INTELIGENCIA NATURAL
Os presento mi último libro. En él me dirijo a padres, familia y educadores. Educar es fácil, tanto que resulta inevitable. Querámoslo o no educamos desde que nos levantamos por la mañana hasta que nos acostamos por la noche. Otra cosa es ¿cómo educamos?, ¿para qué educamos?, ¿quiénes educamos?
Defiendo la idea de que debemos educar a nuestros hijos para que sean felices fomentando el desarrollo de sus capacidades en cada momento de su evolución. Y para ello no es necesario invertir en carísimos cursos, simplemente seguir algunas pautas oportunas que fortalezcan su autoestima, su capacidad de aprendizaje, su socialización y su capacidad de automotivación. Y ello es posible.
Imagina el teclado de un piano. Todos los sonidos están contenidos en él. Lo que suene dependerá de las teclas que elijamos, de cómo las combinemos y del ritmo que imprimamos a esas combinaciones. Nuestro cerebro es algo muy parecido, pero tiene más teclas, 20.000 genes organizados en 23 parejas de cromosomas. Esta potencia es la que podemos desarrollar a través de la inteligencia natural. Pero, además, el cerebro humano viene dotado de algo tan maravilloso que lo hace único: su plasticidad, su capacidad de discriminar aquello que va a resultar esencial para su supervivencia de lo que es accesorio y desechable. Si a esto le añadimos una curiosidad a prueba de bomba… Ya tenemos los ingredientes básicos para el desarrollo y la aventura. El niño, desde que nace, emprende su propia aventura a la búsqueda de la autonomía, de ser autosuficiente dentro de un conjunto humano. De nosotros, padres y educadores, dependerá lo apasionante o aburrida que pueda ser esta aventura.
Con un lenguaje sencillo y utilizando a modo de ejemplo anécdotas sacadas de la experiencia trato de transmitir cómo el conocimiento, por sí mismo, no es suficiente, cómo necesitamos del equilibrio entre inteligencias, integrar la inteligencia emocional y social en el desarrollo, y un buen piloto para dirigir todo esto: la inteligencia moral.
Para potenciar eficazmente las capacidades de nuestros hijos, lo primero es conocer cómo funciona y va desarrollándose su cerebro en cada etapa, desde el nacimiento. Luego regresaremos sobre cada una de ellas para ver cómo podemos ayudarlo, cómo podemos potenciar sus habilidades, qué conviene observar, qué conviene impedir, y cómo actuar en cada caso.
Ha sido apasionante escribir este libro, porque hay cuestiones que todos deberíamos conocer para actuar con eficacia, porque fácilmente nos podemos equivocar creyendo hacer un bien a nuestro hijo. En él he revivido los sentimientos de toda una vida como padre y como educador. Espero haber tenido la suerte de transmitir esa emoción al lector a través de las páginas.
José Carlos Aranda
No hay comentarios:
Publicar un comentario