Gaziel, el periodista del siglo
Poco a poco va emergiendo esa figura impresionante, más ninguneada que conocida, incluso en su propio ámbito catalán. Pero siempre lo hace de forma fragmentaria, insuficiente, sin imponerse entre los lectores cultos como merece quien ha sido probablemente, al final de las cuentas, el primero y más destacado de los periodistas españoles del siglo XX.
Circunstancias singulares han propiciado el rebrote de estos días. De una parte, el centenario de la Gran Guerra, en la que España no estuvo, pero sí estuvieron sus periodistas, con nuestro personaje en primera fila, como uno de los más puntuales y magistrales corresponsales de guerra. De la otra, el actual y complejo avatar del catalanismo, situado en un viraje político que demanda inmediatamente la observación comparativa con los hechos de octubre de 1934, cuando un presidente de la Generalitat, Lluís Companys, se levantó en armas contra la República que había reconocido la autonomía de Cataluña.
Lean y vean si sirven para nuestra actualidad las severas admoniciones y lamentaciones del director de La Vanguardia, recuperadas por primera vez hace diez años por Xavier Pericay en la antología Cuatro historias de la República junto con textos de Julio Camba, Josep Pla y Manuel Chaves Nogales, y ahora por Jordi Amat en el volumen de la Biblioteca del Catalanisme titulado Tot s’ha perdut(no se desanimen quienes no lean catalán, puesto que los artículos están en castellano).
Una de las ramificaciones del actual debate sobre los planes independentistas deArtur Mas se centra en el paralelismo con el Lluís Companys de 1934 y en la discusión sobre la vigencia de las severas críticas que le hizo entonces el periodista catalanista. Con su acto insurreccional, el presidente de la Generalitat se levantó contra la legalidad republicana de la que emanaban tanto el autogobierno catalán como su propia autoridad como representante ordinario de la República en Cataluña; puso seriamente en peligro el futuro de la autonomía catalana, intervenida primero por el Gobierno republicano (hasta 1936) y luego violentamente suprimida por las armas franquistas en 1939; y finalmente, hizo una exhibición de flagrante irrealismo en cuanto a realizar un buen cálculo de la correlación de fuerzas.
Todo esto, entre 1914 y 1934, bastaría para justificar el rebrote editorial y literario de Agustí Calvet 'Gaziel'. Pero hay más, descontando su prolongada y meritoria labor como director de La Vanguardia (1923-1936), periódico que se consolidó durante sus años como el diario de referencia barcelonés hasta situarle a él mismo como el mejor director de su historia centenaria. Nada puede entenderse de la actual circunstancia española, crisis catalana incluida, sin la lectura de 'Gaziel' y más en concreto de sus severas e imprescindibles Meditaciones en el desierto, expresión de amargura y desengaño en todas direcciones —la República, las democracias occidentales, las clases dirigentes españolas, Estados Unidos…—, pero también hacia los dirigentes del catalanismo conservador, que “políticamente no han dejado nada, pero económicamente se han enriquecido todos”.
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