lunes, 27 de mayo de 2013

Javier BARRAYCOA Barcelones

Javier Barraycoa Martínez, barcelonés nacido en 1963, doctor en Filosofía y vicerrector de la Universidad CEU-Abat Oliva, desmonta en Historias ocultadas del nacionalismo catalán (Libros Libres) 222 mentiras cuyo origen ve en la codicia de la burguesía catalana.
-¿Cataluña es una sociedad poco democrática?
-Tras la pérdida de las últimas colonias, 400 familias han dominado la sociedad. Esta burguesía aprovecha el catalanismo como mecanismo de presión frente a los Gobiernos de Madrid.
-¿La relación con la ideología es accidental?
-Ellos mismos no se lo creen. Dan el nombre de regionalista a la Lliga porque catalanista o nacionalista les parecía excesivo. Con el tiempo, la ideología la retoman las izquierdas y el catalanismo desemboca en soberanismo o separatismo.
-¿Por qué critica a la burguesía más que a esa izquierda?
-Porque traiciona la esencia histórica de Cataluña, que es profundamente hispana. Su origen etimológico es la Marca Hispánica. El arzobispo de Tarragona conserva el título de Primado de las Españas. Todos los textos medievales hablan de los hispanos de Barcelona. Es la esquizofrenia del catalanismo, que por la izquierda tiene muchas características de españolismo. El nacionalismo conservador, en cambio, genera un catalanismo que se va haciendo nacionalista.
-¿Qué ha ocurrido para que Mohamed sea el nombre más frecuente en los recién nacidos?
-Detrás del catalanismo hubo un pensamiento racista. Pero Cataluña se hace rica gracias a la población emigrante. Pujol dijo que es catalán quien trabaja y habla en catalán. Se decidió favorecer la emigración musulmana para evitar la de países hispanoamericanos, pensando que sería más fácil asimilar a los musulmanes. Los que pedirán la independencia de Cataluña dentro de 60 años serán los musulmanes, pero como república islámica.
-¿Los catalanes que se sienten españoles son marginados?
-Sí, porque se ha creado un ambiente artificial. La edición de La Vanguardia en catalán no la compra nadie, pero la regalan en todas partes. Los medios escritos en catalán reciben 13 millones de euros al año. Eso crea ambiente a base de gasto público. A costa de hundir la Sanidad, etc.
-¿La independencia sería la ruina de Cataluña?
-Cualquier persona con sentido común lo sabe, porque vende el 80% de su producto al resto de España. Algunos ideólogos hablan de mantener la fuerza económica sobre el resto de España, pero una independencia sería tan traumática que se romperían todas las vinculaciones económicas. Cataluña naufragaría y España se opondría a su ingreso en la UE y en la zona euro.
-¿Y esto les da igual a los independentistas?
-Este catalanismo no se ha planteado en serio la independencia. Conozco a pocos, por no decir a nadie, que sea capaz de morir por Cataluña. El independentismo es sentimental.

C's Hablando claro del derecho de autodeterrminación. J. Cañas 07/05/20...

Nassim Nicholas Taleb se inventa el término "antifragil"

Nassim Nicholas Taleb se inventa el término "antifragil"

The economist anuncia un nuevo libro de Nassim Nicholas Taleb (ver artículo). En esta ocasión este peculiar y original ensayista, investigador y financiero estadounidense de origen libanés, habla sobre un nuevo término "antifrágil".

Taleb es miembro del Instituto de Ciencias Matemáticas de la Universidad de Nueva York. Nacido en 1960 en el Líbano, dice de él mismo que es empirista y escéptico, y como buen escéptico considera que el pasado no puede usarse para predecir el futuro. Además, cree que en general se sobrestima el valor de la racionalidad y se infravalora el peso de la aleatoriedad.

El libro que le hizo famoso es Fooled by Randomness: The Hidden Role of Chance in Life and in the Markets Fooled by Randomness (2004), publicado en España en 2006 con el título de ¿Existe la suerte? Engañados por el azar. Este fue su primer intento de demostrar con razonamientos matemáticos la importancia del efecto del azar.

Impactante fue también su libro The Black Swan: The Impact of the Highly Improbable, de 2007, que aquí en España se publicó en 2008 con el título El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable. La teoría del cisne negro es una metáfora según la cual un evento difícil de predecir y gran magnitud tiene un gran impacto aunque después el evento es racionalizado por retrospección.

Pero lo que realmente nos importa aquí es su libro Antifragile: Things that Gain from Disorder en el que, siguiendo en la línea de la teoría del cisne negro, según aparece en el artículo, analiza cómo las sorpresas pueden hacernos más fuertes. Su tesis es que lo contrario a la fragilidad no es la resilencia. Cree que si la fragilidad significa algo que se quiebra frente al estrés su contrario debe ser algo que crece ante la presión y para ello Nassim Nicholas Taleb inventa el término “antifrágil”.

Para él la antifragilidad es el secreto para tener éxito en un mundo lleno de incertidumbres porque, en definitiva, es la forma en que actúa la naturaleza, con mutaciones aleatorias. Cree que es un error tratar de evitar los grandes hechos traumáticos porque los largos períodos de estabilidad tienen el riesgo de desactivar las capacidades frente al desastre.

Suena bien el tema aunque viniendo de este hombre tan polémico habrá que tomarlo con cautela. Se dice de él que estuvo dos años en la cama leyendo todos los libros que podía sobre probabilidades...

NASSIM NICHOLAS TALEB como ser ANTI FRAGIL

Estas Navidades he podido leer. Mucho, despacio y bien. Los finales de año, sobre todo si son tan aciagos como el 2012, son buen momento para recapitular, analizar, recordar y concluir… con el fin de estar en las mejores condiciones para afrontar los retos de los siguientes doce meses. Y a nadie escapa que 2013 va a presentar muchos, capitales e incluso brutales desafíos.
En estas últimas semanas, he apreciado un cambio en el Relato que los expertos, gurús y analistas hacen de la crisis. Hemos pasado de martillear a los lectores con el mantra del “nos lo merecemos ya que todo esto es culpa nuestra por haber vivido por encima de nuestras posibilidades” al “Yes, we can” de Obama, en versión cañí.
 Yes we can't
Desde las campañas de publicidad de diversas entidades y compañías, hasta el empacho de la Marca España; ahora parece que toca entrar en 2013 con un deje de optimismo: la Bolsa sube, la Prima se desinfla, diciembre ha dado un respiro al paro, se crean nuevas empresas, suben las exportaciones, EE.UU. no se precipitó en el Abismo Fiscal, la deuda de las familias y las empresas se contrae, etcétera.
Pero, sobre todo, lo que ahora nos exige el Relato es aguantar. Podemos, debemos y tenemos que aguantar. Porque, siguiendo los dictados de Darwin, lo que no te mata te hace más fuerte. O, en castellano viejo, lo que no mata engorda. Y el que resiste, gana.
 Antifragilidad
Hace unos años, Nassim Nicholas Taleb nos puso a todos alerta con su libro, “El cisne negro”, fenómeno que definía como un acontecimiento súbito e inesperado, de consecuencias brutales y devastadoras y al que, a posteriori, todo el mundo encontraba explicaciones. Los atentados del 11-S serían el perfecto ejemplo de Cisne Negro. Y la crisis. Nuestra crisis, plagada de burbujas, AVEs, aeropuertos, delirios autonomistas, mariscadas, vinos de añadas imposibles, corrupción, nepotismo y apañetes varios.
Taleb ha vuelto a revolucionar el panorama ensayístico norteamericano con un nuevo libro: “Antifragile”, en el que defiende las bondades del error. Del error reiterativo y repetitivo. Del error por sistema. Del error en que se cae una y otra vez. Y lo defiende porque enfrentarse a él hace más fuertes a quiénes tienen que soportar sus efectos. ¡Qué importante, desarrollar la capacidad para resistir el empecinamiento en meter la pata que demuestran los gobernantes, los poderosos, los que parten el bacalao!
 Antifrágil
Escuchar ahora al FMI sostener que, quizá, se han pasado al imponer un Austericidio tan severo a determinadas economías, daría risa sino fuera algo tan grave, tan salvaje, tan trágico.
Quiero pensar que, por fortuna, la sociedad española está reaccionando a la devastadora crisis que nos asola con una dignidad y con una capacidad de resistencia digna de todo encomio, con la familia y el apoyo mutuo como precario sostén de situaciones que, hasta hace muy poco tiempo, nos hubieran parecido insostenibles. Pero todo tiene un límite y de ahí, quizá, el Relato de que lo peor ha pasado y de que ya se ve luz al final del túnel.
 Antifrágil-Taleb
Esperemos que la luz no sea la del tren desbocado, que viene a toda velocidad, sin frenos y dispuesto a llevárselo todo por delante.

La No FRAGILIDAD NASSIM NICHOLAS TALEB


Lo contrario de la fragilidad es la antifragilidad, de la misma manera que lo contrario de un elefante es un antielefante. Vamos captando, ¿no? El mercado editorial norteamericano favorece los títulos que prometen vencer dificultades, acercarse a la perfección, gustar en sociedad. Libros que enseñan la técnica de la decisión justa, previa al acierto posible. Textos que enseñan a conllevar el dolor con alegría, a concebir hijos cariñosos, a experimentar felicidad durante las horas laborables. Nassim Nicholas Taleb, estadounidense de origen libanés, es un denodado disparador de afirmaciones que sabe lo que hay que saber y cómo saberlo y por dónde queda el rumbo del éxito. Sus consejos balsámicos nos inducen a confiar en nuestras propias fuerzas, aunque carezcamos de ellas. Nos da soluciones para problemas que aún no existen. Sermonea a mandatarios, amonesta a países, previene a pedagogos. Consumado antifrágil, logra que sus libros se vendan como churros. 

Nassim Nicholas Taleb: Antifragile

Pedro J. Ramirez Eisenhower Legado de Libertad

CARTA DEL DIRECTOR/ PEDRO J. RAMÍREZ: Eisenhower o el legado de la libertad



Eisenhower o el legado de la libertad

Texto de la intervención de EL MUNDO al recibir el jueves en Washington el premio First Amendment de la Eisenhower Fellowship:
Yo nací el año en el que Eisenhower fue elegido presidente de los Estados Unidos en sustitución del volcánico Harry Truman y la primera noticia importante que recuerdo haber escuchado en la vieja Marconi del comedor de casa fue su visita a España el 21 de diciembre de 1959.
En Madrid hacía aquel día un frío de postguerra. Tengo grabadas las imágenes del No–Do: Eisenhower con su abrigo y sombrero negros, de pie en un Sedán descapotable, saludando sonriente, junto a Franco, a la multitud que les aclamaba por las calles. Terminaba así una gira de 19 días por 11 países en la que Eisenhower se había presentado como el general «de la paz». Según William Manchester, había descubierto que «los Estados Unidos eran más queridos de lo que creían los propios norteamericanos».
Cuando pasaron frente al edificio del Banco Ibérico, Franco le avisó a través del embajador Piniés que hacía de intérprete, de que en un balcón estaba doña Carmen y Eisenhower le dirigió un cálido saludo. La sonrisa de Ike bajo sus ojos azules y los últimos vestigios de su pelo rubio tenían una luz especial que sólo Norman Rockwell había sabido captar en su famosa portada del Saturday Evening Post.
Para los españoles de mi generación se trataba del primer haz de luz que iluminaba el futuro tras la negra pesadilla vivida por nuestros padres. El coche de Mr. Marshall había pasado de largo pero el de Mr. Eisenhower se había detenido unos momentos entre nosotros.
Tras su experiencia como comandante aliado en Europa, Eisenhower había entendido que su apuesta por España era conveniente para ambas partes: los Estados Unidos instalaban bases militares en un lugar estratégico y los españoles obteníamos un impulso decisivo para pasar de la autarquía al desarrollo.
Es imposible desvincular la firma de los acuerdos de 1953 del Plan de Estabilización de ese mismo 1959 que dio paso al milagro económico de los 60. Muchos antifranquistas se sintieron decepcionados por el apoyo de Eisenhower a la dictadura –y ahí están las raíces de un cierto antiamericanismo primario que aún pervive entre nosotros– pero los hechos demostraron que estaba en lo cierto cuando pensaba que sólo la creación de una próspera clase media permitiría establecer una democracia en España.
Como bien ha escrito Ángel Viñas a los jerarcas del régimen que rodeaban a Franco «les atemorizaba cualquier apertura que pudiese tomar carrerilla». Estaban por igual contra el comunismo y contra el capitalismo. Preferían seguir aferrados a la paranoia de que una internacional masónica dominaba el mundo: «No querían la flexibilización política y tampoco deseaban la flexibilización económica, pensando que esta última conduciría tal vez a la primera».
Sería exagerado alegar que aquella fría tarde de diciembre del 59 comenzó la transición a la democracia. Pero no es exagerado decir que Eisenhower nos dejó en Madrid el caballo de Troya de un horizonte de prosperidad en el que inevitablemente se alojaba el ansia de libertad.
Me siento muy honrado de recibir un premio que vincula la figura de Eisenhower a la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, es decir a la libertad de expresión, precisamente en este año en que se cumplirá el sesenta aniversario de aquellos primeros pactos de Madrid.
Pertenezco a ese limitado grupo de españoles que siempre repudió por igual el totalitarismo franquista y las pretensiones de la izquierda comunista de sustituir una dictadura por otra. Siempre consideré la democracia norteamericana como el modelo que deseaba para mi país y tuve la suerte de vivir en Pennsylvania en 1973 y 1974, como profesor de literatura española en el Lebanon Valley College, mientras se desarrollaba el gran drama político del caso Watergate.
No es difícil imaginar lo que supuso para mí aquella experiencia: mientras en España aún mandaba Franco, Woodward y Bernstein, Dan Rather y Walter Cronkite ponían cada mañana y cada tarde contra las cuerdas al presidente de la nación más poderosa de la tierra.
Fue entonces cuando me di cuenta no sólo del peso moral de los ideales reflejados en la Primera Enmienda sino sobre todo de la existencia de una cultura política basada en el control social del ejercicio del poder, a través de los medios de comunicación de masas, que se había ido consolidando en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Es decir que lo que nos remitía a los dos mandatos de Eisenhower no era sólo la desprestigiada figura de Richard Nixon, sino también las prácticas periodísticas que estaban sirviendo para estrechar el cerco de la opinión pública sobre él.
Había sido Ike quien había admitido las cámaras de televisión en sus conferencias de prensa de los miércoles. He visto varias veces las imágenes grabadas aquella mañana del 19 de enero de 1955 cuando entró en la llamada Sala del Tratado Indio del Departamento de Estado y se dirigió a los dos centenares de periodistas congregados ante una plataforma de la NBC: «Bien, veo que vamos a intentar un nuevo experimento esta mañana. Espero que no termine suponiendo una influencia molesta. No tengo ningún anuncio que hacer. Vayamos directamente a las preguntas».
Eisenhower tenía como lema el famoso «suaviter in forma, fortiter in re» del jesuita Acquaviva y no mantenía con la prensa lazos de complicidad como los que luego establecería Kennedy, ni menos aún podía imaginarse haciendo bromas sobre sí mismo como las de Obama a propósito del flequillo de Michelle. Tampoco era un comunicador de la dimensión de Reagan.
El veterano columnista Russell Baker recuerda que cuando asistía a esas ruedas de prensa tenía la sensación de que Ike seguía comportándose como el general que se dirige a un grupo de sargentos. Otros reporteros evocan su «astucia» para no decir nada comprometedor y ha pasado a la historia el comentario que le hizo a su secretario de prensa Jim Hagerty cuando le recomendó que no contestara nada sobre el riesgo de guerra nuclear con China durante la crisis del Estrecho de Formosa: «No te preocupes, Jim; si sale esa pregunta, les despistaré».
Pero lo esencial era su compromiso con la libertad de prensa y el derecho a la discrepancia, como parte esencial de los valores por los que había llevado al combate a tantos norteamericanos. Ya en su primer año como presidente, en su discurso de graduación en la Universidad de Dartmouth, había dejado clara su actitud, incitando a combatir el comunismo no desde la ignorancia sino desde el conocimiento, no desde la intransigencia sino desde la tolerancia:
«No os suméis a los que queman libros. ¿Cómo derrotaremos al comunismo si no sabemos lo que es y por qué resulta tan atractivo para tantos y por qué tantos le juran obediencia? Son parte de América. E incluso si sus ideas son opuestas a las nuestras, deben tener derecho a expresarlas y reflejarlas de forma accesible a los demás. Lo contrario no sería propio de América».
En estas palabras, tan opuestas al macarthysmo–Ike despreciaba a McCarthy–, está la sustancia de la Primera Enmienda tal y como fue interpretada por primera vez en 1921 por lo que entonces fue la opinión discrepante de un magistrado del Tribunal Supremo y hoy es la doctrina consolidada de la mayoría. Se discutía la negativa a conceder la ciudadanía a una pacifista de origen húngaro que no estaba dispuesta a realizar el juramento, entonces vigente, de empuñar las armas en defensa de los Estados Unidos. «Algunas de sus respuestas pueden suscitar el prejuicio popular», escribió el octogenario juez Holmes. «Pero si hay un principio de la Constitución al que de forma imperativa debamos adherirnos es el de la libertad de opinión. Libertad de opinión no sólo para los que están de acuerdo con nosotros, sino libertad de opinión para las ideas que detestamos».
No me extraña que el «biógrafo» de la Primera Enmienda, Anthony Lewis, sintiera cómo se le «erizaba el pelo» al leer algo tan volteriano y autoexigente. Todos deberíamos preguntarnos de vez en cuando si estamos siendo suficientemente beligerantes en favor de la libertad de expresar ideas que detestamos.
Ningún defensor de los derechos civiles puede olvidar que fue durante la presidencia de Eisenhower cuando se sentaron las bases de la igualdad racial en los Estados Unidos. En el plano legislativo con las Civil Rights Acts del 57 y el 60. Y en el más elocuente plano de la acción política, con la histórica decisión de enviar tropas federales a Little Rock para garantizar la integración escolar de nueve estudiantes afroamericanos. Fue un ejemplo de la determinación de un gobernante en la defensa de derechos fundamentales frente a políticas excluyentes de las autoridades locales. Para Eisenhower no había deber más sagrado que hacer cumplir las resoluciones de los tribunales. Toda una lección que en la España actual se debería tener muy en cuenta.
No es de extrañar que la principal decisión del Tribunal Supremo en la que quedó fijada la interpretación amplia de la Primera Enmienda, hoy vigente, fuera consecuencia del auge del Movimiento de los Derechos Civiles durante los años cincuenta. De igual manera que los nombres de Rosa Parks y Martin Luther King siempre estarán en los libros de historia en la misma página que el de Eisenhower, también debemos considerar el desenlace del caso Sullivan versus The New York Times como uno de los frutos de su presidencia.
El origen de la demanda por difamación del comisario de Montgomery fue un anuncio en favor de Luther King publicado en el Times en marzo de 1960. La sentencia llegaría cuatro años después protegiendo la crítica a los hombres públicos en términos inequívocos. El argumento redactado por el juez Brennan debería ser recordado siempre en cualquier tribunal de cualquier democracia del mundo: «Consideramos este caso en el contexto de un profundo compromiso con el principio de que los asuntos públicos deben debatirse de forma desinhibida, robusta y abierta y de que eso puede incluir ataques vehementes, cáusticos y a veces desagradablemente hirientes contra cargos públicos».
Ignoro si, ya retirado de la vida pública, Eisenhower hizo algún comentario sobre esta sentencia pero no es difícil imaginar su conformidad con sus grandes fundamentos. Como también creo que, de haber vivido para verlo, habría entendido la decisión del mismo Tribunal Supremo de respaldar la publicación de los Papeles del Pentágono a pesar de incluir material clasificado durante su propia presidencia. No en vano en su famoso discurso de despedida en el que advirtió de la excesiva influencia del «complejo industrial militar», señaló que «sólo una ciudadanía alerta y bien informada» podía servir de antídoto frente a esa amenaza.
El paso del tiempo está dejando muy claro que desde la perspectiva de la defensa y ampliación de las libertades el legado del Eisenhower político está a la altura del Eisenhower militar que salvó a Europa del nazismo. Como español me siento orgulloso de que ese legado incluya la que, al cabo de 60 años, es ya hoy la alianza bilateral más duradera de los últimos siglos de la historia de nuestro país.
Durante estas seis décadas hemos compartido muchos éxitos y algún que otro error. Pero incluso cuando nos hemos equivocado juntos, como en mi opinión ocurrió hace diez años con motivo de la invasión de Irak, fue en defensa de unos valores comunes y con unos propósitos nobles. La gran popularidad del presidente Obama en España, acrecentada por su forma de afrontar la crisis económica mundial, ofrece ahora oportunidades de incrementar la relación bilateral que sólo están siendo parcialmente aprovechadas. En contra de lo sucedido en el pasado, los españoles ven a los Estados Unidos como un motor de crecimiento y empleo frente a la estrategia restrictiva de la señora Merkel y esto facilita mucho las cosas.
Es necesario que la opinión pública norteamericana sepa que ese nuevo clima está dando ya frutos concretos. Rota va a acoger a partir del año próximo a cuatro destructores integrados en el escudo antimisiles sin que ello apenas haya suscitado ningún tipo de polémica y en los últimos meses se han producido grandes avances en un asunto de tanta importancia para la administración Obama como la protección de la propiedad intelectual.
Pero también es necesario que la diplomacia española retome, en estas nuevas coordenadas, el planteamiento del presidente Aznar de convertir la relación con los Estados Unidos en una de las grandes prioridades, tal vez la principal, de nuestra política exterior. Yo desde luego suscribo su tesis de que cuanto más fuertes sean los lazos entre Madrid y Washington, más fuerte será también nuestra posición en el seno de la Unión Europea y nuestra capacidad de influir en América Latina.
Puesto que la visión de Eisenhower, al contribuir a que España se convirtiera en una democracia, se hizo realidad; y puesto que su huella como presidente está estrechamente ligada a los derechos civiles y a los valores de la Primera Enmienda, para mí es muy fácil como español y como periodista defender esa relación bilateral como fuente de progreso y de libertad. Porque parafraseando el slogan de sus seguidores «in Ike's legacy we trust».
pedroj.ramirez@elmundo.es
Cuanto más fuertes sean los lazos entre Madrid y Washington, más firme será nuestra posición en la UE

sábado, 25 de mayo de 2013

Nassim Nicholas Taleb: NO SER FRAGIL ANTIFRAGIL


The core idea behind this book is simple and quite enticing. Nassim Nicholas Taleb divides the world and all that's in it (people, things, institutions, ways of life) into three categories: the fragile, the robust and the antifragile. You are fragile if you avoid disorder and disruption for fear of the mess they might make of your life: you think you are keeping safe, but really you are making yourself vulnerable to the shock that will tear everything apart. You are robust if you can stand up to shocks without flinching and without changing who you are. But you are antifragile if shocks and disruptions make you stronger and more creative, better able to adapt to each new challenge you face. Taleb thinks we should all try to be antifragile.
  1. Antifragile: How to Live in a World We Don't Understand
  2. by Nassim Nicholas Taleb
  1. Tell us what you think:Star-rate and review this book
If the idea is nice and neat, however, the book that houses it is just the opposite. It is a big, baggy, sprawling mess. Taleb seems to have decided not just to explain his idea but also to try to exemplify it. One of his bugbears is the fragility of most of what passes for "knowledge" – especially the kind produced by academics – which he thinks is so hung up on order and completeness that it falls apart at the first breath of disruption. So he has gone for deliberate disorder: Antifragile jumps around from aphorism to anecdote to technical analysis, interspersed with a certain amount of hectoring encouragement to the reader to keep up. The aim, apparently, is to show how much more interesting an argument can be if it resists being pinned down.
There are two problems with this. First, the book is very hard going. Everything is taken to link to everything else but nothing is ever followed through. Taleb despises mere "theorists" but still aspires to produce a theory of everything. So what we get are lots of personal reminiscences buttressed by the ideas of the few thinkers he respects, almost all of whom happen to be his friends. The result is both solipsistic and ultimately dispiriting. Reading this book is the intellectual equivalent of having to sit patiently while someone shows you their holiday snaps.
The other difficulty is that too many of the ideas contained here appear thin and brittle rather than rich and flexible: fragile rather than antifragile. Taleb is keen on "heuristics" – shortcuts to wisdom that encapsulate human experience – but often these seem simply to reflect his own prejudices. To take just one example: Taleb thinks modern states become fragile when they get into debt, and that a prerequisite of political antifragility is rigid fiscal conservatism. This is nonsense. Eschewing debt makes states just as fragile as having too much of it. The durability of both the British and American states throughout their history has depended on their ability to use public debt to adapt to different challenges. As political analysis, Taleb's heuristic – "when you don't have debt you don't care about your reputation … and somehow it's only when you don't care about your reputation that you tend to have a good one" – is glib and unconvincing.
Antifragile is trying to be two things at once: a philosophical treatise and a how-to guide for living. Taleb's two previous books – Fooled by Randomness and The Black Swan – drew their appeal from being more narrowly focused on the failures of economists and financial traders to understand the game they were in. Their enormous success derived in part from his apparently being proved right by the financial crash of 2007-08. But now Taleb wants more than just vindication: he wants long-term intellectual respect. He makes a great play in this book of denigrating those earlier volumes as somehow lesser versions of his big idea. He says Antifragile, along with a technical treatise he published before he became famous, are by far his favourite pieces of writing. If I may be forgiven a heuristic of my own, it is a very bad sign when authors start to look down on the books that connected them to their audience: it means they are now irredeemably up themselves.
As a how-to guide Antifragile is a mixture of the pretentious and the banal. Some of this is deliberate provocation: we are told that real scholarship depends on having a private library rather than learning in the classroom. But much of the advice is just a warmed-up anti-health-and-safety rant with a bit of Nietzsche thrown in. Relying on gyms and doctors make us ill. We all eat too much: better to avoid breakfast. Our kids are being cosseted into fragility by "soccer mom" parenting: we need to let them toughen up. The childrearing implications of Taleb's argument illustrate some of its limitations. Being a parent is an inherently fragile business, given the permanent possibility of something going disastrously wrong. Of course, one way to avoid that would be to live in a world where people are accustomed to their children dying young. Taleb is deeply and depressingly nostalgic for the virtues of the ancients, with their stoicism and tolerance for suffering. To want to return to the miseries of a world that requires such virtues strikes me as ridiculous.
Antifragile is not all bad: it has flashes of wit and insight. Taleb says the least antifragile state in the world at the moment is Saudi Arabia, a plausible claim though one it would be nice to see argued out. He is good at knockabout invective, laying into "fragilista" economists such as Joseph Stiglitz and self-aggrandising journalists such as "the vile and harmful" Thomas Friedman, who was an apologist for the Iraq war. And there are some nice lines: "We practitioners and quants aren't too fazed by remarks on the part of academics – it would be like prostitutes listening to technical commentary by nuns." The problem, though, is that Taleb no longer writes from the perspective of the practitioner but of someone who has crossed over to live among the academics and wants to tell them what they are missing. He is now more like the nun with a racy past who lectures the rest of the convent about the meaning of sex: not much fun for anyone.
He says books and their authors should be antifragile too. That means that negative reviews should be welcomed: "Criticism for a book is a truthful, unfaked badge of attention, signalling that it is not boring." He even specifies a bad review given by an academic to a popular author in these pages recently (Glen Bowersock's review of Tom Holland's In the Shadow of the Sword) as a reason for going out to buy the book. At the same time, he suggests that a useful heuristic for book readers is not to bother with anything less than 10 years old, since most recently published books will soon reveal themselves to be worthless. He thinks you should abandon a book as soon as it starts to bore you (so don't be a book reviewer: I had to plough on with this one to the bitter end). He thinks all criticism of his work is essentially ad hominem (though with a book as self-referential as this it's hard to know what else there is to do). All in all, Taleb is not going to care about anything I say here.
Still, this book should be approached with caution. We do live in a fragile world, vulnerable to extreme shocks. But antifragility is not the solution. It is too crass an idea, and Taleb, for all his vaunted intellectual curiosity, is not really curious about the lives of anyone who doesn't live like him. He says it's better to be a taxi driver than a stockbroker, because you are less exposed to the whims of others. Let him try it. He thinks it's better to be a mafia hard man than a tenured academic. Again, let him try it. The problem with Antifragile is that it is a deeply antisocial book. I am pretty sure people will still be reading Taleb's two previous books in 10 years' time. But I'd be surprised if they are still reading this one.
• David Runciman's Political Hypocrisy is published by Princeton.

NASSIM NICHOLAS TALEB: No ser Fragil


Un lector podría funcionar fácilmente sin adjetivos para describir el nuevo libro de Nassim Nicholas Taleb "Antifragile:. Cosas que se benefician de Disorder" Los primeros que vienen a la mente son: enloquecedora, negrita, repetitivo, crítico, intemperantes, erudito, reductivo, astuto, autocomplaciente, autocomplaciente, provocativo, pomposo, penetrante, perspicaz y pretencioso.
Sarah Josephine Taleb
Nassim Nicholas Taleb

ANTIFRAGILE

Las cosas que se benefician de trastorno
Por Nassim Nicholas Taleb
519 páginas. Random House. $ 30.
"Antifragile" es una especie de secuela o continuación lógica a best-seller 2007 el libro del Sr. Taleb "El Cisne Negro" y su anterior libro "Fooled by aleatoriedad." En esos y otros escritos, ha argumentado que "Cisnes Negros" - grande, improbable y muy consecuentes eventos como la Primera Guerra Mundial o el surgimiento de la Internet - no son predecibles. Pese a gusto del ser humano por los patrones racionales de causa y efecto, y su afán de imponer narrativas sobre el mundo, observó, es imposible calcular los riesgos de eventos Cisne Negro o predecir su ocurrencia.
En el mundo de hoy, dice en "Antifragile", "Cisne Negro efectos son necesariamente en aumento, como consecuencia de la complejidad, la interdependencia entre las partes, la globalización y la cosa bestial llamada" eficiencia "que hace que la gente ahora navegan demasiado cerca del viento. "Entonces, ¿cómo hacer frente a los peligros planteados por esta proliferación de la incertidumbre y la volatilidad?
El Sr. Taleb argumenta que hay que aprender a hacer nuestras vidas públicas y privadas (de nuestros sistemas políticos, nuestras políticas sociales, nuestras finanzas, etc) no sólo sean menos vulnerables a la aleatoriedad y el caos, pero en realidad "antifragile" - a punto de beneficiarse o aprovechar el estrés, los errores y el cambio, la forma, por ejemplo, la Hidra mitológica generó dos nuevas cabezas, cada vez que uno se cortó.
En opinión del Sr. Taleb, "Hemos estado fragilizing la economía, la salud, la vida política, la educación, casi todo" por "la supresión de aleatoriedad y la volatilidad", tanto la forma en que "la prevención de los incendios forestales de manera sistemática se llevara a cabo" para estar a salvo ' hace que el grande mucho peor. "De hecho, dice, los esfuerzos de arriba hacia abajo para eliminar la volatilidad (ya sea en forma de" neuróticamente padres sobreprotectores "o el antiguo presidente de la Fed Alan Greenspan está tratando de suavizar las fluctuaciones económicas mediante la inyección de dinero barato a el sistema) terminan haciendo las cosas más frágiles, no menos. El tratamiento excesivo de enfermedad o problemas físicos, sugiere, puede conducir a errores médicos, tanto la forma en que el apoyo estadounidense a regímenes dictatoriales "por el bien de la estabilidad" en el extranjero puede conducir al "caos después de una revolución."
Este es el argumento central - el árbol de Navidad desnuda, por así decirlo - en este libro muy discursiva, que procede a colgar todo tipo de guirnaldas y adornos intelectual filosófica sobre sus ramas. No sólo es "Antifragile" tremendamente ambicioso y multidisciplinar, abordar las cuestiones de los ámbitos de la política, la economía, la política social, la filosofía y la medicina, pero también sufre de un tipo de trastorno de déficit de atención, saltando de un tema a otro, mientras que continuamente bucles una copia de sí mismo. Es un libro que podría haber beneficiado enormemente de alguna edición juiciosa.
El Sr. Taleb - que ha trabajado como operador de derivados y analista cuantitativo, y que ostenta el título de profesor distinguido de la ingeniería de riesgos en el Instituto Politécnico de la Universidad de Nueva York - escribe con gran certeza y vigor. En su mejor momento que sirve teorías provocativas que nos animan a mirar el mundo de nuevo. Él nos recuerda los límites de la razón ilustrada, nos incita a pensar en qué pequeña podría ser menos frágil de lo grande (por regla general, se supone, que se aplica a los animales y las corporaciones) y nos da un renovado aprecio por el conocimiento práctico (del tipo poseído por ingenieros y empresarios) en comparación con el tipo de conocimiento académico adquirido en la escuela.
Desafortunadamente él entrega las lecciones con intimidación grandiosidad y desagradable, apartes auto-dramatización. Se jacta de ser capaz de levantar 330 libras muertos y de ser un "un intelectual que tiene la apariencia de un guardaespaldas." También se jacta de descubrir las ideas en la obra del filósofo Séneca que no hay otros comentaristas han reconocido.
El Sr. Taleb es alguien que una vez fue a una sala de emergencia con un fractura en la nariz y le preguntó al doctor si tenía alguna "evidencia estadística de los beneficios de la aplicación de hielo" a la nariz, o si la aplicación de hielo son sólo un caso de intervencionismo ingenuo - es decir, la necesidad humana de Él es alguien cuya página de inicio se lee: "Por favor, abstenerse de ofrecer títulos honorarios, premios, listados en '100 más ... ', y degradaciones similares de conocimiento que lo convierten en espectadores" hacer algo. " deporte ".
Peor aún, el Sr. Taleb socava sus ideas más convincentes por la dispersión de ellos en un libro que también está lleno de generalizaciones gruesas y afirmaciones precipitadas, todos lanzaron indiscriminadamente en el lector. De vez en cuando hay algunos ejemplos muy concretos de estrategias antifragile: por ejemplo empleando lo que llama la técnica de barra para realizar inversiones, poniendo, por ejemplo, el 90 por ciento de los fondos de uno "en efectivo aburrida", y 10 por ciento "en muy arriesgado , máximo riesgo, valores. "Esta evitación de la tierra de en medio sería evitar el" riesgo de ruina total "en poner el 100 por ciento de" los llamados valores de riesgo "medio" ".
En su mayor parte, sin embargo, el autor es mucho mejor en la identificación de ejemplos de fragilidad de lo que es en el que se a cabo estrategias específicas para ser más antifragile.
A menudo, los saltos narrativos y saltos de hipótesis de amplio recorrido a anécdotas personales, de los ataques contrarios a la gente el Sr. Taleb desdeña (incluyendo muchos académicos, médicos y periodistas) para taxonomías PowerPoint similares, enumerando las diferencias entre, por ejemplo, la no linealidad cóncavos y convexos linealidad o la artesanal y la industrial.
Algunas de las observaciones del Sr. Taleb puede hacerle reflexionar. Se pregunta por qué "se tomó cerca de 6.000 años" de la invención de la rueda a la invención de la maleta con ruedas. Y se pregunta por qué la gente continuamente desembolsar dinero para los nuevos teléfonos móviles con pequeños cambios, principalmente cosméticos (que se refiere a esto como "treadmilling tecno-insatisfacción"), argumentando que la sociedad contemporánea sufre de "neomanía" ("el amor de la moderna para su sí mismo ").
Algunas de sus observaciones no son más que opiniones personales. Una gran cantidad de detalles en la arquitectura, que afirma "conduce a la paz interior", y "casi todo lo construido desde la Segunda Guerra Mundial tiene una suavidad natural a ella. "
Algunas de sus observaciones son demasiado generales, presentados sin pruebas detalladas, sustantiva o persuasivo. Él escribe: "Estamos entrando en la distribución más desigual de 99/1 a través de muchas cosas que antes eran 80/20: 99 por ciento del tráfico de Internet es atribuible a menos del 1 por ciento de los sitios, el 99 por ciento de las ventas de libros provienen de menos de 1 por ciento de los autores ... y tengo que parar porque los números están agitando emocionalmente ".
Y algunas de sus observaciones son sólo voluntariamente perversa. Se sugiere, por ejemplo, que la administración de las mamografías a "las mujeres mayores de 40 años sobre una base anual no conduce a un aumento de la esperanza de vida", porque un médico, viendo un tumor , "no se puede evitar hacer algo dañino, como la cirugía seguida de radiación, quimioterapia , o ambos - que es más perjudicial que el tumor ".
El Sr. Taleb parece deleitarse en ser polémico y controversial, tal vez apostando a que tal notoriedad él y su libro algo de ruido añadido ganará. Se consigna televisión, aire acondicionado, periódicos y previsiones económicas a la categoría de "irritantes ofensivos." Y se habla de racionar el suministro de información, ya que, insiste, "cuantos más datos se consigue, cuanto menos se sabe lo que está pasando. "
"Antifragile" también está plagada de contradicciones. El Sr. Taleb ofrece predicciones sobre el futuro, a pesar de que sigue hablando de la falta de fiabilidad de las predicciones.Ataca repetidamente teóricos y académicos como el tipo de personas que presumen de "sermonear pájaros sobre cómo volar." Y sin embargo, él es un académico a sí mismo (cuyo objeto principal, la cubierta del libro nos dice, es "la toma de decisiones bajo la opacidad") , y el libro que ha escrito no es más que una hiperextensión, la teoría grande, general acerca de cómo vivir en un mundo aleatorio e incierto.

miércoles, 15 de mayo de 2013

José Carlos Aranda: Que sean Alumnos Felices


José Carlos Aranda,doctor en Filología Hispánica y ensayista

Victor-M Amela, Ima Sanchís, Lluís Amiguet

"Yo no tengo nada mejor que dar que a mí mismo"

27/01/2011 - 01:21
"Yo no tengo nada mejor que dar que a mí mismo"
Foto: Jordi Play
Un privilegio
Este hombre reflexivo y sin arrogancia es profesor de secundaria ¿¡qué privilegio tener un maestro de esta categoría!¿, defiende el entusiasmo como herramienta vital y la búsqueda de sentido como norte. Filólogo amante de la filosofía, mezcla ambas en un extraño y bello ensayo: El libro de la gramática vital (Almuzara). La aventura de nuestra vida es una novela, explica. Como todo texto, en sí, es la unidad de comunicación más compleja que podemos diseñar, y la única que de verdad importa. Siguiendo la retórica clásica: primero inventio, saber qué quieres; luego dispositio, planificar y estructurar cómo vas a ejecutarlo, y por último, expositio, hacerlo realidad: vivir la vida que has elegido.
¿Qué tiene que ver la gramática con la vida?
Nuestros actos están determinados por nuestros pensamientos, que formulamos con palabras, frases, oraciones...

¿El habla me condiciona?
Del dominio del lenguaje depende nuestra capacidad de elaborar reflexiones más o menos profundas y producir actos combinados. Imagine que suprimiéramos el yo.

¿Nuestra realidad cambiaría?
La individualidad sería impensable. Viviríamos en el universo de las hormigas.

La vida humana está llena de incoherencia, lapsus, errores...
Sí, pero la incoherencia en la vida conduce a la frustración y a la infelicidad de la misma forma que la incoherencia gramatical conduce a una frase sin sentido.

Nuestros actos nos definen.
Nuestra vida es una novela. Los actos y decisiones diarias son la tinta indeleble con la que escribimos su argumento.

Los actos son también el camino que ofreces a los demás para comprenderte.
Así es, yo no puedo juzgar tus pensamientos porque no los oigo, sólo tus palabras. De la misma forma, yo no puedo juzgar tus intenciones, sólo tus actos, que es lo que veo, y a través de ellos compongo tu imagen.

¿Existe una gramática de la felicidad?
Sí, cuando mi proyecto de ser y mis actos caminan en la misma dirección.

De acuerdo, ¿pero qué tiene que ver con la gramática?
En la lengua antes de hablar tienes que saber qué quieres decir: en la vida antes de vivir tienes que saber qué quieres ser.

Pues lo saben bien pocos…
Hay que desprenderse de todo para mirarse a uno mismo y comprender que lo primero es la propia existencia, y que si no te tienes a ti mismo no tienes nada. Hay un proyecto de ser que preexiste, está en el pensamiento.

¿Cómo descubrirlo?
Coja papel y lápiz y describa al detalle cómo desearía que fuera el hijo de sus sueños: deportista, intelectual, artista, con fe, sin fe… Acaba de definir su propio ideal, el que no alcanza por las vicisitudes, el que no se atreve a buscar.

No nos atrevemos porque las cosas sean difíciles, sino que son difíciles porque no nos atrevemos, decía Séneca.
Muy a menudo somos elefantes de circo: una experiencia inoportuna nos condena a un estado de frustración y nos impide tener la valentía de actuar en la vida.

¿Qué tienen que ver los elefantes?
En los circos ambulantes los ataban a una estaca, sólo tenían que tirar un poco para liberarse, pero no lo hacían porque ya lo intentaron de pequeños y de adultos seguían pensando que era imposible.

Entiendo.
Debemos ser muy conscientes de que la lengua es el sistema operativo que instalamos en cada mente al nacer. Un mal ordenador con un buen sistema operativo da muchísimos mejores resultados que a la inversa.

La genética también nos determina.
Sí, y mis circunstancias son mi realidad, pero sobre ambas está mi voluntad, mi pasión por ser. Lo que yo toco se transforma en función de mi deseo de ser. La realidad es la piedra, dásela a un arriero cansado y hará un asiento, dásela a Miguel Ángel y hará La Piedad. Estamos hablando de una misma realidad, ¿qué la transforma?... El telos de Aristóteles, la esencia en el ser que comporta un destino.

No somos los autores exclusivos de nuestro propio personaje.
La realidad actúa en mí en función de cómo yo la concibo y cómo la manejo. ¿Pero por qué esos impulsos negativos que nos impiden disfrutar? Los malos sentimientos prosperan porque tenemos capacidad de sentir. La misma tierra que abona el rosal hace crecer la mala hierba, con lo cual habrá que estar muy atento, arrancarla cuando nace para que no se adueñe de nuestro espíritu.

Reglas para una buena sintaxis vital:
Coordinar nuestros actos en función de lo que pretendo ser en la vida. Y el principio de la linealidad, cada cosa en su momento: normalmente vivimos como en un trastero revuelto y hay que iluminar objeto por objeto, descomponer los tiempos, ser sólo madre cuando estás con tu hijo, ser sólo amante y amiga cuando estás con tu pareja...

¿Y usted a qué conclusión ha llegado?
Que podemos ser felices si trabajamos en ello. Hay que crear espacio y tiempos para reestructurar sentimientos y sensaciones, positivizar lo negativo. Decía un viejo indio: dentro de mí viven dos lobos, uno me lame la mano, el otro trata de morderme el cuello. ¿Quién ganará? Aquel que yo alimente.

¿Qué hacer con la falta de autoestima?
La única solución es volver al origen: la respiración, ir a lo esencial para descubrir que lo maravilloso es que estás vivo. Y si te has fallado a ti mismo, busca tu reflejo en los demás, porque te darán una imagen de ti mismo mucho más real que la que tú tienes.

¿Qué intenta darle a sus alumnos?
Yo no tengo nada mejor que dar que a mí mismo, el conocimiento es una excusa.

¿Qué necesitan?
Cariño, sinceridad y que se les hable claro; y enseñarles a combinar. Muchas veces perdemos la oportunidad de realizar las cosas porque queremos que la realidad se adecue a la visión que tenemos de lo que debe ser. Mejor combinar los elementos de que dispongo para acercarme a mis objetivos.


Leer más: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20110127/54106760942/yo-no-tengo-nada-mejor-que-dar-que-a-mi-mismo.html#ixzz2TQiJDpIl
Síguenos en: https://twitter.com/@LaVanguardia | http://facebook.com/LaVanguardia