sábado, 24 de agosto de 2013

LLuis FOIX PERIODISTA

A pesar de no estar en primera línea, el periodista Lluís Foix sigue siendo uno de los hombres más influyentes de Catalunya, según las últimas encuestas. Y, sin embargo, él sólo se considera un hombre de campo, arraigado en el valle del Corb, como cuenta en su libro La marinada sempre arriba.
En una entrevista con Efe, reconoce que en este momento de su vida, con mucho recorrido a sus espaldas, la tentación de ir a la infancia es muy grande, con imágenes sobre una realidad de posguerra, en un mundo pequeño, con muchas penurias y pocas frivolidades.
"Y cuando alguien me ha preguntado de dónde era, siempre digo con orgullo que de Rocafort de Vallbona, del valle del Corb, juzgado de Cervera, provincia de Lleida y obispado de Tarragona", se puede leer nada más empezar estas memorias, publicadas en catalán por Columna y que cuentan con un prologuista de lujo como el poeta Joan Margarit.
Quien fuera director de La Vanguardia, director adjunto y subdirector en diversas etapas del periódico, corresponsal en Londres y Washington, además de cubrir conflictos bélicos o enviar crónicas desde 84 países distintos, tiene ganas de que las nuevas generaciones conozcan cómo se vivía en la España de los años 40 y 50, "muy marcada por las heridas de la guerra y la miseria, pero también por una gran vitalidad".
En esta mirada hacia el pasado, Foix recupera olores como los de la cocina de su casa; evoca oficios como el del herrero o el del alguacil, y sostiene, sin dudarlo, que quienes más lo han marcado en la vida han sido sus primeros maestros, como el señor Ramon Barrull. "Todo lo que he aprendido después es un añadido", afirma.
El lector viaja gracias a estas páginas a los primeros 16 años de vida del autor, quien en otoño de 1959, con una maleta de cartón, blanca con rayas marrones, llega en autocar a Barcelona, donde acabará aprobando el bachillerato y estudiando periodismo.
Foix dice que ha pasado muchos años fuera, aunque siempre tuvo en la cabeza que aquel rincón de la provincia de Lleida era su lugar.
"Siempre me he sentido muy ligado al campo -arguye- y en el sentido más estricto de la palabra. De hecho, me seduce más que el periodismo, pero en el campo no te ganas la vida".
Influido por la lectura de Goethe, el escritor sostiene que quien no quiere saber nada de donde nace, crece y se desarrolla, no conoce nada. "Desconoce lo más importante de la existencia", apostilla.
A su juicio, el lector también encontrará en el texto lo que significa el ciclo de la naturaleza "y que todas las cosas tienen un tiempo y que siempre hay que tener los pies en el suelo".
A la vez, se trata de hacer un homenaje a todos los que se han quedado en estos lugares porque han querido, resistiendo y "manteniendo en orden el país".
Como no podía ser de otra manera, las consecuencias de la guerra civil van salpicando el texto, a pesar de que es un tema del que todavía en muchos lugares no se habla abiertamente y solo se hace "al oído".
En los últimos años, asevera, muchos pueblos han recuperado su dignidad, ya sea porque se han arreglado las casas, porque algunos que marcharon a la gran ciudad han regresado, o porque los más jóvenes apuestan por quedarse.
En este sentido, señala que una de las tendencias del siglo XXI "será que no hará falta vivir en la ciudad para tener una realización personal plena, porque hoy, gracias a las nuevas tecnologías, se puede vivir aislado sin estar separado del mundo".
A su juicio, "el progreso del país es que ahora cualquier persona de comarcas, incluso de las más lejanas, llega a Barcelona y no se nota su procedencia". "Además -continúa- conoce las mismas cosas que los otros y desde su casa puede sacar una entrada tanto para ir a ver teatro en el TNC como para ir a ver al Barça en el Camp Nou".
Cree Foix que su generación es la que ha vivido los cambios más grandes de la Historia, puesto que se ha pasado "del carro al Twitter".
De la misma manera, sostiene que en este mundo de conexiones inmediatas existe cada vez más una tendencia a "regresar a los lugares tranquilos, a los pequeños jardines secretos".
Preguntado si continuará ahondando en sus vivencias, Foix no esconde que le gustaría narrar sus primeros pasos en el mundo del periodismo, como corresponsal en Londres y Washington.
Sobre el futuro del periodismo, mantiene que no volverá a entenderse tal como se hizo en los siglos XIX y XX, pero "hoy es más necesario que nunca, porque deben seguirse explicando historias, que no cuentos, y explicarlas bien".
En esta reflexión, asimismo, defiende que el periodismo "no es hacer que pasen las cosas, sino explicar las que ocurren".


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