martes, 9 de junio de 2015

El Destino que Uno sigue de manera inconsciente


¿Ha olvidado su contraseña?

Destino

La entrevista siguiente fue registrada por el canal de televisión “Bayerische Fernsehen”.
Conciencia y destino
Tradicionalmente se veía al destino como una fuerza superior que influye en nuestra vida. ¿Cómo ve usted al destino?
El destino es eso a lo que uno sigue y con frecuencia sin saber porque. Cuando se mira con detenimiento es posible ver que el destino está determinado por una conciencia colectiva inconsciente que actúa en las familias. Esa conciencia sólo puede ser reconocida por sus resultados. Un buen ejemplo de esto son las tragedias griegas. Allí el héroe sigue a su conciencia porque cree que así hace algo bueno y grande. Sin embargo él fracasa porque detrás de su conciencia personal actúa otra conciencia, la inconsciente, la conciencia colectiva que se orienta por leyes completamente distintas a las de la conciencia personal. En las tragedias griegas la conciencia personal es la persona; en ellas la conciencia colectiva inconsciente son los dioses. Lo que se le atribuye a los dioses es eso que actúa en la conciencia colectiva inconsciente. La interacción de ambas conciencias da como resultado el destino y lo hace de una manera que nosotros no podemos manejar hasta que no comprendamos el efecto de esa conciencia inconsciente.
¿Qué es en realidad mi conciencia, que actúa en mi conciencia?
A la conciencia se la vive como un sentido a través del cual percibimos inmediatamente lo que es necesario para que podamos pertenecer. Esto es similar al sentido del equilibrio: tan pronto como nos apartamos de él tenemos sensación de vértigo. Esa sensación de vértigo hace que inmediatamente corrijamos nuestra postura para volver a lograr el equilibrio y permanecer firmes. De un modo similar actúa la conciencia personal. Tan pronto como alguien se aparta de lo que vale en su familia y en su grupo, cuando tiene que temer que a través de su accionar pueda perder su pertenencia, tendrá una mala conciencia. La mala conciencia, justamente porque es tan molesta, lo motiva a corregir su comportamiento de un modo tal que él nuevamente tenga el derecho de pertenecer. Así actúa la conciencia personal, sin embargo esta es sólo una de sus funciones.
La conciencia colectiva es una instancia que no repercute personalmente sino en forma colectiva, esto quiere decir, es una instancia en la cual varios miembros de la familia participan de la misma manera. Esa conciencia comprende a los niños, a los padres, a los hermanos de los padres, a los abuelos, a veces a uno u otro de los bisabuelos y a todas las personas de cuya desventaja o daño otras personas en el sistema hayan sacado provecho. Dentro de ese grupo o ese sistema actúa la conciencia colectiva como una instancia que cuida que ninguno de los miembros se pierda.
Por eso cuando uno de los miembros del grupo no es reconocido o es demonizado o cuando él es olvidado, entonces esa conciencia cuida que posteriormente esa persona sea representada por otros miembros de la familia. Esto entonces se convertirá en destino para esa persona sin que ella lo sepa. Cuando un miembro de la familia es elegido por la conciencia colectiva para reemplazar a un miembro excluido esto se convertirá para esa persona en destino sin que él comprenda el contexto.
Si ahora comprendemos cómo actúa esa conciencia colectiva inconsciente estamos en condiciones de liberar a alguien de ese destino. Se respeta y valora a la persona excluida reintegrándola al núcleo de la familia o el grupo. Esa persona ya no necesitará más imitar o copiar a nadie. 
Quisiera pedirle que por favor diga algo más sobre las regularidades que rigen en un sistema familiar.
La conciencia personal
Cuando miramos la conciencia personal consciente vemos que ella sigue a tres necesidades. En los hechos ella es idéntica a esas necesidades.
La primera necesidad es la de la pertenencia. La conciencia vela por la seguridad. Cuando yo hago algo que pone en peligro la pertenencia desarrollo una mala conciencia que me lleva a cambiar mi comportamiento para justamente volver a pertenecer. El sentimiento de inocencia aquí no es otra cosa que: Estoy seguro de que tengo derecho a pertenecer. Y el sentimiento de culpa aquí no es otra cosa que: Debo temer que perdí mi pertenencia. Esta es la primera necesidad.
La segunda es la necesidad de equilibrio entre dar y recibir. Esta necesidad hace posible el intercambio entre miembros de un sistema. Como está relacionado con la necesidad de pertenencia, por lo general se manifiesta así: Si he recibido algo bueno, entonces tengo la necesidad de compensar. Pero como yo amo y me siento perteneciente doy algo más de lo que recibí. Ocurre lo mismo con el otro que también devuelve un poco más de lo que recibió y de esa manera el intercambio se acrecienta. De esa manera una relación se profundiza.
Ahora bien, esta necesidad de compensación tiene también un lado negativo: Cuando alguien me hace algo yo tengo la necesidad de hacerle también algo a él. Porque siento que tengo derecho de hacerle algo, por lo general hago una maldad más grande de la que él me hizo a mí. Entonces también él siente que tiene derecho de hacerme algo a mí, y de esa manera se incrementa el intercambio de maldades. Esa necesidad de derecho y venganza es tan fuerte que con frecuencia la necesidad de pertenencia resulta víctima de ella. Muchas disputas y discordias inclusive entre pueblos tienen que ver con esta necesidad de venganza y derecho. Esta es la segunda necesidad de la conciencia personal.
La tercera es la necesidad de orden, de que ciertas reglas de juego tengan validez y sean respetadas. Quien sigue estas reglas se siente concienzudo, quien no las cumple en cambio siente que tiene que pagar un precio por ello, por ejemplo un castigo. Estas serían las necesidades fundamentales de la conciencia personal consciente.
La conciencia colectiva
Las mismas necesidades existen en la conciencia colectiva inconsciente, pero de una forma completamente distinta, pues aquí no se trata de una persona sino de un colectivo.
La conciencia colectiva tiene una necesidad de pertenencia para todos los implicados. Esa necesidad no la tiene un individuo sino un colectivo. Esto quiere decir que cuando un integrante es excluido esa conciencia intenta recomponer la integridad pérdida haciendo que otro miembro represente a la persona excluida, tal como yo lo describí anteriormente.
Y por supuesto esa conciencia también tiene una necesidad de compensación. Pues eso que yo acabo de describir resulta de una necesidad de compensación. Pero esa conciencia no tiene con respecto a la persona elegida para la recomposición de la pertenencia y la compensación ninguna compasión, lo entrega a la conciencia colectiva. Esta experiencia es con frecuencia trasladada a Dios.
La tercera es una necesidad de orden de un tipo completamente distinto. Según ese orden, aquellos que estuvieron antes tienen prioridad sobre los que vienen después. Por esa razón los padres tienen prioridad sobre los hijos, el primogénito tiene prioridad sobre el segundogénito, etc, etc. Siempre que ese orden resulta transgredido, cuando por ejemplo un niño se entromete en los asuntos de los padres, cuando por ejemplo el niño quiere expiar la culpa de los padres, entonces la conciencia colectiva castiga ese intento con el fracaso. Lo contradictorio y trágico en esto es que la conciencia colectiva elige a alguien que viene después para que represente al que fue excluido anteriormente, pero lo hace fracasar porque atenta contra el orden de la jerarquía de los antecesores.
¿Cómo ve usted realmente la libertad de las personas? ¿Es el ser humano libre o sólo es una ilusión?
Destino y libertad
Depende de en qué contexto lo mire. En relación con la conciencia colectiva yo puedo decidirme a favor o en contra de algo porque tengo una cierta mirada, a pesar de que ella sea limitada. En relación con la conciencia colectiva inconsciente yo soy completamente dependiente, a menos que haya aprendido a entender sus leyes. A través de las constelaciones familiares estas leyes salen a la luz. Este es un método que permite que personas extrañas que representan a miembros de una familia sean puestas en contacto espacial entre sí. De pronto esos representantes sienten como las personas verdaderas a las que representan sin que ellos las conozcan. Existe por lo tanto un conocimiento que va mucho más allá que el basado en la comunicación normal. En una constelación familiar, por ejemplo, es posible ver que alguien tiene que representar a otra persona sin que él hasta el momento tuviese alguna información. De esa manera a través de este método es posible indagar los órdenes según los cuales trabaja la conciencia colectiva inconsciente.
Durante largo tiempo en la psicología se asumió que los acontecimientos personales, por ejemplo alguna frustración, pueden inhibir o coartar a alguien en el plano personal de un modo tal que de ello surge el destino. Sin embargo, usted nos explica aquí algo distinto. ¿Cómo se relacionan entre sí estos dos puntos de vista?
Por supuesto que nosotros somos marcados por aquello que hemos vivido. No obstante, la idea de que por eso no somos libres no se puede sostener. Hay personas con un destino muy pesado al que sin embargo consiguen dominar, porque de lo sucedido obtienen una fuerza con cuya ayuda hacen algo que otros que no tuvieron esas vivencias no pueden.
Otros, por el contario, se quedan –si han vivido algo así- en el reproche hacia quienes provocaron el hecho o insisten en su posición de derecho sobre esa persona. De esa manera ellos se sienten víctimas. Pero una víctima en este sentido no tiene capacidad de obrar. Esa posición se convertirá en destino para la persona, pero no porque ese destino venga de afuera sino porque la persona reacciona a esa situación con la conducta de una víctima. 
Para que la persona pueda obtener fuerza del sistema familiar y consiga manejar su destino ¿debe primero darse cuenta de lo que actúa en ese sistema familiar?
Sí, primero debe darse cuenta.
¿De lo contrario no podrá liberarse?
Para volver al destino producto de una implicación debemos preguntarnos si de la manera como alguien que está bajo la influencia de la conciencia colectiva se hace cargo de un destino cómo ese no gana en grandeza. Existe una extendida creencia de que nosotros merecemos la felicidad y tenemos el derecho a una vida cómoda en la que todo transcurre como queremos. Esta es una creencia muy superficial.
Pero la grandeza humana es algo totalmente diferente. Ella surge de la superación de destinos difíciles. Mirar los destinos que se producen de la actuación de conciencias colectivas inconscientes sólo como si fuesen negativos no es lícito en mi opinión. El resultado es demasiado amplio. De otra manera no existirían los grandiosos y también trágicos destinos que nos obligan a ver la vida de otra manera de cómo quisiéramos.
¿Cuál es entonces el sentido de la vida?
La vida plena
El sentido de la vida es la vida misma, nada más. La vida superada tiene sentido. Sólo cuando no nos enfrentamos a la vida tal como ella es la vivimos como si no tuviese sentido. Por eso el sentido de la vida depende en gran medida de lo que cada uno haga con lo que le ha sido dado.
¿Y qué es una vida plena?
Una vida plena, yo quisiera llamarla así, es esa en la cual yo me siento en sintonía con la realidad tal como es. Cuando en primer lugar me siento en sintonía con mis padres como son, con mis antepasados como son, con la cultura en la que yo vivo tal como ella es, con mi destino como es, también con mis dificultades como son y con las posibilidades que tengo.
¿Cuándo uno lo escucha se podría pensar que uno no podría o debería desarrollarse más allá de su situación?
La situación contiene en sí misma el germen del desarrollo. Cuando lo puedo ver y me entrego al movimiento que de él surge entonces mi situación será siempre susceptible de desarrollo.
Pero a veces se dice: existe un demonio interior, un hilo rojo, un destino para cada individuo. ¿Cómo puedo yo encontrar mi determinación interior? 
Cada uno experimenta que tiene una tarea particular, una capacidad particular. Se podría decir que cada uno entona su propia canción. Si él la puede cantar, entonces se sentirá bien y pleno. Encontrarla no es sencillo, aunque existen ciertos puntos de referencia. Cuando yo me he propuesto algo que a toda costa quiero alcanzar y tomo cuenta de una dificultad, y me detengo y oriento nuevamente hasta saber en que dirección puedo expandirme entonces a través de las circunstancias seré orientado en una dirección que sea adecuada para mí.
Pregunto otra vez ¿cómo se llega a la decisión correcta?
Lo que es correcto se adapta. La sabiduría, por ejemplo, no es otra cosa que la capacidad de diferenciar lo que funciona de lo que no funciona, lo que es adecuado para mí y lo que no. A veces también lo que está bien para otros y lo que no. Ella se orienta de forma integral. Por consiguiente, uno se entrega a una situación y de repente percibe: Dónde está la fuerza. Qué es correcto. Y qué es lo que debilita y no es adecuado.
Pero a veces aparecen deseos y miedos. Los miedos nos debilitan, aunque pueda ser algo correcto, y los deseos nos conducen en una dirección que no es correcta.
Este tipo de miedos y deseos no provienen del alma. Quien está en sintonía no tiene miedo. Quien está en sintonía tampoco tiene deseos. El está en sintonía y por lo tanto satisfecho, sea lo que sea. Por ese motivo la persona puede también enfrentarse a una situación difícil, y cuando se trata de una situación feliz ésta no es diferente de una situación habitual, y esto es así porque él está en sintonía.
Lo que usted menciona me recuerda mucho a un estado espiritual en el cual yo soy más o menos independiente de las circunstancias externas. Pero esta nos es una circunstancia que nosotros tengamos normalmente. Es el producto de un trabajo. ¿Cómo se puede alcanzar un estado como ese? 
Existe una clase de camino espiritual que se aleja de la vida, por ejemplo, cuando nosotros sólo meditamos o ya ahora nos apartamos de la vida como si hubiese llegado al final. Los suicidas tienen esa actitud. Ellos sienten que la vida ya pasó, por eso les es indiferente. Esto no es espiritual. Espiritual es asentir a la vida como ella es, asentir a la vida corriente con sus tareas, con su deseo, con su dificultad, exactamente así como ella es. Esto es espiritual, esto es sintonía. No lo otro donde uno, por así decirlo, se aleja de lo común y corriente. 
¿Es posible a través de la fe religiosa, a través de la fe en una realidad superior liberarse del destino?
Destino y fe
Mucha de la fe en Dios refleja el efecto de la conciencia colectiva inconsciente y también el efecto de la conciencia personal. Por esa razón se exagera esa experiencia y se la transfiere a Dios. Este tipo de fe tiene un efecto negativo. En las religiones, por ejemplo, existe el concepto del elegido y existe el concepto del excluido. En la mayoría de las religiones existen por eso santos, que son los elegidos, y existen réprobos que son los excluidos. Esto refleja lo que la conciencia personal hace con nosotros cuando diferencia entre quien tiene derecho a pertenecer y quien no. La aplicación de esa diferenciación tiene validez en el ámbito de la familia y es importante ya que mantiene unido a ese grupo, pero trasladada al universo tiene consecuencias terribles. Todas las guerras religiosas se originan en esa diferenciación que para el observador atento no es aceptable. Por el contrario, la conciencia colectiva inconsciente refleja algo completamente distinto: que nadie puede ser excluido y que cada exclusión tiene graves consecuencias. Por ese motivo la diferenciación entre buenos y malos tal como es utilizada en las religiones tiene en el alma de los individuos un efecto devastador. Podemos ver allí el porqué en las familias creyentes siempre debe haber una oveja negra que muestra el lado negado y desenmascara como insostenible la pretensión de exclusividad de los buenos.
En algunas religiones místicas está presente la idea de que a través de la entrega a Dios se puede ser libre porque de esa manera uno de olvida de sí mismo. ¿No es éste un camino para sobreponerse al destino?
Para mí no. La entrega a ese sentimiento: si me entrego completamente soy libre – está psicológicamente relacionada con la necesidad de sentirse inocente. Inocencia es desde el sentimiento no otra cosa que: yo estoy seguro de que tengo el derecho a pertenecer. El movimiento del niño hacia la madre y el padre para sentirse cobijado por ellos se transfiere aquí a la religión. Para mí esto no es admisible. Lo religioso es llevado a lo humano e interpretado desde allí. 
¿Pero el destino no es simplemente una cuestión de cómo me siento en la vida, de si me siento libre y armónico? En ese caso da lo mismo porque ¿Si me siento cobijado en el regazo de Dios entonces tengo una buena vida y he superado mi destino?
Este es un sentimiento infantil. Quien a él se entrega continúa siendo niño y no crecerá. Para la superación de la vida es necesario el coraje para asumir una culpa, esto quiere decir el coraje de apartarnos de aquello que nos dicta nuestra conciencia: pues la conciencia siempre limita. Al prescribirnos lo que tiene validez para nuestro grupo tenemos que excluir a otros que tienen otros valores. Es por eso que la conciencia tiene siempre un efecto separador. En las religiones la conciencia tiene exactamente ese efecto por lo cual algunos se consideran los correctos y los otros resultan los equivocados. Por esa razón para entrar en sintonía con una realidad más amplia que anule esas diferencias es necesario superar los límites de la conciencia y dejarlos atrás. Eso sería para mí religión.
¿Cree usted en la evolución de la conciencia, de que las personas se dirigen a una conciencia global cada vez más elevada?
Destino y alma
Yo observo que el alma progresa, que en la vida humana existe un desarrollo. Cuando nosotros, por ejemplo, miramos a la conciencia personal conciente ella es más joven que la conciencia colectiva inconsciente. Este es el resultado de un desarrollo posterior. También el hecho de que ahora resulten posibles comprensiones sobre la cooperación de estas dos conciencias es un progreso. Se trata de movimientos del alma en el sentido más amplio que hacen esto posible. Si una persona se entrega a esos movimientos será arrastrada hacia delante hacia algo más grande.
¿Qué es el alma?
El alma, del latín anima, es eso que hace posible lo animal, es decir lo que anima lo vivo y permite la vida. Esta alma no es individual, algo que el individuo tiene sino que cada individuo participa de esa alma. Para mí, esa gran alma guía la evolución. La evolución es conducida por algo sabio, y eso es el alma. Quien pueda entregarse a los movimientos del alma podrá progresar. Solo que a veces a causa de nuestra relación con las dos conciencias estamos aislados de los movimientos del alma y es necesario esclarecimiento y depuración para percibir los profundos movimientos del alma y poder seguirlos.
Cuándo una persona reconoce una implicación ¿está entonces libre o no? 
No, la persona no está libre. Pensarlo así sería una arrogancia. La implicación consiste, sobre todo, en que yo soy arrastrado a los destinos de otros que han vivido antes que yo, sin que yo lo sepa. Si yo consigo mirar a través de esa implicación, por ejemplo con la ayuda de la constelación familiar -pero también de otras formas- entonces puedo librarme de ella, aunque sólo parcialmente. Pues esa separación es un proceso de depuración y éste es parte de mi vida. Por esa razón, la idea que puedo librarme completamente es ilusoria. Porque yo me pregunto ¿qué hace alguien cuando es completamente libre? De alguna manera él flota en el aire y no tiene ningún beneficio.Pero cuando uno se siente incluido y se entrega a ese proceso y experimenta allí esa purificación, entonces consigue sentirse feliz. En ese sentido no nos hace libres, pero sí nos hace más grandes.
¿Existe de verdad la libertad para la persona?
¡Ah! En pequeñas cosas.
¿Es realmente necesario pertenecer para poder vivir una buena vida?
Es necesario pertenecer para sentirse bien y ahí hay diferentes maneras. Yo puedo por eso sentirme perteneciente a mi familia. Entonces me siento contenido en la familia. Esa pertenencia es muy íntima. Pero si yo persisto me limito en mi desarrollo. Si yo no reconozco los valores de otras familias, cuando por ejemplo un hombre que se ha casado con una mujer, en cuya familia prevalecen otros valores, no reconoce a esa familia la pareja terminará separándose. Es necesario por lo tanto ampliar los límites de la pertenencia. El hombre debe en cierto sentido desprenderse de su familia. Y entonces todo podrá proseguir. Quien está conectado con el todo está al mismo tiempo conectado y solo.

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