Destino
La entrevista siguiente fue registrada por el canal de televisión “Bayerische Fernsehen”.
Conciencia y destino
Tradicionalmente se veía al destino como una fuerza superior que influye en nuestra vida. ¿Cómo ve usted al destino?
El destino es eso a lo que uno sigue y con
frecuencia sin saber porque. Cuando se mira con detenimiento es posible
ver que el destino está determinado por una conciencia colectiva
inconsciente que actúa en las familias. Esa conciencia sólo puede ser
reconocida por sus resultados. Un buen ejemplo de esto son las tragedias
griegas. Allí el héroe sigue a su conciencia porque cree que así hace
algo bueno y grande. Sin embargo él fracasa porque detrás de su
conciencia personal actúa otra conciencia, la inconsciente, la
conciencia colectiva que se orienta por leyes completamente distintas a
las de la conciencia personal. En las tragedias griegas la conciencia
personal es la persona; en ellas la conciencia colectiva inconsciente
son los dioses. Lo que se le atribuye a los dioses es eso que actúa en
la conciencia colectiva inconsciente. La interacción de ambas
conciencias da como resultado el destino y lo hace de una manera que
nosotros no podemos manejar hasta que no comprendamos el efecto de esa
conciencia inconsciente.
¿Qué es en realidad mi conciencia, que actúa en mi conciencia?
A la conciencia se la vive como un sentido a través
del cual percibimos inmediatamente lo que es necesario para que podamos
pertenecer. Esto es similar al sentido del equilibrio: tan pronto como
nos apartamos de él tenemos sensación de vértigo. Esa sensación de
vértigo hace que inmediatamente corrijamos nuestra postura para volver a
lograr el equilibrio y permanecer firmes. De un modo similar actúa la
conciencia personal. Tan pronto como alguien se aparta de lo que vale en
su familia y en su grupo, cuando tiene que temer que a través de su
accionar pueda perder su pertenencia, tendrá una mala conciencia. La
mala conciencia, justamente porque es tan molesta, lo motiva a corregir
su comportamiento de un modo tal que él nuevamente tenga el derecho de
pertenecer. Así actúa la conciencia personal, sin embargo esta es sólo
una de sus funciones.
La conciencia colectiva es una instancia que no repercute personalmente sino en forma colectiva, esto quiere decir, es una instancia en la cual varios miembros de la familia participan de la misma manera. Esa conciencia comprende a los niños, a los padres, a los hermanos de los padres, a los abuelos, a veces a uno u otro de los bisabuelos y a todas las personas de cuya desventaja o daño otras personas en el sistema hayan sacado provecho. Dentro de ese grupo o ese sistema actúa la conciencia colectiva como una instancia que cuida que ninguno de los miembros se pierda.
Por eso cuando uno de los miembros del grupo no es reconocido o es demonizado o cuando él es olvidado, entonces esa conciencia cuida que posteriormente esa persona sea representada por otros miembros de la familia. Esto entonces se convertirá en destino para esa persona sin que ella lo sepa. Cuando un miembro de la familia es elegido por la conciencia colectiva para reemplazar a un miembro excluido esto se convertirá para esa persona en destino sin que él comprenda el contexto.
Si ahora comprendemos cómo actúa esa conciencia colectiva inconsciente estamos en condiciones de liberar a alguien de ese destino. Se respeta y valora a la persona excluida reintegrándola al núcleo de la familia o el grupo. Esa persona ya no necesitará más imitar o copiar a nadie.
La conciencia colectiva es una instancia que no repercute personalmente sino en forma colectiva, esto quiere decir, es una instancia en la cual varios miembros de la familia participan de la misma manera. Esa conciencia comprende a los niños, a los padres, a los hermanos de los padres, a los abuelos, a veces a uno u otro de los bisabuelos y a todas las personas de cuya desventaja o daño otras personas en el sistema hayan sacado provecho. Dentro de ese grupo o ese sistema actúa la conciencia colectiva como una instancia que cuida que ninguno de los miembros se pierda.
Por eso cuando uno de los miembros del grupo no es reconocido o es demonizado o cuando él es olvidado, entonces esa conciencia cuida que posteriormente esa persona sea representada por otros miembros de la familia. Esto entonces se convertirá en destino para esa persona sin que ella lo sepa. Cuando un miembro de la familia es elegido por la conciencia colectiva para reemplazar a un miembro excluido esto se convertirá para esa persona en destino sin que él comprenda el contexto.
Si ahora comprendemos cómo actúa esa conciencia colectiva inconsciente estamos en condiciones de liberar a alguien de ese destino. Se respeta y valora a la persona excluida reintegrándola al núcleo de la familia o el grupo. Esa persona ya no necesitará más imitar o copiar a nadie.
Quisiera pedirle que por favor diga algo más sobre las regularidades que rigen en un sistema familiar.
La conciencia personal
Cuando miramos la conciencia personal consciente
vemos que ella sigue a tres necesidades. En los hechos ella es idéntica a
esas necesidades.
La primera necesidad es la de la pertenencia. La conciencia vela por la seguridad. Cuando yo hago algo que pone en peligro la pertenencia desarrollo una mala conciencia que me lleva a cambiar mi comportamiento para justamente volver a pertenecer. El sentimiento de inocencia aquí no es otra cosa que: Estoy seguro de que tengo derecho a pertenecer. Y el sentimiento de culpa aquí no es otra cosa que: Debo temer que perdí mi pertenencia. Esta es la primera necesidad.
La segunda es la necesidad de equilibrio entre dar y recibir. Esta necesidad hace posible el intercambio entre miembros de un sistema. Como está relacionado con la necesidad de pertenencia, por lo general se manifiesta así: Si he recibido algo bueno, entonces tengo la necesidad de compensar. Pero como yo amo y me siento perteneciente doy algo más de lo que recibí. Ocurre lo mismo con el otro que también devuelve un poco más de lo que recibió y de esa manera el intercambio se acrecienta. De esa manera una relación se profundiza.
Ahora bien, esta necesidad de compensación tiene también un lado negativo: Cuando alguien me hace algo yo tengo la necesidad de hacerle también algo a él. Porque siento que tengo derecho de hacerle algo, por lo general hago una maldad más grande de la que él me hizo a mí. Entonces también él siente que tiene derecho de hacerme algo a mí, y de esa manera se incrementa el intercambio de maldades. Esa necesidad de derecho y venganza es tan fuerte que con frecuencia la necesidad de pertenencia resulta víctima de ella. Muchas disputas y discordias inclusive entre pueblos tienen que ver con esta necesidad de venganza y derecho. Esta es la segunda necesidad de la conciencia personal.
La tercera es la necesidad de orden, de que ciertas reglas de juego tengan validez y sean respetadas. Quien sigue estas reglas se siente concienzudo, quien no las cumple en cambio siente que tiene que pagar un precio por ello, por ejemplo un castigo. Estas serían las necesidades fundamentales de la conciencia personal consciente.
La primera necesidad es la de la pertenencia. La conciencia vela por la seguridad. Cuando yo hago algo que pone en peligro la pertenencia desarrollo una mala conciencia que me lleva a cambiar mi comportamiento para justamente volver a pertenecer. El sentimiento de inocencia aquí no es otra cosa que: Estoy seguro de que tengo derecho a pertenecer. Y el sentimiento de culpa aquí no es otra cosa que: Debo temer que perdí mi pertenencia. Esta es la primera necesidad.
La segunda es la necesidad de equilibrio entre dar y recibir. Esta necesidad hace posible el intercambio entre miembros de un sistema. Como está relacionado con la necesidad de pertenencia, por lo general se manifiesta así: Si he recibido algo bueno, entonces tengo la necesidad de compensar. Pero como yo amo y me siento perteneciente doy algo más de lo que recibí. Ocurre lo mismo con el otro que también devuelve un poco más de lo que recibió y de esa manera el intercambio se acrecienta. De esa manera una relación se profundiza.
Ahora bien, esta necesidad de compensación tiene también un lado negativo: Cuando alguien me hace algo yo tengo la necesidad de hacerle también algo a él. Porque siento que tengo derecho de hacerle algo, por lo general hago una maldad más grande de la que él me hizo a mí. Entonces también él siente que tiene derecho de hacerme algo a mí, y de esa manera se incrementa el intercambio de maldades. Esa necesidad de derecho y venganza es tan fuerte que con frecuencia la necesidad de pertenencia resulta víctima de ella. Muchas disputas y discordias inclusive entre pueblos tienen que ver con esta necesidad de venganza y derecho. Esta es la segunda necesidad de la conciencia personal.
La tercera es la necesidad de orden, de que ciertas reglas de juego tengan validez y sean respetadas. Quien sigue estas reglas se siente concienzudo, quien no las cumple en cambio siente que tiene que pagar un precio por ello, por ejemplo un castigo. Estas serían las necesidades fundamentales de la conciencia personal consciente.
La conciencia colectiva
Las mismas necesidades existen en la conciencia
colectiva inconsciente, pero de una forma completamente distinta, pues
aquí no se trata de una persona sino de un colectivo.
La conciencia colectiva tiene una necesidad de pertenencia para todos los implicados. Esa necesidad no la tiene un individuo sino un colectivo. Esto quiere decir que cuando un integrante es excluido esa conciencia intenta recomponer la integridad pérdida haciendo que otro miembro represente a la persona excluida, tal como yo lo describí anteriormente.
Y por supuesto esa conciencia también tiene una necesidad de compensación. Pues eso que yo acabo de describir resulta de una necesidad de compensación. Pero esa conciencia no tiene con respecto a la persona elegida para la recomposición de la pertenencia y la compensación ninguna compasión, lo entrega a la conciencia colectiva. Esta experiencia es con frecuencia trasladada a Dios.
La tercera es una necesidad de orden de un tipo completamente distinto. Según ese orden, aquellos que estuvieron antes tienen prioridad sobre los que vienen después. Por esa razón los padres tienen prioridad sobre los hijos, el primogénito tiene prioridad sobre el segundogénito, etc, etc. Siempre que ese orden resulta transgredido, cuando por ejemplo un niño se entromete en los asuntos de los padres, cuando por ejemplo el niño quiere expiar la culpa de los padres, entonces la conciencia colectiva castiga ese intento con el fracaso. Lo contradictorio y trágico en esto es que la conciencia colectiva elige a alguien que viene después para que represente al que fue excluido anteriormente, pero lo hace fracasar porque atenta contra el orden de la jerarquía de los antecesores.
La conciencia colectiva tiene una necesidad de pertenencia para todos los implicados. Esa necesidad no la tiene un individuo sino un colectivo. Esto quiere decir que cuando un integrante es excluido esa conciencia intenta recomponer la integridad pérdida haciendo que otro miembro represente a la persona excluida, tal como yo lo describí anteriormente.
Y por supuesto esa conciencia también tiene una necesidad de compensación. Pues eso que yo acabo de describir resulta de una necesidad de compensación. Pero esa conciencia no tiene con respecto a la persona elegida para la recomposición de la pertenencia y la compensación ninguna compasión, lo entrega a la conciencia colectiva. Esta experiencia es con frecuencia trasladada a Dios.
La tercera es una necesidad de orden de un tipo completamente distinto. Según ese orden, aquellos que estuvieron antes tienen prioridad sobre los que vienen después. Por esa razón los padres tienen prioridad sobre los hijos, el primogénito tiene prioridad sobre el segundogénito, etc, etc. Siempre que ese orden resulta transgredido, cuando por ejemplo un niño se entromete en los asuntos de los padres, cuando por ejemplo el niño quiere expiar la culpa de los padres, entonces la conciencia colectiva castiga ese intento con el fracaso. Lo contradictorio y trágico en esto es que la conciencia colectiva elige a alguien que viene después para que represente al que fue excluido anteriormente, pero lo hace fracasar porque atenta contra el orden de la jerarquía de los antecesores.
¿Cómo ve usted realmente la libertad de las personas? ¿Es el ser humano libre o sólo es una ilusión?
Destino y libertad
Depende de en qué contexto lo mire. En relación con
la conciencia colectiva yo puedo decidirme a favor o en contra de algo
porque tengo una cierta mirada, a pesar de que ella sea limitada. En
relación con la conciencia colectiva inconsciente yo soy completamente
dependiente, a menos que haya aprendido a entender sus leyes. A través
de las constelaciones familiares estas leyes salen a la luz. Este es un
método que permite que personas extrañas que representan a miembros de
una familia sean puestas en contacto espacial entre sí. De pronto esos
representantes sienten como las personas verdaderas a las que
representan sin que ellos las conozcan. Existe por lo tanto un
conocimiento que va mucho más allá que el basado en la comunicación
normal. En una constelación familiar, por ejemplo, es posible ver que
alguien tiene que representar a otra persona sin que él hasta el momento
tuviese alguna información. De esa manera a través de este método es
posible indagar los órdenes según los cuales trabaja la conciencia
colectiva inconsciente.
Durante largo tiempo en la psicología se asumió
que los acontecimientos personales, por ejemplo alguna frustración,
pueden inhibir o coartar a alguien en el plano personal de un modo tal
que de ello surge el destino. Sin embargo, usted nos explica aquí algo
distinto. ¿Cómo se relacionan entre sí estos dos puntos de vista?
Por supuesto que nosotros somos marcados por aquello
que hemos vivido. No obstante, la idea de que por eso no somos libres
no se puede sostener. Hay personas con un destino muy pesado al que sin
embargo consiguen dominar, porque de lo sucedido obtienen una fuerza con
cuya ayuda hacen algo que otros que no tuvieron esas vivencias no
pueden.
Otros, por el contario, se quedan –si han vivido algo así- en el reproche hacia quienes provocaron el hecho o insisten en su posición de derecho sobre esa persona. De esa manera ellos se sienten víctimas. Pero una víctima en este sentido no tiene capacidad de obrar. Esa posición se convertirá en destino para la persona, pero no porque ese destino venga de afuera sino porque la persona reacciona a esa situación con la conducta de una víctima.
Otros, por el contario, se quedan –si han vivido algo así- en el reproche hacia quienes provocaron el hecho o insisten en su posición de derecho sobre esa persona. De esa manera ellos se sienten víctimas. Pero una víctima en este sentido no tiene capacidad de obrar. Esa posición se convertirá en destino para la persona, pero no porque ese destino venga de afuera sino porque la persona reacciona a esa situación con la conducta de una víctima.
Para que la persona pueda obtener fuerza del
sistema familiar y consiga manejar su destino ¿debe primero darse cuenta
de lo que actúa en ese sistema familiar?
Sí, primero debe darse cuenta.
¿De lo contrario no podrá liberarse?
Para volver al destino producto de una implicación
debemos preguntarnos si de la manera como alguien que está bajo la
influencia de la conciencia colectiva se hace cargo de un destino cómo
ese no gana en grandeza. Existe una extendida creencia de que nosotros
merecemos la felicidad y tenemos el derecho a una vida cómoda en la que
todo transcurre como queremos. Esta es una creencia muy superficial.
Pero la grandeza humana es algo totalmente diferente. Ella surge de la superación de destinos difíciles. Mirar los destinos que se producen de la actuación de conciencias colectivas inconscientes sólo como si fuesen negativos no es lícito en mi opinión. El resultado es demasiado amplio. De otra manera no existirían los grandiosos y también trágicos destinos que nos obligan a ver la vida de otra manera de cómo quisiéramos.
Pero la grandeza humana es algo totalmente diferente. Ella surge de la superación de destinos difíciles. Mirar los destinos que se producen de la actuación de conciencias colectivas inconscientes sólo como si fuesen negativos no es lícito en mi opinión. El resultado es demasiado amplio. De otra manera no existirían los grandiosos y también trágicos destinos que nos obligan a ver la vida de otra manera de cómo quisiéramos.
¿Cuál es entonces el sentido de la vida?
La vida plena
El sentido de la vida es la vida misma, nada más. La
vida superada tiene sentido. Sólo cuando no nos enfrentamos a la vida
tal como ella es la vivimos como si no tuviese sentido. Por eso el
sentido de la vida depende en gran medida de lo que cada uno haga con lo
que le ha sido dado.
¿Y qué es una vida plena?
Una vida plena, yo quisiera llamarla así, es esa en
la cual yo me siento en sintonía con la realidad tal como es. Cuando en
primer lugar me siento en sintonía con mis padres como son, con mis
antepasados como son, con la cultura en la que yo vivo tal como ella es,
con mi destino como es, también con mis dificultades como son y con las
posibilidades que tengo.
¿Cuándo uno lo escucha se podría pensar que uno no podría o debería desarrollarse más allá de su situación?
La situación contiene en sí misma el germen del
desarrollo. Cuando lo puedo ver y me entrego al movimiento que de él
surge entonces mi situación será siempre susceptible de desarrollo.
Pero a veces se dice: existe un demonio interior,
un hilo rojo, un destino para cada individuo. ¿Cómo puedo yo encontrar
mi determinación interior?
Cada uno experimenta que tiene una tarea particular,
una capacidad particular. Se podría decir que cada uno entona su propia
canción. Si él la puede cantar, entonces se sentirá bien y pleno.
Encontrarla no es sencillo, aunque existen ciertos puntos de referencia.
Cuando yo me he propuesto algo que a toda costa quiero alcanzar y tomo
cuenta de una dificultad, y me detengo y oriento nuevamente hasta saber
en que dirección puedo expandirme entonces a través de las
circunstancias seré orientado en una dirección que sea adecuada para mí.
Pregunto otra vez ¿cómo se llega a la decisión correcta?
Lo que es correcto se adapta. La sabiduría, por
ejemplo, no es otra cosa que la capacidad de diferenciar lo que funciona
de lo que no funciona, lo que es adecuado para mí y lo que no. A veces
también lo que está bien para otros y lo que no. Ella se orienta de
forma integral. Por consiguiente, uno se entrega a una situación y de
repente percibe: Dónde está la fuerza. Qué es correcto. Y qué es lo que
debilita y no es adecuado.
Pero a veces aparecen deseos y miedos. Los miedos
nos debilitan, aunque pueda ser algo correcto, y los deseos nos
conducen en una dirección que no es correcta.
Este tipo de miedos y deseos no provienen del alma.
Quien está en sintonía no tiene miedo. Quien está en sintonía tampoco
tiene deseos. El está en sintonía y por lo tanto satisfecho, sea lo que
sea. Por ese motivo la persona puede también enfrentarse a una situación
difícil, y cuando se trata de una situación feliz ésta no es diferente
de una situación habitual, y esto es así porque él está en sintonía.
Lo que usted menciona me recuerda mucho a un
estado espiritual en el cual yo soy más o menos independiente de las
circunstancias externas. Pero esta nos es una circunstancia que nosotros
tengamos normalmente. Es el producto de un trabajo. ¿Cómo se puede
alcanzar un estado como ese?
Existe una clase de camino espiritual que se aleja
de la vida, por ejemplo, cuando nosotros sólo meditamos o ya ahora nos
apartamos de la vida como si hubiese llegado al final. Los suicidas
tienen esa actitud. Ellos sienten que la vida ya pasó, por eso les es
indiferente. Esto no es espiritual. Espiritual es asentir a la vida como
ella es, asentir a la vida corriente con sus tareas, con su deseo, con
su dificultad, exactamente así como ella es. Esto es espiritual, esto es
sintonía. No lo otro donde uno, por así decirlo, se aleja de lo común y
corriente.
¿Es posible a través de la fe religiosa, a través de la fe en una realidad superior liberarse del destino?
Destino y fe
Mucha de la fe en Dios refleja el efecto de la
conciencia colectiva inconsciente y también el efecto de la conciencia
personal. Por esa razón se exagera esa experiencia y se la transfiere a
Dios. Este tipo de fe tiene un efecto negativo. En las religiones, por
ejemplo, existe el concepto del elegido y existe el concepto del
excluido. En la mayoría de las religiones existen por eso santos, que
son los elegidos, y existen réprobos que son los excluidos. Esto refleja
lo que la conciencia personal hace con nosotros cuando diferencia entre
quien tiene derecho a pertenecer y quien no. La aplicación de esa
diferenciación tiene validez en el ámbito de la familia y es importante
ya que mantiene unido a ese grupo, pero trasladada al universo tiene
consecuencias terribles. Todas las guerras religiosas se originan en esa
diferenciación que para el observador atento no es aceptable. Por el
contrario, la conciencia colectiva inconsciente refleja algo
completamente distinto: que nadie puede ser excluido y que cada
exclusión tiene graves consecuencias. Por ese motivo la diferenciación
entre buenos y malos tal como es utilizada en las religiones tiene en el
alma de los individuos un efecto devastador. Podemos ver allí el porqué
en las familias creyentes siempre debe haber una oveja negra que
muestra el lado negado y desenmascara como insostenible la pretensión de
exclusividad de los buenos.
En algunas religiones místicas está presente la
idea de que a través de la entrega a Dios se puede ser libre porque de
esa manera uno de olvida de sí mismo. ¿No es éste un camino para
sobreponerse al destino?
Para mí no. La entrega a ese sentimiento: si me
entrego completamente soy libre – está psicológicamente relacionada con
la necesidad de sentirse inocente. Inocencia es desde el sentimiento no
otra cosa que: yo estoy seguro de que tengo el derecho a pertenecer. El
movimiento del niño hacia la madre y el padre para sentirse cobijado por
ellos se transfiere aquí a la religión. Para mí esto no es admisible.
Lo religioso es llevado a lo humano e interpretado desde allí.
¿Pero el destino no es simplemente una cuestión
de cómo me siento en la vida, de si me siento libre y armónico? En ese
caso da lo mismo porque ¿Si me siento cobijado en el regazo de Dios
entonces tengo una buena vida y he superado mi destino?
Este es un sentimiento infantil. Quien a él se
entrega continúa siendo niño y no crecerá. Para la superación de la vida
es necesario el coraje para asumir una culpa, esto quiere decir el
coraje de apartarnos de aquello que nos dicta nuestra conciencia: pues
la conciencia siempre limita. Al prescribirnos lo que tiene validez para
nuestro grupo tenemos que excluir a otros que tienen otros valores. Es
por eso que la conciencia tiene siempre un efecto separador. En las
religiones la conciencia tiene exactamente ese efecto por lo cual
algunos se consideran los correctos y los otros resultan los
equivocados. Por esa razón para entrar en sintonía con una realidad más
amplia que anule esas diferencias es necesario superar los límites de la
conciencia y dejarlos atrás. Eso sería para mí religión.
¿Cree usted en la evolución de la conciencia, de que las personas se dirigen a una conciencia global cada vez más elevada?
Destino y alma
Yo observo que el alma progresa, que en la vida
humana existe un desarrollo. Cuando nosotros, por ejemplo, miramos a la
conciencia personal conciente ella es más joven que la conciencia
colectiva inconsciente. Este es el resultado de un desarrollo posterior.
También el hecho de que ahora resulten posibles comprensiones sobre la
cooperación de estas dos conciencias es un progreso. Se trata de
movimientos del alma en el sentido más amplio que hacen esto posible. Si
una persona se entrega a esos movimientos será arrastrada hacia delante
hacia algo más grande.
¿Qué es el alma?
El alma, del latín anima, es eso que hace
posible lo animal, es decir lo que anima lo vivo y permite la vida. Esta
alma no es individual, algo que el individuo tiene sino que cada
individuo participa de esa alma. Para mí, esa gran alma guía la
evolución. La evolución es conducida por algo sabio, y eso es el alma.
Quien pueda entregarse a los movimientos del alma podrá progresar. Solo
que a veces a causa de nuestra relación con las dos conciencias estamos
aislados de los movimientos del alma y es necesario esclarecimiento y
depuración para percibir los profundos movimientos del alma y poder
seguirlos.
Cuándo una persona reconoce una implicación ¿está entonces libre o no?
No, la persona no está libre. Pensarlo así sería una
arrogancia. La implicación consiste, sobre todo, en que yo soy
arrastrado a los destinos de otros que han vivido antes que yo, sin que
yo lo sepa. Si yo consigo mirar a través de esa implicación, por ejemplo
con la ayuda de la constelación familiar -pero también de otras formas-
entonces puedo librarme de ella, aunque sólo parcialmente. Pues esa
separación es un proceso de depuración y éste es parte de mi vida. Por
esa razón, la idea que puedo librarme completamente es ilusoria. Porque
yo me pregunto ¿qué hace alguien cuando es completamente libre? De
alguna manera él flota en el aire y no tiene ningún beneficio.Pero
cuando uno se siente incluido y se entrega a ese proceso y experimenta
allí esa purificación, entonces consigue sentirse feliz. En ese sentido
no nos hace libres, pero sí nos hace más grandes.
¿Existe de verdad la libertad para la persona?
¡Ah! En pequeñas cosas.
¿Es realmente necesario pertenecer para poder vivir una buena vida?
Es necesario pertenecer para sentirse bien y ahí hay
diferentes maneras. Yo puedo por eso sentirme perteneciente a mi
familia. Entonces me siento contenido en la familia. Esa pertenencia es
muy íntima. Pero si yo persisto me limito en mi desarrollo. Si yo no
reconozco los valores de otras familias, cuando por ejemplo un hombre
que se ha casado con una mujer, en cuya familia prevalecen otros
valores, no reconoce a esa familia la pareja terminará separándose. Es
necesario por lo tanto ampliar los límites de la pertenencia. El hombre
debe en cierto sentido desprenderse de su familia. Y entonces todo podrá
proseguir. Quien está conectado con el todo está al mismo tiempo
conectado y solo.
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