Hablar de Alice Munro va casi siempre unido a ciertos cánones. Primero el halago: es una de la mejores narradoras del mundo, al menos en lengua inglesa. Cierto, pocos se atreven a cuestionarlo.
Segundo, un hecho: el tratamiento que da a las mujeres protagonistas de sus textos es especial. Partiendo de un perfil aparentemente rutinario es capaz de converirlas en seres especiales tras una situación o escena que resulta ser el detonante transformador. Tercero, el contexto: Canadá, su región natal, el ámbito rural, su familia, incluso su biografía siempre componen el marco de circunstancias de sus textos. Partiendo de estos cánones sencillos su literatura se sublima con cada nueva obra. Mi vida querida es su última joya.
Segundo, un hecho: el tratamiento que da a las mujeres protagonistas de sus textos es especial. Partiendo de un perfil aparentemente rutinario es capaz de converirlas en seres especiales tras una situación o escena que resulta ser el detonante transformador. Tercero, el contexto: Canadá, su región natal, el ámbito rural, su familia, incluso su biografía siempre componen el marco de circunstancias de sus textos. Partiendo de estos cánones sencillos su literatura se sublima con cada nueva obra. Mi vida querida es su última joya.
Todos los cuentos de Mi Vida querida rebosan ingenio, oficio, literatura y humanidad por los cuatro costados. Sus personajes superan la ficción y se adentran en la realidad norteamericana pura y dura, nace, viven, sufren y mueren con naturalidad, sin escorzos, aspavientos ni complejas artimañas, sin emociones intensas incluso sin apego por los lazos sanguíneos.
Una mujer con poliomielitis que acepta el soborno “anónimo” al que su amante la somete, una madre que inesperadamente abandona a su hija en un compartimento de un tren para acostarse con un actor que acaba de conocer, una niña que permite que su hermana se ahogue en el lago mientras ella espera sentada en la puerta de casa que sus padres terminen de hacer el amor, la extraña situación que acontece a una joven cuyos padres han viajado a Ghana para colaborar mientras ella se queda con sus tíos fundamentalistas cristianos, etc, así hasta diez cuentos más; las últimas cuatro piezas que son algo más especial.
«Las cuatro últimas piezas de este libro no son exactamente cuentos. Forman una unidad distinta, que es autobiográfica de sentimiento, aunque a veces no llegue a serlo del todo. Creo que es lo primero y lo último -y lo más íntimo- de cuanto tengo que decir sobre mi propia vida». Así describe la misma autora la parte final de su obra. Y es que Alice Munro se basa en textos, cartas y anécdotas de su familia entre los cuales elige un hilo, una escena, un comentario y construye con su inventiva la historia que lo ocasiona, creando imágenes, conversaciones y personajes que la completan. Esa ingeniosa construcción unida a un poderoso dominio del lenguaje y el particular alejamiento de los sentimientos de sus personajes completan un formato que repetido una y mil veces triunfa. No se pierdan este magnífico libro de relatos, aún si no les gustan los cuentos ni son habituales de ellos garantizamos que Mi vida querida les cautivará.
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