La relación que Cernuda establecerá con México será de intensa identificación espiritual, hecho que le ocurre por primera vez desde su salida de España.
En el verano de 1949 Cernuda hizo su primer viaje a este país desde su residencia norteamericana. La experiencia - el encuentro con sus amigos, con su cultura y sobre todo, con su idioma- le conmocionó profundamente. Siguió yendo a México en los años sucesivos hasta que en noviembre de 1952 renunció a su puesto en Mount Holyoke (EE.UU) y con 500 dólares en el bolsillo se instaló en México.
"Por unos días hallaste en aquella tierra tu centro, que las almas tienen también, a su manera, centro de la tierra. El sentimiento de ser un extraño, que durante tiempo atrás te perseguía por los lugares donde viviste, allí callaba, al fin dormido. Estabas en tu sitio, o en un sitio que podía ser tuyo; con todo o con casi todo concordabas, y las cosas, aire, luz, paisaje, criaturas, te eran amigas. Igual que si una losa te hubieras quitado de encima, vivías como un resucitado." (Centro del hombre, en Variaciones de un tema mexicano, 1952).
A este sentimiento de plenitud contribuyó sin duda el hecho de que Cernuda se enamorara profundamente de un joven mexicano en 1951. Poemas para un cuerpo es el emocionado canto a este amor que le llega al poeta cuando, debido a su edad, no se creía ya capaz de experimentarlo. El poeta confesó que "jamás en mi juventid me sentí tan joven como en aquellos días de México: cuántos años habían debido pasar, y venir al otro extremo del mundo, para vivir esos momentos felices."
Todavía en EE.UU, en 1952, Cernuda escribe una obra en prosa que refleja esta experiencia de su descubrimiento de México. Se trata de Variaciones de un tema mexicano, un cuaderno de impresiones e imágenes sobre una tierra en un deseo de comprenderla y apropiársela.
En el prólogo de esta obra Cernuda subraya la escasez de escritores españoles que hasta entonces se había interesado por la realidad latinoamericana, y evidencia una relación que se puede trasladar a la actualidad, en donde el interés si se dirige al otro continente se centra en los EE.UU, como esperanza de la expansión idiomática:
" España, pues, no había sido, ni era para la mayoría de nosotros, sino el territorio peninsular, y parece que los americanos, por su parte, se dieron cuenta de dicha actitud antes que nosotros. Acaso a los españoles no nos interesaron nunca estas otras tierras, que durante tres siglos fueron parte de nuestra nación."
En las cortas descripciones y reflexiones de este libro, la mirada enamorada de Cernuda se funde con el paisaje llano, las plazuelas bajo una luz intensa, los jardines que recogen el espíritu. Aquí respira un sentido distinto del tiempo que le recuerda a la indolencia andaluza, admira al pueblo, en el que ve reflejado el paso de la historia, un saber milenario. Las iglesias que observa, sus patios, le recuerdan lugares idénticos de su infancia y adolescencia, lugares dotados de profunda intimidad, espacios de su deseo:
"Viendo este rincón respirando este aire, hallas que lo que afuera ves y respiras está dentro de ti; que allá en el fondo de tu alma, en su círculo oscuro, como luna reflejada en agua profunda, está la imagen misma de lo que en torno tienes; y que desde tu infancia se alza, intacta y límpida, esa imagen fundamental, sosteniendo, ella tan leve, el peso de tu vida y de su afán secreto." (El patio, de Variaciones)
Recogemos finalmente un pasaje del texto titulado La lengua, en el que Cernuda expresa la importancia que para su condición de poeta tuvo el reencuentro con la lengua castellana al residir en México:
La Lengua
"-Tras de cruzada la frontera, al oír tu lengua, que tantos años no oías hablada en torno, ¿qué sentiste?
-Sentí como sin interrupción continuaba mi vida en ella por el mundo exterior, ya que por el interior no había dejado de sonar en mí todos aquellos años.
*
La lengua que hablaron nuestras gentes antes de nacer nosotros de ellos, ésa de que nos servimos para conocer el mundo y tomar posesión de las cosas por medio de sus nombres, importante como es en la vida de todo ser humano, aún lo es más en la del poeta. Porque la lengua del poeta no sólo es materia de su trabajo, sino condición misma de su existencia.
Y si la primera palabra que pronunciaron tus labios era española, y española será la última que de ellos salga, determinadas precisa y fatalmente por esas dos palabras primera y postrera, están todas las de tu poesía. Que la poesía, en definitiva, es la palabra."
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