les va la vida en encantar a los lectores”.
-¿En qué consiste ese encantamiento?
-En que esos textos nos llevan a lugares inesperados, y nos hacen gozar o sufrir lo mismo que sus personajes, como esa mujer que una noche de lluvia, con el coche descompuesto en la carretera, sube a un autobús para buscar un teléfono y pedir ayuda, sin saber que ese autobús lleva a los pacientes de un manicomio...”, destaca Rufinelli.
Antes que Gabo, resalta, estuvo Borges, que “cambió el idioma castellano de la literatura. Años después apareció él, desde el trópico colombiano, y le introdujo poesía a ese lenguaje. También le puso música a sus frases, no sólo las del vallenato y las cumbias que debió escuchar en su juventud, sino todos los ritmos de su Aracataca natal y sus itinerarios por el mundo. Gabo aprendió a narrar en la calle. Y escribe mejor que todos los académicos juntos”.
Pero los cuentos de García Márquez, por mucho que impregnen la narrativa del siglo XX, no surgen de la nada. Marco destaca como antecedentes a Alejo Carpentier, “que definió lo real maravilloso aludiendo al ámbito latinoamericano”, y a José Estasio Rivera, en Caraima, una novela centrada en parte sobre la selva, “emblemática en el sentido de que parece intuir algunos elementos de la irracionalidad o de la distinta racionalidad de la sociedad latinoamericana”. Y Masoliver Ródenas nos da más pistas: Felisberto Hernández, Rulfo, Cortázar, Augusto Monterroso.
Los críticos también lo tienen claro. Si para Rufinelli, el realismo mágico tuvo su época, y un escritor se “delata” al tratar de copiarlo, “los más jóvenes han advertido que la influencia de Gabo no consiste en imitar su estilo, sino su ejemplo: escribir bien, y no sólo bien, escribir excelentemente”. “Hay una corriente que sigue su estela -subraya Marco-, pero los jóvenes han reaccionado hasta el punto de intentar escribir una novela alejada de los motivos, elementos y paisajes que lo identifican, encerrándose en la novela urbana, policial”. Y Masoliver niega la mayor, asegurando que sus cuentos son hoy poco conocidos, y que los nuevos narradores españoles, “tan comprensible como lamentablemente”, han dado la espalda “a la literatura hispanoamericana”.
-¿En qué consiste ese encantamiento?
-En que esos textos nos llevan a lugares inesperados, y nos hacen gozar o sufrir lo mismo que sus personajes, como esa mujer que una noche de lluvia, con el coche descompuesto en la carretera, sube a un autobús para buscar un teléfono y pedir ayuda, sin saber que ese autobús lleva a los pacientes de un manicomio...”, destaca Rufinelli.
Antes que Gabo, resalta, estuvo Borges, que “cambió el idioma castellano de la literatura. Años después apareció él, desde el trópico colombiano, y le introdujo poesía a ese lenguaje. También le puso música a sus frases, no sólo las del vallenato y las cumbias que debió escuchar en su juventud, sino todos los ritmos de su Aracataca natal y sus itinerarios por el mundo. Gabo aprendió a narrar en la calle. Y escribe mejor que todos los académicos juntos”.
Pero los cuentos de García Márquez, por mucho que impregnen la narrativa del siglo XX, no surgen de la nada. Marco destaca como antecedentes a Alejo Carpentier, “que definió lo real maravilloso aludiendo al ámbito latinoamericano”, y a José Estasio Rivera, en Caraima, una novela centrada en parte sobre la selva, “emblemática en el sentido de que parece intuir algunos elementos de la irracionalidad o de la distinta racionalidad de la sociedad latinoamericana”. Y Masoliver Ródenas nos da más pistas: Felisberto Hernández, Rulfo, Cortázar, Augusto Monterroso.
Gabo, como los Beatles
Hay quien, como Horacio Castellanos Moya, reconoce que a Gabo lo tiene “presente por su enorme fama, aunque de su obra apenas quedan huellas en mi memoria como para aventurar juicios de valor”, mientras que un autor joven, español y tan negro como Carlos Zanón asegura que “es como los Beatles. No puedes hacer pop pasados los 60 sin estar bajo la sombra de los Beatles”. Porque Gabo, insiste, “es los Beatles de la literatura en castellano. Su influencia ha sido generosa, arrasadora, popular. Se nota mucho, por ejemplo, en las historias de familia de los autores posteriores, parece imposible no ver en ellas su impronta. Él y todo lo que se construyó en su alrededor revolucionó la literatura en castellano. García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa. Leyéndolos se tenía la sensación de que se podía escribir de manera distinta sin cambiar tu herramienta: el lenguaje. Gabo es tan talentoso como popular, admirable por cualquier público, un escritor tanto para autores como para lectores. Tal vez sea su carácter popular lo que chirría a algunos escritores de hoy”.Los críticos también lo tienen claro. Si para Rufinelli, el realismo mágico tuvo su época, y un escritor se “delata” al tratar de copiarlo, “los más jóvenes han advertido que la influencia de Gabo no consiste en imitar su estilo, sino su ejemplo: escribir bien, y no sólo bien, escribir excelentemente”. “Hay una corriente que sigue su estela -subraya Marco-, pero los jóvenes han reaccionado hasta el punto de intentar escribir una novela alejada de los motivos, elementos y paisajes que lo identifican, encerrándose en la novela urbana, policial”. Y Masoliver niega la mayor, asegurando que sus cuentos son hoy poco conocidos, y que los nuevos narradores españoles, “tan comprensible como lamentablemente”, han dado la espalda “a la literatura hispanoamericana”.
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