “acrecienta el sentimiento de poder en la relación”, pero no así la compasión, que “es sensibilidad ante el sufrimiento ajeno”.
“Compadecerse es ponerse al lado del que sufre, acompañarlo en su dolor que es sólo suyo -matiza-, y no es ponerse en su lugar, ni pretender dar ejemplo”.
“Ser ético es saber que nunca estamos totalmente a la altura de las circunstancias”, expresa para situar la ética en la zona “sombría” de la moral.
“¡Cuidado con el demasiado obediente, con el de ‘buena conciencia’ que te dice que hizo ‘lo que debía hacer’, puede ser el más peligroso!”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario