Una manera que te garantiza fracasar es convertir un partido en especial. Lo que le estamos diciendo al cerebro es “hoy te tienes que salir, debes hacer algo extraordinario, algo que no has hecho nunca”. Entonces, hay duda. Y una sola duda se come la confianza. La única manera de evitar esto es decirle al cerebro, “debes hacer lo de siempre”. Posiblemente, salieron a jugar pensando que debían hacer algo más, que quizás no estarían a la altura...
—Y esa amenaza colapsa...
—Para realizar una actividad física es básico tener un cierto nivel de revoluciones. El 0 sería echarme una siesta y el 10 ir demasiado revolucionado. Cada jugador tiene su nivel, pero suele estar entre el seis y el ocho. Salieron al campo con más revoluciones de las adecuadas, eso provocó que se perdiera la precisión y se cometieran errores no forzados.
—Pero, ¿cómo aislar a la plantilla o cómo convertir un partido extraordinario en ordinario?
—El primer recurso del entrenador es no cambiar nada. Hacer la misma preparación de siempre. Si, por ejemplo, se hacen dos horas de vídeo para analizar al rival, pues hay que repetirlo. El patrón de funcionamiento debe ser el mismo. Hay que aislarlos del entorno sin romper la rutina. Los jugadores deben hacer un esfuerzo.
—¿Es tan importante el aspecto emocional en el deporte?
—Cuando la igualdad es tan grande, lo que decide es el factor psicológico. Pero no para ganar sino para perder. Si no estás a la altura, el otro rindiendo menos que tú, te gana. Con preparación psicológica no serás mejor, pero podrás jugar cómo mejor que sabes. Una cosa es saber jugar a fútbol y otra es saber jugar justo cuando toca.
—El Espanyol desaprovechó el 1-1 de la ida como le pasó al Chelsea el miércoles en Champions. ¿Es un mal resultado desde el punto de vista psicológico?
—Cuando crees que tienes más a ganar que a perder, lo que sientes es un reto, una motivación, le pones ganas. Pero si crees que tienes más a perder que a ganar, surge la desconfianza, el riesgo, la amenaza. No tengo miedo de que me atraquen si no tengo nada, ¡pero si estoy forrado! Si no llevas ventaja, no tienes nada a perder. Un deportista solo puede pensar dos cosas: conseguir un resultado o dar un rendimiento. Si tienes una ventaja, pensarás en lo primero, en vez de pensar en el rendimiento que tienes que dar para no fallar. Llevar una ventaja se gira en contra porque puedes perderla y sientes más la amenaza que el reto. Eso ya iguala las fuerzas y los detalles deciden.
—¿Y cómo volver a estimular a un equipo que ha perdido ese reto?
—Con otro reto.
—No hay ninguno igual.
—De acuerdo, pero hay que buscar un reto que genere ilusión, aunque no sea tan grande como el que tenías antes. Pero hay que buscarlo.
—¿Es posible competir sin un reto clasificatorio?
—Lo que hacemos los psicólogos con los deportistas es cambiar las amenazas por los retos. Hay que ver lo positivo. Si no hay objetivo, será difícil recuperar la motivación.
—En los últimos años, el Espanyol ha navegado entre dos aguas: o la salvación o Europa. ¿La salvación es un reto?
—Asegurarse no bajar no es un reto, es una amenaza. Es un error ese planteamiento. No se puede mirar para abajo. Eso no ilusiona a nadie si las cosas van bien. Pero si hablamos de Europa, se presionan porque el objetivo es muy grande. Ya volvemos a estar como al principio. ¡Menuda espiral! Habría que encontrar algo intermedio. Hay que buscar algo que sea realista pero que genere ilusión. ¿Mejorar la posición del año pasado? Eso no ilusiona. Los retos deben ser posibles pero difíciles.
—El Espanyol ha estado los últimos años cerca de Europa, aunque al final se desinfló...
—Entonces ya está. La Champions sería imposible. Europa es difícil, pues es el reto y la mejor terapia. Si has tenido opciones hasta casi el final es que es real.
—Simeone recuperó el tópico del partido a partido. ¿Qué opina de ello?
—El partido a partido es un medio para llegar a un objetivo. Eso del partido al partido no se lo cree nadie. Si analizas las alineaciones, cómo juegan, rotaciones... Te queda claro que hay un calendario y debes ir partido a partido, pero que hay prioridades. Se da el caso del partido a partido si siempre das el cien por cien, pero estás más pendiente del que trae más consecuencias.
—Le diré otro tópico: “Salid y disfrutad”.
—Disfrutar está muy bien, pero si quieres ganar, debes pringar. No todo el mundo disfruta durante un partido. La diferencia entre los buenos y los mejores es que los mejores disfrutan dos veces: cuando juegan y con el resultado. Pero los buenos solo disfrutan una. La mayoría dicen yo disfruto si gano, si no lo hago, no vale de nada.
—¿Qué más no estaría en su manual de charlas?
—Eso de cojones, ganas... Mal vamos. Te olvidas de lo más importante, que es jugar a fútbol. 60 por ciento cabeza, para saber controlar, y el otro 40 por ciento corazón. Eso de salir y disfrutad es otro mito, sin duda.
—¿Cómo debe ser un líder en un equipo de fútbol?
—Este tema lo comenté en Cornellà-El Prat en una charla. Me pidieron que tratara este asunto. Voy a ello. Eso del líder está mitificado. El líder no debe ser un superhéroe. No estoy a favor de un liderazgo único. Para ser un líder debes ser el más útil del equipo cubriendo una necesidad concreta. Con eso es suficiente. Creo que hay cinco tipos de líderes. ¿Puedo?
—Por supuesto.
—Esta el liderazgo anímico. El típico jugador que es capaz de mirar a los ojos de sus compañeros cuando las cosas van mal y es capaz de cambiar lo negativo por lo positivo. Luego está el líder social. Es el que organiza el comité de bienvenida, le explica todo a los nuevos, un relaciones públicas, conoce a todos, es simpático, alegre, amable... A continuación viene el líder del compromiso. Es el ejemplo a seguir. Un deportista de los pies a la cabeza. El cuarto líder es el de la estrategia: la continuación del entrenador. El que toma las decisiones, el que hace que el equipo funcione. Y, por último, está el determinante, el crack, el que te quita las castañas del fuego. ¿Quiénes reúnen estas facetas en el Espanyol?
—Sergio García el que más.
—Si en la plantilla hay uno que pueda asumir todos los liderazgos, preséntamelo. Pero, aunque exista, no recomiendo que le des los cinco liderazgos. ¿Y si se va? Hay dependencia psicológica. Si le das los cinco, pierdes la oportunidad de implicar a cuatro jugadores más. El entrenador debe encontrar estos jugadores, aunque el técnico es más el coordinador.
—¿Y cómo debe tratar el técnico a los jugadores?
—Tenemos tres maneras de tratar a las personas. Primero, por lo que has sido. Si haces eso, se endiosan. Si la tratas por lo que son, se apalancan. Dicen “ya tengo la faena hecha, soy un crack”. La mejor manera de tratar a la gente es por lo que pueden llegar a ser. Si es así, la gente se exige más y da lo mejor de sí. Los liderazgos van por ahí. Lo mejor que puede hacer un técnico es tratar a los jugadores por lo que pueden ser.
—Hacer una proyección y confiar en los jugadores...
—Eso es. Puede ser la leche de bote. No sé si siempre tratamos a la gente así. Creo que se tratan más en función de lo que son y de lo que han sido.
—¿Cómo se construye un equipo que al menos la gente se identifique con él?
—Hacer un gran equipo no es traer a los mejores. Para hacer un equipo debes ser un arquitecto, tener una idea, transformarla en unos valores y, en base a ellos, crear un estilo. A partir de ahí, cada jugador tiene un rol. Debes buscar a los jugadores que mejor se adapten, no a los mejores. Y, por último, debes conseguir que esos jugadores hagan lo que tú quieres y no quieran desempeñar otros roles. Hay que seleccionar por valores, de esta forma conseguirás que todos se comporten en beneficio de tu estilo. ¿Por qué hay equipos que consiguen uniformidad? Porque son tan grandes que, cuando fichan a un jugador, tienen aspectos personales en cuenta.
—El perico convive con la frustración, más aun si se compara con el Barça. ¿Qué mecanismo debe tener el hincha para sobrevivir?
—Si buscas la comparación siempre vas a perder. La forma de encontrar alegrías es comparándote contigo mismo. Debes ver una evolución. Si el equipo lucha por cosas, la gente va al campo. Eso es una buena noticia y debería serlo.
—La Maravillosa Minoría. ¿Qué la parece?
—Si conecta con un valor esencial que defina la institución sí que me gusta. Pero de lo contrario, no. No me gustan las limitaciones. Definiéndote como Maravillosa Minoría ya te identificas con una minoría, estas comparando, aunque si la gente esta orgullosa de ser una minoría y es un valor genuino del club, me parece acertado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario